Estamos a punto de terminar 2021, un año que se ha hecho muy corto y muy largo a la vez, y es momento de repasar lo que han dado de sí estos 12 meses. En Maldita Ciencia hemos pasado otro año enredados con la desinformación y las dudas generadas por la pandemia de COVID-19, pero nos ha dado tiempo a aprender un montón de cosas que el día que estrenamos este año no sabíamos.
Isabel Rubio, redactora de Maldita Ciencia
Este año he aprendido que besar quema calorías y puede reforzar nuestro sistema inmunitario, que los testículos tienen papilas gustativas aunque no sirven para percibir sabores o por qué a veces se mueve el vaso al jugar a la ouija. También que algunas costumbres muy instauradas no cuentan con el respaldo de la evidencia científica: ni los huevos deben colocarse en la puerta de la nevera ni es aconsejable enjuagarse con agua después de cepillarse los dientes.
Entre las cosas locas y curiosas que ocurren en nuestra cabeza, me quedo con tres enseñanzas: qué son los pensamientos intrusivos, por qué hay quienes no pueden visualizar imágenes mentales y por qué algunas personas piensan en palabras y otras en imágenes.
También hemos aprendido mucho sobre uno de los grandes problemas del siglo XXI: la contaminación. Os hemos contado cómo afecta a los niños, por qué puede aumentar el riesgo de padecer un infarto o hacer que tengamos peor memoria y por qué puede acortar casi tres años la esperanza de vida.
Joselu Zafra, redactor de Maldita Ciencia
En el medio año que llevo con el equipo de Maldita Ciencia (yo me incorporé justo en agosto) he aprendido algunas cosas que me han chocado con las ideas preconcebidas de cómo funciona el mundo.
Por ejemplo, la frase “si no existiera la tauromaquia, el toro de lidia se extinguiría”, que en principio puede parecer burda —sobre todo para mí, que no me gustan las corridas de toros— pero que resume el impacto que tenemos los humanos en el desarrollo de ciertas especies que nos interesan. En este caso, los expertos que consultamos coincidían en que, de no existir las corridas de toros, “no merecería la pena, económicamente hablando" tener un papel activo en la crianza de esta raza. Otra idea preconcebida y que desmentimos era que, en la antigüedad, la mayoría de gente se consideraba anciana a los 30 o 40 años.
También he aprendido sobre cosas sobre las que ya encontraba asociaciones pero no resultaban tan evidentes hasta que nos pusimos a investigar y escribir sobre ello. Yo me quedo con lo aprendido sobre cómo impacta la salud mental en la salud física.
Por último, la erupción de La Palma me enseñó la curiosidad que las emisiones de estos volcanes pueden tener un impacto en el clima del planeta. En este caso, explicamos que las partículas de sulfato que salen de los volcanes dispersan la luz solar y hacen como una especie de ‘parasol’ en la atmósfera, ayudando a reducir su temperatura de forma puntual.
Laura García Merino, redactora de Maldita Ciencia
Si he tenido la oportunidad de bucear en algo con todo lujo de detalles a lo largo de este último año ha sido en lo relacionado con la alimentación (¡nuestra criaturilla, Maldita Alimentación, ya casi cumple sus primeros seis meses!). Aunque han hecho falta un par de dátiles y mucha crema de cacao para ello, por fin he logrado entender por qué el azúcar tiene distintos efectos en nuestro cuerpo, en función de cómo la tomemos, y lo importante que es la masticación en este proceso.
También la importancia de no ser extremadamente estrictos con la comida en nuestro día a día ni prohibirnos un consumo puntual de aquellos productos que nos requeteencantan, ya que podemos darles mucho, demasiado poder en relación a nuestra salud mental.
Sobre el buen dormir también hemos contado unas cuantas cosillas que quizá te interesen (pista: melatonina y cortisol, los dos grandes protagonistas de que duermas o no como un ceporro). Le hemos dado caña incluso a la ciencia detrás de las visitas al señor Roca (twitchería científica incluida).
He aprendido si será o no posible (o qué puede hacerse para intentarlo) acabar con la pandemia de VIH/sida de cara al 2030 y sobre lo importante que es que prestemos atención a las superbacterias y a la resistencia que generan a los antibióticos.
¡De todo y para todos los gustos! Chinchín por un maldito 2022 lleno de cosas nuevas que aprender.
Fermín Grodira, redactor de Maldita Ciencia
Este 2021 se ha hablado de la salud mental como nunca antes, tanto en el Congreso de los Diputados como en toda la sociedad, un tema que ya era un eje de Maldita.es antes de la pandemia. Además de dedicar varias twitcherías a la salud mental (como esta sobre el suicidio, la depresión y la ansiedad), he aprendido qué es y qué no una terapia psicológica y a quiénes puede ayudar.
El dolor y el llanto están muy relacionados con nuestro bienestar emocional. He podido leer y contar sobre el dolor y por qué tantas personas lo sufren de manera crónica, el mayor riesgo de suicidio que asocia al malestar y las diferencias en el dolor y su tratamiento entre hombres y mujeres. También he podido saber sobre las funciones sociales del llanto y de sus efectos tanto en la salud mental como más allá.
Además, a comienzo de año la gran nevada que trajo la borrasca Filomena puede favorecer que ardan los bosques meses después, algo que aprendí este verano. Por el Día Mundial de la Lucha contra el sida descubrí que al menos 30 países limitan o prohíben la donación de sangre a hombres que tienen sexo con otros hombres. Sobre el medio ambiente aprendí lo necesario para saber si tiene menos impacto ambiental una botella de plástico, de aluminio, de vidrio o un brik y la importancia de reducir y reutilizar los residuos para disminuir el impacto ambiental de nuestro consumo.
Pero sin duda lo más inquietante que he aprendido este año y que todavía me afecta a veces al sueño es haber descubierto que una vez morimos, tras el enfriamiento inicial, nuestro cuerpo aumenta de temperatura, llegando incluso hasta los 50 grados centígrados. Lo hace por el efecto de los gases y las reacciones químicas y orgánicas de la descomposición. Sé que no son fechas para compartir este dato pero no deja de rondar mi cabeza. Podríamos decir que es un pensamiento intrusivo de los que hablaba Isabel.
Luisa Bernal, redactora de Maldito Bulo y Maldita Ciencia
El 2021 ha sido el año de las vacunas. Hemos hablado sobre ensayos clínicos, efectos secundarios, sistemas de farmacovigilancia... Pero esta lucha diaria contra la desinformación también me ha permitido aprender muchísimas otras cosas sobre la ciencia y la salud.
Por ejemplo, he entendido por qué en algunos vídeos desinformadores no vemos la aguja salir de la zona del brazo donde se ha aplicado la vacuna. Lo que utilizan son agujas retráctiles. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los sanitarios el uso de estas agujas para prevenir pinchazos accidentales.
Ahora también sé que la vacuna contra el coronavirus de Moderna no contiene luciferina, una sustancia que tienen las luciérnagas y otros organismos que les permite producir luz. Pero he aprendido que esta sustancia se utiliza habitualmente como un marcador bioluminiscente, que permite a los investigadores disminuir el número de animales que se utilizan en experimentos. Y hablando de experimentación, también he aprendido sobre el papel de los macacos en el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 y por qué no se investiga con grandes simios.
Una de las lecciones más importante de este año ha sido aprender a hacer frente al miedo o la preocupación de vacunarse, después de conocer la relación entre vacuna de AstraZeneca y casos muy raros de trombos. Por cierto, esos trombos relacionados con las vacunas no son los mismos que podemos sufrir en las piernas durante viajes largos en avión por la inmovilidad. Así que no, no es cierto que las aerolíneas recomendaran a los vacunados no volar por el riesgo de trombosis.
Pero si algo he aprendido este año es que la desinformación sobre la vacuna y el coronavirus no conoce límites. No, no es cierto que las vacunas tengan componentes magnéticos o grafeno, un material que tiene aplicaciones en diversos campos. Tampoco que los vacunados estén desarrollando sida.
Rocío Benavente, coordinadora de Maldita Ciencia
Este año hemos aprendido que cuando los desinformadores se lo proponen pueden ser inmensamente creativos, inventando por ejemplo que las personas vacunadas contra la COVID-19 son detectables por bluetooth (spoiler: no, no lo son). Hemos aprendido también (o confirmado, más bien, porque ya lo sabíamos) que son capaces de hacer blanco de sus bulos a población especialmente vulnerable al miedo, como son los niños.
Pero no todo ha sido cabreante este 2021 en Maldita Ciencia, también hemos aprendido cosas interesantes, como por ejemplo que las ojeras no están causadas exactamente por dormir poco o mal o por qué cuando comemos algo muy frío nos da la sensación de que se nos está congelando el cerebro. Por cierto, ¿eres de los que con frío notan más ganas de hacer pis? Hemos aprendido por qué ocurre esto y, en resumen, es resultado de un mecanismo que tiene el cuerpo para sobrevivir en las bajas temperaturas.
Este año pasé varias semanas tratando de confirmar o desmentir una leyenda urbana: que a las personas con problemas de obesidad muy severa que no caben en las máquinas de imagen médica como escáneres o resonancia magnética que hay en los hospitales se les realizan esas pruebas en máquinas especiales para animales, mucho más grandes, que hay en los zoológicos y otras instalaciones veterinarias. Aquí contamos lo que averigüé, y resulta que no es exactamente así, pero algo de cierto sí hay. De trasfondo existe un problema para tratar a unos pacientes que a menudo se ven abandonados por el sistema sanitario.
Por último, fue muy interesante publicar este artículo, con ayuda de la gente del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud, en el que detallábamos cuatro experimentos que puede hacer cualquiera para demostrar que el supuesto magnetismo causado por las vacunas cntra la COVID-19 en realidad no era tal. Una mezcla de Maldita Ciencia y Art Attack, por si alguno se anima a hacerlo en casa.