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El papel de los macacos en el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 y a qué casos está limitado el uso de estos y otros primates en investigación biomédica

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El macaco rhesus ha jugado un papel de vital importancia durante la pandemia de coronavirus. Como primate no humano (NHP, por sus siglas en inglés), comparte grandes similitudes con nosotros, lo que ha permitido a investigadores de todo el mundo desarrollar vacunas frente a la COVID-19.

La legislación europea prohíbe la utilización de primates no humanos salvo que se empleen en la investigación de enfermedades que ponen en riesgo la vida de los humanos. A pesar de que se intenta reducir en lo posible el uso de estos animales, las agencias reguladoras exigen que las vacunas se evalúen en roedores y primates no humanos antes de ser administradas en ensayos clínicos a voluntarios humanos. De hecho, al principio de la pandemia, China prohibió la exportación de estos animales, lo que provocó una escasez de macacos para la experimentación.

El papel de los macacos en la investigación biomédica

Los primates no humanos, como los macacos, son los animales más próximos a las personas evolutivamente, según indica a Maldita.es Lluis Montoliu, investigador, presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los impulsores del acuerdo de transparencia sobre el uso de animales en experimentación científica en España. Según el experto, estos animales son los únicos que se pueden usar para determinadas investigaciones, como es el desarrollo de vacunas.

Como explica a Maldita.es Sonia Zúñiga, viróloga e investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), las agencias reguladoras, como la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), exigen que los datos preclínicos de seguridad y eficacia de una vacuna se hayan obtenido en más de un modelo animal "y que uno de ellos no sea ratón, por lo alejado del ser humano en algunos aspectos".

Recordemos que, dentro de las fases de investigación por las que tiene que pasar una vacuna, se encuentra la fase preclínica en la que se evalúa la capacidad de los antígenos para causar la respuesta inmune que se busca y su seguridad. Las potenciales vacunas se prueban tanto en cultivos celulares (en experimentos in vitro) como en animales. "En general, los macacos se utilizan como segundo o tercer modelo animal para demostrar eficacia de las vacunas frente a cualquier patógeno", apunta Zúñiga.

Todas las vacunas contra la COVID-19 autorizadas por la EMA y que están en uso en España han sido probadas en macacos (Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen).

Salvador Bergoñón Fuster, experto en investigación clínica y epidemiológica y profesor en el departamento de Farmacología de la Universidad de Barcelona, señala a Maldita.es que los macacos comparten secuencias de ADN con los humanos en más de un 90%. "Un macaco infectado de SARS-CoV-2 experimenta la enfermedad de una forma similar a un humano, lo que hace que vacunas o tratamientos deban ser probados en estos animales como 'modelo de preferencia'", asegura. Según el experto, los macacos no sólo experimentan la enfermedad de una manera parecida, "sino que los potenciales efectos beneficiosos o perjudiciales (reacciones adversas) los manifiesta y anticipa a lo que podría pasar en los humanos".

Gracias a la investigación con primates no humanos, se han alcanzado "avances fundamentales en las vacunas contra el VIH, la viruela y la poliomielitis", según señaló Kirk Leech, director ejecutivo de la Asociación Europea de Investigación Animal (EARA) en este artículo de Quo.

Montoliu apunta que los primates no humanos también se usan para investigar sobre enfermedades neurodegenerativas graves y discapacitantes "que pueden poner en peligro la vida de las personas", como es el alzhéimer, la esclerosis múltiple o el párkison, y que no pueden "reproducirse bien en otros animales como los ratones".

En cualquier caso, según manifiesta Sonia Zúñiga, la tendencia actual es reducir en lo posible la investigación con primates no humanos.

En la Unión Europea (UE) la legislación establece que no pueden usarse estos animales salvo que se utilicen en la "investigación de enfermedades humanas graves y mortales", según indica Montoliu. Esto se recoge en el artículo 8 de la Directiva 2010/63/UE y se traspuso en España a través del Real Decreto 53/2013, en su artículo 21.

¿Por qué no se investiga con grandes simios?

Los macacos son primates no humanos antropoides, al igual que los tities, mandriles o babuinos. Según Lluis Montoliu, la Directiva Europea hace una distinción entre estos animales y los grandes simios: gorilas, chimpancés orangutanes y bonobos.

"El artículo 8.3 de la directiva directamente prohibe usar grande simios en los procedimientos de investigación, salvo en casos muy excepcionales que deben estar muy justificados", explica. ¿A qué se debe esta prohibición? Los grandes simios son "mucho más parecidos a los seres humanos y, por ello, generan mucha más empatía y desde la Directiva se promueve una protección especial", destaca el investigador.

Bergoñón Fuster apunta que la homología del ADN de chimpancés, bonobos y gorilas con el ser humano supera el 98%. "Por ello, algunas sociedades están planteando cómo considerarlos, si 'no humanos' o ya casi 'humanos", afirma.


En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Salvador Bergoñón Fuster, experto en investigación clínica y epidemiológica y profesor en el departamento de Farmacología de la Universidad de Barcelona.

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