Empieza un nuevo año escolar y con ello llegan nuevas tendencias y herramientas que tener en cuenta a la hora de interactuar con el alumnado. También en el mundo digital. La mayoría de los niños, niñas y adolescentes pasan gran parte de sus días frente a la pantalla, y usan ordenadores y móviles para hacer sus tareas académicas… y para otras muchas cosas.
Por eso, entender qué es lo que están haciendo y cómo podemos ayudarlos a tener una vida digital más sana puede ser muy útil. Desde el rol que está jugando la inteligencia artificial (IA) en las aulas, pasando por el mundillo de las redes sociales, hasta la importancia de la privacidad y ciberseguridad, en Maldita.es hemos recopilado algunas cosas sobre el mundo digital en el que se mueven los menores que pueden ayudarte en esta vuelta al cole.
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La inteligencia artificial se hace un espacio en las aulas como una herramienta útil para alumnos y profesores, pero también como arma para el ciberacoso
Como una herramienta útil, pero con límites y responsabilidad
El 82% de los alumnos ya ha utilizado alguna herramienta de IA, según el estudio “El impacto de la IA en la educación en España” de Empantallados.com y la consultora de investigación GAD3. La herramienta que más usan es ChatGPT (un 91%); también un 86% de los profesores encuestados.
ChatGPT es un modelo de inteligencia artificial que utiliza el procesamiento de lenguaje natural para entender y responder preguntas o conversaciones. Algunos alumnos lo pueden usar para resolver sus dudas, como preguntarle el significado de una palabra o pedirle que redacte una redacción en inglés. Sin embargo, hay que tener claro algo: los chatbots de cualquier tipo, como ChatGPT, Llama de Meta o Gemini de Google, no son fuentes fiables de información. La herramienta predice qué palabras van con qué palabras, pero puede mezclar y desordenar la información, o recoger de internet datos incorrectos. Por lo mismo, es importante contrastar siempre sus respuestas. Ahondamos más en esto en este artículo.
Estas herramientas de IA se pueden incorporar en clase, pero “de manera guiada, controlada y contrastada”, como nos indicó Francesc Pujol, profesor de Economía en la Universidad de Navarra, en este programa de Twitch. Y siempre recalcando la importancia de que los estudiantes entiendan los límites: qué no sirve para todo, comete errores y no debe ser utilizada sin verificación (te lo contamos aquí). Otro límite a tener en cuenta es que estas herramientas pueden reflejar los sesgos de género, raza o clase de los desarrolladores o de los datos a partir de los que aprenden (lo analizamos aquí).
Pero no todo son chatbots. El uso de herramientas de creación de imágenes también es extendido: estas nos permiten crear imágenes a partir de una instrucción de texto o prompt. Su evolución permite que sean cada vez más realistas, como la imagen del papa con un abrigo de plumas, y que se puedan utilizar para manipular o engañar. De hecho, aquí te contamos que un 74,9% de los españoles se muestra muy preocupado por la manipulación de imágenes para crear contenido falso, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Puedes echar un vistazo a los consejos de Maldita.es para reconocer vídeos e imágenes generadas con IA. Pero ten en cuenta que, a medida que avanza la tecnología, es cada vez más difícil distinguirlos.
Como un arma para el ciberacoso
Son justamente estas herramientas de creación de imágenes las que se están usando para el ciberacoso. Su uso más extendido es la generación de deepfakes (vídeos hiperrealistas manipulados con IA) o imágenes de carácter sexual, donde se incorporan el rostro o cuerpo de la víctima en un contenido pornográfico. Esto ha pasado con menores de edad: hay cientos de casos de ello en Corea del Sur, en los que son adolescentes en centros educativos los que crean ese contenido de sus propias compañeras. España tampoco se libra de esto: sucedió en un instituto en Almendralejo (Extremadura), existe una doble denuncia por lo mismo en Alcalá de Henares y en Barcelona un menor modificó con IA fotos de niños para convertirlas en imágenes de contenido sexual. Ojo, aquí te contamos qué hacer si nos pasa a nosotros a un menor a nuestro cargo.
La IA también se está utilizando para crear perfiles falsos, con el objetivo de difamar o suplantar a la víctima, o para generar memes o stickers humillantes. Todo esto puede tener graves consecuencias en los menores afectados, que pueden experimentar sentimientos de ansiedad, estrés, depresión, culpa e inseguridad, además de dudar de su propia percepción de la realidad por la disonancia que produce el contenido generado con IA. Así que fomentar la educación tecnológica y sexoafectiva, y promover una mirada crítica ante el contenido generado es una buena idea. Te contamos todos los detalles en este artículo.
Tendencias, contenido sexual y oversharing en redes sociales: el impacto de todo esto en la salud física y mental de los menores
Las tendencias a vigilar
Como sabrás, las redes sociales son un mundo. Uno en el que el algoritmo puede recomendarte cosas que quizá no deberían llegar nunca a tus alumnos. Por lo mismo, queremos contarte cuáles son esas tendencias con las que creemos que hay que tener especial ojo.
En TikTok abundan los retos virales peligrosos, el contenido machista y de control a la pareja y las dinámicas que pueden ser adictivas. Por eso, hemos recopilado todo en un cajón desastre que puedes consultar aquí. Entre ellos, están los vídeos que promueven la alimentación desordenada y la pérdida de peso peligrosa (pese a estar prohibido en la plataforma), lo que puede llevar a adolescentes a desarrollar trastornos alimenticios (te lo contamos en aquí). El culto al cuerpo también está presente en el coaching para “bros”, donde influencers como Llados venden cursos de cientos de euros a sus seguidores, en ocasiones menores, para “convertirse en millonarios”, lo que tiene consecuencias en la salud física, mental y financiera de ellos, como te contamos aquí.
Otro gran tema es la exposición de menores a contenido sexual en redes sociales. Twitter (ahora X) permitió el contenido adulto en junio de 2024, mientras plataformas como Instagram, Facebook, TikTok, Twitch y YouTube son más restrictivas, aunque el contenido erótico igual se cuela (los detalles aquí). Esto puede provocar que los menores asuman que el porno es una realidad a imitar, no una ficción, en especial si es la única educación sexual que reciben.
Además, existe el riesgo de que los menores protagonicen este tipo de contenido. Las “agencias de streamers” captan en redes sociales a chicas, sin comprobar su edad, para realicen contenido erótico y explícito a través de videollamadas para recibir ingresos o regalos. La investigación sobre el tema de Maldita.es está en este enlace.
El impacto en la salud física y mental de los alumnos
Lo que los alumnos ven en redes tiene un impacto real en su salud. En general, los menores (y todos los que usan redes sociales) están expuestos a influencers o contenido que promueve cánones inalcanzables de belleza. Esto puede llevar a los adolescentes a sentir malestar, frustración y ansiedad, como te contamos en este artículo. Además, las consecuencias que pueden tener algunas de estas tendencias en la salud mental y física de los alumnos los puede llevar a desarrollar un uso abusivo de las redes sociales (ojo, no es lo mismo que una adicción, como te explicamos aquí).
Ojo con lo que se comparte en redes
El riesgo no es solo lo que consumen, también lo que comparten. Muchos alumnos pueden caer en el oversharing: sobreexponer nuestra información y vidas privadas en internet. Como te explicamos aquí, compartir fotos y vídeos de menores (aunque sean ellos mismos quiénes lo hagan) puede desencadenar su uso para el ciberacoso, suplantación de identidad, grooming (adultos que utilizan estas fotos para entablar relaciones con menores) y creación de deepfakes o imágenes manipuladas sexuales.
A pesar de los riesgos, algunos alumnos igual piden a usuarios de TikTok que los geolocalicen con solo una foto, y existen profesores que se suman al #TeachTok, donde comparten vídeos sobre o de sus alumnos (lo contamos aquí).
Además, lo que comparten los alumnos (y lo que se comparte sobre ellos) en redes sociales tiene un impacto en sus huellas digitales, que son la información sobre ellos que dejan en la web y que puede afectarles en su edad adulta.
Para evitar la sobreexposición en línea, recomendamos ajustar la privacidad de las cuentas y así limitar quienes ven nuestros vídeos, fotos e información personal. Aquí te contamos cómo hacerlo (¡quizá sea una buena idea enseñárselo a tus alumnos o a sus padres!).
Es importante navegar de forma segura y sana en internet y proteger nuestros datos (especialmente, los de menores)
Nuestros datos son invaluables, tanto así que los han llegado a llamar “el nuevo petróleo”, ya que permiten a las empresas y anunciantes entendernos y retenernos y, por otro lado, a timadores engañarnos y manipularnos. De hecho, hay intentos de timos dirigidos específicamente a niños.
Hay datos que se recogen sin que lo notemos y otros que podemos abiertamente vender. Esto último es lo que pasó con el proyecto Worldcoin: personas (incluidos menores) hacían filas en centros comerciales para escanear su iris a cambio de criptomonedas. Esta situación recordó la importancia de enseñar a cuidar los datos personales, ya que el iris es un dato biométrico (rasgos de nuestro físico y comportamiento que nos identifican y no se pueden cambiar) y su uso puede afectar nuestros derechos fundamentales, como te explicamos aquí.
¿Qué podemos transmitir a los alumnos? La importancia de la ciberseguridad (aunque esto es algo de lo que también se deben preocupar a los centros) y de navegar seguros en internet, para lo que tenemos algunos consejos aquí. Además, es clave supervisar el uso de la tecnología que utilizan para aprender en las aulas y tomar nota si vemos que un adolescente usa en exceso dispositivos móviles, ya que podría sufrir de tecnoestrés, como explicamos aquí. De esta manera, podemos enseñar cómo navegar de forma segura y sana en internet, empoderarlos en el cuidado de sus datos y protegerlos de amenazas a su privacidad.
Primera fecha de publicación de este artículo: 06/09/2024