‘Repentinitis’ es el término empleado por antivacunas y desinformadores de la COVID-19 para hablar de muertes súbitas y “repentinas” de celebridades causadas, según ellos, por esta vacuna. Lo hicieron con los fallecimientos de la actriz Verónica Forqué y el batería de Foo Fighters, Taylor Hawkins; pero también con el desmayo del guitarrista Carlos Santana, la lesión en la costilla del tenista Rafa Nadal, el problema cardiaco del futbolista Kun Agüero o la reportera de Telecinco que se quedó en blanco en un directo.
El problema es que ‘repentinitis’ no es un término clínico o científico que haga alusión a una enfermedad (o grupo de enfermedades) concreta, sino un ‘palabro’ inventado para desinformar sobre las vacunas.
El pasado 19 de diciembre de 2022, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó los datos definitivos de defunciones en España durante 2021, según la causa de muerte, y los datos provisionales del primer semestre de 2022. Con esta estadística consolidada se podría comprobar si es cierto que se hayan producido más ‘repentinitis’ en 2021 en comparación con años anteriores a la introducción de esta vacuna.
Con todo y con eso, recopilamos estadísticas consolidadas de enfermedades sobre las que los desinformadores alertan y atribuyen como posibles consecuencias de haber recibido estas vacunas. Para ello, empleamos los años 2021 (primer año completo en el que se administran estos fármacos), 2020 y 2019.
No se han dado más casos de muertes por enfermedades con 'apellido' "súbita"
Las estadísticas detalladas de mortalidad del INE recogen tres enfermedades que contienen la mención “súbita”: muerte cardiaca súbita, así descrita (I46.1), síndrome de la muerte súbita infantil (R95) y otras muertes súbitas de causa desconocida (R96).
En ninguna de ellas se observa un aumento repentino en el año en el que las vacunas estuvieron disponibles para toda la población en España.
No han aumentado las muertes por enfermedades del corazón y cerebrales (de hecho, han disminuido)
Los desinformadores prestan especial atención a los casos de fallecimientos por enfermedades del corazón y del cerebro: infartos e ictus, principalmente. A pesar de sus empeños en vincular estas afecciones a las vacunas, lo cierto es que en 2021 descendió el número de fallecimientos por enfermedades isquémicas del corazón y enfermedades cerebrovasculares, en comparación con 2020 y con 2019.
Según el INE, en 2021 en España fallecieron 28.852 personas por enfermedades isquémicas del corazón, en las que se incluyen los infartos agudo de miocardio (I21) y otras enfermedades isquémicas agudas del corazón (I24), lo que supone un 2,7% menos respecto a 2020 y un 1,35% menos respecto a 2019.
También han descendido las muertes por enfermedades cerebrovasculares (I60-I69). En 2021, fallecieron 24.858 personas, un 3,71% menos que en 2020 y un 3,32% menos que en 2019. En esta categoría se incluyen diferentes hemorragias cerebrales, infartos cerebrales, accidentes vasculares (cuando se interrumpe o detiene el flujo de sangre a una parte del cerebro), aneurismas (protuberancias o abombamientos anormales en las paredes de un vaso sanguíneo) y secuelas de enfermedades cerebrovasculares.
Como curiosidad, la COVID-19 fue la enfermedad que provocó más defunciones en España en 2021: un total de 39.444 personas murieron por ella en este año. Esto supone un 34,6% menos que la mortalidad por esta misma causa en 2020 (60.358 personas). Precisamente, las vacunas han mostrado efectividad en la reducción de los síntomas más graves de la enfermedad, de la hospitalización y del fallecimiento por COVID-19.
Muertes por miocarditis y pericarditis
Los contenidos antivacunas han dedicado gran esfuerzo a desarrollar y distribuir la narrativa de que las vacunas contra la COVID-19 causan miocarditis y pericarditis. La primera consiste en la inflamación del músculo cardiaco y la segunda, de la membrana que rodea el corazón. Ambas enfermedades se presentan en la población general y se relacionan con infecciones previas o enfermedades inmunes, con una frecuencia de aparición de 1 a 10 casos al año por cada 100.000 habitantes, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Para este caso, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) concluyó en julio de 2021 que ambas afecciones pueden ocurrir “en casos muy raros tras recibir las vacunas de Comirnaty y Spikevax (Pfizer y Moderna)”. La mayoría de casos, afirmaban, ocurrían durante los 14 días posteriores a la vacunación, en hombres jóvenes, considerándose el 95% de los casos de carácter leve. Además, la miocarditis también es una complicación derivada de la infección por COVID-19, según la Asociación Española de Pediatría.
Pero tanto los casos de fallecidos por miocarditis como por pericarditis se han mantenido en cifras similares a las de 2020 y 2019. Un dato especialmente importante en el contexto desinformativo de estos contenidos, sobre todo teniendo en cuenta que en España se han administrado 103.756.297 vacunas contra la COVID-19 (contando dosis primera, segunda y refuerzos, a 16 de diciembre de 2022) y que el 92,9% de la población española mayor de 12 años tiene la pauta completa contra esta enfermedad.
En relación a los casos de miocarditis, en España fallecieron 31 personas en 2021, 20 en 2020 y 30 en 2019. En esta categoría se recogen las miocarditis reumáticas agudas (I01.2), las reumáticas, (I09.0), las agudas (I40) y las infecciosas, aisladas, otras agudas y agudas no especificada) y no especificada (I51.4).
En cuanto a las pericarditis, murieron en España 58 personas en 2021, 42 en 2022 y 43 en 2019. En esta categoría se consideran las pericarditis reumática aguda (I01.0), crónica (I09.2), aguda (I30), crónica adhesiva (I31.0) y constrictiva crónica (I31.1).