Un vídeo de más de 11 minutos se ha viralizado. Consiste en una entrevista del programa ‘La Mira en Vos’ de Canal 13 CCC de Tucumán (Argentina) a una mujer llamada María Mirande. En esos 11 minutos, Mirande hace numerosas declaraciones falsas sobre las vacunas contra el coronavirus y la pandemia de COVID-19. Os la desmontamos a continuación.
Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.
No es cierto que las vacunas no hayan pasado por la fase clínica antes de ser autorizadas
“La gravedad de haber autorizado esto sin estar aprobadas y sin haber pasado la fase clínica donde se ven los distintos efectos adversos que puede tener la vacuna”, afirma falsamente la médica neumóloga Mirande.
En Maldita.es ya hemos contado las fases de investigación por las que tiene que pasar una nueva vacuna antes de ser aprobada en la Unión Europea, similares a las de EEUU y otras regiones del mundo. Las distintas vacunas autorizadas han pasado por la fase III de los ensayos clínicos. Puedes leer los artículos científicos sobre los resultados de la fase III de la vacuna de AstraZeneca/Universidad de Oxford, Pfizer/BioNTech, Moderna, Janssen/Johnson & Johnson y Sputnik V. En este artículo explicamos cómo y por qué se han desarrollado tan rápido las vacunas contra el coronavirus.
No hay evidencia de que las vacunas provoquen la enfermedad dependiente de anticuerpos (ADE)
“Los efectos adversos pueden ser diferentes: uno es la enfermedad mediada o dependiente de anticuerpos (ADE), que se está viendo ya actualmente. Estas vacunas inducen la formación la respuesta de anticuerpos, sobre todo en personas mayores, que no neutralizantes sino que favorecen la introducción del virus a la célula y ocasionan esta enfermedad”, dice erróneamente Mirande.
Pero como explicó a Maldita.es el virólogo Pepe Alcamí, el fenómeno de facilitación dependiente de anticuerpos, conocido como fenómeno ADE, que consiste en que los anticuerpos podrían unirse al virus y facilitar la infección de las células, no se ha identificado en el caso de la COVID-19.
Para entender qué es el ADE, Alcamí nos pide imaginar los anticuerpos que busca generar la vacuna contra la COVID-19 (o cualquier vacuna) como si fueran una pinza.
"Un anticuerpo tiene dos partes funcionales, es como una pinza. En su región variable (la parte de la pinza que atrapa) se une a un antígeno de manera específica (se une a uno en concreto, no a todos), por ejemplo a un trocito o "dominio" del Spike del SARS-CoV-2 e idealmente lo neutraliza. Pero el otro extremo o zona constante, en determinado tipo de anticuerpos (no todos), se pueden unir a unos receptores que tienen sobre todo células macrofágicas del organismo. Al hacerlo, ese tipo de células "fagocita" (se come) el complejo virus-anticuerpo y lo degrada. Es otra manera de destruir el virus. El problema surge cuando los virus se adaptan a resistir en el interior del macrófago y al sobrevivir lo infectan o a través de él pueden infectar otras células o provocar una inflamación no beneficiosa".
Si esto ocurre, los anticuerpos generados por una exposición previa a un patógeno, ya sea una exposición ambiental o por la vacuna, pueden suponer un problema más que una solución, ya que hacen que la segunda exposición agrave la infección causada.
Según el virólogo, "la única enfermedad en que esto se demostró fue en una vacuna frente a virus sincitial respiratorio (VSR) que sí inducía anticuerpos que facilitaban la infección cuando el niño entraba en contacto con el virus y provocaba neumonías severas". Pero esta vacuna fue retirada "y la experiencia nos hace analizar siempre si una vacuna frente a virus respiratorios induce este fenómeno", añade.
En el caso de COVID-19, según indicaba el experto, "no se ha documentado ni visto ningún caso. Tampoco la gravedad de la enfermedad se ha podido asociar con este fenómeno". Del mismo modo, la catedrática África González explicaba que no se ha detectado el fenómeno ADE con la COVID-19 ni tampoco en las personas ya vacunadas.
Además, en este artículo de Nature Microbiology sobre el fenómeno ADE y los tratamientos y vacunas contra la COVID-19, los investigadores llegaban a la siguiente conclusión: "Los pasos para reducir los riesgos de ADE de las inmunoterapias incluyen la inducción o administración de altas dosis de potentes anticuerpos neutralizantes, en lugar de concentraciones más bajas de anticuerpos no neutralizantes que tendrían más probabilidades de causar ADE".
En este sentido, la vacuna de ARNm, como las de Pfizer/BioNTech y la de Moderna, sí inducen anticuerpos neutralizantes "y problablemente también no neutralizantes, pero no inducen anticuerpos facilitadores", explica Alcamí, que asegura que en todos los ensayos clínicos se ha medido la producción de anticuerpos neutralizantes.
Además, José Jiménez, investigador sobre coronavirus y otros virus emergentes en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres (Reino Unido), explicó en junio de 2021 en un hilo de Twitter que no se ha visto ADE en las vacunas actuales frente a la COVID-19 pese a buscarse mucho este posible efecto secundario.
Las vacunas no son transgénicas ni pueden cambiar nuestro ADN
“Estas vacunas, o transgénesis”, señala también falsamente Mirande. Pero como ya hemos explicado varias veces, las vacunas de ARN mensajero son seguras según todas las evidencias y no alteran nuestro ADN: sólo hacen que produzcamos una proteína del virus.
Las vacunas de ARN mensajero como las de Pfizer/BioNTech y la de Moderna, introducen una secuencia de ARN con las instrucciones para producir el antígeno en nuestras células. De esta forma se entrena al sistema inmune para que reconozca los patógenos que causan enfermedades y así pueda defenderse de ellas. Lo que hacen las vacunas de ARN mensajero es, en vez de introducir en el organismo un patógeno atenuado o una parte de este, introducir las instrucciones para que sea nuestro propio organismo el que produzca el antígeno (en este caso una proteína) que desencadene la reacción del sistema inmune.
En el caso del coronavirus SARS-CoV-2, la vacuna de ARN mensajero provoca que se produzca la proteína S de la superficie del virus y así entrena a nuestro sistema inmune frente al coronavirus antes de que ocurra la infección.
Como explicaba a Maldita.es Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología y presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), "al utilizar ARN mensajero estas vacunas le están proporcionando a las células las instrucciones para que estas fabriquen proteína S del coronavirus. Nada más. Estas moléculas de ARN mensajero son extraordinariamente lábiles [frágiles], y desaparecen muy rápidamente tras ser usadas para producir proteína S. Por eso hay que mantenerlas congeladas a tan baja temperatura".
Montoliu descarta que estas moléculas vayan "a insertarse en nuestro ADN, que sería la única manera de que nuestras células acabaran modificadas genéticamente, es decir, que se convirtieran en transgénicas. El ARN se administra, se usa y desaparece, se destruye y degrada por la propia célula, y ahí acaba su viaje".
Las vacunas de ARN mensajero no podrían de ninguna forma interferir en la secuencia de ADN de nuestras células porque, a diferencia del ADN que se encuentra en el núcleo de la célula, el ARN se encarga de llevar las instrucciones a la maquinaria celular que se encuentra fuera del núcleo. Por eso, tal y como explican los autores de este artículo publicado en la revista Journal of Immunology Research, "el ARN no necesita entrar en el núcleo durante el proceso y por eso no hay riesgo de que se integre en el genoma".
No, las vacunas no generan las variantes del coronavirus: de hecho, la vacunación masiva puede ayudar a evitar que surjan
“La solución es parar la vacunación. Es la misma vacuna la que está generando las variantes que les llaman cepas Delta y demás”, afirma erróneamente Mirande.
Los virus de ARN, como los coronavirus, mutan "con frecuencia" y es su "rutina cotidiana", según expone el Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pediatría en su web. Lo mismo indicaba en mayo de 2021 a Maldita.es Pepe Alcamí, virólogo del Instituto de Salud Carlos III: "Las vacunas no propician que el virus mute más, los virus tienen una tasa de mutación constante independientemente de si la población está vacunada o no". De hecho, las llamadas variantes británica, sudafricana, brasileña e india ya habían sido detectadas antes de que hubiera campañas masivas de vacunación.
El virólogo explicaba que cuando los virus se replican y se diseminan mucho, es cuando tienen más posibilidades de mutar. "Hay que fijarse en dónde se detectan las nuevas variantes: en países como Brasil, Sudáfrica o India, con incidencias de infección enormes", afirmaba.
"Cuando estemos el 80-85% vacunados, al virus le será muy difícil generar variantes de escape a la vacuna porque necesita replicar mucho para encontrar la combinación de resistencia", opinaba Alcamí.
Lo mismo nos indicaba África González Fernández, catedrática de Inmunología de la Universidade de Vigo: "Las variantes surgen con las infecciones (...) conforme más personas están infectadas, más posibilidades de variantes hay. Las vacunas van a proteger del desarrollo de nuevas variantes y por esto hay que vacunar al mayor número de personas en el menor tiempo posible".
Ni en 2020 desapareció la gripe del todo ni las PCR tienen un elevado número de falsos positivos
“El año pasado no hubo gripe, no hubo sinusitis, no hubo neumonía. La gente se va a hacer un PCR que cuando no hay un contexto clínico carece de valor y tiene más de un 70% de falsos positivos pero sigo sumando supuestamente COVID”, afirmaba falsamente también Mirande.
Pero como ya contamos, aunque las cifras provisionales indican que los casos de gripe estacional son menores en 2020 y 2021 y las medidas de prevención para la COVID-19 son una de las razones, sí se han detectado casos de gripe en España en la temporada 2020-21: 26 casos de gripe y 11 de virus sincitial a 26 de agosto. También aclaramos por qué, si no hay casi casos de gripe y otros virus respiratorios este año, sigue habiendo tantos casos de coronavirus.
Además, es falso que “un PCR que cuando no hay un contexto clínico carece de valor y tiene más de un 70% de falsos positivos”. Este es uno de los bulos más habituales sobre la PCR. "Cuando haces PCR, el problema es tener falsos negativos más que tener falsos positivos. Es más probable tener falsos negativos porque extraer ADN es un poco complicado (extraerlo del paciente, llevarlo al laboratorio, procesarlo) y es posible que el ADN se degrade o algún paso falle y dé negativo porque algo falló antes", explicaba a Maldita.es Benedetta Bolognesi, del Instituto de Bioingeniería IBEC de Barcelona.
Aunque los falsos positivos existen, Bolognesi afirmaba que "no es probable tener falsos positivos y tampoco lo es porque detecte otros coronavirus. Por su parte, la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos en Estados Unidos por sus siglas en inglés) indica que “las pruebas de PCR se consideran generalmente el ‘estándar de oro’ para el diagnóstico de COVID-19”.
No, no hay evidencias de que el coronavirus haya sido “creado por el hombre” ni de que los virus se hagan más débiles con el paso del tiempo
“Si a este virus, que fue creado por el hombre, nos evitaba el confinamiento, el virus se iba a ir atenuando porque es lo normal, que vaya mutando y se vaya haciendo cada vez más débil”, es una doble afirmación falsa que se dice en la entrevista.
Esta es una de las desinformaciones frecuentes sobre el posible origen del coronavirus SARS-CoV-2. Un comunicado publicado en la revista The Lancet en febrero de 2020 asegura que "científicos de múltiples países han analizado genomas del agente causal y los resultados concluyen, de forma abrumadora, que el origen está en la vida silvestre".
Un año después, en febrero de 2021, un equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) viajó a Wuhan, la ciudad china en la que detectó el foco inicial de la pandemia, para obtener más información sobre el origen del coronavirus SARS-CoV-2. Sus conclusiones tras ese viaje fueron que un origen en un laboratorio de la ciudad era "extremadamente improbable". En agosto de 2021 un informe de los servicios de inteligencia de Estados Unidos no llegó a un consenso sobre la procedencia del virus, según publicó The Washington Post.
Tampoco es cierto como dice Mirande que “lo normal” es que el virus se atenúe con el paso del tiempo y se haga más débil, algo que evitó el confinamiento. Como explicó a eldiario.es la investigadora de la Universidad Estatal de Arizona (EEUU), Athena Aktipis, la idea de que las enfermedades zoonóticas (que pasan de animales a personas) terminan por atenuarse es "un mito optimista".
Al virus "le da igual lo que le pase a su hospedador mientras tenga otro al que poder infectar y continuar su ciclo vital", aclaraba a eldiario.es el genetista de la Universidad de Valencia Fernando González. "Por eso no existe una ‘ley general de atenuación de la virulencia’ aunque sea una creencia bastante extendida".
"Toda esta idea de que los patógenos se atenúan para alcanzar un nivel de coexistencia más o menos pacífica con su huésped está más cerca del mito que de la realidad", incidía también a ese medio el investigador del CSIC Santiago Elena.
Los enfermos asintomáticos existen y contagian
“Pero el objetivo de esta ‘plandemia’ fue vacunarnos, por eso nos confinaron el año pasado, por eso inventaron que existen los enfermos asintomáticos. No existen los enfermos asintomáticos. En una enfermedad infectocontagiosa aguda respiratoria la forma de transmisión es a través de las gotitas de Flügge, con el estornudo o con la tos”, afirma erróneamente esta persona.
Pero los enfermos asintomáticos existen, transmiten el coronavirus y otras enfermedades también se transmiten de forma asintomática. A pesar de que las personas asintomáticas contagiadas de COVID-19 no tosan ni estornuden con frecuencia, mantener una conversación con ellas podría producir suficientes partículas en el aire como para transmitir la infección, aunque carezcan de síntomas, según un estudio de la Universidad de California (Davis, Estados Unidos), publicado en la revista científica Aerosol Science and Technology. ¿Cómo? A través de los aerosoles: partículas lo suficientemente pequeñas como para viajar por el aire. Lo explicamos en profundidad en este artículo. Aquí tienes más estudios y datos.
Sonia Zúñiga, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC) y cuya línea de investigación se centra en la bases moleculares de la patogénesis de coronavirus emergentes, confirmó a Maldita.es a que estas personas transmiten el virus: "Un paciente asintomático es una persona que está infectada pero no desarrolla síntomas clínicos de la enfermedad. Pero el problema es que puede ser infeccioso, es decir, transmitir el virus a otros".
Zúñiga añadió que en la existencia de personas asintomáticas que transmiten el virus "está el peligro y la dificultad de controlar" la pandemia porque "hacen vida normal con lo que la dispersión del virus aumenta si no cumplen las medidas de seguridad que se han establecido" como la distancia interpersonal, el lavado de manos y el uso de mascarilla.
Pero no sólo existen las personas asintomáticas de COVID-19. En el caso de la gripe estacional, se estima que hasta un 50% de las infecciones pueden ser asintomáticas y estas personas pueden transmitir la enfermedad. Con el VIH ocurre igual: hay personas que se infectan y no desarrollan síntomas durante un período de tiempo variable.
AFP Factual y Chequeado por partida doble, miembros del International Fact-Checking Network (IFCN) del que también forma parte Maldita.es, han verificado y desmentido las afirmaciones falsas de María Mirande en esta entrevista viral.
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