Hay más de 200 proyectos en marcha para intentar desarrollar una vacuna contra la COVID-19 en un tiempo récord, según el Instituto Milken. En este contexto, es posible que a muchos les vengan a la cabeza múltiples preguntas. ¿Cómo pueden las vacunas ayudar a prevenir la COVID-19? ¿Es seguro que conseguiremos vacunas efectivas pronto? Y en ese caso, ¿se podrá vacunar a toda la población? ¿Recuperaremos así la normalidad previa al inicio de la pandemia? Os respondemos a estas y a muchas otras cuestiones.
¿Cómo funcionan las vacunas?
Las vacunas sirven como medida de prevención frente a determinadas enfermedades. La viróloga Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología, explica a Maldita Ciencia que se basan en inducir inmunidad frente al patógeno para el que se usan (el SARS-CoV-2 en este caso). Es decir, el objetivo es evitar la infección por este virus.
En algunos casos, según indica, las vacunas no evitan la infección, sino que evitan la enfermedad. Es decir, puede que siga habiendo contagios del virus, pero la enfermedad no llega a desarrollarse. Zúñiga afirma que, probablemente, las primeras vacunas que se están desarrollando evitarán la enfermedad grave, tal y como se ha observado en modelos animales, pero no impedirán la infección (o lo harán de forma limitada). De este modo, “servirán para que no se colapsen los sistemas sanitarios, pero no evitarán que se sigan dando los contagios”. “Es de esperar que las vacunas mejoradas, que llegarán más tarde, consigan evitar mejor la infección y, por tanto, ‘corten’ la transmisión del virus”, indica.
Jorge Carrillo, vocal de la Sociedad Española de Inmunología e investigador en IrsiCaixa, afirma a Maldita Ciencia que las vacunas se basan en la memoria inmunológica: “Cuando nuestro organismo se infecta por algún patógeno, desarrolla una respuesta inmunitaria para defendernos. Una de las propiedades de esta respuesta es la de recordar patógenos, de forma que si los vuelve a encontrar, los reconoce y los neutraliza de forma más rápida y eficiente”. Es decir, las vacunas lo que hacen es enseñar a nuestras defensas cómo son los patógenos para que estén preparadas cuando se los encuentren.
¿Por qué no debes tener miedo a vacunarte?
Antes de que una vacuna llegue a la población ha pasado por estrictos controles de seguridad y de eficacia. En Maldita Ciencia ya os hemos explicado todas las fases que tiene que pasar una vacuna antes de ser aprobada. Estas vacunas se prueban tanto en cultivos celulares (lo que se llaman experimentos in vitro) como en animales (pruebas in vivo). Después se testean primero en voluntarios sanos y luego, en cientos de pacientes. Incluso una vez que se aprueba su uso por las agencias reguladoras, se sigue vigilando cualquier posible efecto que surja con la vacunación masiva.
En el caso de la COVID-19, pese a la urgencia por conseguir una vacuna, el proceso será el mismo y nadie podrá saltarse ninguna fase aunque en algunos casos puedan solaparse, según Zúñiga: “La seguridad sigue siendo una prioridad y no se va a aprobar ninguna vacuna sin que las agencias reguladoras tengan todos los datos”.
En Maldita Ciencia llevamos desde el comienzo de la pandemia luchando contra la desinformación sobre las vacunas. No hay ninguna evidencia científica de que las vacunas produzcan autismo, de que vacunarse de la gripe varias veces aumente el riesgo de padecer alzhéimer ni de que haya una relación causal entre el número de vacunados mayores de 65 años y los muertos por la COVID-19. Tampoco es cierto que las vacunas de ARN mensajero vayan a alterar tu ADN ni que la vacuna del coronavirus se fabrique a base de células de fetos abortados.
¿Qué han aportado las vacunas a la humanidad?
Las vacunas han contribuido a mejorar de manera indiscutible la salud global. Los programas internacionales de vacunación implantados por la Organización Mundial de la Salud en 1974, tras el éxito del programa de erradicación de la viruela, han permitido controlar e incluso eliminar algunas enfermedades que hasta hace poco eran endémicas.
La OMS indica que cada año se evitan 2,5 millones de muertes por difteria, tétanos, tos ferina o sarampión en todo el mundo. Además, junto a la mejora en la higiene, las vacunas son la causa de que la mortalidad infantil se haya reducido a la mitad desde los años 90, según UNICEF. En Maldita Ciencia ya os explicamos con detalle las grandes mejoras que nos han traído las vacunas.
¿Por qué la vacunación no te protege solo a ti?
Muchas veces los virus y otros patógenos necesitan de nosotros para multiplicarse y expandirse. Si la población está vacunada, el patógeno no consigue multiplicarse ni expandirse ya que no lo puede hacer en la mayoría de las personas.
Carrillo afirma que de esta forma, incluso si un pequeño número de personas no están vacunadas, también estarían protegidas de forma indirecta: “Esto es muy importante sobre todo para proteger a aquellas personas que no pueden vacunarse [como los bebés muy pequeños, por ejemplo] o que tienen sus defensas comprometidas debido a otras enfermedades como el cáncer”.
Zúñiga pone el ejemplo del sarampión: “En España, donde el porcentaje de vacunación es del 90% aproximadamente, ese 10% que no está vacunado está protegido porque, si llega un virus de sarampión, no encuentra población para extenderse”. Sin embargo, señala que en países como Francia, “donde las tasas de vacunación pueden caer al 70%, sí que se dan brotes porque no hay una cobertura suficiente como para conseguir inmunidad de rebaño”.
La inmunidad de grupo o de rebaño es la protección de una determinada población ante una infección debido a la presencia de un elevado porcentaje de individuos inmunes. En Maldita Ciencia os hemos explicado tanto por qué puede ser un riesgo para tu hijo jugar con niños no vacunados como por qué la desconfianza en las vacunas pone en peligro la inmunidad de grupo contra el coronavirus.
¿Qué tipos de vacunas se están estudiando para prevenir la COVID-19?
Investigadores de todo el mundo están desarrollando todos los posibles tipos de vacunas para prevenir la COVID-19. “Desde vacunas subunidad, que sólo suministran un componente del SARS-CoV-2, como su proteína, pasando por vacunas basadas en vectores virales (que expresan una proteína a partir de virus parecidos), RNAs autorreplicativos (tienen la capacidad de producir una cantidad abundante de proteína inmunizante) o virus completos inactivados”, enumera Zúñiga. Además, se están empezando a contemplar distintas vías de inoculación (de introducir la vacuna en el organismo): no sólo la intramuscular, sino también por ejemplo la vía oral o la intranasal.
Entre las vacunas más mediáticas y que están en fases más avanzadas, están la de Moderna, Oxford, Johnson & Johnson o Cansino.
¿Las vacunas contra la COVID-19 serán efectivas?
“Es seguro que conseguiremos generar inmunidad con anticuerpos neutralizantes. Si esto es suficiente para prevenir los casos más graves de la enfermedad, todavía no lo sabemos. Es necesario completar las fases para responder a esta pregunta”, afirma Carrillo. Por su parte, Zúñiga considera que va a depender de muchos factores, pero nuestra experiencia con otros coronavirus nos indica que sí que se pueden conseguir estas vacunas.
Pero, ¿por qué las vacunas contra el SARS-CoV-2 van a ser eficaces cuando, por ejemplo, las vacunas contra el VIH no han funcionado? “La razón fundamental por la que los científicos somos optimistas es que este virus, a diferencia de lo que ocurre con el VIH, tiene una tasa de mutación mucho, mucho, mucho más baja”, responde en El País Nuria Izquierdo-Useros, jefa del grupo de patógenos emergentes de IrsiCaixa.
Según explica, el virus que puede llegar a provocar la enfermedad del sida cambia tanto que se habla de que una persona infectada con él que no está bajo tratamiento tiene millones y millones de virus diferentes porque cada virus en el cuerpo de esa persona incorpora variaciones. “No hablamos de un tipo de virus, hablamos de múltiples virus muy parecidos pero con pequeñas diferencias. Y una vacuna tendría que ser eficaz contra cada una de esas pequeñas variaciones que además con el tiempo van cambiando aún más”, indica.
¿Cuándo se espera que estén listas esas vacunas?
Es difícil hacer una estimación porque depende de varios factores como la inmunogenicidad (capacidad de una determinada sustancia para generar respuestas inmunes), la seguridad y la capacidad de producción, según Carrillo.
Por su parte, Zúñiga vaticina que las primeras vacunas podrían estar listas en el primer semestre de 2021. Eso sí, subraya que únicamente será así si las que van más adelantadas demuestran que son seguras y eficaces.
Si se consigue una vacuna eficaz, ¿se podrá vacunar a toda la población?
La Organización Mundial de la Salud considera que la vacuna no estará disponible para la mayor parte de la población hasta 2022. Los expertos consultados coinciden en que, en un primer momento, será imposible vacunar a toda la población porque no habrá dosis suficientes. No obstante, indican que sí se podría empezar a vacunar a determinados colectivos.
Zúñiga afirma que si las vacunas demuestran que son eficaces y seguras en los grupos de riesgo, sería recomendable empezar por esta población. “Posteriormente habrá que ver. Dependerá de cómo funcionen las vacunas que se vayan obteniendo”, indica.
En un artículo publicado en la revista científica The Lancet se indica que, en principio, los que deberían tener preferencia para vacunarse serían aquellos con un alto riesgo de morbilidad (proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado) y mortalidad. Además, el Marco Preliminar para la Asignación Equitativa de la Vacuna contra la COVID-19 de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos también tiene en cuenta a aquellas personas con más riesgo de contagiarse. Es decir, a los trabajadores de servicios esenciales como los sanitarios o maestros de escuelas.
Por su parte, Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud, explica a El Confidencial que las primeras dosis de la vacuna deberían reservarse para la población mayor de 65 años (especialmente quienes están en residencias), la población general con patologías preexistentes que supongan un riesgo si se contagian y los colectivos cuyo trabajo supone un mayor riesgo de contagio (como los sanitarios o policías).
Carrillo, por su parte, es partidario de la vacunación general para poder generar inmunidad de grupo. Además, subraya que habrá grupos de riesgo que no podrán ser vacunados por distintas razones y de esta forma también estarían protegidos.
¿Es mejor una vacuna con baja cobertura que llegue pronto o una con buena cobertura pero más tarde?
Zúñiga sostiene que es mejor la primera opción: “Cualquier vacuna segura y medianamente efectiva que llegue pronto será bienvenida porque servirá, al menos algo. Por supuesto, lo ideal es luego ir mejorando estas vacunas y que las que lleguen después sean mejores”.
¿Hará una vacuna contra la COVID-19 que recuperemos la normalidad previa al inicio de la pandemia?
Los expertos consultados consideran que sí, pero probablemente no con las primeras vacunas que lleguen. Carrillo indica que, pese a que se alcance esa normalidad previa, hay medidas que se deberían mantener. Por ejemplo, autoaislarnos y usar mascarilla si estamos enfermos o clasificar los servicios de urgencia en función de si se sospecha o no una infección por el SARS-CoV-2.
“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.
Primera fecha de publicación de este artículo: 2/11/2020.