‘The Blue Dot Movie’ y ‘Yerma 2030: La España Vacilada’ son dos autodenominados documentales que están compartiéndose en redes sociales. Ambos buscan financiación: el primero, para completar su contenido (dicen necesitar 120.000 euros antes de finalizar octubre); el segundo, mediante la venta de entradas para estrenos en salas de cine.
Aunque son documentales diferentes, producidos por equipos distintos y con enfoques diferenciados, ambos comparten una crítica transversal y permanente a los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, con frases como “existe una agenda en marcha que pretende controlar [...] todos los seres humanos que habitamos este planeta” o “de continuar la Agenda 2030, [España] quedará irremediablemente yerma”. Pero ambos contenidos basan su argumentación en bulos y desinformaciones que ya hemos desmentido y explicado previamente en Maldita.es.
Yerma 2030: narrativas sobre ‘chemtrails’, modificación artificial del tiempo y sequía inducida
Una supuesta trabajadora del campo aparece diciendo: “Yo sí creía que había sequía, hasta que un día por la mañana veo el cielo a punto de llover y, de repente, las nubes se abren y aparecen estelas en el cielo, completamente cruzadas”. En otros momentos del contenido, en un rótulo se lee: “¿Cambio climático o modificación climática?”. Este contenido audiovisual conecta tres narrativas: la conspiración de los chemtrails, la “modificación artificial del tiempo” y la conspiración de la “sequía inducida”.
Los chemtrails hacen referencia a las líneas blancas que dejan los aviones en el cielo. Según la teoría conspirativa, dichas líneas no son estelas de condensación de los motores sino el rastro de diferentes sustancias perjudiciales que se han rociado sobre la población. Sin aportar ninguna evidencia, afirman que estos chemtrails esparcen enfermedades, controlan el clima o impiden la lluvia. No hay ninguna prueba de estos efectos. En realidad, esas estelas son fruto de la condensación: el vapor de agua procedente de la quema de combustible en los motores entra en contacto con el aire, que a esa altura está a una temperatura de unos -35 ºC, y se condensa formando gotas y cristales.
La narrativa de la “modificación artificial del tiempo” dice que hay acciones organizadas para hacer cambiar la meteorología y provocar una sequía en España. En Maldita.es hemos desmentido estas narrativas en ocasiones anteriores. Es habitual que usen, por ejemplo, un artículo de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) publicado en abril de 2023. En realidad, dicho artículo explica varias técnicas que se podrían usar para “evitar granizadas dañinas” y aumentar la lluvia en zonas donde sea más necesaria, no para suprimir precipitaciones. También aluden a supuestas previsiones meteorológicas que no se han cumplido después de que aparezcan los ‘chemtrails’, “la previsión era lluvias y amanecemos con el cielo así [despejado]”, como desmentimos en Maldita.es en abril de 2023.
Las tesis de la “sequía inducida” busca explicaciones alternativas y sin evidencia científica a la situación de sequía que sufre la península ibérica: el derribo de barreras fluviales en desuso, el desembalsado de agua —que tiene diferentes motivos, sin que ninguno sea “tirar agua”—, los llamados ‘chemtrails’, que son estelas de condensación de los aviones o un emisor de radio denominado HAARP ubicado en Alaska (Estados Unidos). Ninguna de ellas es la causante de la sequía en 2023. En realidad, las causas de la sequía son el propio clima mediterráneo, que acarrea sequías cíclicas, la crisis climática y la gran demanda de agua para cultivos de regadío.
The Blue Dot: narrativas sobre el derribo de presas en España
“Que estén derribando presas que dicen que son antiguas es la mayor falacia para justificar la barbaridad que están haciendo”, dice una de las entrevistadas. “Llevan 210 presas derribadas, fíjate qué grave lo que estoy hablando”. Estas afirmaciones conectan con la narrativa del derribo de presas en España. Sus partidarios dicen que el Gobierno está destruyendo barreras fluviales en pantanos, embalses y presas y lo relacionan con la situación de sequía en el país. Por ello, dicen, estamos ante una “sequía provocada” después de destruir “más de 200 presas”.
De ser verdad esta narrativa, la capacidad para acumular agua en España se habría reducido. Sin embargo, la capacidad de embalsar agua de nuestro país ha ido aumentando con el tiempo. En octubre de 2023 (56.039 hectómetros cúbicos) hay más capacidad total de embalsar agua respecto a la que había en 2020 (55.899 hm3, -0.25%), 2010 (55.586 hm3, -0,81%) y 2005 (53.252 hm3, -4.97%).
Este aumento en la capacidad para acumular reservas hídricas se debe en parte a que hay al menos 20 embalses nuevos en el país desde 2010, según un recuento realizado por Maldita.es basado en fuentes oficiales.
Lo que se está demoliendo son obstáculos que estaban en desuso o tenían que derruirse por ley al haber finalizado el permiso que daba derecho a terceros para el uso del agua. La mayoría de esos obstáculos eran azudes, barreras de poca altura que elevan el nivel de agua de un río para desviar parte de su caudal pero que no embalsan el agua (como sí hacen las presas).
The Blue Dot: narrativas sobre “confinamientos climáticos”
En el tráiler de The Blue Dot aparece un mensaje que dice “el ecologismo coquetea ahora con volver a los confinamientos con la excusa del clima”. Esta frase conecta con la narrativa de que en un futuro cercano las élites políticas retendrán a la población en sus casas con excusas medioambientales (“confinamientos climáticos”).
En Maldita.es ya hemos desmentido contenidos que aseguraban que iba a producirse un confinamiento climático procedentes de cuentas desinformadoras como ‘El Puntual 24H’ o cuentas parodia, y en ninguno de esos casos era real que fuese a hacerse ningún tipo de confinamiento climático.
Esta narrativa lleva apareciendo desde 2020, tras la experiencia de los confinamientos ante la pandemia de COVID-19. Según un informe del Instituto para el Diálogo Estratégico, la narrativa de los “confinamientos climáticos” nació de titulares descontextualizados en medios y publicaciones tergiversadas de laboratorios de ideas como el Foro Económico Mundial.
En España, eventos reales y fenómenos extremos se han aprovechado para reforzar la narrativa de los “confinamientos climáticos”. Por ejemplo, tras la alerta móvil recibida en la Comunidad de Madrid para prevenir los efectos de una DANA en septiembre de 2023 que pedía permanecer en el domicilio.
The Blue Dot: narrativas que presentan al CO₂ como “el nuevo virus”
En el audiovisual se afirma que todas las acciones de la Agenda 2030, especialmente el supuesto control de la población, están orientadas “con la excusa de un nuevo virus: el CO2”. Recientemente están adquiriendo fuerza narrativas que usan el dióxido de carbono para desinformar,especialmente para negar la existencia de la crisis climática o para restarle importancia.
Por ejemplo, estas narrativas argumentan que el CO2 es necesario para la naturaleza, omitiendo el impacto que tiene su acumulación excesiva; afirman que este gas ocupa únicamente el 0,04% de la atmósfera, omitiendo que ha aumentado un 50% desde la época preindustrial; o dicen que es positivo al ser “comida para plantas”, sin contar cómo se perjudica la flora por el cambio climático.
The Blue Dot: narrativas y desinformaciones sobre las vacunas contra la COVID-19
Al igual que hizo en su primera edición, ‘The Blue Dot Movie’ dedica una parte de su metraje a desinformar sobre las vacunas contra la COVID-19. Lo hace de varias maneras: 1) mostrando clips de personas que se desmayan; 2) insistiendo en que estos productos no protegían frente a la infección de COVID-19 y 3) afirmando que entre los efectos adversos de la vacunación está la “muerte súbita”.
Sobre el primer argumento, a menudo se han usado vídeos de personas que se desmayan para relacionarlos con las vacunas, e insinuar que son uno de sus efectos secundarios. Es difícil saber simplemente por un vídeo qué causa ese desmayo, pero en varios de estos casos sí hemos explicado en Maldita.es que no tenía nada que ver con la vacuna. Por ejemplo, pasó con el desmayo de Carlos Santana, que fue por agotamiento por calor; una reportera de Telecinco, que se quedó en blanco en un directo; un desmayo de un sacerdote en Acapulco (México), que sufrió “una descompensación”; o 30 supuestos “desmayos” e “ictus” de jóvenes de Sevilla, que en realidad no tenían relación con la vacuna.
Sobre el segundo argumento, la capacidad de las vacunas para reducir la infección del virus (esto es, evitar que el SARS-CoV-2 se transmita de una persona a otra), ya explicamos en Maldita.es que los estudios de eficacia que se realizaron durante su proceso de aprobación no tenían en realidad ese objetivo, sino investigar la capacidad que tenía la vacuna de evitar enfermedades y muertes por COVID-19. Para estudiar si la vacuna reducía la infección, se hubiera necesitado hacer una PCR semanal a las más de 40.000 personas que participaron en el ensayo, cosa que no se hizo. A pesar de esto, estudios científicos posteriores han demostrado que las vacunas contra la COVID-19 sí reducen en parte (no al 100%) la transmisión del virus.
Por último, y este es el tercer argumento, las narrativas antivacunas insisten mucho en que las vacunas causan muertes súbitas o repentinas, algo que denominan ‘repentinitis’. Acudiendo a las evidencias, no existen datos que respalden esta tesis: ni en las estadísticas de mortalidad del INE, ni tomando datos sobre el exceso de mortalidad, ni en los informes de farmacovigilancia.
Primera fecha de publicación de este artículo: 18/10/2023