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Cómo los fenómenos extremos de este verano se han usado para reforzar narrativas conspiranoicas y extender la sospecha entre la población general

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Claves
  • Durante el verano de 2023 han aparecido teorías de la conspiración que trataban de desvincular del cambio climático los fenómenos meteorológicos extremos que se han producido
  • La alarma que sonó en Madrid por la llegada de la DANA se usó para atacar a la AEMET y para difundir la narrativa desinformadora de que el objetivo era restringir libertades
  • En el incendio de Tenerife y los de Maui, Turquía y Canadá se difundió que se habían provocado usando armas de energía dirigida, como rayos láser
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Fuentes oficiales (comunicados, bases de datos, BOE)
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En el verano de 2023 han sucedido una serie de fenómenos meteorológicos extremos en España que han captado la atención pública. Olas de calor, una sequía persistente, un grave incendio forestal en Tenerife o la DANA que barrió la Península y Baleares son ejemplos de fenómenos que el cambio climático hace más frecuentes e intensos. Los negacionistas climáticos usaron distintas teorías de la conspiración para buscar supuestas causas y culpables de lo que estaba pasando y desvincular todos estos fenómenos del cambio climático que, para ellos, no existe.

Algunas de esas narrativas desinformadoras son viejas conocidas, como la de “siempre ha hecho calor en verano” que niega directamente que pase nada raro con el clima. Pero también ha habido algunas novedades: las principales están relacionadas con la alarma por la llegada de una DANA que sonó en teléfonos móviles de la Comunidad de Madrid y en Alcanar (Tarragona) y con el supuesto uso de rayos láser para provocar incendios. Eso sí, aunque aparecen algunos elementos y detalles nuevos, casi todas las ideas de fondo que los desinformadores han tratado de difundir vienen de lejos y, por ejemplo, aparecen en esta clasificación publicada en la revista Nature en 2021 que resume los argumentos negacionistas más habituales.

Sembrando desconfianza tras la alarma por la DANA en la Comunidad de Madrid

Los desinformadores aprovecharon la alerta que llegó a los móviles de las personas que estaban en la Comunidad de Madrid el 3 de septiembre para impulsar dos narrativas principalmente. Por un lado, se usó para atacar la credibilidad de la AEMET porque decían que había fallado en sus pronósticos. Por otro lado, para extender entre la población la idea de que estaban bajo control y que esta alarma, que pedía "permanecer en el domicilio", era una muestra de cómo funcionaría este control en el futuro, una de las ideas clave en la teoría conspirativa sobre los futuros confinamientos climáticos.

En realidad, el aviso lo lanzó Protección Civil de la CAM, no la AEMET y las previsiones de la agencia meteorológica ocurrieron en el suroeste de la Comunidad de Madrid y parte de la provincia de Toledo. El escenario más probable previsto por los modelos era que la DANA golpeara la capital y por eso se alertó a la población. Pero como ocurrió un escenario menos probable y finalmente no se inundó Madrid, los desinformadores aprovecharon esa diferencia de expectativas para impulsar la idea de que los expertos que alertan sobre el cambio climático no son fiables.

Este es un argumento clásico del negacionismo. Lo que dicen los científicos climáticos no les gusta a los negacionistas y, por eso, intentan atacar su credibilidad. Si los desinformadores logran convencer a la población de que la ciencia climática no es fiable, también les resultará más fácil convencerla de que sus previsiones sobre el cambio climático y sus consecuencias son erróneas o exageradas y que las soluciones que se proponen para evitarlas no tienen sentido.

La otra narrativa que se difundió a raíz de la alerta por la DANA intenta relacionar lo sucedido con la pérdida de libertades. Presentar las medidas climáticas como una amenaza a las libertades de los ciudadanos es uno de los mecanismos psicológicos que los negacionistas utilizan para intentar que la gente no actúe contra el cambio climático. Eso es lo que se hizo con la alarma que sonó en Madrid. Se usaron dos argumentos diferentes que hablaban de una supuesta amenaza a las libertades.

Por un lado, se decía que las autoridades tenían controlados a los ciudadanos y, por eso, sabían dónde estaban cuando activaron la alarma. Aunque, en realidad, la alerta se mandó a todos los móviles que estaban conectados a determinadas antenas de telefonía, sin necesidad de ubicar a personas en concreto. Por otro lado, como la alerta aconsejaba a los ciudadanos que se quedaran en casa porque podía ser peligroso salir a la calle, se decía que las alertas eran una excusa para confinar a la población como durante la pandemia de COVID-19. Esa idea de que se acercan confinamientos climáticos es otra de las habituales en las teorías de la conspiración negacionistas y se ha utilizado, por ejemplo, relacionada con las ciudades de 15 minutos.

La conspiración del láser

Otra de las principales novedades desinformadoras de este verano tiene que ver con los grandes incendios forestales. Aunque sabemos que la crisis climática agrava las consecuencias de los incendios forestales, los negacionistas sostienen que el cambio climático no existe, así que necesitan otra explicación para los graves incendios forestales. Una de sus narrativas habituales afirma falsamente que se provocan incendios para instalar parques eólicos. Este verano hemos visto una teoría diferente que asegura que los incendios que se han producido en varios puntos del planeta, se han provocado usando armas de última generación que lanzan potentes rayos láser desde el cielo.

El punto de partida de esta narrativa está en el incendio de Maui (Hawái) en el que murieron cerca de un centenar de personas. Varias teorías de la conspiración buscaron explicaciones ocultas para el nivel de destrucción que causaron las llamas. Una de las conspiranoias más repetidas aseguraba que se había usado armas de energía dirigida (DEW por sus siglas en inglés). Es decir, que alguien había empleado un láser muy potente lanzado desde el cielo para comenzar el incendio. Se apoyaban en imágenes y vídeos que supuestamente había captado ese arma en acción pero que, en realidad, eran antiguas y no tenían nada que ver ni con el incendio de Maui ni con las armas de energía dirigida.

Sin embargo, esa idea de que alguien estaba provocando incendios con rayos láser gigantes se extendió a otros países. Esa misma narrativa desinformadora se utilizó como explicación en el de Tenerife, el de Turquía o los de Canadá. En estos casos tampoco se aportaban pruebas. En el caso de Turquía, únicamente mostraban una imagen en la que el supuesto rayo láser que aparecía era, en realidad, un reflejo de una cortina en una ventana.

Pero las teorías de la conspiración se caracterizan por asegurar que todo lo que sucede está conectado. Algunos de los mensajes que aparecen por canales desinformadores de Telegram intentan relacionar los distintos incendios y aquí vuelve a aparecer el tema recurrente entre los conspiranoicos de los supuestos confinamientos climáticos. Según estas teorías, los incendios se provocaron en lugares donde se querían implantar ciudades de 15 minutos.

Las teorías de la conspiración de largo recorrido

La idea de fondo que aparece en las teorías de la conspiración sobre el origen de los incendios también aparece cuando se habla de la sequía. La culpa de lo que pasa no es del cambio climático, hay alguien poderoso que la está causando. Es lo que se llama “sequía inducida”. En los últimos meses hemos visto dos claros ejemplos: las desinformaciones que dicen que no llueve porque nos fumigan desde el aire y las que culpan de la sequía a que el Gobierno está derribando embalses.

Esta última narrativa ha estado muy presente en los meses veraniegos. La hemos visto en el desembalse del pantano de Zahara de la Sierra, en el derribo de barreras fluviales como la de Navafría o en el potencial derribo del embalse de Valdecaballeros.

Las desinformaciones sobre los chemtrails han remitido este verano. Esto responde a la lógica de cómo se difunden las teorías de la conspiración. Cuando sucede algo inusual es cuando la población busca explicaciones y las teorías de la conspiración las proporcionan, aunque sean falsas. En primavera era extraño que apenas lloviera y entonces fue el momento en el que más se divulgaron las explicaciones alternativas de los negacionistas. En verano, es más habitual que no llueva y el público no presta tanta atención a esas explicaciones alternativas. Esta idea de echarle la culpa a otro de los efectos del cambio climático se resume en esta ilustración que ha circulado por canales negacionistas de Telegram.

Desinformaciones clásicas: siempre ha hecho calor y los medios son alarmistas

En 2023 también han vuelto algunos clásicos de la desinformación climática. Como el de “siempre ha hecho calor en verano” que, por ejemplo, este año utilizaba datos de altas temperaturas de julio de 1876 que no están medidos de manera fiable. O el de que “cómo va a haber calentamiento global si hace frío” asegurando que había caído una gran nevada en Alemania en pleno verano cuando lo que realmente había caído era una granizada.

Este tipo de narrativas no sólo niega que se estén produciendo cambios en el clima, también señala a un culpable: el alarmismo de los medios. Este verano hemos visto cómo se manipulaba la previsión del tiempo de un canal de televisión alemán a la que le añadían sonido y unas llamas, cómo se ha sacado de contexto y manipulado una comparativa de mapas de la Península Ibérica o cómo se han malinterpretado los colores de un mapa de temperaturas de TVE para acusar a los medios de comunicación de alarmar a la población.

En la imagen de portada, las fotos son de Freepik (1, 2, 3).

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