¡Buenos días/tardes/noches tengan ustedes, veraneantes! Maldita Ciencia al teclado, un viernes más, para sofocar el fuego de vuestra curiosidad y dar los datos perfectos para usar en cualquier ruptura de hielo que se os plantee. Hoy hablamos sobre la relación que hay entre el peso corporal y la vista, sobre por qué la menta es un sabor tan recurrente en los dentífricos, sobre el motivo por el que puedas estar recordando mejor lo que sueñas en esta ola de calor y sobre el aumento de ciertos inquilinos en algunas playas: las medusas.
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¿Bajar o subir de peso puede afectar a nuestra vista?
Normalmente relacionamos tanto el sobrepeso como la obesidad con consecuencias como el desarrollo de diabetes tipo dos, enfermedades cardiovasculares, varios tipos de cáncer… Pero lo cierto es que esta situación puede interferir en muchas más aristas de nuestra salud. Entre ellas, la visión, al considerarse la obesidad un factor de riesgo.
Existen numerosas evidencias científicas que vinculan el exceso de peso con el riesgo de diferentes problemas visuales como degeneración macular relacionada a la edad, cataratas, retinopatía diabética o glaucoma. “Cuando se trata de los ojos, la obesidad puede causar graves enfermedades de la retina que amenazan la vista. Estas se desarrollan al debilitarse los pequeños vasos sanguíneos de los ojos, que les impide suministrar oxígeno y otros nutrientes esenciales a la región ocular”, señala en su página web la Red de Optometristas, cuyo equipo de expertos proporciona recursos educativos basados en evidencia.
Es decir, mantener un peso saludable, reduce la posibilidad de problemas relacionados con nuestra vista. “Se ha demostrado que disminuir el exceso de grasa mejora la salud visual”, indica a Maldita.es la junta directiva de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO). “Por ello, mantener hábitos de vida saludables que contribuyan a disminuir el sobrepeso, es bueno para la visión”. Desde la SEO subrayan la importancia de evitar dietas incontroladas que puedan provocar una deficiencia de vitaminas B12, A, C o E y minerales como cobre y selenio, así como causar una reducción de la densidad ósea e incluso graves neuropatías ópticas.
"En aquellas personas en las que la pérdida de peso es intencional, tales como aquellas sometidas a dietas muy restrictivas o cirugía del tipo bariátricas que producen grandes descensos de peso en poco tiempo, pueden producirse carencias nutricionales que interfieran con el normal funcionamiento de la retina, tales como los cuadros de hipovitaminosis A que es fundamental para el correcto funcionamiento de los fotorreceptores, o cuadros de deshidratación severa que podrían causar daños a nivel neurológico", explica a Maldita.es Rubén Pulido, oftalmólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. Añade que estos cuadros seguramente incluirán otros síntomas significativos, además de la pérdida de visión.
No hay evidencias acerca de la relación entre la obesidad con otros problemas de refracción de la luz como la hipermetropía, el astigmatismo o la presbicia. Aunque algunos estudios sugieren que los niños con índice de masa corporal (IMC) alto tienen más probabilidades de desarrollar miopía, todavía se necesita más investigación al respecto.
En cualquier caso, estos problemas son consecuencia de la forma de los ojos y de cómo esta interfiere en la percepción de la luz y la interpretación que nuestro cerebro hace de ella, por lo que no tiene sentido afirmar que una reducción de peso suponga necesariamente un decrecimiento de las dioptrías y una mejor visión. Ante un problema de este tipo, lo recomendable es acudir a un profesional que valore cada caso y corrija estos errores de refracción bien con gafas o lentillas o a través de cirugía.
Mantener un peso saludable, por lo tanto, disminuye el riesgo de posibles problemas visuales futuros, pero no hay evidencias de que reducirlo se considere un tratamiento para revertirlos una vez han aparecido.
¿Por qué es tan habitual el sabor a menta en la pasta de dientes?
Melocotón, cereza, chocolate, canela… Espera, espera… Si esta semana no toca consultorio de Maldita Alimentación, ¿no? ¿Qué hacemos, entonces, hablando de postres? No nos referimos al dulce final de comidas y cenas, sino a sabores de pastas dentales, por mucho que nos extrañe en un contexto de higiene bucal (donde el azúcar es claramente un enemigo a evitar). Eso sí, reconocemos que los más habituales o a los que estamos más acostumbrados son los dentífricos mentolados o con sabores refrescantes similares, como a hierbabuena. ¿Por qué estos son los más utilizados? Por la sensación refrescante que dejan en nuestra boca y por su capacidad para neutralizar los posibles malos olores procedentes de esta.
“Los dentífricos suelen tener distintos sabores porque, de no añadirlos, tendrían un sabor muy malo y amargo, como consecuencia de los compuestos químicos que contienen”, explica a Maldita.es Simón Pardiñas, odontólogo y divulgador. “Añadirle un sabor mentolado va a neutralizar el gusto de estos químicos y a proporcionar una sensación de frescor en la boca”, añade.
¿Y a qué se debe esta percepción de que algo frío ha entrado en contacto con nuestras papilas gustativas, lejos de guardar la pasta de dientes en la nevera o similares? La respuesta está en uno de sus componentes: el mentol.
El mentol es capaz de unirse con la proteína que detecta los cambios de temperatura, la TRPM8, activándola. Lo mismo sucede con sustancias como el eucaliptol y la icilina. “Las gotas de menta disparan TRPM8 en los nervios sensibles al frío y hacen que tu boca se sienta fresca al instante. Incluso después de haber tragado, el mentol que queda mantiene los nervios activados. Solo un sorbo de agua puede hacer que los nervios se disparen nuevamente”, explica en The Conversation la bióloga Anwesha Ghosh.
Otro de los motivos de añadir sabor mentolado a los dentífricos, en palabras de Pardiñas, es enmascarar posibles malos olores procedentes de la boca o el mal aliento. Eso sí, no debemos dejarnos engañar: “Esta sensación momentánea de frescor y limpieza puede no corresponderse con la realidad, y enmascarar malos olores causados por acumulación de sarro, bacterias o por caries dental”. Es decir, frescor bucal no significa necesariamente limpieza.
“Un correcto cepillado y uso de seda dental será la mejor forma de mantener nuestra boca limpia y libre de malos olores, aún cuando no usemos pasta dental mentolada”, concluye el experto.
¿Ha aumentado la presencia de medusas en el mar?
Es muy posible que en los últimos años hayas ido a la playa y te hayas encontrado un nada simpático animal marino gelatinoso. ¿Es pura coincidencia o realmente hay más medusas en las aguas de nuestro planeta? La literatura científica apunta a que sí, hay más medusas, y a que las consecuencias del cambio climático y de la actividad humana favorecen su presencia. También hay que decir que este aumento no es uniforme (no ocurre en todas las especies de medusas ni en todos los ecosistemas) y que se sigue investigando las características de estos animales y sus poblaciones.
Una revisión de trabajos científicos publicada en 2012 analiza las poblaciones de medusas en 66 grandes ecosistemas marinos y estudia cómo han variado sus poblaciones desde 1950. La conclusión principal es que sí, la presencia de medusas es mayor en la mayoría de estos ecosistemas.
Ahora bien, los estudios que analizan estas poblaciones varían mucho entre sí, así que los autores evalúan cómo de seguros están de sus conclusiones. Por ejemplo, dicen que en el mar de Bering, en el océano Antártico y en la corriente de Benguela se sabe con un alto grado de certeza que hay más medusas; del Mediterráneo dicen que hay un aumento, pero con bajo grado de certeza. Esta otra revisión de 2012 apunta que la cantidad de medusas sí se ha incrementado en el Mediterráneo, pero que no es un aumento uniforme. Además, este impacto se estudia de manera diferente dependiendo de las especies (nativas o invasivas, con o sin impacto en la salud humana) y según la región del Mediterráneo
En cambio, un trabajo de 2012 emplea bases de datos que abarcan grandes rangos temporales y sugiere que no hay evidencias “robustas” de que haya aumentado el número de medusas. Indica que las poblaciones de estos animales oscilan en periodos de 20 años y pide más monitorizaciones a largo plazo para esclarecer esto.
Con aumento o no, sí que está claro que el cambio climático y actividades humanas traen condiciones ideales para las medusas. En este artículo del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico de España se detallan algunas de las causas que pueden hacer aumentar las poblaciones de medusas:
- Precipitaciones: si llueve menos en invierno, las aguas costeras estarán más saladas al recibir menos aporte de agua dulce de ríos. Esto se traduce en que no hay tanta diferencia de densidad entre la costa y mar abierto, lo que favorece que las medusas puedan flotar mejor y que se acerquen a zonas de baño.
- Aumento de temperatura del mar: en escenarios en los que la temperatura del agua de la costa y del mar abierto son diferentes, las corrientes acuáticas dificultan la presencia de medusas en la orilla (las arrastra mar adentro). Sin embargo, con temperaturas similares, la fuerza que las corrientes ejercen sobre los bancos de estos animales es menor, por lo que es más sencillo que lleguen a tierra.
- Contaminación por vertidos de petróleo: las bacterias que pueden degradar estos hidrocarburos proliferan y sirven como alimento al plancton animal, que a su vez es el principal alimento de las medusas.
- Sobrepesca: algunos peces y medusas compiten por el mismo tipo de plancton animal, por lo que la explotación no sostenible de peces hacen que esta competición sea favorable para las medusas. A su vez, la sobrepesca puede reducir algunos animales que tienen a las medusas como alimento, como atunes, peces espada o el bonito.
¿Influye el calor en los sueños que tenemos mientras dormimos?
Dormir con calor es un suplicio. Ya hemos explicado en Maldita.es cuál es la temperatura ideal para irse a la cama y trucos por si nos desvelamos en mitad de una noche de verano. Esta vez, la consulta está relacionada sobre si la calor nocturna puede influir en los sueños que tenemos al dormir, en el campo onírico. La respuesta es que sí: cuando hace calor, es más probable que los ciclos de descanso se interrumpan, y esto puede permitir que nos acordemos más de lo soñado.
Al dormir, pasamos por varios ciclos de sueño, que a su vez se componen de dos fases: no-REM y REM, siendo en la fase REM de cada ciclo donde sucede lo que consideramos “soñar”. Un descanso de calidad y reparador se produce cuando se completan de cuatro a seis ciclos de sueño, sin interrupción.
Cuando dormimos a una temperatura anormalmente alta, es mucho más fácil que estos ciclos y fases de sueño se interrumpan, explica en este artículo de Healthline Alex Dimitriu, médico especializado en psiquiatría y ciencias del sueño: “El calor hace que nos despertemos más a menudo, especialmente al final de la fase REM”.
Como explicamos en este artículo de Maldita.es, una de las claves para acordarse de lo que hemos soñado es despertarnos justo en ese momento de fase REM. Javier Puertas, exvicepresidente de la Sociedad Española del Sueño (SES), precisaba que si ese despertar ocurre en otro momento del descanso, “no tendremos recuerdo de haber soñado, porque la actividad mental es menos estructurada”.
Antes de que os vayáis...
Como cada viernes, os recordamos que estamos aquí para resolver todas las dudas y preguntas que tengáis en relación a temas científicos. Ahora bien, si lo que te inquieta tiene que ver con un diagnóstico, tratamiento o afección personal, lo único que podemos aconsejarte es que acudas a un profesional sanitario que valore personalmente tu caso para así recomendarte el tratamiento más adecuado. ¡Gracias por leernos y buen primer fin de semana del año!
*Hemos actualizado este artículo con las declaraciones del oftalmólogo Rubén Pulido.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Rubén Pulido.
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