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MALDITA CIENCIA

Las afirmaciones falsas del vídeo de Juan Zaragoza en el que dice que la proteína S que generan las vacunas contra la COVID-19 es tóxica y daña los tejidos

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Se ha viralizado un vídeo de Juan Zaragoza, un ingeniero aeroespacial, en el que dice que la proteína S que generan las vacunas contra la COVID-19 es tóxica y daña varios tejidos de nuestro cuerpo. Durante los más de 24 minutos que dura el vídeo, habla sobre los supuestos "riesgos probados de las vacunas" y realiza numerosas afirmaciones falsas.

No hay evidencias de que la proteína S sea tóxica y cause muerte celular programada o de que dañe las plaquetas y las células endoteliales. Tampoco las hay de que esta proteína S sea la causa de los casos muy raros de trombos que se dan con las vacunas de AstraZeneca y Janssen, o de que sea el origen de los escasos eventos de miocarditis y pericarditis que se han asociado a las vacunas de Pfizer y Moderna. Y, como ya os hemos explicado otras veces en Maldita Ciencia, no hay evidencias de que las vacunas contra el coronavirus provoquen tormenta de citoquinas o el conocido como fenómeno ADE.

Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.

Qué es la proteína S

Como explica aquí el Ministerio de Sanidad, la llamada proteína S (también espiga o spike) es una proteína del coronavirus SARS-CoV-2 que causa la COVID-19. Esta proteína encaja con la enzima ACE2 de nuestras células como una "llave en una cerradura" y, de esta forma, el coronavirus entra en nuestro organismo.

Lo que hacen las vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la Unión Europea (UE) y España es que nuestras defensas actúen contra esta proteína S. Para ello, se utiliza ARN mensajero (Pfizer y Moderna) o vectores de adenovirus (AstraZeneca y Janssen) para que nuestras células fabriquen la proteína S igual a la del coronavirus. El resultado es que nuestro sistema inmune reconoce que esta proteína no debería estar ahí y produce anticuerpos y linfocitos T.

No es cierto que la proteína S que generan las vacunas sea tóxica

Juan Zaragoza dice que la proteína S que generan las vacunas contra la COVID-19 es tóxica. Y repite una misma idea varias veces: que todos los tejidos del cuerpo que tengan receptores ACE2 son vulnerables a ser infectados por esta proteína.

No obstante, Guillermo López Lluch, catedrático de Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide, aclara a Maldita.es que "la proteína S, que se sepa, no induce respuestas tóxicas dentro de las células y, por supuesto, no se puede comportar como un patógeno". 

Según el catedrático, "si tenemos en cuenta que la toxicidad por la proteína S no está demostrada y que los niveles de esta proteína en las personas vacunadas son muy bajos y que desaparecen rápidamente, la 'infección' de cualquier tejido es totalmente improbable".

El experto apunta que una pequeña cantidad de proteína S generada por la vacuna sí podría ser liberada a la circulación sanguínea, pero sería eliminada rápidamente. De hecho, un estudio publicado en la revista Clinical Infectious Diseases en el que se encontró proteína S en la sangre de 11 sanitarios vacunados, mostró que los propios anticuerpos que genera la vacuna eliminan la poca proteína S que se libera al torrente sanguíneo.

López Lluch recalca que los efectos secundarios que se han descrito para las vacunas contra la COVID-19 no tienen relación con un efecto tóxico de la proteína S. "Los efectos secundarios graves se deben a otro tipo de respuesta, pero no se han descrito daños en el endotelio vascular, el riñón, el hígado o el páncreas por poner algunos órganos que podrían verse afectados", expone.

No hay evidencias de que las vacunas contra la COVID-19 causen muerte celular programada

Tras afirmar que la proteína S es tóxica, Juan Zaragoza dice que está "comprobado" que cuando la proteína se une a los receptores ACE2 se envía una señal a las mitocondrias celulares para que inicien un proceso de apoptosis o muerte celular programada. Y, supuestamente, cuando el sistema inmunológico detecta que una célula está dañada "tenderá a destruirla y eliminarla".

Pero, según López Lluch, no hay ningún estudio que avale esta afirmación. El catedrático explica que sí se ha analizado la relación de algunos coronavirus con la apoptosis en estudios in vitro. Pero "estos estudios no pueden ser usados para confirmar o desechar que la proteína S haga algo en la mitocondria, aunque es muy poco probable que pueda". En todo caso, según el experto, los "mecanismos de toxicidad celular" que se exponen en esos estudios parecen depender de las grandes cantidades de proteína que se utilizan para los ensayos in vitro. Sin embargo, en el organismo humano "es muy arriesgado, sino totalmente descabellado, decir que puede existir esa toxicidad".

Además, el experto aclara que aunque la proteína S pudiera inducir la muerte celular, "el sistema inmunitario no sería necesario para destruir y eliminar la célula, ya que ésta habría entrado en un procedimiento de muerte y se destruiría".

El estudio que concluye que la proteína S del coronavirus puede dañar las células endoteliales vasculares también dice que los anticuerpos generados por la vacunación pueden proteger de este daño

En relación con lo anterior, Juan Zaragoza afirma que la proteína S tiende a infectar las células del endotelio, que es un tejido celular que reviste interiormente los vasos sanguíneos. En la descripción del vídeo, enlaza a un documento en el que encontramos un estudio en el que se concluye que la proteína S del coronavirus puede dañar las células endoteliales vasculares. Pero Zaragoza omite otra información que da el estudio.

Los propios autores de este artículo indican que los anticuerpos generados por la vacunación contra la proteína S no sólo protegerían contra la infección por el coronavirus, sino que también protegerían contra los posibles daños al endotelio vascular. "Es una tergiversación de lo que el estudio dice", señala López Lluch.

El documento publicado por una autoridad de Japón no demuestra que la proteína S generada por la vacuna contra la COVID-19 se acumule en diferentes tejidos

Zaragoza también asegura que un estudio de Japón ha revelado que la proteína S y los nanolípidos de las vacunas de ARN mensajero, como la de Pfizer y Moderna, viajan por el torrente sanguíneo y se acumulan en ciertos tejidos como el bazo, las glándulas suprarrenales, el hígado, o la médula ósea.

Hace referencia a este documento publicado por la Agencia de Productos Farmacéuticos y Dispositivos Médicos (PMDA) de Japón sobre la vacuna de Pfizer. Desde la farmacéutica explicaron a Reuters - agencia que forma parte del International Fact-Checking Network (IFCN) al igual que Maldita.es - que se trata de un Documento Técnico Común (CTD) que se tiene que enviar a autoridades reguladoras, como la PMDA de Japón, para que puedan aprobar fármacos.

Como ya os hemos explicado en Maldita Ciencia, este documento muestra los resultados de un experimento con ratas (no con humanos) a las que se les aplicó la vacuna de Pfizer. En las páginas 16 y 17 del documento, encontramos una tabla que muestra los niveles de concentración de los lípidos ALC-0315 y ALC-0159 de la vacuna de Pfizer que se encontraron en diferentes órganos de las ratas:

Captura de la tabla

Los niveles de concentración de lípidos transcurridas 48 horas en las glándulas suprarrenales o el hígado son mayores que en otros tejidos. Sin embargo, esto no significa que la proteína S y lípidos de la vacuna de Pfizer se acumulen en esos órganos y puedan causar daños. Según los expertos consultados por Maldita.es, los resultados que vemos en la tabla no son alarmantes y no indican que se produzca una acumulación que pueda causar patologías.

No hay evidencias de que la proteína S generada por la vacuna dañe las plaquetas

Según Zaragoza, la proteína S generada por la vacuna puede dañar las plaquetas y, una vez las infecte, se pueden producir trombos o incluso ictus.

Ramón Lecumberri, vocal de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia y experto en trombosis de la Clínica Universidad de Navarra, explica a Maldita.es que, en ocasiones, las vacunas (no sólo las de la COVID-19) producen bajadas transitorias de las cifras de las plaquetas, "la inmensa mayoría de carácter leve y sin transcendencia clínica". Pero aclara que "no hay evidencia de una implicación de la proteína S en este fenómeno".

Zaragoza va un paso más allá y asocia la proteína S generada por la vacuna con los casos muy raros de trombos que se han descrito como efecto secundario para las vacunas de AstraZeneca y Janssen. Sin embargo, según explica el doctor Lecumberri, el síndrome de trombosis y trombocitopenia se debe a la generación de anticuerpos "frente al factor plaquetario 4 (PF4) que activan las plaquetas. No se ha demostrado un papel directo de la proteína S en este cuadro, sino que se cree que podría estar relacionado más bien con el vector adenoviral".

Tampoco hay evidencias de que la proteína S sea la causa de los casos de miocarditis y pericarditis que se han dado con las vacunas de ARN mensajero de Pfizer y Moderna

Zaragoza también vincula la proteína S generada por las vacunas con los casos muy poco frecuentes de miocarditis y pericarditis que se han dado con las vacunas de ARN mensajero de Pfizer y Moderna. "La proteína de la espícula entra dentro del corazón y lo que va a hacer es infectar las células, es decir, vincularse a los receptores ACE2 que en el corazón son abundantes", dice.

Sin embargo, José María Gámez Martínez, presidente de la Asociación de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), aclara a Maldita.es que, hasta la fecha, "no hay ninguna evidencia científica de que la proteína S se introduzca en el corazón y produzca inflamación del miocardio ni del pericardio". De hecho, todavía se desconoce la causa de este efecto secundario de las vacunas de Pfizer y Moderna. "La comunidad científica mundial está trabajando en el estudio de las notificaciones y analizando registros médicos para disponer de más información. Sabemos que son casos aislados, generalmente en varones jóvenes, en los siguientes 14 días tras la segunda dosis y habitualmente con buena evolución clínica", explica el experto.

No hay evidencias de que las vacunas contra la COVID-19 provoquen una tormenta de citoquinas

En el vídeo, Zaragoza afirma que la proteína S del virus genera una tormenta de citoquinas y advierte de que "lo que se nos está inyectando es precisamente esa proteína de la espícula". También dice que nadie sabe cuánto tiempo van a estar nuestras células fabricando esta proteína.

La tormenta de citoquinas (o de citocinas) es una respuesta inflamatoria desmesurada en la que está implicado el sistema inmune. Pero "no hay ninguna evidencia de que las vacunas produzcan tormenta de citocinas, al contrario, la evitan", según asegura a Maldita.es África González Fernández, catedrática de Inmunología de la Universidade de Vigo. En esta misma línea, Pepe Alcamí, virólogo del Instituto de Salud Carlos III, manifiesta que la afirmación es falsa y que las vacunas "no inducen la proteína espiga (spike o S) en grandes cantidades". Por ejemplo, en el caso de las vacunas de Pfizer y Moderna, el ARNm de la vacuna dura muy poco y "al desaparecer el mensajero, la proteína no puede sintetizarse. Persiste el tiempo suficiente - unos pocos días - para inducir una respuesta inmune", explica Alcamí.

No hay evidencias de que las vacunas contra la COVID-19 provoquen el "fenómeno ADE"

Juan Zaragoza señala que el próximo otoño vamos a sufrir el fenómeno de facilitación dependiente de anticuerpos, conocido como fenómeno ADE, por la vacunación contra la COVID-19.

Según nos explica Pepe Alcamí, el fenómeno ADE consiste en que los anticuerpos podrían unirse al virus y facilitar la infección de las células, en lugar de neutralizar y dificultar la infección. En este artículo te explicamos más en detalle su funcionamiento. Pero, según el experto, no se ha identificado este fenómeno en el caso de la vacuna contra COVID-19, a pesar de que se ha estudiado "activamente" si podría producirse. "No se ha documentado ni visto ningún caso. Tampoco la gravedad de la enfermedad se ha podido asociar con este fenómeno", asegura.

Según Alcamí, el fenómeno ADE se ha visto en dos vacunas, en la vacuna frente a virus sincitial respiratorio (VSR) y en la del dengue. Y en el caso del síndrome respiratorio agudo severo (SARS), para el que no hay vacuna, "sólo se detectó en un caso un anticuerpo que inducía ADE, pero no se describió esto en miles de casos de SARS ni se ha descrito en la COVID-19". El experto señala que "la experiencia nos hace analizar siempre si una vacuna frente a virus respiratorios induce este fenómeno".

Del mismo modo, la catedrática de Inmunología África González, de la Universidade de Vigo, explica que el fenómeno ADE se ha descrito para enfermedades infecciosas como la del dengue, pero no se ha detectado el fenómeno ADE con la COVID-19 ni tampoco en las personas ya vacunadas.

Otras afirmaciones falsas

Zaragoza menciona otros supuestos efectos secundarios de las vacunas contra la COVID-19. Por ejemplo, dice que podrían causar enfermedades neurodegenerativas, algo de lo que no hay evidencias, tal y como os explicamos en Maldita Ciencia.

También describe supuestos riesgos de la vacunación contra el coronavirus para madres embarazadas y lactantes. Pero, como os contamos aquí, un estudio de EEUU publicado en The New England Journal of Medicine incluyó a más de 35.000 embarazadas que se habían vacunado con las vacunas de ARN mensajero y no se encontraron problemas de seguridad. En cuanto a la lactancia materna, en la actualización 8 de la estrategia de vacunación se señala que "en la leche materna no se han encontrado componentes de las vacunas, pero sí anticuerpos que podrían conferir protección a los recién nacidos que reciben lactancia materna en mujeres vacunadas con vacunas ARNm".

Además, Zaragoza afirma que las vacunas del coronavirus podrían causar esterilidad y problemas de fertilidad, una afirmación que ha sido desmentida en varias ocasiones. Dice también que el virus no ha sido aislado, cosa que hemos desmentido aquí, o que las vacunas no han sido probadas en ensayos con animales, algo que también es falso.

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