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MALDITA CIENCIA

Las afirmaciones falsas del supuesto estudio que dice que la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer puede causar enfermedades neurodegenerativas

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Se ha difundido un supuesto estudio científico que concluye que la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer podría causar enfermedades priónicas o neurodegenerativas como el alzheimer o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). No obstante, este artículo no aporta ninguna prueba de sus afirmaciones, ha sido publicado en una "revista depredadora" (revistas que publican artículos sin pasar por procedimientos de calidad) y su autor, Bart Classen, es conocido en Estados Unidos (EEUU) por sus posturas antivacunas.

Además, no hay ninguna evidencia de que la vacunación contra la COVID-19 cause enfermedades neurodegenerativas.

Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.

El artículo no aporta ninguna evidencia científica, ha sido publicado en una "revista depredadora" y su autor es un conocido antivacunas

El artículo dice que la vacuna de Pfizer puede provocar enfermedades priónicas en las personas. Un prión es un tipo de proteína que puede hacer que las proteínas normales del cerebro se plieguen de forma anormal. Según explica la Johns Hopkins Medicine en su web, "esta acumulación anormal de proteínas en el cerebro puede causar deterioro de la memoria, cambios de personalidad y dificultades con el movimiento". Las enfermedades priónicas pueden afectar tanto a humanos como a animales, como es el caso de la conocida como "enfermedad de las vacas locas".

En concreto, el supuesto estudio del que os hablamos mantiene que el ARN mensajero de la vacuna puede provocar que dos proteínas (TDP-43 y FUS) se plieguen "en sus configuraciones patológicas de priones" y que este plegamiento puede causar enfermedades como ELA o alzheimer, entre otras enfermedades neurodegenerativas.

No obstante, el texto no aporta evidencias de sus afirmaciones. José Ángel Morales García, doctor en Neurobiología del Departamento de Biología Celular de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que Bart Classen no da ninguna evidencia científica contrastada: "Durante todo el artículo su autor se dedica a hipotetizar sin ningún tipo de fundamento. Todo el artículo se basa en ideas que se le van pasando por la cabeza y que ni demuestra ni contrasta".

"Solo tienes que mirar el apartado de material y métodos, son 7 líneas en las que no describen absolutamente nada", señala Morales García.

Captura del apartado de 'metodos' del supuesto estudio

Esto mismo destaca Eduard Puig, farmacéutico e investigador en química biorgánica y maldito que nos ha prestado sus superpoderes: "El artículo de Bart Classen no aporta ninguna prueba fiable de que esto sea así y ni siquiera aporta información sobre su metodología (...) La hipótesis que plantea requiere, por lo menos, que se respalde con simulaciones de dinámica molecular y/o con datos estructurales experimentales. El autor no aporta ninguna de las dos cosas y presenta un artículo de opinión que pretende infundir desconfianza".

Según Morales García, lo que hace Bart Classen en este artículo es "tergiversar los resultados" de un estudio publicado en Nature Neuroscience en 2011. En esa investigación, según explica el experto, se decía que la proteína TDP-43 mal plegada puede unirse a secuencias de ARN y "regularlas, lo cual podría estar relacionado con la aparición de ELA". No obstante, lo que hace Classen en su artículo es "dar por hecho que la vacuna de Pfizer va a formar TDP-43, que se va a plegar incorrectamente, que se va a agregar y ya de remate que se va a pegar a secuencias de nuestro ARN produciendo enfermedades neurodegenerativas".

Además, el artículo de Classen ha sido publicado en la revista Microbiology and Infectious Diseases, que es una "revista depredadora" perteneciente al grupo SciVision Publishers, que está incluido en la Lista Beall. Según explica Morales-García, este término se utiliza para designar a aquellas publicaciones que "sólo quieren hacer negocio publicando artículos científicos, independientemente de que lo que publican sea verdad o no". Este tipo de revistas no sigue el proceso habitual de la revisión por pares, que significa que al menos dos investigadores expertos en el mismo campo evalúan el trabajo de forma independiente.

Y, como hemos dicho anteriormente, Bart Classen es un conocido activista antivacunas en EEUU. De hecho, publicó un documento en el que relacionaba el uso de las vacunas con el desarrollo de diabetes, algo que ha sido refutado por el Instituto de Seguridad de las Vacunas de la Universidad Johns Hopkins.

Esta desinformación ha circulado anteriormente por EEUU y ha sido verificada por Snopes, Reuters, PolitiFact, AFP Factual y Usa Today, miembros del International Fact-Checking Network (IFCN) al igual que Maldita.es.

No hay evidencias de que las vacunas contra la COVID-19 causen enfermedades neurodegenerativas

Si revisamos el prospecto de la vacuna de Pfizer, podemos comprobar que las enfermedades neurodegenerativas no están entre los efectos secundarios descritos para esta vacuna. Tampoco es el caso de las otras vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la Unión Europea (UE) y en España (ModernaAstraZeneca y Janssen). Además, estas vacunas han pasado por ensayos clínicos con miles de voluntarios en los que no se detectó ninguna relación con este tipo de enfermedades.

Desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) aseguraron a Reuters que, hasta la fecha, no se tiene conocimiento de que la vacunación contra la COVID-19 "contribuya al desarrollo de enfermedades relacionadas con priones o enfermedades neurodegenerativas como la ELA y el Alzheimer". Desde la farmacéutica Pfizer también aseguraron a esta agencia que no hay evidencia de ello.

Según señala el farmacéutico Eduard Puig "no hay ninguna evidencia publicada" al respecto y, además, "las agencias reguladoras de medicamentos tienen rigurosos protocolos de farmacovigilancia que se van a encargar de monitorizar los efectos secundarios que potencialmente puedan aparecer en el futuro, por lo que tenemos que confiar en los mecanismos establecidos".

También el neurobiólogo José Ángel Morales-García indica que no hay evidencias de esta relación y explica que en este tipo de enfermedades (alzheimer o párkinson), los síntomas aparecen lentamente y la enfermedad va avanzando con los años. "No parece plausible que tras la vacunación se desarrollen estas patologías en cuestión de semanas. Hasta el momento, no hay ninguna evidencia científica al respecto", apunta.


En este artículo han colaborado con sus superpoderes l@s maldit@s José Ángel Morales García y Eduard Puig.

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