Nos habéis preguntado por un audio de 37 minutos que recoge varias afirmaciones negacionistas y teorías de la conspiración sobre la pandemia, como que la vacuna contra la COVID-19 no se trata de una vacuna como tal, que pretende exterminar a la humanidad, o que la causa real de esta enfermedad son los campos electromagnéticos y tecnologías similares al 5G y no un agente biológico, como un virus.
El audio procede de un vídeo que fue publicado en Facebook (y ya ha sido eliminado) por Ricardo Delgado Martín, quien se presenta a sí mismo como bioestadístico. Este no utilizó su cuenta habitual, sino una secundaria bajo el pseudónimo de Rafael Paradas Moreno. La razón, según Delgado, era “evitar la censura”.
A lo largo de la charla, Delgado hace una recopilación de afirmaciones falsas, muchas de las cuales ya desmentimos en Maldita Ciencia a raíz de su conversación con Ana María Oliva.
Existen diferentes tipos de vacunas, no solo las de patógeno vivo atenuado
Al inicio del vídeo (y del audio), Delgado se refiere a la vacuna contra la COVID-19 como “ese nuevo medicamento que han hecho llamar vacuna y que no lo es”. No solo eso, también señala que “las muertes y los nuevos enfermos” de Reino Unido “realmente se corresponden a su administración”. “Lo que han hecho llamar vacuna, no es una vacuna como tal. No es la vacuna tradicional o clásica de carga vírica reducida o del agente patógeno atenuado”.
En primer lugar, recordamos que, según afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS) “se entiende por vacuna cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos”. Que la nueva vacuna no utilice un agente patógeno atenuado para inmunizar contra la enfermedad no supone un impedimento para lograr tal objetivo: existen diferentes tipos de vacunas, no sólo la vivas atenuadas, las que utilizan una forma debilitada del germen que causa una enfermedad.
Además de estas, este tipo de medicamentos puede depender de la introducción en el organismo de la versión muerta del germen que causa una enfermedad. También existen vacunas que, para inmunizar, utilizan partes específicas del germen, como su proteína, azúcar o cápsula (una carcasa que rodea al germen) y las que usan una toxina fabricada a partir del agente que causa una enfermedad.
La de ARN mensajero es un nuevo tipo de vacuna
La vacuna contra la COVID-19 no pertenece a ninguna de las clasificaciones anteriores, sino que se trata de un nuevo tipo: una vacuna de ARN mensajero. Su mecanismo consiste en introducir en nuestro cuerpo una secuencia de ARN con las instrucciones necesarias para producir el antígeno, es decir, la sustancia relacionada con el virus que desencadenará la formación de anticuerpos (en este caso, la proteína Spike). En definitiva, una respuesta inmunitaria que nos protegerá de infecciones si entramos en contacto con el virus real.
No es posible que una vacuna de ARN mensajero afecte a nuestro genoma: este no entra en el núcleo de las células
Delgado continúa criticando la técnica de la nueva vacuna incidiendo en que, al ser de ARN mensajero, “es una vacuna genética”. “Está introducida con biotecnología o con terapia génica. Es ingeniería genética [...] Participa en la síntesis de proteínas para alterar su genoma”. Como ya explicamos en Maldita Ciencia, las vacunas de ARN mensajero no podrían de ninguna forma interferir en la secuencia de ADN de nuestras células. Por lo tanto, no alteran nuestro genoma.
¿Por qué? Porque, mientras que el ADN se encuentra dentro del núcleo de la célula, el ARN lleva las instrucciones e interactúa con la maquinaria celular fuera de ese núcleo. Luego desaparece.
"[Las vacunas de ARNm], una vez usadas, ya no están más ni pueden convertirse en ADN para modificarlo", explicaba en Maldita Ciencia Lluís Montoliu, investigador y presidente del Comité de Ética del CSIC. Es decir, el ARN no necesita entrar en el núcleo durante el proceso, por lo que no hay riesgo de que se integre en el genoma o nos vuelva seres transgénicos.
No es cierto que la vacuna de ARN vaya dentro de una cápsula de proteínas
En el vídeo Delgado dice que “cuando el ARN entra en el cuerpo a través de eso que han llamado vacuna, realmente va dentro de una cápsula un polímero, un aminoácido, proteínas biodegradables en el torrente sanguíneo” como supuesto mecanismo por el cual produciría mutaciones. Pero no es así: el ARN mensajero, tanto en la vacuna de Pfizer como en la de Moderna, se introduce en nanopartículas lipídicas; es decir, en cápsulas de lípidos o grasas, no de proteínas.
El aumento de muertes en Reino Unido no se debe a la vacuna, sino a una nueva variante del SARS-CoV-2 (que no cepa), detectada gracias a técnicas de secuenciación masivas (no a una PCR)
Por otra parte, Delgado afirma que “las muertes y los nuevos enfermos en Reino Unido, realmente se corresponden a la administración de eso que han hecho llamar vacuna” y no a una nueva cepa del SARS-CoV-2. En Maldita Ciencia ya explicamos que la nueva “cepa” (en realidad variante) del virus aparecida en Reino Unido no se debe a la vacuna de Pfizer.
De hecho, en su charla niega la existencia de una nueva variante, y achaca sus consecuencias a la vacuna. “Lo han confirmado a través de no sé qué PCRs, que no eran específicas porque no tenían aislado y secuenciado el supuesto virus que provoca esta nueva enfermedad”, afirma. Lo cierto es que sí existe una nueva variante y esta no se detecta a través de PCRs.
Las variantes del SARS-CoV-2 se detectan gracias a técnicas de secuenciación masiva, una herramienta esencial en la vigilancia epidemiológica. Como explicaba a Maldita Ciencia Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología, para descubrir las diferentes variantes del virus se coge la muestra biológica en la que se ha detectado y se pone en contacto con células en cultivo susceptibles a la infección. "El virus de la muestra infecta las células, se multiplica, las mata, y se recoge del medio de cultivo", indicaba la experta.
Señalaba además que, sin embargo, las PCR que se usan para diagnóstico no utilizan esa zona del genoma (la del gen de la proteína S). Por eso, las nuevas variantes no se detectan a través de estas pruebas. En su lugar, lo que se hace es secuenciar los genomas completos de virus en distintas muestras biológicas. “Para ello se utilizan técnicas de secuenciación masiva. Así, se tienen millones de lecturas de secuencias que cubren todo el genoma del virus”, explica. Una PCR concreta, por lo tanto, solo serviría de test de cribado.
Cuáles son realmente los efectos secundarios de la vacuna y por qué no "acabará matándonos"
Delgado continúa afirmando que, si una persona se enfrenta a una enfermedad después de haber recibido la vacuna contra ella (y pone como ejemplo la gripe estacional), “su propio sistema inmunológico terminará matándole” y que “la probabilidad de sobrevivir a la inoculación de la vacuna ronda escasamente el 15 o 20% de aquí a año y medio”, aproximadamente. Además advierte sobre las supuestas reacciones adversas y shocks anafilácticos que puede llegar a ocasionar.
Según Delgado, nuestro sistema inmunológico nos matará por el sistema de mejora inmunológica dependiente de anticuerpos (ADE por sus siglas en inglés). Pero no hay evidencias de que sea así, como ya explicamos en Maldita Ciencia. Como explicaba el virólogo e investigador del Instituto de Salud Carlos III Pepe Alcamí, aunque este fenómeno puede producirse en algunas situaciones, no es frecuente.
¿Ocurre esto al aplicar las vacunas contra el SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19? De momento no hay evidencias de que las vacunas desarrolladas y aprobadas que se están empezando a aplicar ya en algunos países generen este fenómeno en los pacientes que las están recibiendo.
Como es de esperar, tampoco tenemos datos sobre la situación de las personas vacunadas tras año y medio de la aplicación del medicamento. Ahora bien, a las 9.500 personas que recibieron la vacuna de Pfizer/BioNTech en ensayos clínicos se les ha seguido durante dos meses para detectar los posibles efectos secundarios.
Entre los más comunes, se encuentran las reacciones habituales tras la aplicación de una vacuna (reactogenicidad): cansancio, calambres y dolor en la zona del pinchazo, de cabeza, musculares o en las articulaciones. Con menos frecuencia, fiebre e inflamación en la zona de la inyección. Entre los menos comunes, dificultad para dormir, náuseas y en cuatro casos sin que se haya encontrado relación causal parálisis facial poco grave. Todos ellos, además, suelen darse a corto plazo y desaparecen rápidamente.
Con respecto a los rumores sobre los posibles episodios de alergia relacionados con la vacuna, en Maldita Ciencia ya explicamos qué es una "reacción alérgica significativa" y por qué Reino Unido advirtió sólo a quienes las padecen de que no se vacunen todavía contra el coronavirus, y no a las personas alérgicas en general. También que la FDA no advierte de “la muerte” como posible efecto secundario de la vacuna de Pfizer contra el coronavirus.
No hay ninguna evidencia de que la vacuna cause esterilidad
Otra de las falsedades que Delgado menciona en el vídeo es que, a través de la vacuna contra la COVID-19, “se introduce la infertilidad como consecuencia de la máxima expresión de la enzima ACE2 en los testículos del hombre pero también en los ovarios de la mujer”. El objetivo, según indica, sería “reducir la población mundial de la forma más asquerosa posible”. En Maldita Ciencia ya hablamos sobre el documento negacionista atribuido a una supuesta Junta Argentina de Revisión Científica de donde procede esta idea falsa.
Pero, ¿qué relación existe entre la enzima ACE2, la COVID-19 y la nueva vacuna? "La enzima ACE2 es el receptor celular para el SARS-CoV-2. Es decir, es la proteína que el virus reconoce en la superficie de las células para entrar en ellas. Por tanto, si una vacuna induce anticuerpos neutralizantes, éstos van a impedir la unión de la proteína de la espícula del virus a la ACE2 de las células", explicaba en Maldita Ciencia Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología.
No es cierto que los CDC dijesen que el 96% de los fallecidos por COVID-19 había muerto por otras patologías
“¿Es un millón y medio de muertes realmente [por coronavirus]? Probablemente no, sean muchas menos, son sobreestimadas. Incluso el propio CDC, dijeron que el 96% había muerto por otras patologías”, afirma Delgado. Como contamos en septiembre, un informe de los CDC (los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) no dice que sólo el 6% de las muertes han sido únicamente por la COVID. En realidad, el 92% de las muertes por COVID-19 tienen esta enfermedad como causa subyacente del fallecimiento, según los CDC.
No es cierto que el exvicepresidente de Pfizer haya pedido la paralización de la vacuna contra el coronavirus
Delgado dice también que “incluso el exvicepresidente del laboratorio Pfizer” ha pedido la paralización de la vacuna. Pero es falso. La afirmación «No hay necesidad de vacuna, la pandemia [de coronavirus SARS-CoV-2] ha terminado» la dijo Mike Yeadon, que ni fue vicepresidente de Pfizer ni se corresponde con los datos y las evidencias científicas disponibles.
Según su perfil de LinkedIn, Yeadon trabajó en la farmacéutica entre 1995 y 2011 y tuvo el cargo de jefe científico y vicepresidente de investigación respiratoria y de alergias. Por lo tanto no fue vicepresidente de Pfizer. Tampoco es cierto que la pandemia haya terminado y sí son necesarias las vacunas para acabar con ella.
El origen de la COVID-19 es el virus SARS-CoV-2, no la exposición a campos electromagnéticos o a otro tipo de “perturbaciones ambientales”
No es la primera vez que Delgado menciona la exposición a campos electromagnéticos o a tecnologías como la 5G como supuesta causa de los síntomas y el cuadro clínico que realmente origina el SARS-CoV-2 y la enfermedad que causa, la COVID-19. De hecho, en Maldita Ciencia ya hablamos sobre una conversación que este emitió a través de su perfil personal de Facebook con Ana María Oliva (cuyas afirmaciones negacionistas también hemos desmentido).
Delgado afirma que las antenas “no provocan o propagan el coronavirus” u otro tipo de virus. “Estas propagan los cuadros, los síntomas de la enfermedad”, dice en el vídeo, negando la existencia del virus como tal. “Es la perturbación electromagnética la que provoca la enfermedad de la COVID-19 grave”, añade minutos después.
“Afirmar que existe una relación entre campos electromagnéticos y la COVID-19 supone pegar varias patadas a la Física y a la Biología, pasando por la Fisiología y la Medicina, pero también por la Historia”, explicaba a Maldita Ciencia Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS). El experto añadía que los campos electromagnéticos utilizados en telecomunicaciones no tienen capacidad de producir efectos biológicos sobre el ser humano a los niveles habituales de exposición.
Además, su capacidad de penetración en nuestro cuerpo es muy limitada. “A niveles muy elevados, los efectos serían térmicos, pero nada que pudiera condicionar o interactuar con agentes biológicos al nivel o de la manera que pretenden difundir estos negacionistas”, señala Nájera, y apunta que el porqué es sencillo: “Sabemos que se trata de un virus del tipo coronavirus denominado SARS-CoV-2, por lo que esas afirmaciones no tienen ningún sentido ni sustento científico”. Las investigaciones científicas han demostrado que el SARS-CoV-2 es el origen de la COVID-19.
Otras teorías de la conspiración que menciona Delgado a lo largo del vídeo
Además de todo lo anterior, Delgado también defiende que con las vacunas actuales se inoculan “materiales o metales pesados como el mercurio o el aluminio con una serie de efectos muy indeseables para provocar enfermedades crónicas”. En Maldita Ciencia ya explicamos que los componentes de las vacunas son seguros y que se utilizan en cantidades tan pequeñas que no podrían ocasionar problemas en nuestra salud. También que en ningún caso originan autismo.
También advierte, concretamente, sobre una de las sustancias que forma parte de algunas vacunas contra la gripe, el polisorbato 80. En Maldita Ciencia también hemos hablado sobre este componente y hemos explicado por qué es necesario y no es peligroso: se trata de un emulsionante que ayuda a que los “ingredientes” de la vacuna se mezclen y evita que se separen.
Explicamos, además, por qué se usa en la vacuna antigripal y por qué no hay evidencias de que tenga relación con la COVID-19. De hecho, el estudio del hospital Barbastro de Huesca, al que hace referencia, no demuestra científicamente una relación entre la COVID-19 y la vacuna de la gripe.
En relación, de nuevo, con la tecnología 5G, y esta vez también con el oxígeno que respiramos, Delgado afirma que “si lo respiramos, aparentemente tendremos la saturación de 100”. “Pero ese oxígeno realmente no abastece el conjunto de reacciones bioquímicas, porque está alterado. Está excitado electrónicamente. Cuando se junte con las rutas metabólicas en el complejo de la respiración tiene las consecuencias que estamos viendo”. Esto no es cierto: el 5G no "absorbe el oxígeno allá por donde penetra" ni hace que este sea insuficiente para nuestro cuerpo.
Delgado correlaciona la presencia de red 5G con los casos de COVID-19. Pero ya hemos explicado, no hay correlación entre la cobertura de la red y las víctimas de la enfermedad por países.
También dice que no existe transmisión aérea y que las cifras de muertes y contagios por COVID-19 “están sobreestimadas” y que “se tratan de casos comunes de gripe estacional”. Ya explicamos la relación entre las cifras de ambas enfermedades y por qué este año parece que hay menos casos de gripe: entre otros motivos, las medidas de seguridad para evitar la COVID-19 también son útiles contra otras enfermedades respiratorias, como la gripe común.
Primera fecha de publicación de este artículo: 13/01/2021