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MALDITA TECNOLOGÍA

ESPECIAL NAVIDAD: Dudas sobre videoconsolas, ciberseguridad en casa y compra online de regalos en Maldita Tecnología

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¡Qué tal, malditas y malditos! Se acercan fechas señaladas en el calendario y una vez más, ese momento en el que las dudas tecnológicas del día a día comienzan a entremezclarse con las ocurrencias de la época navideña. Por ejemplo, nos da por hacer regalos tecnológicos y nos asaltan las dudas: ¿es el momento de regalar esa consola al peque de la casa? Y si decidimos que sí, ¿cómo nos aseguramos de que la usa con cautela y con contenido apropiado? Que en el ordenador me meto de vez en cuando, pero en la consola… Hablando de regalos: ¿hasta qué punto las cookies son nuestras aliadas para buscarlos? ¿Y la decoración navideña? ¿Me puede dar algún dolor de cabeza si la convierto toda al ‘smart’ y la conecto a Iinternet? ¡Quédate, que empezamos!

¿Qué es el control parental de las videoconsolas, para qué sirve y cómo se activa?

Si eres padre, madre o tutor de un niño o una niña o de adolescentes, es muy probable que, una Navidad más, una videoconsola esté en la lista de los Reyes Magos. Exponer a los niños a la tecnología a una edad temprana debe hacerse con cuidado, porque aunque puede tener enfoques pedagógicos y de entretenimiento, también puede entrañar riesgos en la relación que establecen con sus dispositivos. Para tratar de mantener a raya esos riesgos y controlar el uso que se hace de estos aparatos, hay herramientas que vienen incluidas en las propias videoconsolas, como el sistema de control parental.

¿A qué riesgos nos referimos? Álvaro Pérez García, director del Grado en Pedagogía de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), recuerda a Maldita.es que “el uso excesivo de cualquier tipo de dispositivo tecnológico conlleva un riesgo de adicción, bien sea a un determinado juego, a redes sociales, a páginas de compras, etcétera”. Pero no sólo eso: “Si no se controla lo que ven, descargan o juegan nuestros hijos se corre el peligro de que el niño pueda visitar contenido para adultos, y también que pueda sufrir bullying o, incluso, grooming”.

Por eso, el especialista recomienda que se establezcan normas, se vigilen las horas de uso, se coloque la videoconsola en un lugar accesible para los padres en el que puedan controlarlo (no en la habitación de los niños) y se utilicen las herramientas de control parental. Vamos a ver qué son y cómo se pueden activar.

El control parental permite gestionar el uso que hace el niño o adolescente del aparato. En concreto, bloquear juegos por clasificación de edad, controlar el gasto, limitar el tiempo de juego y restringir la comunicación en línea, y es una función que suelen tener disponibles casi todos los dispositivos tecnológicos y plataformas, como los móviles y las aplicaciones, por ejemplo.

Las grandes plataformas de videoconsolas, como PlayStation, Xbox y Nintendo, disponen cada una de su propio control parental, pero tienen estas características mencionadas en común, y todas son útiles, explica a Maldita.es Jorge Flores, director y fundador de PantallasAmigas.

  1. Privacidad y seguridad en línea. “Es importante determinar qué información personal pueden ver los demás y quién tiene permitido relacionarse con nuestro hijo o hija. En el caso de que las videoconsolas utilicen algún periférico como cámara web, auriculares o micrófono, será necesario configurarlo de forma específica”, detalla Flores. Esto es esencial para evitar los mencionados casos de grooming.
  2. Configuración del acceso a Internet. En línea con lo anterior, y ante los riesgos que puede suponer jugar con desconocidos o pasar de ciertos límites en Internet, esta es otra de las opciones que permite el control parental de una videoconsola. “Conectarse a Internet no es indispensable. Muchos títulos ofrecen horas de diversión sin necesidad de conectarse a la red con personas desconocidas”, señala Flores.
  3. Restricciones de contenido. “Es muy recomendable filtrar juegos, aplicaciones y páginas webs en función de la edad y características personales de quien juega”, especifica. Aquí, es interesante conocer y consultar el Sistema PEGI (Pan European Game Information), el mecanismo de autorregulación diseñado por la industria de los videojuegos que proporciona clasificaciones por edad para videojuegos en 38 países europeos.
  4. Tiempo de pantalla. Las videoconsolas de última generación ofrecen funciones para configurar el tiempo de uso en diferentes juegos y aplicaciones por separado, detalla el director de PantallasAmigas. Por ejemplo, pueden incluir la posibilidad de configurar un reporte, que llegará por email a la persona adulta responsable, sobre el tiempo total dedicado a los videojuegos, tiempo empleado en cada videojuego específico, dinero gastado y tipo de actividades realizadas con la videoconsola.
  5. Control de compras. El control parental permite establecer unos límites de gasto si se pueden comprar videojuegos u objetos dentro de los juegos.

Para activar el control parental y configurar sus opciones, habrá que ir a los correspondientes menús de cada videoconsola. En PlayStation, primero habrá que elegir el tipo de cuenta de usuario (administrador de la familia, adulto de la familia y padre, madre o tutor legal, y menores). Una vez seleccionado el tipo de cuenta, seleccionaremos Ajustes > Control paterno/Administración de familia > Administración de familia, y ahí se podrán detallar las restricciones para los menores.

Para Xbox habrá que ir a Menú > Configuración > Cuenta > Control parental. Además, dispone de la aplicación App Xbox Family Settings, que permite administrar las actividades de los menores desde el teléfono móvil en tiempo real.

En el caso de Nintendo Switch, los ajustes también se pueden hacer desde la aplicación de control parental o desde la consola. Una vez se inicia sesión en control parental de Nintendo Switch, la app se vincula con la videoconsola y vendrán tres preguntas para configurar tres acciones: "¿Pasa mi hijo demasiado tiempo jugando a videojuegos?", "¿A qué clase de juegos juega?" y "¿Puedo restringir el acceso de mi hijo a ciertos juegos no adecuados para su edad?". Dentro de cada una de ellas, en los submenús se eligen las opciones.

En la web de ESRB (Entertainment Software Rating Board, un sistema de clasificación estadounidense de los videojuegos por edades), se pueden encontrar especificaciones detalladas paso a paso para activar el control parental en cada uno de estos dispositivos, y también guías para Windows PC, Meta Quest y otras plataformas como EA Origin, Fortnite, Google Play o Minecraft.

¿Los niños pueden acceder a estos permisos? No, porque una vez que se configuran, para que las restricciones se pudieran eliminar, haría falta una contraseña, código de acceso PIN o confirmación por medio de un correo de una persona adulta. Pero, como con todo software, hay que estar atento a la ciberseguridad, y para eso es recomendable mantener siempre la videoconsola actualizada a la última versión, adquirir los videojuegos en tiendas o plataformas de confianza y establecer contraseñas robustas en las cuentas de los adultos.

“También puede ser útil hacer una búsqueda online para conocer las experiencias de otras familias al respecto, revisar opiniones actualizadas sobre ese control parental, e incluso saber de la existencia o no de trucos para saltarse el control”, añade Flores.

Hemos hablado de las videoconsolas, del aparato tecnológico. Capítulo aparte es el de los videojuegos, de los que hemos mencionado cómo conocer su regulación por edades. En la web de PantallasAmigas puedes encontrar diez consejos de ciberseguridad para videojuegos y también un decálogo para saber cómo elegir y disfrutar de los videojuegos en familia.

En cualquier caso, hay que recordar que todo sistema de supervisión o control parental es una ayuda, no una solución definitiva en sí mismo, como subraya Flores: “Podemos apoyarnos en ellos, pero no cubren todas las necesidades ni durante todo el tiempo. La labor de educación y concienciación debe ser constante para conseguir un consumo crítico en el marco de una autonomía progresiva”.

¿Funcionaría el usar las cookies para dejar 'pistas' a alguien que quiero que me haga un regalo si utilizo su ordenador para hacer búsquedas?

Ay, ¡los regalos navideños! Ese dolor de cabeza tanto para elegir los de los demás, como para enfrentar los que te hacen y no te encajan. ¿A quién no le va a gustar que acierten con lo que le regalan? Pues estos días hemos leído un comentario en Twitter sobre una mujer que decía usar el portátil de su novio con la intención de que, haciendo búsquedas en Google de los regalos de Navidad que quiere, su pareja recibiera después anuncios personalizados con lo que a ella le gustaría que le regalasen. A raíz de esta situación nos hemos preguntado hasta qué punto es útil esta práctica.

¿Cómo podría ocurrir? Pues aprovechando el rastro digital que dejamos al navegar por páginas webs y al buscar productos y dejando alguna que otra pista en las cookies del navegador, ya sabes, esos pequeños archivos que las páginas web descargan en nuestro ordenador o móvil cuando accedemos a ellas y que permiten a los servidores rastrear nuestra actividad mientras navegamos en Internet y recordar nuestras preferencias.

El experto en informática y maldito que nos ha prestado sus superpoderes Víctor Manuel Sanguino, que además ha trabajado en empresas de publicidad masiva en Internet, nos ha confirmado que sería “perfectamente posible” que ocurriera lo que dice el tuit, especialmente con publicidad de la misma tienda en la que hemos comprado o en la que hemos estado buscando. Pero no exclusivamente: también podrían aparecer anuncios de otras tiendas, como te explicamos en otras ocasiones sobre por qué la publicidad online sabe lo que nos queremos comprar.

Visualicemos una sesión de navegación: encendemos el ordenador, empezamos a navegar en distintos sitios webs y las cookies recogen lo que hemos estado mirando, por cuánto tiempo, a dónde se ha dirigido el ratón en una página… Ni siquiera hace falta estar logueado con un usuario con nombres y apellidos, recuerda Sanguino: “Nos pueden identificar como un ‘ente’ de un determinado modelo de navegador, que corre en una determinada versión del sistema operativo y que ha aceptado unas ciertas cookies”. Es decir, a las cookies les daría igual que fuera una persona u otra quién está usando el navegador; estaría recogiendo el rastro digital de quien lo use.

Una vez que tienen ese rastro digital, como cada web puede tener acuerdos con empresas que se dedican a estos temas de publicidad, te podrán aparecer sus anuncios, pero también los de otras empresas con las que tengan acuerdos parecidos. El círculo se cierra cuando empresas anunciantes contratan a la empresa de las cookies para que sus anuncios salgan en páginas web seleccionadas y a usuarios seleccionados de acuerdo a sus costumbres de navegación. En base a eso, nos proponen, directa o indirectamente, más artículos relacionados con lo que hemos hecho”, explica Sanguino.

Por tanto, “tanto si la autora del tuit navega por tiendas como Amazon o Aliexpress, como si lo hace por otras webs, con las cookies que habrá aceptado y le habrán colocado, a su novio en los próximos días le va a salir con toda seguridad publicidad personalizada en base a eso”, dice Sanguino. De ahí que precisamente para este tipo de casos se recomiende utilizar el modo incógnito de los navegadores: si bien esta función no nos hace anónimos ni mucho menos, sí que está indicado para proteger un poco la navegación cuando se comparte un ordenador. En este caso, la novia que planea sus regalos navideños se vale de esa situación, pero a la inversa.

Pero entonces, vamos a ver, ¿es útil aceptar las cookies para buscar regalos y que me sugiera otras cosas y regalos relacionados? Es cierto que “te sugerirán productos acordes con tus búsquedas y la navegación que hayas hecho en una tienda, o información relacionada, por ejemplo, con lo que leas en un medio de información”, dice Sanguino. Pero, como hemos visto, esas sugerencias no serán sólo de la web en la que has estado, sino también de otras con las que haya relación o acuerdos. Así pues, “te beneficiará si te interesa, por interés de compra o por el que sea, que te hagan este seguimiento”, recuerda nuestro maldito.

Además, hay que tener en cuenta que aceptar las cookies de una o varias páginas web implica que esos ficheros que registran nuestra actividad online estarán activos durante años, probablemente, a menos que limpiemos nuestros datos de navegación de forma manual en cada navegador que usamos. Es decir, que no sólo estarían activas durante el período navideño, sino a posteriori.

En cualquier caso, como te hemos contado en Maldita.es, rechazar las cookies de las páginas web que visitamos y borrarlas de vez en cuando de nuestros navegadores son acciones que harán que nuestra actividad online se vuelva un poco más privada. Pero no podemos rechazarlas todas: las llamadas “funcionales” o técnicas son obligatorias ya que se ocupan de que la página web funcione satisfactoriamente. ¿Podríamos aceptarlas todas? Como poder… Pero Sanguino cree que “no es aceptable que tengan ese conocimiento de nuestras costumbres y hábitos de navegación, ya que son capaces de reunir información que procede de muchos sitios distintos”.

Luces inteligentes de Navidad: ¿puedo dejarlas todo el día conectadas? ¿Hace eso mi casa menos segura?

Entre la cantidad de regalos tecnológicos que pueden caer bajo el árbol de navidad y lo que nos gusta llenar las casas de lucecitas y decoración, la época navideña es precisamente una de las más propicias para recordar una serie de pautas de ciberseguridad. Sobre todo, teniendo en cuenta que hay dispositivos que dejamos conectados todo el día, y por eso es por lo que nos habéis preguntado en los días previos a las fiestas: ¿puedo dejar unas luces inteligentes conectadas sin descanso? ¿Nos hace eso más vulnerables o en el fondo es lo mismo?

Empezamos por tener en cuenta que casi cualquier artilugio que metamos en casa es susceptible a día de hoy de tener una versión smart (o, en otras palabras, que se conecta a Internet). Incluso las luces de navidad con las que rodeamos el árbol o colgamos de la pared pueden serlo, por muy sencillo que sea su mecanismo. Al final, funcionan como una bombilla normal a la que le podemos cambiar el color, conectar a Alexa u otro asistente para que se encienda con la voz, controlar por una aplicación móvil… Si lo queremos hacer inteligente, seguramente tengamos una manera de hacerlo.

Esto, como siempre recordamos, implica que habrá una red más amplia de dispositivos conectados a nuestro wifi y, por tanto, más cosas que tendremos que tener en cuenta para manejarlos de una forma segura a medida que se vaya extendiendo. Piénsalo así: cuantos más dispositivos haya conectados, más entradas hay para que alguien comprometa la red y acceda a su configuración, ya sea para pasar a controlarlos o para acceder a otro tipo de información contenida en nuestra conexión.

Nuestra maldita Mar Arribas, especialista en ciberseguridad y cibercooperante del INCIBE, es tajante con ello: “Por lo general, los dispositivos conectados a Internet tienen software privativo difícilmente auditable y no suelen recibir actualizaciones de seguridad. Cualquier aparato con un micrófono o videocámara que se pueda conectar a Internet es susceptible de que tenga una vulnerabilidad sin solucionar y que un agente malicioso pueda explotarla”, señala.

Ojo, esto no implica que todos los dispositivos tengan fallos de seguridad por defecto, sino que al conectarse a la red y por tener un funcionamiento más simple, son susceptibles de suponer un riesgo. Esto también se debe a que, pese a ser inteligentes, una bombilla, una lavadora o un robot de cocina no tienen por qué diseñarse para tener todas las prestaciones de seguridad que tiene un móvil, por poner un ejemplo, y los fabricantes no siempre consiguen sacar parches de seguridad para sus fallos.

“Incluso si el dispositivo es totalmente seguro y tan solo el usuario y el fabricante puede acceder, no será la primera vez que un fabricante abusa del acceso o directamente tiene cláusulas abusivas. Hay de todo en el mercado, desde una tostadora que se podía conectar al router e intentaba suplantarlo (sí, la tostadora convirtiéndose en router) a un juguete sexual que enviaba por Internet datos muy detallados de su uso para que pudieran hacer al cliente un perfil publicitario de otros juguetes”, pone como ejemplo Arribas.

De ahí que este tipo de dispositivos lleven asociados algunas pautas concretas de ciberseguridad, como cambiar la contraseña de acceso nada más comprarlo y conectarlo (de cara a evitar que se quede la típica ‘0000’, ‘1234’ y similares); actualizar el sistema del dispositivo siempre que nos lo pida; o conectarlos a distintas redes y no todos a la misma red del router.

Ahora bien, en este caso, la pregunta incluía un segundo componente y es que los dispositivos se quedasen conectados de forma permanente y sin supervisión, como en el caso de las luces. Sin embargo, hay que tener en cuenta que un asistente como Alexa, una lavadora smart que se queda puesta cuando nos vamos de casa u otro aparato en standby también siguen conectados. Eso no cambia aunque nos vayamos. De modo que un primer paso a la hora de mejorar su seguridad es apagarlos cuando no los vayamos a usar (sí, eso implica que las lucecitas del árbol pierden el sentido).

Así, Arribas nos aclara que el riesgo es el mismo: “Habiendo aclarado previamente el peligro de los aparatos conectados a Internet, queda claro que esos son peligrosos estemos o no delante. Los riesgos que hay entonces son aplicables a un mal funcionamiento que podrían tener cualquier aparato rudimentario. Si falla la toma de luz y causa un pequeño incendio será peligroso si no hay nadie pendiente, pero pasará sea o no el dispositivo inteligente”, concluye.

¡Último apunte!

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En este artículo han colaborado con sus superpoderes l@s maldit@s Mar Arribas, especialista en ciberseguridad, y Víctor Manuel Sanguino, informático.

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