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MALDITA TECNOLOGÍA

Configurar móviles nuevos, descargar datos de redes sociales y fiabilidad de los 'wearables'. El 31º consultorio de Maldita Tecnología

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¡Hola, malditas y malditos! ¿Deseando abrir regalos navideños? Ojo si entre ellos hay un móvil nuevo, que te vamos a contar qué tienes que tener en cuenta para cuidar su seguridad y tu privacidad lo máximo posible. También si ha caído algún smartwatch o pulsera inteligente: ¿nos podemos fiar al cien por cien de lo que nos marcan? Para cuando tengas un ratito libre, te contamos además cómo descargar tus datos de redes sociales.

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¿Móvil nuevo? ¿En qué fijarte al iniciarlo para mantener los datos a buen recaudo?

Tanto si ha llegado la hora de deshacerse del antiguo móvil como si nos ha caído uno anticipado entre los regalos navideños, es buen momento para plantearse el empezar de cero configurándolo de forma más segura y cuidando un pelín más nuestra privacidad.

Lo primero es lo primero: si al encender el móvil nos pide que actualicemos el sistema operativo (Android e iOS son algunos ejemplos), a ello. Mantener nuestro móvil con la última versión del sistema operativo es fundamental no solo al empezar a usarlo sino durante toda la vida del dispositivo.

“Dicha actualización incluirá mejoras de seguridad, solucionará problemas que el dispositivo pudiera tener en el software de fábrica y es posible que en algunos casos añada nuevas funcionalidades al mismo”, explica a Maldita Tecnología Carmelo Establier, un maldito testeador de software y editor de contenidos tecnológicos que nos ha prestado sus superpoderes.

Siguiente paso: poner una clave de acceso al dispositivo. Hoy en día es común que traigan un lector de huellas o reconocimiento facial, además del típico pin, patrón o contraseña. Sobre el uso de uno u otro suele haber discrepancias entre especialistas en seguridad informática. Por ejemplo, Establier recomienda las primeras opciones porque son únicas para cada persona y “la clave o el patrón puede ser averiguado mirando por encima del hombro del usuario (o incluso por las manchas que deja el dedo en la pantalla)”.

En este artículo de Wirecutter, en The New York Times, otro analista desaconseja estos métodos si tus circunstancias te obligan a guardar información muy sensible en el dispositivo. Otros especialistas explicaban en Maldita Tecnología que usar o no un dato biométrico para según qué usos depende mucho también de la confianza que tengas en el proveedor del servicio: ¿lo mantendrá a buen recaudo?

¿Qué aplicaciones tenemos instaladas por defecto y cuáles no? Si nos hacemos con un Android, vendrán instaladas por defecto varias aplicaciones de Google que podemos desactivar (que no siempre desinstalar); no solo porque las podamos usar más o menos sino porque también recogen información del dispositivo. En este artículo te explicamos cómo limitar un poco la información que Google va guardando de tus búsquedas, tus interacciones, etc.

Ya que introducimos el tema de las aplicaciones, esta es la pauta que nos da Establier: “Solo descargar las aplicaciones que necesites”. Es un punto en el que coinciden muchos especialistas en privacidad por los riesgos que incluyen muchas apps no oficiales y la cantidad de datos que pueden extraer. También se recomienda instalar instalar las aplicaciones solo de las tiendas oficiales y no de páginas o búsquedas en Google que podrían llegar a ser timos, incluso si con eso se reduce la oferta. Aquí te dejamos una guía más completa de en qué fijarte antes de descargar una.

Cuando empecemos a descargar aplicaciones hay que estar atentos a los permisos que nos piden: si podemos evitarlo, es mejor no dar acceso a nuestra cámara, nuestros contactos, mensajes, a nuestra ubicación o incluso a los sensores de movimiento del teléfono que les dicen si estamos quietos y acostados o andando si creemos que no van a necesitar esa información para nada.

Otro consejo sobre el que hay consenso a la hora de mejorar la seguridad: activar la verificación en dos pasos siempre que sea posible en todos los servicios que se pueda. Aquí la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) explica cómo activarlo en varias plataformas. “Usar este sistema elimina la posibilidad de que alguien adivine tu contraseña de manera aleatoria, pero no reduce el riesgo al 100%”, dice Establier. Si quieres usar contraseñas fuertes y diferentes para cada servicio, quizás tu solución es usar un gestor de contraseñas, que también podrás instalar en el propio móvil.

Establier también nos deja un atajo para hacer la transición de móvil a móvil en caso de que cambiéis de sistema operativo y queréis llevaros la información de uno a otro. Este especialista recomienda la aplicación oficial de Apple Move to iOS para hacer el cambio de Android a iOS y las instrucciones recogidas en este enlace oficial de Android para pasar de este sistema operativo a iOS.

¿Cómo saben los relojes y las pulseras de actividad cuándo estamos dormidos, si el sueño es ligero o profundo, etc.? ¿Hasta qué punto son fiables?

A este tipo de accesorios inteligentes también se les llama wearables porque los llevamos puestos y toman datos de nuestro cuerpo (y por eso hay que configurarlos de la forma más segura posible). Quizás la última tanda de regalos incluía un smartwatch (reloj inteligente) o una pulsera de actividad que cuenta tus pasos, calcula tu ritmo cardíaco y te dice si has pasado o no una buena noche pero, ¿hasta qué punto son fiables?

“La respuesta rápida a la pregunta es que las mediciones no son exactas, no se pueden considerar un instrumento médico en el que exista una precisión muy buena”, asegura a Maldita Tecnología Julian Beltran, ingeniero residente en China que ha trabajado en el desarrollo de wearables de marcas como Google, como las Google Glass.

Este especialista incide en que si necesitamos que los resultados que nos dan estas pulseras y relojes sean certeros no podemos esperar que sean “tan cómodos de llevar, ni tan económicos, ni se podrían llevar con una pequeña batería en la mano. Te dan una aproximación y se cuenta con que el margen de error es aceptable”.

Este tipo de dispositivos hacen esas aproximaciones gracias a sensores y luces que toman datos de nuestro flujo sanguíneo, nuestra posición y el que estemos en movimiento o no.

Por ejemplo, para calcular los pasos que das, el dispositivo lleva incorporado un acelerómetro, que detecta su posición y con ella la oscilación de la mano al andar. Con esa información, un algoritmo interpreta cuánto nos movemos. Nos puede dar un número aproximado, pero también es fácil de trucar. Beltran pone como ejemplo una ocasión en la que iba montado en un autobús que pasaba por un camino de piedras y uno de estos gadgets contó el trayecto como si hubiera hecho una carrera.

Para medir cosas como la saturación de oxígeno en sangre o nuestro ritmo cardiaco, estos accesorios usan unos pequeños diodos que emiten pequeñas luces en nuestro brazo, según nos explica un maldito especializado en ingeniería electrónica y robótica que trabaja en Silicon Valley y nos ha prestado sus superpoderes, Ángel Hernández.

Lo que hacen es parpadear junto a un sensor óptico que actúa como una especie de cámara que se encarga de medir el reflejo de esa luz en nuestra piel y el color que adquiere: “El color de tu piel, aunque para ti sea imperceptible, cambia cuando le llega un bombeo de sangre, de forma que cuando tu corazón late, la empuja por todo tu cuerpo y hace que el reflejo de esa lucecilla verde cambie un poco. Con los cambios en el reflejo de la luz en el tiempo, puedes deducir la velocidad a la que está bombeando sangre tu corazón. Ahí tienes la medida del pulso”, explica este ingeniero. 

Para que sea más fiable, Hernández recomienda que nos estemos muy, muy quietos a la hora de hacer la medida, ya que la posición y los movimientos bruscos la dificultan, que el reloj esté bien apretado contra la piel y que estamos en un entorno oscuro (como en los hospitales, que se pone este sensor tapando el dedo índice).

En cuanto a la detección de las horas y la calidad del sueño, el sensor principal que usa un reloj o pulsera inteligente para medir la calidad y cantidad del sueño es el acelerómetro, que registra si estamos en posición horizontal, cuánto rato llevamos así y cuánto nos movemos. “No deberías poner la mano en el fuego por este dato porque no es fácil de medir, pero como vende mucho, las marcas de relojes se inventan maneras ingeniosas para hacer una conjetura al respecto”, admite Hernández.

Imagen: Friends/GIphy.

Esto es porque entra en juego la fase REM, en la que soñamos, nos agitamos algo más y puede aumentar el riego sanguíneo. Estos dispositivos también tratan de medir estas variaciones pero pueden llegar a “subestimar” sus efectos, según algunos estudios científicos y, por tanto, perder efectividad. 

“Si el reloj tiene pulsómetro, se puede usar ese dato de un modo similar: nuestro corazón está tranquilo y regular hasta que entramos en fase REM, donde suele haber variaciones fáciles de detectar. Tampoco es infalible, pero si vas juntando todas esas conjeturas, aumentas la probabilidad de acertar”, indica Hernández.

Al final depende del uso que quieras darle a este tipo de dispositivos y la calidad que necesites en las mediciones que hace. "Para tener un aproximado de circunstancias normales, vale. Pero si quieres una fiabilidad por tema médico o de ejercicio, necesitarías algo más complejo y con más certificaciones”, asegura Beltran.

Al no ser productos sanitarios como tal, estos wearables necesitan menos certificaciones y revisiones que otros dispositivos: sí requieren el certificado CE europeo como otros productos tecnológicos, pero si por ejemplo nuestra pulsera inteligente se vuelve loca y marca más de 200 pulsaciones por minuto, no podremos hacer responsable al fabricante por un tema médico.

Como gran parte de los productos tecnológicos, los hay de infinidad de marcas y precios: nos pueden sonar más los smartwatch de Apple o de Samsung, las pulseras de deporte de Fitbit o Garmin o las chinas Xiaomi y Huawei, pero también son artículos que encontramos de ‘marcas blancas’ a precios más reducidos. Beltran asegura que tendemos a pensar que “hay más probabilidades de que si es más caro es más fiable”, pero en el mercado actual no tiene por qué ser así, sino que depende mucho de las marcas y las prestaciones.

Todos estos accesorios suelen funcionar a través de una aplicación controlada por el móvil: ahí podemos ver los registros, configurar lo que queremos que haga el wearable, marcarnos rutinas de entrenamiento, etc. Eso significa que va conectado a Internet y, por tanto, es hackeable, como cualquier otro dispositivo. Aquí te dejamos algunas pautas para configurar para mayor seguridad tanto el propio accesorio como la aplicación.

¿Cómo descargamos a la vez toda la información de nuestras redes sociales?

Si eres una de esas personas que recuerda con nostalgia los años que dejas atrás, puede que acudas a tus redes sociales para refrescarte la memoria. Por eso ese es un buen momento para recordarte que estas plataformas guardan sobre nosotros muchos más datos aparte de las cosas que están a plena vista, como las fotos que subimos o los comentarios que vamos dejando.

Varias plataformas tienen opciones para que los usuarios descarguen toda la información sobre su actividad en ellas de golpe. El resultado suele ser una carpeta (descargada en un archivo .zip que la mayoría de los dispositivos pueden descomprimir) llena de subcarpetas con nuestras fotos, nuestras publicaciones, nuestros comentarios públicos y mensajes privados, nuestros contactos, a todo lo que hemos dado ‘me gusta’ o las páginas que hemos seguido.

Aparte de estos datos, suelen incluir cosas que no todo el mundo se espera ver, como un listado de ubicaciones de varios años e incluso archivos con etiquetas que se nos hayan asociado según las cosas a las que hayamos dado ‘me gusta’ o con las que hayamos interactuado. Estas carpetas no suelen incluir, eso sí, publicaciones borradas. En teoría, las plataformas eliminan estos datos.

Ojo con un detalle sobre estos paquetes de datos: descargarlos de los menús habilitados en las plataformas (que vamos a ver ahora) no significa que vayamos a tener todos los datos que estas compañías tienen sobre nosotros. Es una compilación de todo lo que hayamos proporcionado a la plataforma de forma “activa”, por así decirlo. Es decir, que o bien la hemos subido nosotros voluntariamente o se ha inferido de acciones que hemos hecho nosotros mismos, por ejemplo, pinchar en un anuncio.

Aun habiendo descargado esta lista de información, podemos hacer una solicitud a las empresas para que nos manden los datos que guarden sobre nosotros al completo haciendo uso del derecho de acceso. Mediante ese ejercicio podemos preguntar por información más compleja y si guardan datos que no estén “a simple vista”, si los comparten con otras empresas u otros países o de dónde los han sacado.

Así podemos descargar nuestros datos de las siguientes plataformas, con los que al menos podremos hacernos una idea de la cantidad de información que entregamos gratuitamente a las empresas que gestionan las redes sociales:

Facebook

Esta opción nos la darán en el paso previo a eliminar la cuenta, pero también podemos hacerlo desde el menú de “Configuración” > “Tu información de Facebook” > “Descargar tu información”. Dada la inmensa cantidad de información que guarda Facebook de nuestros perfiles, tenemos la opción de seleccionar las categorías de datos que queremos descargar (aunque también podemos elegir descargarla toda de golpe). 

El archivo lo podemos descargar en dos formatos, HTML y JSON: el primero se abrirá como archivo de texto simple y para el segundo hará falta otro programa. Una vez tengamos las categorías seleccionadas, le damos a “Crear archivo” y a esperar. En la pestaña “Copias disponibles” de esa misma pantalla aparecerá el archivo una vez esté para descargar.

Si lo hacemos, no vamos a recibir solo fotos, comentarios o mensajes que hemos compartido por Facebook Messenger, sino un historial de pago en caso de que hayamos realizado alguno en la plataforma, otro historial de búsquedas, un listado de eventos a los que hemos asistido o que nos han interesado e incluso nuestros “intereses por anuncios”. También algunos registros de nuestra “Actividad fuera de Facebook”, una función de la red social que hemos explicado antes.

Ejemplo de algunos servicios con los que hemos interactuado fuera de Facebook y de los que la compañía guarda información.

Instagram

Instagram puede tardar hasta 48 horas en enviarnos el enlace para descargar nuestros datos. Lo hacemos desde el menú  “Configuración” > “Privacidad y seguridad” > “Descarga de datos” > “Solicitar descarga”, al que accedemos pinchando en el circulito con la foto de nuestro perfil. Una vez ahí nos pedirán una confirmación de nuestra contraseña.

Aparte de descargar todos nuestros datos, Instagram tiene también la opción de ‘revisarlos’ por categorías. En el mismo menú de “Privacidad y Seguridad”, tenemos el submenú “Datos de la cuenta”, en el que podemos revisar por categorías la información que va guardando la red social.

Algunas de las categorías de datos que Instagram permite consultar y/o descargar.

Twitter

Descargar nuestros datos de Twitter no implica solo tener acceso a nuestros tuits o a los mensajes privados, sino que también incluye, por ejemplo, las categorías de publicidad en las que te segmenta la plataforma. Para hacerlo accedemos al menú  “Configuración y Privacidad” > “Tu cuenta” > “Descargar un archivo con tus datos”. Puede tardar varias horas en completarse y cuando está lista la red social nos mandará una notificación al correo electrónico asociado a nuestro perfil.

Notificación que Twitter envía al correo electrónico asociado una vez que está disponible la descarga de los datos.

TikTok

Es la red social que más tarda en mandarnos nuestros datos ya que dicen que tardan “unos 30 días” en procesar la solicitud. Aparte de información personal que damos para abrir la cuenta, dicen que nos dan datos de nuestra actividad en la red social (puedes saber más sobre los datos que recogen aquí) y de los ajustes que tenemos configurados. Lo haremos desde el menú “Ajustes y privacidad” > “Privacidad” > “Personalización y datos” > “Descarga tus datos”.

LinkedIn

Saber qué datos más o menos públicos está recogiendo un portal de empleo al que damos bastante información personal y profesional también es conveniente, sobre todo por si encontramos alguna pista sobre cómo está manejándola. Esta plataforma solo nos deja hacer la descarga desde un ordenador. Presionando en el pequeño círculo con nuestra foto de perfil entramos al menú “Configuración y privacidad” > “Privacidad” > “Cómo utiliza LinkedIn tus datos” > “Obtener una copia de tus datos”. Al igual que en Twitter, una vez que esté el archivo listo, te avisarán por correo.

Amazon

Pese a que no sea una red social, aprovechamos para dejaros las instrucciones para descargar los datos de la plataforma de ventas online, ya que moverse por sus paneles de configuración puede llegar a ser una locura y no es fácil de encontrar. Es más, en este caso, no se accede a la opción de descarga desde el menú de nuestro perfil, sino que hay que acceder a través de este enlace, que nos lleva a una pantalla en la que debemos seleccionar la categoría de datos que queremos descargar:

¡No os vayáis todavía!

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Si tenéis cualquier duda sobre esta información o cualquier otra relacionada con la manera de la que te relacionas con todo lo digital, háznosla llegar:

En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Carmelo Establier y Ángel Hernández.

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