Las vacunas contra la COVID-19 nos protegen frente al desarrollo de la enfermedad, los síntomas graves, la hospitalización y la muerte por COVID-19. En este sentido, hay ya muchos datos disponibles que demuestran que las vacunas contra la COVID-19 son eficaces y están salvando vidas. Asimismo, como ya os hemos explicado en Maldita.es, las vacunas del coronavirus no impiden que nos contagiemos de coronavirus SARS-CoV-2, pero cada vez hay más indicios de que sí reducen la transmisión.
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Las vacunas contra la COVID-19 no evitan el contagio ni la transmisión del virus, pero sí hay evidencias de que lo reducen
En Maldita.es ya os explicamos que los ensayos clínicos de las vacunas contra la COVID-19 no evaluaron si la vacuna evita el contagio. Ahora, ya sabemos que las vacunas no impiden que el SARS-CoV-2 entre en nuestro organismo. Pero, después de su uso en la vida real en millones de personas, cada vez hay más indicios de que sí reducen la infección y la transmisión del virus.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos destacan en su resumen científico sobre las vacunas de la COVID-19 que el riesgo de transmisión se reduce "sustancialmente" en personas vacunadas, incluso con la variante Delta.
Un estudio realizado en Cataluña, publicado en la revista British Medical Journal (BMJ), concluyó que la vacunación con el suero de Pfizer se asoció con una reducción del 80-90% de la infección por SARS-CoV-2 entre residentes de centros de mayores, personal sanitario y sociosanitario.
Antonio Gutiérrez, farmacéutico y epidemiólogo del Hospital Universitario Virgen de Valme, y María del Mar Tomás, microbióloga del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (Inibic), explican en este artículo de The Conversation que, a pesar de que las vacunas no se diseñaron para prevenir la infección, "ahora sabemos que todas tienen en cierta medida esa capacidad tras la pauta completa". Además, según apuntan los autores del artículo, los vacunados son menos contagiosos que los no vacunados.
La vacuna protege de los síntomas graves de la enfermedad, de la hospitalización y del fallecimiento por la COVID-19
Como decimos, las vacunas no se diseñaron para impedir que nos contagiemos con el virus, sino que su eficacia se midió en su capacidad para protegernos del desarrollo de la enfermedad.
Sonia Zúñiga, viróloga e investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), explicaba a Maldita.es que las vacunas nos protegen de la enfermedad, por lo que la mayoría de personas que se contagian estando vacunadas pueden ser asintomáticas o tener síntomas leves. "Esto ayudará a disminuir el número de infectados que tienen que ser hospitalizados y/o requieren ingreso en UCI y, por tanto, a disminuir el número de fallecidos. Por supuesto, esto repercutirá en evitar el colapso del sistema sanitario", apuntaba.
Ildefonso Hernández Aguado, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández (UMH), señalaba a Maldita.es que, desde un primer momento, "el objetivo de evaluación de las vacunas consistió en reducir la enfermedad y muerte, su aprobación se basó en la eficacia para este cometido". Por lo tanto, según el catedrático, lo importante es que la vacuna reduzca los síntomas graves de la enfermedad y también los fallecimientos.
En cualquier caso, recordemos que ninguna vacuna contra la COVID-19 es 100% efectiva, aunque todas tienen un porcentaje de efectividad alto. Por tanto, es posible que nos vacunemos y no obtengamos la respuesta esperada de sistema inmune.
Los datos que demuestran la eficacia de las vacunas contra la COVID-19
Hay muchos datos que demuestran que las vacunas contra la COVID-19 funcionan y están salvando vidas. En Maldita.es ya os contamos que las residencias de ancianos fueron los primeros objetivos de la campaña de vacunación y los datos de muertes por coronavirus registrados en estos centros reflejan el efecto protector de las vacunas. Sólo en el primer trimestre de 2021, las vacunas evitaron al menos 17.000 casos de COVID-19 y 3.500 muertes en centros de mayores, según este informe sobre la efectividad de la vacuna publicado por el Ministerio de Sanidad.
Además, desde el pasado 23 de noviembre, Sanidad incluye datos en su informe diario que permiten observar la incidencia de COVID-19 en personas vacunadas en comparación con las no vacunadas.
Según los últimos datos publicados, entre el 20 de septiembre y el 21 de noviembre de 2021, la incidencia de la COVID-19 en personas completamente vacunadas ha sido muy inferior a la observada en no vacunadas. En el grupo de edad de personas entre 60 y 80 años, el riesgo de infección es casi 7 veces menor, el de hospitalización es 16 veces menor y el de fallecimiento es 14 veces menor con respecto a los no vacunados.
Por su parte, la Comisión Europea (CE) publicó el pasado 23 de enero un gráfico en el que podemos observar que, en general, cuanto mayor es la tasa de vacunación en un país menor es la tasa de mortalidad. "Las personas completamente vacunadas tienen menos probabilidades de morir con COVID-19 que las que no están vacunadas", destacaba la comisión.
La paradoja de Simpson y por qué puede haber más hospitalizados vacunados que no vacunados
A pesar de que la eficacia de las vacunas contra el coronavirus está demostrada, es posible que nos encontremos con datos que reflejen que hay más pacientes vacunados que no vacunados que han sido hospitalizados. Un ejemplo de ello ocurrió este verano en Israel, cuando casi un 60% de las personas ingresadas por COVID-19 tenían la pauta completa de la vacuna. Sin embargo, esto no significa que las vacunas no funcionen.
Puede que en un hospital haya más vacunados que no vacunados ingresados, pero esto se produce porque la gran mayoría de personas están vacunadas frente a una minoría que no lo está. Por lo tanto, son subgrupos muy descompensados en tamaño. Por ejemplo, en España, a fecha del 7 de diciembre, el 79,4% de la población tiene la pauta completa de vacunación.
A esto se le suma el hecho de que dentro del grupo de personas vacunadas hay más personas mayores, que son quienes tienen más riesgo de desarrollar la COVID-19 de forma grave. En España, el 100% de las personas de 80 años o más están vacunadas.
Por tanto, ambos grupos (vacunados y no vacunados) están descompensados en tamaño y estructura. A este fenómeno estadístico se le conoce como la paradoja de Simpson.
Por consiguiente, hay que tomar los datos sobre hospitalizados con cautela y no preguntarse si los ingresados por COVID-19 están vacunados o no, sino cuál es la probabilidad de ingresar si estamos o no vacunados.
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