Hace poco os contamos cómo se calcula el porcentaje de eficacia de una vacuna, una cifra a la que estamos muy pendientes en el caso de las vacunas ya aprobadas y en desarrollo contra la COVID-19. Ahora, en relación con esto, nos habéis hecho llegar contenidos que afirman que las vacunas —no solo las de la COVID-19, sino ninguna de las que encontramos en el calendario de vacunación o que nos inoculamos a lo largo de la vida— no impiden que estemos en contacto con los patógenos y nos podamos contagiar. Expresado de manera más gráfica, estos contenidos se refieren a que las vacunas no generan un “escudo impenetrable” o repelente de virus, bacterias u otros agentes que pueden dañar nuestra salud.
Aunque esto, en líneas generales, es correcto, debemos matizar algunos comentarios para saber a qué nos referimos concretamente cuando hablamos de “evitar el contagio” y cómo algunas vacunas sí que logran este objetivo.
Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.
Ni “escudo”, ni repelente de patógenos, pero no por ello menos eficaces
Tal y como expresa la cadena de tuits anterior y nos confirma a Maldita.es la viróloga Sonia Zúñiga, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), las vacunas “no evitan la exposición al patógeno y no son un escudo impenetrable”. Pero, por otro lado, hay algunas vacunas que, gracias a la inmunidad que genera y el tiempo que esta dura, son capaces de reducir e incluso evitar el contagio de persona a persona, como la del sarampión y la del virus del papiloma humano.
La pediatra del Centro de Salud de Nazaret (Valencia) y miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, María Garcés-Sánchez, detalla a Maldita.es que inicialmente se pensaba que la vacuna triple vírica (que protege de la rubeola, la parotiditis y el sarampión) no impedía al virus responsable de causar el sarampión (que es altamente contagioso) entrar al organismo y replicarse. Pero, cuando se fueron viendo los efectos de la vacuna en la población, “se observó que había cierto grado de inmunidad esterilizante (que protege de la enfermedad y del contagio)”.
Por otro lado, la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) también es otro ejemplo de solución que evita tanto numerosos tipos de cáncer de cuello de útero como el contagio a otras personas. La infección que produce este virus está muy localizada en las zonas genitales y no se extiende al resto del cuerpo, y esta vacuna “consiguió tal tasa de anticuerpos que no deja que se replique el virus en el cuello uterino, por lo que es esterilizante”, apunta Garcés-Sánchez
En el caso concreto de las vacunas aprobadas frente a la COVID-19 sabemos que no impiden que el SARS-CoV-2 entre en nuestro organismo. No obstante, Zúñiga apostilla que se cree que estos fármacos “sí impiden que [el coronavirus] se propague, por ejemplo, al pulmón”.
¿Pueden estas vacunas “bloquear” el contagio? En este sentido, los CDC de Estados Unidos destaca en su resumen científico dedicado a la COVID-19 que “cada vez hay más evidencia de que las vacunas de ARNm —como las de Pfizer y Moderna— también reducen la transmisión, aunque se están llevando a cabo investigaciones para evaluar con más detalle el riesgo de transmisión de personas totalmente vacunadas”.
Por otro lado, un artículo publicado en Nature en febrero de 2021 recopilaba análisis preliminares que apuntan a que estas vacunas “pueden tener un ‘efecto de bloqueo de la transmisión’”. No obstante, confirmar que este efecto existe y su eficacia es complicado, ya que un descenso de las infecciones pueden darse por muchos otros motivos además de la vacunación, como confinamientos o un cambio en el comportamiento de una comunidad.
En definitiva, las vacunas (tanto las de COVID-19 como el resto) no funcionan como un escudo ni pueden evitar que un patógeno entre en contacto con nuestro organismo, pero no por ello las hacen menos eficaces en la prevención del desarrollo de una enfermedad y, en algunos casos, la capacidad de evitar que esa enfermedad se transmita a otras personas.
Proyecto de vacuna esterilizante contra la COVID-19: existe y se está desarrollando en España
Además de las cuatro vacunas ya aprobadas por la EMA para prevenir la enfermedad de la COVID-19, existen numerosos proyectos de vacunas en experimentación clínica (en humanos) y preclínica (en modelos animales e in vitro). Una de las más prometedoras es la que se está desarrollando por el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y liderada por los investigadores Isabel Sola y Luis Enjuanes. Se trata de una vacuna intranasal (que se administra por la nariz, en lugar de un pinchazo muscular) y que podría conferir una inmunidad esterilizante.
El vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología, Fernando Moraga-Llop, explica a Maldita.es cómo funciona este prototipo de vacuna: “La infección de la COVID-19 entra por la nasofaringe (la nariz y la garganta) y, por tanto, ahí produce las primeras reacciones de la enfermedad. Si administras una vacuna intranasal, además de producir una inmunidad general como lo hacen otras vacunas, también va a producir una inmunidad en las mucosas de la nasofaringe segregando inmunoglobulinas A (presentes en las mucosas del organismo, como la saliva o las lágrimas)".
A pesar de lo prometedor que pueda suponer este proyecto, Moraga-Llop cree que su aprobación tras el término de los ensayos clínicos (que aún no han empezado) tardará en llegar “al haber muchas menos experiencia de vacunas de este tipo por parte de las agencias reguladoras”. Por este motivo, este laboratorio está también desarrollando este prototipo de vacuna para que se pueda administrar por vía muscular, aunque el propio Enjuanes explica en este artículo del CSIC que la más adecuada será la vía nasal.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 05/08/2021