Este sábado 26 de junio de 2021 dejará de ser obligatorio en España el uso de mascarillas en espacios exteriores siempre que se pueda mantener una distancia de al menos 1,5 metros de personas que no formen parte de nuestro grupo de convivencia. Así está previsto que se apruebe en un decreto ley este jueves 24 de junio.
A partir de ese momento cambia la forma de manejar este objeto que ha formado y sigue formando parte de las medidas de seguridad para el control de la pandemia de COVID-19, y por ello conviene tener en cuenta algunos detalles para seguir utilizándolas con seguridad y eficacia.
Si tienes síntomas compatibles con la COVID-19 tienes que seguir aislándote
Ante el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en exteriores puede surgir la duda de si algunas personas deben seguir llevándola, por ejemplo, aquellas que tengan síntomas compatibles con la COVID-19, como fiebre, tos o dificultad respiratoria. La respuesta es que estas personas no deberían salir a la calle más que para recibir asistencia sanitaria, ya que deben aislarse de posibles contactos para evitar la transmisión del virus en caso de estar infectados.
En esos momentos de salir a la calle para ser atendidos en su centro de salud o en un entorno hospitalario, sí que deben seguir llevando la mascarilla en todo momento. Recuerda que el fin de las mascarillas no es solo evitar infectarte sino también evitar el contagio a los demás en caso de infección.
En cambio, este pasado martes 22 de junio, el Ministerio de Sanidad ha anunciado que las personas vacunadas que tengan contacto estrecho con una persona que haya dado positivo no estarán obligadas a guardar una cuarentena de 10 días como deben hacer los no vacunados.
Opcionales en exteriores con distancia, necesarias en los demás casos
Como decimos, a partir de este sábado 26 de junio está previsto que el uso de mascarilla deje de ser obligatorio en espacios exteriores siempre que se pueda mantener la distancia de seguridad con otras personas, pero seguirá siendo necesaria en los demás casos: en interiores y en exteriores cuando no se pueda mantener esa distancia. De hecho, en caso de duda sobre si en un espacio exterior hay suficiente distancia con otras personas, lo recomendable es seguir utilizándola.
Hasta ahora solo existían algunas excepciones en las que no era obligatorio el uso de mascarillas en cualquier espacio público: al hacer algún deporte individual al aire libre; en los momentos que rodeaban el baño en playas o piscinas, incluido el descanso previo o posterior, y en los momentos estrictamente necesarios para comer o beber.
A partir de ahora, la mascarilla seguirá siendo obligatoria en espacios interiores públicos y privados como por ejemplo las tiendas o centros comerciales, los bares y restaurantes excepto para comer o beber, el transporte público o los lugares comunes de los edificios de viviendas.
La importancia de las mascarillas en espacios interiores
Su uso sigue siendo especialmente importante en interiores mal ventilados, ya que los aerosoles que emitimos al respirar se acumulan y eso aumenta el riesgo de contagio. Para entenderlo, es útil hacer un símil con el tabaco: después de un tiempo fumando en una habitación sin ventilar éste se acumula y puede incluso "verse", así que sumando millones de gotitas de aerosol que se inhalen puede lograrse una dosis infectiva suficiente para la transmisión. "Y es fácil inhalarlos, como cualquier partícula que flota en el ambiente", explicaba a Maldita.es Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Precisamente debido a ese riesgo de acumulación de aerosoles en el aire, las mascarillas siguen siendo una herramienta eficaz para reducir los contagios, ya que cuando se usan adecuadamente, filtran el aire que respiramos para que esos aerosoles se queden fuera (o dentro, si los infectados somos nosotros y así protegemos a los demás).
Cuando hablamos del uso adecuado de las mascarillas nos referimos principalmente a dos cosas: la primera es utilizar mascarillas homologadas cumpliendo su tiempo recomendado de uso y no reutilizando las que no son reutilizables. De esta forma se mantienen sus propiedades y sus condiciones higiénicas.
La segunda es asegurar el ajuste, esto es, que no queden huecos por los lados, por arriba o por abajo por los que se cuele el aire sin filtrar. Aunque en principio las mascarillas autofiltrantes tipo FFP2 tienen un mejor ajuste, esto depende en gran medida del tamaño y la forma de cada cara. Estas mascarillas tienen además la ventaja de filtrar el aire en dos direcciones, tanto hacia dentro como hacia fuera, y no solo de dentro hacia afuera como hacen principalmente las mascarillas quirúgicas. Sobre el ajuste, aquí hablamos de algunas formas de asegurarte que es correcto y algunas cosas que no debes hacer.
Sin embargo también en exteriores existe cierto riesgo si no mantenemos la distancia social (unos 2 metros) y la mascarilla nos ayuda a reducirlo. "No hay riesgo nulo, hay proporcionalidad con la distancia, es decir, a más cerca del foco, más riesgo. En el exterior los aerosoles no se acumulan, pero a distancias cortas hay un riesgo que la mascarilla minimiza de forma muy eficaz", resume Jiménez Cid.
En la calle no (si hay distancia), pero sí en los portales o los ascensores
Poder caminar por la calle sin mascarilla, siempre que se pueda mantener la distancia de seguridad con otras personas, será un alivio para la mayoría, pero ojo porque no debemos salir de casa directamente sin ella si vivimos en un edificio compartido con otras personas. Lugares como los ascensores, los descansillos o el portal siguen siendo espacios cerrados y ahí la mascarilla sigue siendo obligatoria y recomendable para reducir el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2.
¿Qué hacer con la mascarilla cuando te la quites?
Ponernos y quitarnos la mascarilla seguirá siendo por lo tanto parte de nuestro día a día y conviene recordar cuál es la mejor forma de hacerlo y de mantener la mascarilla guardada hasta que nos la tengamos que volver a poner. De hecho, es una buena idea llevar siempre encima una mascarilla de repuesto por si al quitarla y ponerla la perdemos o se nos estropea.
Tal y como explicaba la farmacéutica Marián Boticaria García a Maldita.es, hay que salir de casa preparado “con un sobre de papel”. Puede ser, según explica, el típico sobre de cartas o una bolsa de papel para bocadillos. La idea es meter la mascarilla en el sobre sin necesidad de doblarla y volver a sacarla después para ponérnosla.
¿Por qué de papel? Si lo metemos en la típica bolsa de plástico, García explica que la humedad se puede concentrar. “El coronavirus no se va a replicar fuera del cuerpo humano. No va a criar en la bolsa, pero sí que puede haber hongos y otras bacterias en la mascarilla que en un entorno cerrado de plástico puedan proliferar. Además, la ventaja del papel es que es reciclable y puedes hacer el sobre tú mismo con un folio”, afirma.
La Sociedad Española de Microbiología (SEM) recuerda a Maldita.es que “la mascarilla puede quitarse fácilmente por la zona de las gomas sin tocarla”. “Después, se pliega tocando por fuera y se guarda envuelta en una tela, un sobre, un pañuelo o una bolsa cerrada. También se puede utilizar para guardarla un contenedor rígido (como un estuche de gafas viejo) que luego podremos desinfectar con alcohol al 70% en casa”, indica. Siempre que nos quitemos la mascarilla o antes de volvérnosla a poner, la SEM recomienda lavarnos las manos con gel hidroalcohólico.
Tanto la farmacéutica como la Sociedad Española de Microbiología subrayan que lo que no debemos hacer nunca es dejarla encima de la mesa en el restaurante ni colgárnosla de ninguna manera. “Airearla es lo que no queremos hacer con una mascarilla usada, precisamente, sin contar con lo que podría pasar al primer golpe de viento”, afirma la Sociedad Española de Microbiología.
Meterla en el bolso o en un bolsillo también es desaconsejable, según García, porque “puede estar contaminada”: “Si la metes en el bolso sin guardarla en ningún sitio, puedes estar contaminando el móvil, los bolígrafos o lo que lleves dentro”.