Hace ya más de un año que convivimos con el SARS-CoV-2 y mientras avanza la vacunación, seguimos teniendo por delante al menos algunos meses de pandemia. Por suerte el conocimiento sobre este virus y su comportamiento ha aumentado mucho en este tiempo y eso nos ayuda a protegernos mejor.
Ahora sabemos, por ejemplo, que los mecanismos de transmisión del patógeno hacen de los espacios cerrados (especialmente si están mal ventilados) entornos mucho más propicios al contagio que los sitios al aire libre y por eso ahí es especialmente importante el uso correcto de las mascarillas, aunque en sitios abiertos sigue existiendo cierto riesgo si no mantenemos la distancia de seguridad con otras personas.
La entrada en escena de las vacunas y su aplicación masiva empezando por la población más vulnerable servirá para seguir reduciendo el riesgo de desarrollar COVID-19 grave y con ello permitirá ir relajando en el futuro algunas de las medidas de prevención.
El riesgo es mucho mayor en interiores porque los aerosoles se acumulan
Aunque al principio de la pandemia hablábamos del contagio por gotículas, que son pequeñas gotas de saliva que contienen el patógeno, a día de hoy sabemos que también los aerosoles son una vía de transmisión. Los aerosoles son más pequeños que las gotículas y son capaces de permanecer más tiempo en suspensión en el aire y de desplazarse más lejos, aumentando el riesgo de contagio.
La diferencia entre unas y otros, explica Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, no es fácil de establecer por una línea concreta: "Hay un rango infinito y todo lo que se escupe o exhala lleva virus. Las gotas gordas caen rápido y al ser gordas portan más carga viral. Como elementos de contagio son más peligrosas, pero la "balística" no les favorece a distancias medias. Cada gota de aerosol porta menos virus, claro, porque es enana, pero si lleva hablando, cantando, respirando un tiempo en un ambiente en el que no se disipan puede haber una buena concentración".
En el mismo sentido apunta Sonia Zúñiga, investigadora del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC: "La diferencia es que [los aerosoles] son más pequeños y por tanto, el factor distancia aumenta comparado con las gotículas, que en general son más grandes y por tanto "caen" antes".
Ambos hacen un símil con el tabaco: después de un tiempo fumando en una habitación sin ventilar éste se acumula y puede incluso "verse", así que sumando millones de gotitas de aerosol que se inhalen puede lograrse una dosis infectiva suficiente para la transmisión. "Y es fácil inhalarlos, como cualquier partícula que flota en el ambiente", subraya Jiménez Cid.
Ese es precisamente el factor que hace de los espacios interiores y mal ventilados el sitio más peligroso cuando hablamos del contagio de la COVID-19: que se puedan acumular aerosoles hasta convertirse en una dosis infectiva suficiente. Por eso todas las autoridades sanitarias y los expertos a estas alturas tienen clara una de las principales recomendaciones para reducir la transmisión de la enfermedad: realizar actividades en espacios abiertos.
En espacios abiertos el riesgo no es nulo, pero "se reduce considerablemente cuanto mayor es la distancia. Por supuesto, con mascarilla, en silencio y con distancia, el riesgo en espacios abiertos es muy muy reducido", señala Zúñiga.
La importancia de la mascarilla, especialmente en interiores
Precisamente debido a ese riesgo de acumulación de aerosoles en el aire, las mascarillas son una herramienta eficaz para reducir los contagios, ya que cuando se usan adecuadamente, filtran el aire que respiramos para que esos aerosoles se queden fuera (o dentro, si los infectados somos nosotros y así protegemos a los demás.
Cuando hablamos del uso adecuado de las mascarillas nos referimos principalmente a dos cosas: la primera es utilizar mascarillas homologadas cumpliendo su tiempo recomendado de uso y no reutilizando las que no son reutilizables. De esta forma se mantienen sus propiedades y sus condiciones higiénicas.
La segunda es asegurar el ajuste, esto es, que no queden huecos por los lados, por arriba o por abajo por los que se cuele el aire sin filtrar. Aunque en principio las mascarillas autofiltrantes tipos FFP2 tienen un mejor ajuste, esto depende en gran medida del tamaño y la forma de cada cara. Estas mascarillas tienen además la ventaja de filtrar el aire en dos direcciones, tanto hacia dentro como hacia fuera, y no solo de dentro hacia afuera como hacen principalmente las mascarillas quirúgicas. Sobre el ajuste, aquí hablamos de algunas formas de asegurarte que es correcto y algunas cosas que no debes hacer.
Sin embargo también en exteriores existe cierto riesgo si no mantenemos la distancia social (unos 2 metros) y la mascarilla nos ayuda a reducirlo. "No hay riesgo nulo, hay proporcionalidad con la distancia, es decir, a más cerca del foco, más riesgo. En el exterior los aerosoles no se acumulan, pero a distancias cortas hay un riesgo que la mascarilla minimiza de forma muy eficaz", resume Jiménez Cid.
Lo que está cambiando donde la vacunación ya es masiva
En España actualmente el uso de mascarillas es obligatorio en todos los espacios públicos con algunas excepciones en torno al deporte y el baño en playas y piscinas, si bien algunos expertos piden que se reconsidere esa obligación para actividades al aire libre en los que se mantiene la distancia interpersonal, como contaba este reportaje publicado por El País.
A medida que la vacunación avanza y se generaliza, otros países están empezando a implementar algunos cambios en lo que se refiere al uso de mascarillas. Es el caso de Estados Unidos, donde este martes 27 de abril los CDC (Centros de Control de Enfermedades) han actualizado sus recomendaciones en cuanto al uso de mascarillas, con indicaciones diferentes para personas vacunadas (esto es, con la pauta de vacunación completa) y no vacunadas.
En lo que se refiere a las actividades en exteriores, consideradas las más seguras, especialmente cuando se realizan en grupos pequeños, los CDC eliminan la recomendación de las mascarillas para las personas vacunadas excepto en una circunstancia: los eventos con muchas personas como desfiles, acontecimientos deportivos o actuaciones en directo.
En cambio en interiores, la recomendación de utilizar mascarilla se mantiene tanto para las personas vacunadas como para las no vacunadas, aunque para las primeras sean en general entornos seguros. Dentro de esas actividades en espacios interiores, alcanzan el nivel de riesgo más alto aquellas en las que la mascarilla se retira en algunos momentos, como los bares y restaurantes donde se quita para comer y beber, y aquellas en las que se emite más cantidad de aerosoles, como los sitios donde se canta o donde se hace ejercicio físico intenso.
Primera fecha de publicación de este artículo: 28/04/2021