A lo largo de estas semanas de crisis pandémica, desde Maldita Ciencia os hemos estado explicando qué síntomas y secuelas deja la COVID-19. Esta enfermedad puede afectar a gran parte del organismo: desde los pulmones a la piel, el corazón, los ojos o la boca.
He aquí un resumen de los síntomas y las secuelas más importantes.
Los posibles síntomas y secuelas respiratorios
Entre los principales síntomas del coronavirus, están la tos, la falta de aliento y las dificultades respiratorias. En casos más graves, la infección puede causar neumonía y síndrome respiratorio agudo severo, según recoge la Organización Mundial de la Salud y ya os hemos explicado en Maldita Ciencia.
La COVID-19 también puede dejar secuelas respiratorias. Por ejemplo, Joaquim Gea, jefe del servicio de Neumología del Hospital del Mar de Barcelona, explica a Maldita Ciencia que pueden tener fibrosis intersticial. Se trata de una cicatrización anómala del pulmón que, según Medline Plus, el servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, puede causar inflamación y hacer que sea difícil obtener suficiente oxígeno. En general, esta secuela afecta a los pacientes “que han tenido una neumonía grave”. Puedes encontrar más información al respecto aquí.
Cómo afecta el coronavirus a la piel
Tanto el Ministerio de Sanidad como la OMS incluyen las "manifestaciones cutáneas" entre los posibles síntomas leves y menos frecuentes de la COVID-19. Además, cerca de 100 dermatólogos españoles han identificado en un estudio cinco tipos de manifestaciones cutáneas diferentes en pacientes con la COVID-19.
Entre ellas, están las erupciones similares a sabañones en pies y manos en pacientes jóvenes, las erupciones vesiculosas (similares a pequeñas ampollas) principalmente en el tronco y a veces en las extremidades o las lesiones urticariformes (como ronchas enrojecidas) especialmente en el tronco o dispersas por el cuerpo. También incluyen las máculo-pápulas (manchas rojas y ligeramente inflamadas) y lesiones que conducen a daños graves en los vasos sanguíneos como la livedo-reticularis (moteado rojo y violáceo que aparece principalmente en las piernas) y la necrosis (muerte de algunos tejidos). En Maldita Ciencia os hemos explicado en qué consisten estas manifestaciones cutáneas con más detalle. Puedes leer más información al respecto aquí.
La COVID-19 y los ojos
El profesor y doctor en oftalmología Jorge Alió explica a Maldita Ciencia que algunos pacientes, al comienzo de su signos clínicos o incluso antes de tener nada, han presentado una conjuntivitis que les provoca tener los ojos irritados, sentir molestias y segregar lágrimas. Estas lágrimas, según indica, pueden ser transportadoras del virus. Hay estudios como este, este o este en los que se ha detectado el ARN del virus o carga viral en los ojos o lágrimas de pacientes.
También hay pacientes graves que experimentan conjuntivitis más adelante, en general ya en la UVI. En este caso tienen los ojos irritados “debido a la situación inflamatoria general que padece”. “Esta segunda conjuntivitis no es contagiosa por las lágrimas puesto que la PCR es negativa en la lágrima”, añade. Os lo explicamos aquí.
Además, durante la pandemia se ha producido un aumento de casos de ojo seco. José Manuel Benítez del Castillo, catedrático de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid y oftalmólogo asistencial en el Hospital Clínico San Carlos y en la Clínica Rementería, cuenta a Maldita Ciencia que puede tener que ver con padecer la COVID-19: “Sabemos que tras una conjuntivitis vírica de otras causas, aparece como complicación un ojo seco”. *
Los posibles síntomas y secuelas cardiovasculares
Hay quienes experimentan síntomas y secuelas cardiovasculares, es decir, relacionadas con el corazón y los vasos sanguíneos. David Vivas, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), cuenta a Maldita Ciencia que el paciente puede presentar trombos (sobre todo pulmonares), experimentar una inflamación del pericardio (membrana que rodea al corazón), problemas en el miocardio (la parte muscular del corazón), taquicardia (el corazón late demasiado rápido) o mala tolerancia al ejercicio.
Entre las posibles secuelas, también están la miocarditis (una inflamación directa del músculo cardíaco que conlleva un deterioro de su capacidad mecánica de contracción y relajación y puede llegar a ser mortal) y daño miocárdico (una inflamación no producida directamente por el virus sino por todo el tsunami inflamatorio que produce la COVID-19 a nivel sistémico). Aquí os contamos todo lo que sabemos al respecto.
Qué problemas provoca la COVID-19 en la boca, los dientes y la lengua
Algunos pacientes pueden tener ampollas, úlceras o alteraciones salivales durante la enfermedad. La Sociedad Española de Medicina Oral (SEMO) indica a Maldita Ciencia que la única secuela intraoral que se ha descrito es la pérdida del gusto. “En torno a un 70% de los pacientes sufren ageusia (pérdida del sentido del gusto), además de la anosmia, pérdida del sentido del olfato. Esta pérdida sí puede persistir durante meses tras la curación del paciente”, afirma.
La COVID-19 también puede provocar una disminución en la producción salival: “No está claro si esta alteración se debe a la infección por el virus, a una afectación neurológica que la regula o a la suma del proceso inflamatorio que provoca la infección en pacientes que ya padecen enfermedades anteriores que afectan a la producción de saliva”. Del mismo modo, se desconoce si esta alteración puede ser persistente en el tiempo, según la SEMO. Puedes consultar más información al respecto aquí.
Las posibles secuelas neurológicas
Algunas personas que han superado la enfermedad pueden también experimentar síntomas y secuelas neurológicas, es decir, que afectan al sistema nervioso central y periférico. Por ejemplo, hay personas que perdieron el olfato hace seis meses y todavía no lo han recuperado. Además, hay quienes tienen dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, problemas de memoria, daños en el nervio óptico o incluso crisis epilépticas.
La Sociedad Española de Neurología, indica a Maldita Ciencia que hay pacientes que experimentan secuelas indirectas. “Es decir, aquellas que no se deberían directamente a la COVID-19, sino a las complicaciones que la enfermedad produce”, indica. Por ejemplo, quienes han sufrido un ictus durante la enfermedad pueden tener debilidad de miembros, trastornos del habla o alteraciones del equilibrio y de la marcha. Los pacientes también pueden tener “secuelas debidas al ingreso prolongado en UCI, como trastornos de la fuerza o de la sensibilidad en brazos y piernas”. Puedes leer más sobre estas y otras secuelas neurológicas aquí.
La COVID-19 y los oídos *
En los últimos meses se ha planteado una posible asociación entre el SARS-CoV-2 y las enfermedades del oído. Un estudio publicado en American Journal of Otolaryngology revela una ligera pérdida auditiva para altas frecuencias y un posible deterioro de las células sensitivas del oído en algunos pacientes con COVID-19. Sin embargo, no se ha podido demostrar que la hipoacusia (incapacidad total o parcial para escuchar sonidos en uno o ambos oídos) haya sido causada directamente por el virus.
Aún hacen falta más estudios para conocer con certeza hasta qué punto la COVID-19 puede dejar secuelas otológicas. El 13,2% de los 121 pacientes con SARS-CoV-2 participantes en un estudio publicado en International Journal of Audiology aseguraron tener pérdidas de audición ocho semanas después de ser dados de alta en el hospital. En total, ocho personas se quejaron del deterioro de audición, mientras otras ocho dijeron sufrir tinnitus (zumbido en los oídos). Os contamos todo lo que sabemos sobre cómo la COVID-19 afecta a los oídos en este artículo.
* Actualizado el 15 de diciembre de 2020 con información sobre el aumento de casos de ojo seco detectados durante la pandemia y sobre cómo la COVID-19 afecta a los oídos.
Primera publicación del artículo: 23/10/2020.