Muchos de vosotros nos habéis preguntado por diferentes vídeos que el cantante Miguel Bosé ha publicado recientemente en sus redes sociales opinando sobre los componentes de las vacunas o el uso de mascarillas en pacientes sanos, entre otras cuestiones.
Las vacunas son fundamentales para la prevención de enfermedades
En uno de los vídeos, compartido a través de Facebook e Instagram, Bosé afirma que las vacunas de hoy, en comparación con las de hace años, “tienen otros elementos” con los que dice no estar de acuerdo. De ahí que afirme que hay vacunas “que no se quiere ni se va a poner” ya que dice “tener información sobre cuáles son los riesgos de sus contenidos”.
Las vacunas desempeñan un papel fundamental en la prevención de enfermedades, tanto las nuevas como las conocidas. ¿Cómo funcionan? Como te explicamos aquí, cuando recibimos una vacuna, introducimos en nuestro organismo un antígeno (ya sea un virus o una bacteria) desactivado; esto consigue que el sistema inmune actúe como si este estuviera vivo y así se arme y prepare contra él.
"De este modo, el individuo queda protegido y ante una segunda infección, que puede ser con el virus o bacteria ya «vivo», lo reconocen antes y acaban con él", explica a Maldita Ciencia Noelia Casares, experta en inmunología e inmunoterapia en el Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra.
Como concluye Casares, este es el principio básico de las vacunas: "engañar" al sistema inmune, como en un ensayo general, para que esté listo y actúe en el "estreno de la obra", es decir, cuando de verdad entra en el organismo el virus o bacteria.
"Cuando viene un patógeno nuevo, la gente piensa que hay que tener una vacuna pronto para «evitar más infecciones y más muertes», pero cuando el patógeno va pasando, «las vacunas son malas, malísimas», reflexionaba Sonia Zuñiga, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC) en Maldita Ciencia. "Creo que los humanos nos hemos olvidado de cómo era convivir con enfermedades graves que diezmaban a la población, y que ahora están erradicadas o son anecdóticas gracias a las vacunas, como el sarampión, la polio, la tosferina o la viruela", añade.
Los componentes de las vacunas son seguros y cada uno cumple una función para que el medicamento sea eficaz y se mantenga correctamente
Ni Miguel Bosé ha sido el primero en criticarlos ni es la primera vez que se atacan los componentes de las vacunas y la supuesta peligrosidad de estos en nuestra salud. Sin embargo, respecto a las cuestiones de seguridad, existen pocos productos sanitarios tan vigilados y controlados por las agencias reguladoras como las vacunas. De hecho, son varias fases de investigación y controles los que tiene que pasar un fármaco de este tipo antes de ser aprobado y lanzado al mercado. Puedes leer en profundidad sobre las vacunas en este artículo.
"Después de 40 años de ejercicio de mi profesión, he oído de todo sobre la vacunación", explica a Maldita Ciencia Ana Isabel Giner, antigua pediatra hospitalaria de atención primaria y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. "Su composición interesa mucho a los grupos «antivacunas», pues acusan de incontables efectos secundarios a cualquiera de los productos usados como coadyuvantes, estabilizantes o conservantes. Composición que está detallada en el prospecto de cada una de las vacunas", añade.
Según el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), la "receta" de estos fármacos está formada por:
- Antígeno inmunizante, que es la sustancia (el virus o la bacteria, por ejemplo) que, al introducirse en el organismo, induce una respuesta inmunitaria y provoca la formación de anticuerpos.
- Líquido de suspensión. La solución salina, agua destilada o, en ocasiones, productos derivados de los cultivos necesarios para la obtención de las vacunas.
- Preservantes, estabilizantes y antibióticos. Son sustancias utilizadas para estabilizar los distintos componentes de la vacuna, evitar su degradación o impedir la contaminación por otros microorganismos (gelatinas, aminoglucósidos, polimixina B, formaldehído...).
- Adyuvantes. Son compuestos que se añaden a algunas vacunas para aumentar la inmunogenicidad de los antígenos que contienen o prolongar su efecto estimulador. Es decir, permiten que la cantidad necesaria del virus o bacteria o el número de inyecciones sea menor, potenciando toda la respuesta inmune (sales de aluminio, MF59, AS04, virosomas...).
"Ningún avance en medicina ha salvado tantas vidas como las vacunas y, gracias a ellas, las enfermedades que antes mataban a millones de personas, ahora se consideran erradicadas", recuerda Casares. "Además, por tratarse de un producto con origen biológico el proceso de producción está muy regulado y cumple estándares muy, muy altos, mucho más que para comercializar cualquier otro producto. De ahí que sean extremadamente seguras, independientemente de los conservantes, antibióticos o emulsionantes que lleven, que siempre van en un porcentaje muy bajo". Concluye, aclarando que el riesgo de todos esos factores, siempre será mucho menor que el beneficio.
Puedes leer más sobre los bulos en relación a algunos componentes de estos fármacos, la verdadera causa por la que se utilizan y el efecto real que tienen en nuestro cuerpo aquí.
En España la vacunación no es obligatoria
Bosé también dice que “hay determinadas vacunas que no se va a poner”, que “no se quiere poner”, que “espera que no le obliguen a ponerse” y, sobre todo, que estas “no sean condicionantes”, es decir, que se requieran para realizar determinadas actividades.
Sin embargo, como ya explicábamos aquí, en España, salvo en situaciones excepcionales, la vacunación es voluntaria (y recomendable). “Nuestro ordenamiento no incorpora explícitamente el deber de vacunación y nadie puede, en principio, ser obligado a vacunarse”, explicó a Maldita Ciencia el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP). No obstante, la vacunación obligatoria se podría imponer en caso de epidemias, según el CAV-AEP, tal y como os explicamos aquí.
Usar mascarilla minimiza el riesgo de contagio de COVID-19 y la deben usar también las personas sanas
En otro de los vídeos que Miguel Bosé ha compartido en Facebook e Instagram , el cantante admite estar de acuerdo con los grupos que cuestionan la eficacia del uso de mascarillas. Según Bosé solo los enfermos, los sanitarios y los ancianos deberían llevarla. “La población sana no tiene por qué llevar mascarilla. La población sana tendría que estar en la calle [...] y hacer una vida normal”, afirma.
Sin embargo, como ya explicamos aquí o aquí, las evidencias apuntan a que el uso de mascarillas en la población sana, especialmente en espacios interiores, minimiza el riesgo de contagio: por una parte actúa como barrera física que dificulta la posibilidad de entrar en contacto con el virus y por otra, reduce el riesgo que suponen los pacientes asintomáticos como fuentes de contagio.
Entre los estudios que demuestran la eficacia de las mascarillas, este demostró cómo la gran parte de las gotículas de saliva emitidas al hablar se bloqueaban al cubrirse la boca con un paño húmedo. Los resultados de este otro, en el que participaron personas con resfriado común, sugerían que el uso de una mascarilla quirúrgica reducía significativamente la cantidad de estos virus respiratorios emitidos en gotitas y aerosoles.
Además, no hay que olvidar la posibilidad de que una persona asintomática puede contagiar. Esto quiere decir que, aunque no presente síntomas y piense que esté sana o sano, podría no ser así y estar contagiando a las personas que se encuentran a su alrededor. De ahí otro motivo por el que el uso de mascarilla es importante en toda la población, no solo en los pacientes que han dado positivo en coronavirus.
Otro estudio publicado en junio en la revista Health Affairs compara la tasa de crecimiento de COVID-19 antes y después de que algunos estados de Estados Unidos regularan la obligatoriedad del uso de mascarilla. “El uso de máscaras faciales en público disminuyó las tasas de crecimiento diario de COVID-19 en comparación con los estados que no emitieron mandatos”, concluyen los autores. Las conclusiones de esta otra investigación en la que se analizaron las muertes por coronavirus en 198 países apuntar a que, en aquellos en los que las normas sociales y las políticas gubernamentales que favorecían el uso de mascarilla se asociaban con una menor mortalidad por COVID-19.
También hay evidencias que apuntan a que, incluso en escenarios de alto riesgo, utilizar mascarilla disminuye la posibilidad de contagio. Como ejemplo, este caso en el que un paciente de COVID-19 voló de China a Canadá usando mascarilla y ninguna de las 25 personas más cercanas a él dio positivo. En otro caso, a finales de mayo, dos estilistas en Misuri (Estados Unidos) tuvieron contacto cercano con 140 clientes estando contagiados y llevando mascarilla, pero ninguno de los clientes dio positivo.
Por su parte, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) a través de esta nota de prensa publicada el 24 de agosto, recomienda a toda la población general (incluyendo a personas con enfermedades respiratorias y niños) el uso de mascarillas homologadas para prevenir la COVID-19. “Las excepciones solo pueden ser para aquellos ciudadanos que tengan alguna discapacidad, trastorno del comportamiento, enfermedad mental o problema de salud que haga incompatible su utilización, lo que ha sido regulado desde la finalización del estado de alarma por todas las comunidades autónomas”, recuerda SEPAR.
Primera fecha de publicación del artículo: 24/08/2020.