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MALDITA CIENCIA

Limpiar o no las cafeteras italianas, suplementos de magnesio y vómitos de abeja. Llega el 22º consultorio de Maldita Alimentación

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¿Que si la Semana Santa iba a impedir que este primer viernes de mes llegara a tu pantalla el consultorio de Maldita Alimentación? ¡Evidentemente no! Y como en ocasiones anteriores ya hemos contado todo lo que hay que contar sobre lo típico de estas fechas, las torrijas, hoy nos plantamos aquí con cafeteras italianas, alcohol para cocinar, vómitos de abejas (o miel, veremos) y magnesio.

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¿Es cierto que no lavar las cafeteras italianas hacen que el café sepa cada vez mejor?

Toda persona cafetera que se precie conoce los entresijos de una cafetera italiana, formada por tres piezas: el recipiente para almacenar el agua, el que se utiliza para colocar el grano molido y aquel en el que se acumula el café ya hecho… Esta máquina es precisamente el blanco de uno de esos mitos ‘de toda la vida’ que tanto nos gustan en Maldita.es: ¿es cierto que no hay que lavar este tipo de cafeteras porque, con el tiempo, los restos de café que acumula hacen mejores los cafés posteriores? Sentimos decepcionarte si era lo que hasta ahora dabas por hecho, pero no.

“Siempre se ha dicho que los restos de café eran lo que iba haciendo que el café que se hacía después supiera cada vez mejor, que no teníamos por qué lavar este tipo de cafeteras”, explicaba a Maldita.es en una de nuestras Twitcherías científicas Beatriz Robles, dietista-nutricionista, tecnóloga de los alimentos y maldita que nos presta habitualmente sus superpoderes. Es más, la sabiduría popular se negaba incluso a aclarar el recipiente del café después de ponerlo al fuego. “Pues es una cerdada”, añadía la experta, rotunda.

El motivo es que el café es una materia orgánica y que, como tal, pueden crecer en ella microorganismos. Supone el caldo de cultivo perfecto: “Tenemos materia orgánica, tenemos humedad y tenemos una temperatura ambiente… ¿Qué más queremos?”, plantea retóricamente Robles.

No perdamos de vista que algunas de estas cafeteras tienen zonas a las que es muy difícil acceder y que se limpian con dificultad. “Con lo cual, si encima dejamos esos restos durante cierto tiempo, imaginemos el ecosistema que puede crecer en una cafetera”. La conclusión: “A pesar y en contra de la creencia popular, hay que lavarlas”.

Además, al tratarse de un alimento que desprende aceites, si estos no se quitan de la cafetera con jabón, se van quedando pegoteados a ella. “Al final se rancian, dando un sabor asqueroso al café”, explica Mikel López Iturriaga en El Comidista. “¿Enjuagarías una sartén [solo] con agua después de freír bacon? No, ¿verdad? Pues no hagas esa marranada con el café”, añade.

En el interior del depósito también pueden salir manchas con aspecto similar al del óxido pero que, en realidad, se trata de café quemado: tanto al poner el café en el embudo como al llegar al punto de ebullición, las partículas de café caen a la base del depósito del agua. Cuando no queda agua, se queman, dando lugar a estas pequeñas manchas.

Que haya que lavar esta herramienta no quiere decir que tengamos que frotar como si nos fuera la vida en ello: con pasar una esponja con jabón normal y corriente y aclarar, es suficiente. Para terminar y de cara a evitar la aparición de moho, es recomendable secarla con papel de cocina.

¿Qué es el magnesio y qué funciones tiene en nuestro cuerpo? ¿Es necesario suplementarlo?

Puede que últimamente hayas dado con algún vídeo en TikTok que recomiende la ingesta diaria de magnesio, un nutriente que el cuerpo necesita para mantenerse sano y llevar a cabo correctamente todas sus funciones, o que promueva los suplementos de este mineral para mejorar el sueño y tener menos estrés, entre otros supuestos beneficios. Sin embargo, no es necesario recurrir por norma general a suplementos de magnesio: una dieta saludable es más que suficiente para obtener los niveles adecuados. En caso de déficit, debe ser un profesional sanitario quien gestione la suplementación. Además, ojo, que el exceso del mineral a través de suplementos puede provocar diarrea, náuseas e incluso efectos adversos más graves, como un paro cardíaco.

Como adelantábamos, el magnesio es un nutriente muy importante para nuestra salud, con más de 300 funciones en el cuerpo. Por ejemplo, colabora en la síntesis de carbohidratos, lípidos, ácidos nucleicos y proteínas y es necesario para acciones específicas en diversos órganos del sistema neuromuscular y cardiovascular, según explica la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).

Podemos dar con él en varios alimentos como legumbres, nueces, semillas, cereales integrales, hortalizas de hojas verdes y algunos productos lácteos. También en suplementos minerales multivitamínicos y otros suplementos dietéticos.

Sobre si estos últimos son realmente necesarios, lo cierto es que, en personas sanas, no suele serlo: basta con una dieta saludable para asegurar unos niveles correctos de magnesio, según explicó a Maldita.es Ion Rezola, dietista-nutricionista especializado en nutrigenómica y nutrigenética en Made of Genes y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. Esto puede aplicarse a los suplementos de otras muchas sustancias: como hemos explicado en otras ocasiones en Maldita.es, los suplementos no deben sustituir una dieta equilibrada que aporte los nutrientes necesarios.

De hecho, en general y según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), el déficit sintomático de magnesio en personas sanas es poco habitual, ya que los riñones limitan la excreción urinaria de este mineral. Las ingestas bajas que pueden provocar su deficiencia suelen deberse a ciertas condiciones de salud.

En el caso del magnesio, no se recomienda una ingesta suplementaria mayor a 400 miligramos (mg) por día, salvo que sea la recomendación médica. El motivo es que, mientras que el magnesio que se encuentra naturalmente en los alimentos es inocuo y no es necesario limitar su consumo, el exceso del mineral a través de suplementos puede provocar diarrea, náuseas y cólicos estomacales, y un consumo extremadamente alto puede provocar un ritmo cardíaco irregular y paro cardíaco, según explican los NIH.

Para ingerir suplementos lo ideal es realizarlo bajo control de un profesional de la salud, quien puede adaptar la dosis a medida que progresa el tiempo “además de valorar si realmente es necesaria la suplementación de ese mineral para cada caso”, subraya Rezola.

¿Cómo hacen las abejas la miel?

La miel es un alimento muy rico en glucosa (aunque sin pruebas de sus supuestas propiedades beneficiosas) producido por las abejas. ¿Cómo la fabrican? La clave está en el néctar de las flores y el proceso de transformación que sufre en el sistema digestivo de las abejas.

“Las abejas toman néctar y lo van acumulando en una especie de buche en su tubo digestivo. Hay ciertas enzimas [proteínas que catalizan reacciones] que se producen en glándulas en la cabeza y que en las obreras con cierta edad convierten la sacarosa en glucosa y fructosa y transforman el néctar en miel”, indica a Maldita.es Concepción Ornosa, profesora del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) especializada en abejas.

Al llegar a las colmenas, las abejas pasan este néctar poco tratado a otras abejas, que siguen poco a poco el mismo proceso dentro de su propio buche. “Cuando está más elaborado, dejan el néctar en las celdas con gran cantidad de agua, que se evapora por la elevada temperatura de las colmenas. Cuando no queda más del 20% de agua, las abejas tapan las celdas y así la pueden conservar durante todo el invierno. Esa miel tiene poca cantidad de agua y un pH bajo que evita el desarrollo de microorganismos. Así pueden posteriormente consurmirla”, resume Ornosa.

La experta aclara también que ni sólo la abeja de la miel (Apis mellifera) produce miel ni todas las abejas producen miel. Los abejorros y las conocidas como abejas sin aguijón también son fabricantes de miel. El declive de las abejas puede repercutir en una dieta menos equilibrada para los humanos por su importancia en polinizar frutas y hortalizas.

¿Es verdad que si cocinas con una bebida alcohólica se evapora el alcohol?

Una maldita nos ha preguntado vía web —a la derecha de este artículo hay una cajita que pone “mándanos tus preguntas”, ahí— si cuando se cocina con una bebida alcohólica se evapora el alcohol. La respuesta es que no se evapora del todo. Cuanto más tiempo se cocine y/o más temperatura se aplique, menos cantidad de alcohol quedará, pero no se termina de evaporar incluso pasadas tres horas de cocción.

El dietista-nutricionista Julio Basulto recoge en su propio blog numerosa literatura científica sobre este asunto. Además, incide en que las recetas con alcohol deben ser evitadas en menores de edad, embarazadas, conductores y personas con problemas de salud relacionados con el alcohol. “El alcohol no se evapora del todo en la cocción”, zanja.

Miguel Ángel Lurueña, tecnólogo de alimentos y miembro del consejo asesor de Maldita Alimentación, también cuenta en sus redes sociales —a través de su etiqueta #gominolasdepeseta, con datos curiosísimos sobre alimentación— que la cantidad retenida de alcohol al cocinar puede variar, “entre el 4 y el 85%”, dependiendo de cómo se cocine, el tipo de licor y el alimento.

Uno de los estudios más citados es un trabajo de 1992 que es el que pone cifra a los porcentajes que cuenta Lurueña. En él se estudió cuánto alcohol quedaba en seis recetas diferentes y varias maneras de cocción, como agregar el alcohol al líquido hirviendo y quitándolo del fuego al instante, flambeándo o cociéndolo hasta tres horas. La conclusión a la que llegaron es que siempre queda algo de alcohol en el alimento al cocinarlo.

¿Cuánto alcohol queda, según este trabajo? Basulto hizo las cuentas y en una ración que usa 100 gramos de cerveza rubia con 3,3 grados de alcohol se puede encontrar, como mucho, lo equivalente en alcohol a medio vaso de cerveza: “No es gran cosa, salvo en colectivos de riesgo”.

Como siempre añadimos cuando hablamos de alcohol, recordamos que no existe una cantidad de alcohol mínima que se considere “saludable” o “segura” para los humanos —por mucho que persista el mito de la copa de vino al día— y que la única manera segura de evitar las consecuencias negativas de consumir alcohol es no beber.

¡Un momento!

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En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Beatriz Robles, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos, que forma parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es en colaboración con FECYT que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación; e Ion Rezola, dietista-nutricionista especializado en nutrigenómica y nutrigenética en Made of Genes.

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Primera fecha de publicación de este artículo: 07/04/2023

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