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MALDITA CIENCIA

Malditas picaduras: cómo deducir el ‘bicho’ culpable

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Cuando llega el calor, no solo los chicos se enamoran. No solo tenemos que prestar más atención si cabe a la protección de nuestra piel frente al sol. No solo tenemos que tener cuidado con las sobras de comilonas al aire libre. También debemos, al menos, considerar que la posibilidad de recibir un picotazo aumenta.

Si tenemos la mala suerte de que algo ha incrustado su aguijón o ha pegado un bocado a un trocito de nuestra piel. ¿Podemos saber qué ‘algo’ ha sido si prestamos atención a la picadura? Puede que sí.

Picaduras de mosquita: abultadas y con una marca en medio

Al picar, las mosquitas (que no los mosquitos) se hacen hueco en nuestra piel usando una “parte especial de la boca”, el probóscide, para chupar sangre. Mientras se alimentan, inyectan saliva en la piel. “Las reacciones del cuerpo a la saliva son una protuberancia y comezón”, señalan en su página web los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

Para descartar las de otros insectos, así es como describen los CDC las picaduras de las mosquitas: un bultito hinchado y enrojecido que aparece unos cuantos minutos después de la picadura que adquieren a las horas un color marrón rojizo (suele tener el puntito por donde ha penetrado el probóscide en el medio). También podemos encontrarlos como pequeñas ampollas en lugar de bultos.

Picaduras de abeja: puede que encuentres el aguijón

Dado que el aguijón de la abeja queda clavado en la piel tras la picadura, produciendo su muerte, como detalla este documentos sobre mordeduras y picaduras de animales de la Asociación Española de Pediatría (AEPED), puedes utilizar este como pista para saber si ha sido este insecto el que te ha metido el picotazo.

Este es también el motivo por el que, como explicamos en Maldita.es, debamos llevar especial cuidado al tratar una picadura simple de abeja, intentando extraer el aguijón con unas pinzas sin hurgar en exceso en la zona.

Fuente: Beespoke Info

Picaduras de avispa, como las de abeja pero sin el aguijón

La avispa, al contrario que la abeja, ni muere cuando pica ni siempre utiliza su aguijón (vamos, que a veces muerde), por lo que esta vez no nos servirá de pista. El porqué, como explicamos en Maldita.es, de que no nos deje en la piel ‘su arma’ es que esta no está formada por pequeños dientes (como una sierra) como el aguijón de la abeja, lo que impide a esta sacarlo una vez ha penetrado en nuestra epidermis. El de la avispa es liso y le permite picar numerosas veces.

Si crees que te ha picado una avispa, comprueba si la zona está enrojecida e hinchada, es de un diámetro menor de diez centímetros y presenta una pápula blanca, en la que a veces puede atisbarse el lugar por donde la avispa introdujo el aguijón. Así lo describe la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

Picaduras de araña: busca los dos ‘dientes’

La característica principal de las picaduras de las arañas con las que puedes toparte en tu día a día es que, al ser obra de los dos colmillos (o quelíferos) del arácnido, puedes localizar dos puntitos en el centro de la lesión.

Ahora bien, también podemos tener un encontronazo con ejemplares más peligrosos. Como señala la AEPED, en nuestro entorno solo se consideran un peligro potencial por su toxicidad dos tipos de arañas: la viuda negra (latrodectus) y la araña parda (loxoceles).

Por un lado, la viuda negra posee un veneno neurotóxico (considerado el más peligroso, ya que afecta el sistema nervioso) que genera una reacción local con dos marcas procedentes de los colmillos (puntos equimóticos) separados por unos seis milímetros. La zona estará enrojecida, hinchada y dolorida.

En el caso de la araña parda, su veneno es hemolítico (que produce alteraciones en la sangre). La reacción local alrededor de los dos puntos equimóticos será de hinchazón y con vesículas que se transforman en úlcera local de cicatrización lenta.

Picaduras de garrapata: fáciles de distinguir gracias a la propia inquilina

Las garrapatas son pequeños arácnidos con los que te puedes topar, por ejemplo, al pasar entre arbustos, plantas y pasto o si tienes contacto con determinados animales. Estas se caracterizan porque, una vez encuentran un sitio para asentarse sobre la piel, se adhieren con fuerza y comienzan a chupar sangre, como señala el portal MedlinePlus de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).

¿Qué mejor pista que encontrar al culpable en la escena del crimen? Además, este tipo de picaduras pueden provocar ampollas, sarpullidos e hinchazón.

Picaduras de hormiga: por pares

Una de las características de las picaduras de hormigas es que probablemente no solo des con unas, sino con varias. Además, pueden terminar incluso en ampollas (aunque, en España, no suele haber especies que causen consecuencias de gravedad).

Picaduras de pulgas y chinches: bien juntitas

Por lo general, y como señala el portal especializado en salud KidsHealth, las picaduras de pulgas se dan en grupos de tres o cuatro y parecen pequeños bultitos rojos, bastante ordenados. 

En el caso de las pulgas (que no vuelan, pero sí saltan, de ahí que les de por picar varias veces en las misma zona) recurren con mayor frecuencia a las piernas y lugares en los que la ropa queda ajustada al cuerpo, como en la cintura, glúteos, muslos y el vientre bajo. Será más probable que quien te haya causado la lesión sea este insecto si convives con mascotas (aunque también son capaces de sobrevivir un tiempo sin ‘huesped’).

Las chinches, como recoge la Clínica Mayo, tienen aproximadamente el tamaño de una semilla de manzana, lo que les permite esconderse en grietas, somieres, cabeceras y otras estructuras de las camas u objetos alrededor de estas. “El riesgo de encontrar chinches aumenta si pasas tiempo en lugares con muchos huéspedes nocturnos, como los hoteles”, añade.

Para recordar todos estos datos, te dejamos un vídeo del farmacéutico Álvaro Fernández que recopila la descripción de todas estas picaduras y mordeduras a ritmo de pareado.


Primera fecha de publicación de este artículo: 01/06/2022

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