Es una de las protagonistas de muchos contenidos desinformadores sobre la pandemia de COVID-19 y las vacunas que se están empezando a administrar contra esta enfermedad. María José Albarracín, miembro de la asociación negacionista Médicos por la verdad, aparece a menudo en vídeos por los que nos preguntáis en los que repite una serie de afimaciones falsas que ya hemos desmentido.
“Los razonamientos de la Sra. Albarracín evidencian un desconocimiento sobre el desarrollo de fármacos y vacunas, al no tener en cuenta el principio básico de ‘potencial riesgo vs. beneficio a la salud’”, indica a Maldita Ciencia Arcadio García de Castro, doctor en microbiologia y maldito que nos ha prestado sus superpoderes.
No es verdad que los alérgicos no deban vacunarse
Albarracín asegura que las personas alérgicas no deben vacunarse contra la COVID-19, pero esto no es verdad. En un primer momento, en Reino Unido se pidió que no acudiesen a vacunarse personas con "reacciones alérgicas significativas", es decir, aquellas personas que hayan sufrido un shock anafiláctico o a las que se haya recomendado llevar encima una inyección de adrenalina.
En la guía con preguntas y respuestas sobre la vacunación publicada por el Ministerio de Sanidad se dice que la vacuna está contraindicada para "las personas con historia de haber tenido reacciones alérgicas graves (por ejemplo, anafilaxia) a algún componente de la vacuna" (sos componentes se pueden consultar aquí) mientras que en personas que hayan sufrido reacciones alérgicas a otros medicamentos la vacuna debe aplicarse con precaución, manteniéndolas en observación durante 30 minutos tras su aplicación. "La vacunación no está contraindicada en personas con alergias alimentarias, a animales, insectos, alérgenos del ambiente, látex u otras alergias."
No es verdad que la vacuna cause infertilidad
Lo hemos oído en muchas otras desinformaciones: una supuesta relación entre la vacuna de la COVID-19 y la infertilidad. Pero no hay ninguna evidencia de esa relación.
Los tres conceptos claves para hacer esta afirmación falsa (la enzima ACE2, la COVID-19 y la vacuna) sí están vinculados entre sí, pero no como se dice en estos bulos. "La relación es sencilla", afirma en Maldita Ciencia Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología. "La enzima ACE2 es el receptor celular para el SARS-CoV-2. Es decir, es la proteína que el virus reconoce en la superficie de las células para entrar en ellas. Por tanto, si una vacuna induce anticuerpos neutralizantes, éstos van a impedir la unión de la proteína de la espícula del virus a la ACE2 de las células", explica.
Se dice que "la enzima ACE2 no se expresa en tejido pulmonar" o "la enzima ACE2 se expresa solamente en el corazón, riñones y testículos". Pero esto no es así: la proteína ACE2 se expresa en muchos tejidos, incluidos también los del sistema respiratorio, como el de los pulmones, según señala tanto Zúñiga como Jaime Jesús Pérez Martín, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Vacunología.
"No se entiende cómo podría afectar o cómo podría explicarse este fenómeno", opina Pérez. "Hay muy pocos estudios sobre las repercusiones de la infección del COVID-19 en el esperma humano", añade. Pérez recuerda que lo que la vacuna pretende es generar anticuerpos frente a una parte del virus (la espícula). Anticuerpos que se pueden crear tanto por la vacunación como por la propia infección. "Los de la vacuna son más específicos pero son igualmente anticuerpos neutralizantes", matiza. "Es decir, inmunológicamente la vacuna va a ser una versión 'buena' de la infección".
Tampoco es cierto que vaya a causar abortos
El bulo anterior se complementa con la afirmación, también falsa, de que la vacuna podría causar abortos en mujeres embarazadas. El supuesto morivo que uno de los segmentos de la proteína S del coronavirus "se asemeja mucho" a la sincitina-1, una proteína humana que está codificada en el cromosoma 7. La proteína sincitina-1 cumple una función de formar la placenta inicial y supuestamente la proteína S de la vacuna "va a desrregular esta función. Se van a producir abortos". Pero no hay pruebas de que sea así.
Zuñiga no ha comparado la secuencia de ambas proteínas y de los genes que las codifican pero aclara que "si hay un pequeñísimo fragmento que se parece, es por azar, porque si uno compara secuencias de proteínas siempre hay fragmentos cortos que se encuentran en múltiples proteínas, sin que eso tenga mayor relevancia". En este enlace puedes ver la estructura y la secuencia de la proteína S del coronavirus y de la sincitina-1 humana.
"La proteína S, al menos la de las vacunas, no puede tener efecto en los embarazos. No tenemos datos suficientes sobre infección por coronavirus en embarazadas como para saber si la infección con el virus (precisamente lo que las vacunas tratan de evitar) puede tener algún efecto sobre el embarazo", aclara Sonia Zúñiga. Aunque la sincitina-1 tenga esa función, "ni las vacunas, ni las secuencias de coronavirus per se se van a integrar en el genoma". Por lo tanto, ni la enzima ACE2 tiene tiene relación con una supuesta esterilidad masculina ni la proteína S del virus o de la vacuna con esterilidad femenina.
La de ARN sí es una vacuna, se trata de un nuevo tipo
Con respecto a las vacunas de ARN contra la COVID-19, las propuestas por Pfizer y Moderna, Albarracín las critica por no tratarse de las que ella llama "vacunas clásicas": las que están hechas a partir del propio virus inactivado.
Que la nueva vacuna de ARN no utilice este método para inmunizar contra la enfermedad no supone un impedimento para lograr tal objetivo, como ya os contamos en Maldita Ciencia: existen diferentes tipos de vacunas, no sólo la vivas atenuadas, las que utilizan una forma debilitada del germen que causa una enfermedad.
Además de estas, este tipo de medicamentos puede depender de la introducción en el organismo de la versión muerta del germen que causa una enfermedad. También existen vacunas que, para inmunizar, utilizan partes específicas del germen, como su proteína, azúcar o cápsula (una carcasa que rodea al germen) y las que usan una toxina fabricada a partir del agente que causa una enfermedad.
Las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer y Moderna no pertenecen a ninguna de las clasificaciones anteriores, sino que se trata de un nuevo tipo: una vacuna de ARN mensajero. Su mecanismo consiste en introducir en nuestro cuerpo una secuencia de ARN con las instrucciones necesarias para producir el antígeno, es decir, la sustancia relacionada con el virus que desencadenará la formación de anticuerpos (en este caso, la proteína Spike).
No es posible que una vacuna de ARN mensajero afecte a nuestro genoma: este no entra en el núcleo de las células
En muchas de sus entrevistas y charlas, Albarracín se refiere a la vacuna de ARN contra la COVID-19 como una vacuna génica y dice que, con los cambios que se están dando en la genética en general, esta podría llegar a influir en nuestro genoma. Esto no es cierto. Como ya explicamos en Maldita Ciencia, las vacunas de ARN mensajero no podrían de ninguna forma interferir en la secuencia de ADN de nuestras células. Por lo tanto, no alteran nuestro genoma.
¿Por qué? Porque, mientras que el ADN se encuentra dentro del núcleo de la célula, el ARN lleva las instrucciones e interactúa con la maquinaria celular fuera de ese núcleo. Luego desaparece.
"[Las vacunas de ARNm], una vez usadas, ya no están más ni pueden convertirse en ADN para modificarlo", explicaba en Maldita Ciencia Lluís Montoliu, investigador y presidente del Comité de Ética del CSIC. Es decir, el ARN no necesita entrar en el núcleo durante el proceso, por lo que no hay riesgo de que se integre en el genoma o nos vuelva seres transgénicos.
Todas las vacunas pasan procesos rigurosos de investigación antes de ser aprobadas
En distintos vídeos hemos escuchado a Albarracín poner en duda la seguridad de algunas vacunas por haber sido aproadas en ensayos cortos y poco rigurosos. Pero eso no es cierto. Todas las vacunas pasan por fases de investigación muy rigurosas, también la de la COVID-19 aunque se haya desarrollado más rápido de lo habitual. Aquí explicábamos cuáles son las fases que pasa una vacuna antes de ser aprobada.
Los componentes de las vacunas son seguros en las cantidades que se utilizan
Otro argumento habitual que Albarracín utiliza para desinformar sobre las vacunas es que determinados componentes presentes en estos fármacos pueden causar daños sobre la salud y por tanto son inseguros. Pero en Maldita Ciencia ya hemos explicado que los componentes de las vacunas han sido analizados y si se emplean en las vacunas es porque son seguros en esas cantidades y porque cumplen una función en la durabilidad y eficacia de las vacunas.
No hay evidencias de que la vacuna de la gripe esté relacionada con mayor riesgo de contraer COVID-19 o de sufrir la enfermedad con más gravedad
Es un argumento que utiliza habitualmente y que de hecho es muy común en la desinformación sobre la COVID-19, pero no hay pruebas de que sea así: no existe ninguna evidencia que relacione la vacuna antigripal con un peor pronóstico o un mayor número de contagios del coronavirus SARS-CoV-2.
“Las vacunas antigripales son vacunas muy seguras que siguen controles muy estrictos por parte de las agencias responsables", explicaba aquí Ángela Domínguez, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Barcelona y miembro del grupo de trabajo sobre vacunas de la Sociedad Española de Epidemiología. Además, Domínguez señalaba que "en los resultados proporcionados por un estudio riguroso publicado recientemente sí que existe evidencia científica de que la vacunación antigripal no aumenta el riesgo de infección por coronavirus”. Además, otras investigaciones epidemiológicas actuales también apuntan a que la vacunación antigripal podría asociarse a una menor gravedad y mortalidad en las personas afectadas de COVID-19 aunque hacen falta más estudios para establecer si la relación observada es una relación causal o no.
Si quieres saber más de las evidencias científicas sobre la relación entre la gripe y la COVID-19, aquí te explicamos por qué no hay evidencias científicas de que la vacuna contra la gripe aumente el riesgo de infección por coronavirus o de padecer un caso de COVID-19 más grave y aquí la Agencia Sinc explica por qué la vacuna contra la gripe puede considerarse una aliada frente al coronavirus en 2020.
Las PCR sí son eficaces para detectar casos positivos de COVID-19
Otra de las críticas comunes de Albarracín es hacia las pruebas PCR, de las que dice que son pruebas nada validadas y sin ningún fundamento científico. En Maldita Ciencia ya explicamos cómo funciona una PCR y por qué son eficaces en la diagnosis de los casos positivos de infecciones por SARS-CoV-2.
"Es cierto que la PCR es una técnica para amplificar moléculas de DNA, o RNA si estamos hablando de una RT-PCR", explicaba a Maldita Ciencia la viróloga Sonia Zuñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología. "Pero el diseño de este tipo de pruebas para diagnóstico hace que sean específicas del patógeno que se está detectando. Y más si ya estamos hablando de una RT-PCR cuantitativa que es extremadamente sensible y específica", continuaba y añadía que los ensayos diseñados para detectar SARS-CoV-2 son tan específicos que no detectan otros coronavirus humanos.
De modo que, salvo situaciones excepcionales, si una PCR detecta el genoma del virus es porque está ahí.
No es cierto que haya menos gripe porque esos casos se contabilicen como casos de COVID-19
Como otros muchos defensores de diferentes teorías de la conspiración, Albarracín menciona en muchas ocasiones la extrañeza de que este año no se hayan reportado prácticamente casos de gripe. Algunas de estas teorías de la conspiración ven en este fenómeno la prueba de que se están contabilizando como casos de COVID-19 muchos de otras enfermedades, pero la explicación es más sencilla: las mismas medidas que nos protegen de la COVID-19 nos protegen de otros virus respiratorios, entre ellos el de la gripe.
En Maldita Ciencia ya explicamos que, aunque todavía no se disponga de cifras oficiales, es cierto que este año se han dado menos casos de gripe y que las medidas de prevención para la COVID-19 son una de las razones. También desmentimos otras afirmaciones falsas de Albarracín en relación a la gripe y su correspondiente vacuna.
No hay ninguna evidencia de que nuestro sistema inmunitario pueda matarnos a largo plazo tras vacunarnos contra la COVID-19
Albarracín también sostiene que, a largo plazo, uno de los efectos adversos de la vacuna contra la COVID-19 es que, al vacunarnos contra otro tipo de coronavirus, nuestro propio sistema inmunitario provocará un cuadro mucho más grave que el asociado a la infección por SARS-CoV-2 debido al síndrome de mejora inmunológica dependiente de anticuerpos (ADE por sus siglas en inglés).
No hay evidencias de que sea así, como ya explicamos en Maldita Ciencia. Como indicaba el virólogo e investigador del Instituto de Salud Carlos III Pepe Alcamí, aunque este fenómeno puede producirse en algunas situaciones, no es frecuente.
¿Ocurre esto al aplicar las vacunas contra el SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19? De momento no hay evidencias de que las vacunas desarrolladas y aprobadas que se están empezando a aplicar ya en algunos países generen este fenómeno en los pacientes que las están recibiendo.
Primera fecha de publicación de este artículo: 19/01/2021