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La octava legislatura del Parlament de Cataluña (2006-2010) fue la última que duró cuatro años. Desde las elecciones del 28 de noviembre de 2010, los catalanes han acudido a las urnas de forma cada vez más anticipada, ya que el tiempo medio que duran ahora las legislaturas es de 2,7 años, cuando lo normal sería que duraran cuatro.
Este fenómeno, que no ocurre sólo en Cataluña, tiene consecuencias tanto en la ciudadanía como en los partidos políticos: según las investigaciones y expertos, cae la satisfacción ciudadana con la democracia y el partido gobernante suele obtener más apoyos que si no adelantara los comicios. Desde 2020, se han convocado comicios anticipados en la Comunidad de Madrid, Andalucía, Castilla y León, Galicia, País Vasco y ahora en Cataluña.
Del pujolismo al ‘procés’: las legislaturas son cada vez más cortas en Cataluña
En Cataluña, el president de la Generalitat tiene la capacidad de disolver el Parlament y convocar elecciones anticipadamente, cerrando una legislatura y dando pie a la siguiente. Aunque el mandato ordinario de una legislatura es de cuatro años, es común que la fecha exacta de disolución se mueva unos meses por ajustes del calendario electoral.
Si medimos el tiempo transcurrido entre dos disoluciones consecutivas del Parlament (lo que pone fin a la legislatura) y convocatoria de elecciones, entre 1980 y 2003, las legislaturas duraron en promedio 3,9 años. La séptima legislatura autonómica, entre 2003 y 2006, fue la primera que se alejó de la media de cuatro años: duró aproximadamente 1.000 días, unos 2,9 años.
Aquella y la siguiente (2006-2010) estuvieron marcadas por los gobiernos tripartitos de izquierda y la reforma del Estatut de Autonomía. A partir de 2010, con el ‘procés’ en plena efervescencia, las legislaturas comienzan a acortarse: el promedio de duración se ha reducido a 2,7 años en los últimos 15 años y ninguna supera los tres años de tiempo.
Las consecuencias de convocar elecciones anticipadas: más votos para el partido que gobierna y menos satisfacción con la democracia
Convocar elecciones de manera recurrente tiene consecuencias para la relación de la ciudadanía con la democracia: un artículo científico de 2021 de la Universidad de Cambridge indica que la convocatoria anticipada provoca que la satisfacción con la democracia por parte de la ciudadanía se reduzca significativamente.
Ignacio Lago, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pompeu Fabra, explica que esta insatisfacción se produce porque los ciudadanos quieren en su mayoría que se respete la duración de las legislaturas: "Los ciudadanos son conscientes de que hay una motivación estratégica detrás del adelanto y eso no les gusta”.
Por otra parte, el recorte de los mandatos también tiene consecuencias en el funcionamiento de las instituciones: “Si las legislaturas duran cuatro años es porque se considera que es un período de tiempo suficiente y necesario para implementar un programa de Gobierno. Si se restringe, se ejecutan menos decisiones y estas se toman pensando más en el corto plazo”, explica Lago.
Aunque los adelantos suponen insatisfacción ciudadana y menos tiempo para ejecutar políticas públicas, una investigación de 2016 de la Universidad de Chicago revisó más de 300 elecciones en 27 países y descubrió que adelantar las elecciones suele beneficiar al partido gobernante que convoca anticipadamente, que aumenta unos cinco puntos porcentuales su porcentaje de voto. Asimismo, es más probable que unas elecciones se adelanten si gobierna un sólo partido (y no una coalición) y si la situación económica es positiva.
