Un cartel pegado en el escaparate de un establecimiento se ha hecho viral con el texto "Usar mascarilla no es obligatorio cuando se puede garantizar la distancia interpersonal de 1,5 metros" y menciona como fuente de esta afirmación el Real Decreto-Ley 21/20. Esto es un bulo: aunque ese decreto-ley sí establece esa norma, se trata de una norma nacional que luego cada Comunidad Autónoma adaptó en sus respectivos textos, y todos ellos establecen el uso obligatorio de mascarillas independientemente de que se pueda mantener la distancia interpersonal.
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El mismo cartel hace una serie de afirmaciones falsas sobre los supuestos efectos del uso de mascarillas, como que su uso continuado puede causar enfermedades neurodegenerativas o que pueden causar problemas cognitivos en los niños. Más abajo, otro cartel hace más afirmaciones falsas, esta vez sobre las vacunas contra la COVID-19, como que se están dando contagios masivos y muertes en personas sanas tras recibir la primera o la segunda dosis o que es una vacuna experimental sin datos sobre efectos secundarios. Como decimos, son afirmaciones falsas que no tienen el respaldo de las evidencias científicas.
El uso de mascarilla sí es obligatorio aunque pueda mantenerse la distancia interpersonal de 1,5 metros
El cartel asegura que el uso de mascarilla no es obligatorio si se puede mantener una distancia interpersonal de 1,5 metros, y cita como fuente el Real Decreto-Ley 21/20. En ese texto podemos leer que "en la vía pública, en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público, siempre que no resulte posible garantizar el mantenimiento de una distancia de seguridad interpersonal de, al menos, 1,5 metros".
Sin embargo, desde este pasado 18 de marzo se aprobó en el Congreso de los Diputados un nuevo Proyecto de Ley en el que desaparece esa excepción de los 1,5 metros de distancia de seguridad en la obligatoriedad de las mascarillas, es decir, que su uso será obligatorio siempre.
En cualquier caso, su uso ya era obligatorio antes de que se aprobase esta reciente norma, ya que a partir a partir del anterior Real Decreto-Ley 21/20, todas las Comunidades Autónomas y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla han publicado en sus boletines oficiales normativas en las que endurecen esa medida y hacen obligatorio el uso de mascarillas incluso en situaciones donde haya distancia interpersonal. Puedes encontrar el listado con todas esas normas en esta web.
Hemos consultado al Ministerio de Sanidad cuál de las dos normativas prevalencería ante la aparente contradicción y su respuesta ha sido que "Lo más actualizado en el ámbito de las mascarillas son las distintas normativas de las Comunidades Autónomas."
No hay evidencias de que el uso continuado de mascarillas cause enfermedades neurodegenerativas
Este no es el primer contenido que nos habéis enviado en el que se menciona que el uso continuado de mascarilla causa enfermedades neurodegenerativas. No hay ninguna evidencia de que esto sea verdad. Esta idea suele provenir de otra anterior, que es que el uso de mascarillas impide la entrada de suficiente oxígeno en el organismo y la salida del dióxido de carbono.
Pero esta premisa es falsa, ya que las mascarillas no impiden la circulación ni la entrada de oxígeno en el cuerpo. Los tejidos utilizados en la fabricación de mascarillas dejan pasar el gas, y el oxígeno es un gas. "Respiramos oxígeno mezclado con nitrógeno y espiramos CO2, que también es un gas. Si fuera cierto, los cirujanos que intervienen durante varias horas, estarían muertos y no solo cansados”, afirmaba en Maldita Ciencia María Elisa Calle, experta en Epidemiología y Salud Pública y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
Tampoco produce un aumento de la concentración del dióxido de carbono en la sangre o hipercapnia. "No existe ningún estudio que demuestre (ni siquiera un estudio serio que lo investigue) que la mascarilla quirúrgica cause hipercapnia o hipoxia", aclaraba a Maldita.es Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Microbiología.
No hay evidencias de que las mascarillas afecten al desarrollo de los niños porque necesiten más oxígeno
Tampoco es la primera vez que leemos que el uso de mascarillas causa problemas de salud en los niños porque éstos necesitan más oxígeno que los adultos.
El pediatra Quique Bassat, coordinador del Grupo de Trabajo de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para la Reapertura de la Escolarización y epidemiólogo de ISGlobal, explica a Maldita Ciencia que "aunque es cierto que proporcionalmente los niños necesitan más oxígeno por kilo de peso en comparación a los adultos, es absolutamente falso que las mascarillas sean un impedimento para conseguir ese oxígeno".
Bassat añade que "el uso de las mascarillas es seguro, y no interfiere con la respiración aeróbica normal, y no debería utilizarse este argumento para negar el efecto beneficioso del uso de la mascarilla para proteger a nuestros niños del SARS-Cov-2 y muchos otros virus respiratorios".
La eficacia de las mascarillas sí ha sido probada
El cartel incluye la afirmación de que la eficacia de las mascarillas nunca ha sido probada, pero esto no es verdad. Tras un año de pandemia sabemos que el uso correcto de mascarillas bien ajustadas, son una de las formas que tenemos de reducir el riesgo de contagio, junto con una correcta ventilación de los espacios cerrados, evitar las aglomeraciones y evitar hablar en voz muy alta, tal y como explicamos aquí.
Como ya explicamos también aquí o aquí, las evidencias dicen que el uso de mascarillas en la población sana minimiza el riesgo de contagio: por una parte actúa como barrera física que dificulta la posibilidad de entrar en contacto con el virus y por otra, reduce el riesgo que suponen los pacientes asintomáticos como fuentes de contagio.
Un estudio publicado en junio en la revista Health Affairs compara la tasa de crecimiento de COVID-19 antes y después de que algunos estados de Estados Unidos regularan la obligatoriedad del uso de mascarilla. “El uso de máscaras faciales en público disminuyó las tasas de crecimiento diario de COVID-19 en comparación con los estados que no emitieron mandatos”, concluyen los autores. Las conclusiones de esta otra investigación en la que se analizaron las muertes por coronavirus en 198 países apuntar a que, en aquellos en los que las normas sociales y las políticas gubernamentales que favorecían el uso de mascarilla se asociaban con una menor mortalidad por COVID-19.
No se están dando contagios masivos ni muertes en personas sanas tras recibir la primera o segunda dosis de la vacuna
Un segundo cartel en el mismo escaparate asegura que se están registrando acontecimientos adversos de contagios masios y muertes de personas sanas tras recibir la primera o la segunda dosis de la vacuna contra la COVID-19. Esto tampoco es cierto.
Para empezar, ya explicamos aquí qué son los acontecimientos adversos cuando hablamos de vacunación y por qué no son necesariamente a causa de las vacunas.
Pero es que además no es cierto que se hayan registrado contagios masivos ni muertes de personas sanas dentro de esos acontecimientos notificados coincidentes con la vacunación. Como ya contamos aquí, según la información publicada por la Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario el pasado 9 de marzo, no se han registrado ni en España ni en la Unión Europea ninguna posible reacción a la vacuna que resulte preocupante ni imprevista. Los efectos notificados más frecuentes son trastornos generales como fiebre o dolor en la zona de la vacunación, seguidos de los trastornos del sistema nervioso (mayoritariamente dolores de cabeza y mareos) y del sistema musculo-esquelético (principalmente dolor muscular y en las articulaciones).
La vacuna no es experimental y sí hay datos sobre los efectos secundarios
No es la primera vez que leemos como argumento falso en contra de las vacunas contra la COVID-19 que son fármacos experimentales que no han pasado los controles habituales. Como decimos, esto no es verdad. Todas las vacunas contra la COVID-19 que se aplican en la Unión Europea han pasado todos los procedimientos necesarios y todas las fases de investigación, incluidos ensayos clínicos con miles de personas en los que se detectaron y midieron los posibles efectos secundarios para certificar que son seguras.
Todas estas vacunas se encuentran ahora mismo en la fase 4, la última fase de experimentación clínica por la que pasan todos los medicamentos, no solo estas vacunas, y que ocurre cuando está ya comercializada y se usa a gran escala. El objetivo de esta fase es monitorizar los efectos secundarios del fármaco, sobre todo los más raros, que pueden observarse sólo cuando el medicamento es utilizado a gran escala.
Fact-checkers de 30 países nos hemos unido para luchar contra la ola de desinformación que ha traído consigo el nuevo coronavirus iniciado en China, puedes leer más sobre los desmentidos en este artículo y en este otro del IFCN.