Un grupo de jóvenes camina por la calle cuando, de pronto, uno de ellos grita: “El que se mueva es gay”. El efecto es inmediato. Todos se quedan quietos, congelados, para demostrar que no son homosexuales. En eso consiste el nuevo trend viral de TikTok conocido como “el que se mueva es gay”. Se hace en centros comerciales, en restaurantes, en partidos de fútbol e incluso en colegios e institutos.
Son cientos los contenidos que podemos encontrar sobre este reto en la plataforma TikTok y muchos de ellos superan el millón de visualizaciones. En los comentarios, los usuarios reaccionan al vídeo entre risas y asegurando que ellos también van a animarse a hacer el trend. Los expertos consultados por Maldita.es explican que estos vídeos banalizan la homofobia y obligan a los chicos a identificarse como heterosexuales. Además, señalan que estos contenidos perpetúan la idea de masculinidad vigente, basada en que “lo normativo” en la sociedad es que los hombres y las mujeres sean heterosexuales.
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Este tipo de contenidos banaliza la homofobia y obliga a los chicos a identificarse como heterosexuales
Mariano Beltrán, psicólogo social de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala a Maldita.es que este tipo de contenidos banalizan la homofobia y atacan, de manera frontal, al colectivo LGTBI: “En el fondo, lo que nos quiere decir es que tenemos que quedarnos quietos o el que se mueva demostrará que es gay. Una condición sexual que se muestra peyorativa, como algo negativo”. Según el experto, esa banalización conlleva que muchas veces se reste importancia a este tipo de comentarios, cuando lo que implica es que se perpetúe la idea de la masculinidad vigente y hegemónica.
Esta idea de masculinidad, dice a Maldita.es José Manuel Robles, sociólogo de la Universidad Complutense, incide en que lo que tiene valor en la sociedad es “lo habitual”, que los hombres y las mujeres son heterosexuales. “Eso no solo castiga al gay, sino que perpetúa un estereotipo de que lo positivo y normativo es lo hetero”, resalta. Para Beltrán esa masculinidad hegemónica es “tan frágil” que tiene que estar todo el rato reivindicandose como el único espacio posible para ser hombre. El sociólogo Julián Cárdenas señala a Maldita.es que, a pesar de que durante los últimos años ha crecido la aceptación y normalización de las personas LGTBI, también se ha producido un backlash cultural, una especie de recesión cultural: “Es la reacción de un grupo de personas que no se sienten cómodas con los cambios culturales que ha traído el progreso, que buscan desafiar y redefinir la masculinidad dominante. Aunque esta reacción no se vea públicamente, existe y crece”.
Estos vídeos se vuelven virales porque se consumen y se replican, animados por la presión de grupo
No es casualidad que este tipo de vídeos se hagan virales (como también ha pasado con otros retos como el Pregnancy Roulette o Hit Me, de los que ya te hablamos). Robles explica que la viralización de estos contenidos se debe al peso del algoritmo de la plataforma y al factor humano. Por un lado,“los sistemas de recomendación están muy automatizados. En el momento en el que ves un tipo de vídeo hasta el final, en este caso de retos, te lo va a volver a mostrar”, señala Robles. No necesariamente has de ser afín al contenido, resalta, te los enseña porque el formato es el mismo. Los contenidos se convierten entonces en algo muy visto y popular.
Ahí es donde entra en juego el factor humano. Los jóvenes (gran parte de los usuarios de TikTok) quieren ser populares. Por eso, dice Robles, al ver que estos vídeos son virales van a querer replicarlos, a expensas de que sea algo que pueda causar daño socialmente. Beltrán señala que los jóvenes sí que son conscientes de que este tipo de vídeos van a tener impacto (a nivel de visitas y popularidad) y que por eso los hacen: “Sin embargo, no creo que empaticen con el grupo de personas que hay al otro lado, con la sociedad LGTBI. Si hubiera empatía habría muchos más frenos en estas cuestiones”.
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Para Robles los valores del espectáculo, de ser popular o viral, están por encima de otros valores en la juventud actual: “Es muy triste. Jugar con la identidad de género puede tener un efecto pernicioso en la comunidad LGTBI”. A pesar de que muchos consideren e interpreten estos vídeos desde el humor, Robles insiste en que este “humor” cae en una perspectiva social en la que se estigmatiza a las personas: “Por mucho que pensemos que el humor no tiene límites, hay que pensar en el contexto. No se debería usar la condición sexual de nadie para la mofa. Como sociedad es inadmisible”.
Además, los expertos aluden al poder y el impacto que tiene el sentimiento de pertenencia a un grupo en estos casos. Cárdenas destaca que, en la adolescencia y primera juventud, el grupo de amigos es más importante que la propia familia o pareja. El grupo ejerce una presión a través de procesos psicosociales que te arrastra: de esta forma, tu estatus se eleva en el grupo y te sientes parte de él.
Si una persona está en un grupo que hace este reto y no se quiere sentir discriminada, lo acabará haciendo por presión, incluso si se plantea sus propias preferencias sexuales, incide Beltrán: “La presión de grupo puede hacer efectivamente que la persona no se manifieste, que no diga lo que piensa y que se perpetúen estos comportamientos en el grupo”.
¿Se puede acabar con estas conductas y contenidos? Los expertos dicen que hay que trabajar con el grupo
Si la presión de grupo incita a este tipo de conductas y contenidos, también por ahí hay que empezar para remediarlos. Cualquier enseñanza hacia la juventud, resalta Cárdenas, no debe venir solo de los padres o profesores, sino que debe ir mediado también por el grupo de amigos. “Hay que trabajar con sus referentes, que no son famosos ni youtubers, sino sus propios amigos. Eso hará que les escuchen y les hagan más caso”, señala. El experto alude a diferentes estudios que muestran la importancia de los peers (grupos de iguales) en la juventud.
Para Robles es fundamental enseñar a los jóvenes cómo deben comportarse en los espacios digitales: “Aunque pensemos que los jóvenes son nativos digitales, son huérfanos digitales porque nadie les ha enseñado nada sobre cómo comportarse en esos espacios. Una sociedad responsable no puede ser una sociedad que no enseñe el legado cultural, el respeto a los demás, a lo diferente”.
Además, Beltrán insiste en que se debería “incidir más” en la pedagogía de la banalización del odio, en este caso de las personas LGTBI, ya que ridiculizar a las personas por su condición sexual es una estrategia patriarcal y androcéntrica.