La vuelta al gimnasio y a los entrenamientos en el mes de septiembre es un clásico para mucha gente que tras las vacaciones veraniegas en las que las rutinas cambian quiere perder algo de peso. El ejercicio físico es el aliado perfecto de una alimentación saludable para mantener el peso a raya, pero es un error pensar que eso es para lo único para lo que sirve poner el cuerpo en movimiento.
La actividad física forma parte de una vida saludable más allá de nuestro peso. Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio físico regular tienen efectos beneficiosos para la salud en muchos aspectos: reducción de la mortalidad, reducción del dolor, de los síntomas de depresión, del control de la glucemia (los niveles de azúcar en la sangre) y del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, metabólicas y cáncer.
Los efectos positivos de la actividad física a corto plazo y a largo plazo
Como decimos, mantenerse físicamente activos tiene más beneficios aparte de ayudarnos a mantenernos en un peso saludable. Esos beneficios se observan en todos los grupos de edad y en ambos sexos, así como en personas con enfermedades crónicas o algún tipo de discapacidad.
Algunos de esos beneficios son prácticamente inmediatos. Tal y como explica esta guía sobre los beneficios del ejercicio del Departamento de Salud de Estados Unidos, esos beneficios son "reducción del sentimiento de ansiedad, bajada de la tensión sanguínea y mejoras en el sueño, en algunos aspectos de la función cognitiva y la sensibilidad a la insulina", esto es, la capacidad de la insulina para bajar los niveles de azúcar en nuestra sangre.
Los beneficios de la actividad física a largo plazo también son importantes.
- Reducción de la mortalidad: "evidencias científicas sólidas señalan que la actividad física retrasa la mortalidad por todas las causas, incluidas las principales causas de muerte como son las enfermedades cardiacas y algunos cánceres", se puede leer en esa misma guía. Este efecto es especialmente notable en las personas que hacen aproximadamente 150 minutos de actividad física a la semana, pero se empieza a acumular con cualquier cantidad de ejercicio moderado o intenso.
- Mejor salud del sistema cardiovascular: las enfermedades cardiovasculares, como los infartos y los ictus, son una de las principales causas de muerte en el mundo según la Organización Mundial de la Salud. La actividad física reduce significativamente tanto el riesgo de desarrollar una enfermedad de este tipo como de morir por su causa si se llega a desarrollar. Está demostrado que los adultos que realizan actividad física con regularidad tienen una menor tasa de enfermedades cardiorrespiratorias y tienen mejores niveles de tensión sanguínea y de colesterol en la sangre entre otros indicadores de salud cardiaca.
- Menos riesgo de diabetes y otras enfermedades metabólicas: hacer ejercicio reduce de forma notable el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, la enfermedad metabólica más común en la que el cuerpo no es capaz de gestionar adecuadamente los niveles de azúcar en la sangre. Lo hace de forma directa, gracias a una mejor respuesta en la producción de insulina, y también a través de un mejor control del sobrepeso, un factor de riesgo en el desarrollo de este tipo de diabetes.
- Cáncer: el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer tiene una alta relación con determinados hábitos, entre ellos el de practicar ejercicio físico con regularidad. Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, se ha demostrado que mantenerse activo reduce las probabilidades de padecer cáncer de colon, vejiga, pecho, esófago, riñón, pulmón y estómago entre otros.
- Salud de los huesos, los músculos y las articulaciones: el fortalecimiento de los músculos a través de la actividad física mejora su función y evita lesiones y que la masa muscular se pierda excesivamente con la edad, lo que a su vez protege los huesos y el tejido conectivo de las articulaciones, previniendo roturas y lesiones. Algunas investigaciones han demostrado que la actividad física puede reducir la pérdida de masa ósea que también se produce de forma natural con la edad.
- Salud mental y del cerebro: en niños, adolescentes y personas jóvenes, la actividad física se relaciona con un desarrollo correcto del cerebro y de las habilidades cognitivas y con un mejor rendimiento académico; en las personas más mayores se sabe que ayuda a prevenir y frenar la demencia y a mantener esas mismas habilidades cognitivas; y durante toda la vida se ha demostrado que ayuda a mejorar las funciones cognitivas, a reducir los síntomas de depresión y ansiedad y a mejorar el sueño.
- Gestión del dolor: si bien muchos de los estudios que han tratado de medir el efecto del ejercicio sobre el dolor son pequeños y las mediciones del dolor son difíciles de estandarizar (la forma de sentir y describir el dolor y su intensidad pueden variar de un paciente a otro), las evidencias disponibles apuntan a que la actividad física es una forma de prevenir la aparición de dolores crónicos con la edad y de mejorarlos cuando ya se padecen.
Se trata de poder hacer con nuestro cuerpo "lo que nos dé la gana"
Más allá de los beneficios médicos, el ejercicio físico es una forma de asegurarnos el control sobre nuestro cuerpo a medida que cumplimos años y no perder la oportunidad de hacer las cosas que queramos o necesitemos por limitaciones asociadas al sedentarismo. “El movimiento es vida”, opinaba en Maldita Ciencia Sara Tabares, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y divulgadora de temas de ciencia y salud.
“Lo importante es cumplir años y que nuestro cuerpo nos continúe permitiendo hacer con él lo que nos dé la gana: este no debería ser un factor limitante a la hora de coger en brazos a nuestros hijos, salir corriendo detrás de un autobús o subir las escaleras de casa”, añadía la experta. Tabares insistía en esa idea en la maldita twitchería en la que hablamos sobre la importancia de adquirir buenos hábitos y mantenerlos.
Todo el movimiento suma, y no hace falta competir
Durante mucho tiempo, las guías de recomendaciones de salud han fijado como nivel mínimo de ejercicio para disfrutar de sus beneficios unos 150 minutos a la semana de actividad moderada a intensa.
Pero como indica Tabares, "todo el movimiento suma": caminar hasta el trabajo o ir en bicicleta en vez de ir en coche, subir por las escaleras en vez de por el ascensor... Los beneficios de mantenerse activos aparecen con cada aumento del ejercicio que pongamos en práctica, incluso aunque no alcancemos esa cifra ideal de un total de 150 minutos semanales.
Por otro lado, y como explica la psicóloga clínica Aurora Gómez Delgado, no es necesario equiparar la idea del ejercicio físico con el de competición si la idea de competir no va con nosotros y nos resulta intimidante o desagradable. “Nos gusta diferenciar ‘deporte’ de ‘actividad física’. El primero tiene connotaciones de competitividad y excelencia, mientras que la segunda es algo más relajada y asequible”, explicaba la experta a Maldita Ciencia, e incidía en ello en la misma maldita twitchería.
Primera fecha de publicación de este artículo: 10/09/2021