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Ante el aumento estacional de virus respiratorios durante las últimas semanas, el Ministerio de Sanidad recuerda la importancia de seguir las recomendaciones de vacunación; de guardar reposo y evitar la interacción social en caso de síntomas y de acudir a nuestro centro sanitario en caso de dolor intenso o dificultad respiratoria. Sin embargo, la palabra más sonada estos últimos días ha sido “mascarilla”, medida que se plantea retomar (y que, por el momento, se recomienda) en lugares determinados como centros sanitarios, sociosanitarios y farmacias.
¿Qué son y cómo se propagan los virus respiratorios?
Como su propio nombre indica, los virus respiratorios son aquellos que pueden causar infecciones en las vías respiratorias. La mayoría se transmiten por contacto directo o por gotas o secreciones respiratorias, aunque algunos también pueden hacerlo mediante aerosoles (partículas más pequeñas, que pueden permanecer más tiempo en el aire y viajar a distancias más largas). Son virus respiratorios el virus respiratorio sincitial (VRS), la influenza (el virus de la gripe), los adenovirus, los coronavirus y los rinovirus, entre otros.
¿Cómo evitar el contagio de virus respiratorios?
Según la revista científica Medicina Respiratoria, las medidas higiénicas más útiles para prevenir las infecciones a causa de un virus respiratorio son aquellas que permiten, en la medida de lo posible, evitar o reducir el contacto con el virus concreto: taparse la nariz y la boca al toser o estornudar con un pañuelo desechable y arrojarlo inmediatamente, el lavado frecuente de las manos, y en su caso el uso de mascarillas, especialmente para el personal sanitario [pág. 28]
Existen evidencias sobre la utilidad del uso de mascarillas en la prevención de enfermedades respiratorias
Las evidencias científicas disponibles muestran que el uso de mascarilla quirúrgica sí es útil para reducir la transmisión y el contagio de virus respiratorios.
Como explicamos en Maldita.es, debido al riesgo de acumulación en espacios interiores de aerosoles en el aire, usadas adecuadamente, las mascarillas son una herramienta eficaz para reducir los contagios: filtran el aire que respiramos para que esos aerosoles se queden fuera (o dentro, si los infectados somos nosotros y así protegemos a los demás).
Por ejemplo, esta revisión sistemática y metaanálisis (el tipo de estudio científico que dispone de mayor evidencia) de 18 estudios llevados a cabo en diferentes contextos, vuelve a subrayar la utilidad del uso de mascarillas para limitar la propagación de infecciones respiratorias, como la COVID-19. Entre la variedad de entornos estudiados, se tuvieron en cuenta residencias universitarias, situaciones de atención médica, hogares, población general, así como participantes de diferentes edades (tanto adultos como niños).
“Nuestro análisis sugiere que las mascarillas pueden disminuir la probabilidad de propagar y contraer una infección respiratoria y pueden ser particularmente útiles cuando se combinan con otros métodos de protección personal, especialmente a nivel comunitario”, señalan los autores. “El uso de mascarillas puede, en última instancia, reducir las consecuencias negativas de las pandemias de enfermedades respiratorias”. Esto será así siempre y cuando, recuerdan los investigadores, la mascarilla se use correctamente.
Otra gran revisión sistemática de 172 diseños de estudio diferentes, que incluyó a 25.697 pacientes con SARS-CoV-2, SARS o MERS, concluyó que las mascarillas sí fueron efectivas para prevenir la transmisión de estos virus respiratorios. Además, otros estudios durante la pandemia por COVID-19 mostraron que cualquier mascarilla reduce el riesgo de transmisión de, al menos, el SARS-CoV-2, en un 50-80 %, con la protección más alta que ofrecen los respiradores N95 (o FFP2).
¿A quién beneficia el uso de mascarilla en caso de síntomas o positivo en enfermedades respiratorias?
Reducir la posibilidad de transmisión y contagio de cualquier virus respiratorio es beneficioso para cualquier persona No solo para los grupos de riesgo, con mayor probabilidad de sufrir una enfermedad grave, como personas mayores, con problemas de salud previos (enfermedades cardiacas o respiratorias, diabetes, obesidad…), embarazadas, etc., sino para cualquiera que pueda beneficiarse de un sistema sanitario sin colapsos hospitalarios.
“Son más las personas que acuden a atención primaria y hospitales, unos servicios ya tensionados por la pandemia, y en los que persisten problemas estructurales, y algunos burocráticos (como la gestión de las bajas), todavía no resueltos”, explican los seis expertos en salud pública que firman este artículo de The Conversation.
En estos casos “sería inteligente usar una mascarilla en espacios públicos interiores”, sobre todo en caso de aumento de casos en su zona. “Incluso si su riesgo personal no es alto, es posible que desee usar una mascarilla en más situaciones de lo habitual para evitar infecciones y proteger a sus seres queridos; no siempre sabrá si ha estado expuesto y tiene el potencial de propagar el virus. Incluso si no tienes síntomas”, señala la página web de Yale Medicine.
Además, el uso de mascarilla puede ser de gran utilidad en lugares concretos, como centros médicos. “Usar mascarilla en este entorno podría ayudar a protegerlo a usted y a otros de virus que también pueden exacerbar cualquier condición subyacente”, añade.
En cualquier caso, para evitar el contagio el uso de mascarilla debe complementarse al resto de medidas preventivas y de reducción de riesgo: seguir las recomendaciones de vacunación, guardar reposo y evitar la interacción social en caso de síntomas, acudir a nuestro centro sanitario en caso de dolor intenso o dificultad respiratoria y mantener una correcta higiene de manos y una ventilación apropiada, en caso de espacios interiores.
¿Cómo utilizar correctamente una mascarilla?
Cuando hablamos del uso adecuado de las mascarillas nos referimos principalmente a dos cuestiones: la primera es utilizar mascarillas homologadas cumpliendo su tiempo recomendado de uso y no reutilizando las que no son reutilizables. De esta forma se mantienen sus propiedades y sus condiciones higiénicas.
La segunda es asegurar el ajuste. ¿Cómo? Comprobando que no queden huecos por los lados, por arriba o por abajo, por los que se cuele el aire sin filtrar. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedadesde Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) han realizado algunos experimentos que confirman la importancia de un buen ajuste para maximizar el rendimiento general de la mascarilla. Según explican, en pruebas de laboratorio con maniquíes, la exposición a aerosoles potencialmente infecciosos disminuyó en aproximadamente un 95% cuando ambos usaron mascarillas ajustadas.
