Si juntamos a un montón de personas aparentemente sanas y medimos su temperatura corporal de la manera más exacta posible, tendremos un valor promedio de 37 ºC, con variaciones de grado o décimas según la edad, el momento del día, dónde se mide la temperatura (axila, recto, boca, tímpano, frente) el género y el momento del ciclo menstrual. Pero, ¿por qué es este valor lo que se considera normotermia? ¿Por qué el cuerpo tiene esa temperatura en estado normal? Se trata de una temperatura equilibrada para que el cuerpo se proteja de infecciones y que el metabolismo interno se mantenga estable.
Que el cuerpo humano (y muchos mamíferos) tenga una temperatura corporal cercana a los 37 ºC no tiene por qué tener una ‘razón’ o explicación, simplemente es una temperatura promedio y revela que nuestro organismo mantiene una temperatura constante e independiente de la temperatura ambiental. Esto es, la homeotermia. Cuando esta temperatura promedio varía, a más (fiebre) o a menos (hipotermia), es señal de que hay algún problema.
Pero, ¿existen ventajas a la hora de mantener la temperatura corporal en los 37 grados? Por supuesto, y a esto responde este artículo científico de 2010, liderado por dos investigadores de la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York. Según concluye su investigación, los 36,7 ºC es una temperatura “óptima y cercana a la de los mamíferos” para que las infecciones fúngicas no se disparen y mantener el metabolismo interno estable.
Los autores plantean que hay muchas posibles explicaciones para el origen de la homeotermia y la endotermia, la capacidad de mantener esta temperatura de forma interna, pero ninguna encaja bien con el alto coste metabólico que tiene mantener esta temperatura. Este coste se refiere a que los seres homeotermos y endotermos invierten más energía en mantener su temperatura corporal que los ectotermos (cuyo calor corporal depende de las condiciones ambientales) y, por tanto, requieren alimentarse más.
El trabajo parte del hecho de que los hongos son capaces de infectar a muchísimos seres vivos: más de 270.000 especies pueden hacer enfermar a plantas y más de 50.000 hacen lo propio a insectos. Pero en mamíferos, sólo unos centenares de especies fúngicas causan enfermedades. La clave está en que, cuanto mayor sea la temperatura corporal del ser vivo, menos posibilidades tienen los hongos de sobrevivir.
Por contra, aumentar la temperatura corporal por encima de cierto límite tiene sus complicaciones. Además de que muchas proteínas necesarias en los mamíferos se desnaturalizan (pierden su forma y su función) al superar los 40 ºC, una mayor temperatura corporal tendrá un mayor coste metabólico, por lo que harán falta más recursos (comida, básicamente) para mantenerse.
Con esta información, el análisis científico hace un modelo donde se encuentre un punto de equilibrio entre evitar las infecciones de hongos y mantener un coste metabólico asequible. El resultado que obtuvieron de este modelo: 36,7 ºC, una temperatura cercana a los 37 ºC humanos y a la de otros mamíferos.
Este artículo forma parte del 225º consultorio de Maldita Ciencia.