Cada 18 de octubre se celebra el Día Mundial de la Menopausia, una fecha en la que las sociedades científicas muestran su apoyo público a los profesionales que trabajan por mejorar la salud y la calidad de vida de quienes llegan a esta etapa así como concienciar de los principales problemas (físicos y psicológicos) asociados a la menopausia.
La literatura científica conoce bien la causa fisiológica de la menopausia en los humanos: el cese del ciclo menstrual (ovulación y sangrado) y el descenso de los niveles de estrógeno y progesterona (dos hormonas sexuales que se producen en los ovarios, placenta y glándulas suprarrenales).
Sin embargo, si nos comparamos con el resto del mundo animal, los Homo sapiens somos una de las pocas especies que seguimos viviendo mucho más tiempo del final de nuestra vida fértil. Las otras especies con la que los humanos compartimos menopausia (esto es, muchos años de vida después de la vida fértil de las hembras) son el calderón tropical, la beluga, la orca y el narval. Por otro lado, en la mayoría de especies animales, las hembras tienen actividad fértil en toda su vida.
¿Por qué ocurre esto? ¿A qué se debe este fenómeno tan poco común que compartimos humanos y cetáceos odontocetos? A día de hoy, la literatura científica no tiene una respuesta definitiva a este misterio evolutivo, pero sí ha postulado numerosas hipótesis que explicarían a qué se debe esta anomalía y si realmente es un beneficio evolutivo que la selección natural ha favorecido.
Según explica María Jesús Cornellana, médica especialista en ginecología y obstetricia del Hospital del Mar de Barcelona y una de las autoras del libro Ginecología evolucionista: La salud de la mujer a la luz de Darwin, desde la perspectiva de la selección natural la menopausia podría plantearse, de entrada, como una característica “poco adaptativa” porque “reduce la fertilidad de una mujer”. Sin embargo, la experta considera que si esta etapa ha evolucionado hasta la actualidad “es porque ha proporcionado una ventaja para la adaptación y supervivencia de nuestra especie”. Este artículo de Juan Ignario Pérez, catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), explora en profundidad la anomalía de la menopausia en el mundo animal.
Recogemos en este artículo algunas propuestas, tanto adaptativas, que apuntan a que la menopausia beneficia a las hembras y, por tanto, favorece su supervivencia; como la no adaptativa, que apunta a que este fenómeno no guarda relación con los procesos evolutivos de las especies ni otorgan una ventaja evolutiva.
Hipótesis adaptativas: de la abuela, de la filopatría y del conflicto reproductivo
Una de las explicaciones evolutivas de la menopausia más repetidas es la hipótesis de la abuela. Fue propuesta por el biólogo evolutivo George C. Williams en 1957 y apunta a que la menopausia proporciona una ventaja evolutiva en las especies que la presentan: al entrar en la menopausia, las hembras de mayor edad podrían dedicar sus esfuerzos a cuidar y apoyar a sus descendientes en lugar de invertir esfuerzos en su propia reproducción, aumentando la probabilidad de éxito, es decir, que sobrevivan y crezcan bien. Por otro lado, a mayor edad, más probabilidad de morir, por lo que si una hembra tiene hijos a una edad avanzada, quizá no sobreviva en los años vitales de su crianza y el esfuerzo reproductivo habría sido en vano y dificultando la supervivencia de la descendencia.
Williams puso el foco en las abuelas (y no en las madres, a pesar de que también existe una hipótesis evolutiva enfocada a ellas) porque las ve como una pieza clave en la supervivencia de los más jóvenes: mientras que las madres recientes aún se encuentran en edad fértil y siguen invirtiendo esfuerzos en la reproducción, las madres más longevas (esto es, las abuelas) pueden ofrecer más cuidados (al no tener que invertir esfuerzos en reproducirse tras haber llegado a la menopausia) no solo para obtener recursos básicos como comida o calor, sino que también mejoran las colaboraciones sociales con otros individuos de la especie, lo que se traduce, según el biólogo, en más facilidades para obtener recursos. No en vano las especies en las que existe la menopausia son todas intensamente sociales y viven en grupos con complejas relaciones entre sus individuos.
Por otro lado, la hipótesis de la filopatría propone que las especies sociales (como los Homo sapiens) muestran una serie de dinámicas a la hora de escoger compañeros de colectivo (tanto parejas sexuales como de crianza) y que estas dependen de la edad de los individuos. Este artículo científico, que explora la demografía y estructura social de especies con menopausia, encuentra que los grupos más cohesionados localmente son aquellos en los que las hembras viven más tiempo, quienes invierten más recursos en el cuidado de otros individuos y ayudan al resto del grupo a adaptarse mejor a su entorno.
En último lugar, la hipótesis del conflicto reproductivo plantea que existe una “lucha” por los recursos entre las hembras que tienen descendencia y que deben “competir” para asegurarse una reproducción exitosa. De esto se extraería que aquellas hembras que cesan su época fértil (esto es, que llegan a la menopausia) evitan estos conflictos y reciben más beneficios inclusivos por parte del resto del grupo, lo que favorece su supervivencia. En línea con esta hipótesis, existe literatura científica que encuentra que aquellas hembras de un mismo grupo que tienen partos superpuestos (los individuos alumbran con pocas semanas o meses de diferencia entre sí) muestran más dificultades para criar exitosamente a su descendencia, lo que apoyaría a que evitar el conflicto reproductivo da una ventaja.
Hipótesis no adaptativa
En el lado contrario, existen hipótesis evolutivas que apuntan a que la menopausia y los años de vida posteriores a la época fértil son factores independientes y que la esperanza de vida más allá de los 50 años ha ido aumentando paulatinamente, permitiendo que cada vez haya más humanos que puedan vivir pasada esta franja de edad.
El contexto científico que apoya esta tesis se basa en que en los primeros Homo sapiens rara vez sobrevivían más allá de la etapa en la que concluye el ciclo menstrual, por lo que la menopausia se considera un efecto evolutivo aleatorio producto de una sombra de selección: cuanto más pasa el tiempo para un individuo y supera su madurez sexual, su aptitud selectiva para sobrevivir importa menos y las ventajas evolutivas que pueden aportarse en esta edad tienen un impacto cada vez más reducido.
En este caso, la tesis que defiende esta hipótesis apuntaría a que la menopausia surgió de forma aleatoria al lograr ciertas especies animales extender su esperanza de vida muchos más años del término de la vida fértil, sin que la menopausia otorgara ninguna ventaja evolutiva para las hembras.
Primera fecha de publicación de este artículo: 19/10/2021