Continúa el verano y, con ello, los consultorios estivales de Maldita Ciencia, esos que nos resuelven dudas y tormentos que pueden darse durante las jornadas más calurosas del año. Hoy, presentamos a los peces araña y explicamos qué hacer ante su picadura, hablamos sobre el peligro que puede suponer el nitrógeno en las profundidades, desentrañamos la misteriosa relación entre los mosquitos y la cerveza y descubrimos por qué cansan tanto los días de piscina y playa.
Seguro que se te ocurren más preguntas, muchas otras. Esto, unido a la realidad de que nos quedan varias semanas de veranete, hace obligatorio que te recordemos lo siguiente: ¡no te las guardes! Anímate y mándanoslas por Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o a través de nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). ¡Empezamos!
¿Qué hacer ante una picadura de pez araña?
Hemos hablado largo y tendido sobre medusas y sus picaduras, al ser, hasta ahora, situaciones más comunes durante las jornadas de ‘playeo intenso’ (siempre, recuerda, a la sombra y con protección solar). Sin embargo, parece haber llegado a las playas un nuevo invitado que está aumentando el trabajo del botiquín de primeros auxilios de este escenario: el pez araña. ¿Qué hacer ante su picadura? Lo más eficaz es sumergir la zona dañada en agua caliente.
Como recuerda la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), los peces araña o escorpión suelen estar enterrados en la arena, por lo que no es difícil pisarlo y clavarnos en la planta del pie las cuatro espinas de su aleta dorsal. En España, ¿en qué playas podemos toparnos con este animal? Pocas se salvan, ya que es común del este del océano Atlántico, del mar Mediterráneo y del mar Cantábrico.
Produce un dolor intenso e instantáneo que, como señala Miguel Assal, instructor del Servicio de Atención Médica de Urgencias (SUMA) y divulgador sobre primeros auxilios, comienza en la zona donde se ha producido la picadura y se desplaza al resto del cuerpo (normalmente, ascendiendo, al producirse en la planta del pie). De ahí que se recomiende actuar cuanto antes.
En caso de picadura, Assal aconseja buscar el puesto de socorro más cercano. Según SEMES, se debe retirar el cuerpo extraño (en este caso, las espinas que pueden haberse quedado incrustadas en la piel) e introducir la zona afectada en agua caliente (a unos 45 ºC) entre hora y hora y media. Esto conseguirá neutralizar la toxina, al ser esta termolábil (que se destruye con el calor), considerada neuro y cardiotóxica.
“Si te ha quedado algún resto superficial de las púas, puedes intentar retirarlos con una tarjeta”, propone Assal quien, además, desaconseja frotar o presionar la zona, como si intentásemos quitar un grano. Si, pasados 30 minutos, el dolor continúa o se experimentan síntomas como mareos, vómitos o dificultad para hablar, tragar o respirar, debe acudirse a un centro médico por riesgo de shock anafiláctico.
“La forma de evitar estos ‘ataques’ es caminar calzado por la orilla, ya que no hay problema en la arena seca”, añaden desde SEMES. Además, se debe valorar el estado vacunal del paciente por su efecto potencial tetanígeno (en referencia al tétanos).
¿Qué peligro supone el nitrógeno al bucear y por qué?
Como en cualquier otro deporte y/o situación, para bucear de forma segura es necesario tener en cuenta determinadas pautas. Si ya has echado un vistazo a fondos marinos de cierta profundidad (tanta como para necesitar botella de aire y respirador), probablemente te suene uno de los riesgos derivados de las inmersiones acuáticas: la narcosis por nitrógeno. Si todavía no te has animado a zambullirte, pero la curiosidad te ha hecho seguir leyendo hasta este punto, ¿en qué consiste esta situación y por qué se relaciona con el buceo? La narcosis por nitrógeno es una alteración en la conciencia del buceador por la alta solubilidad de este gas con el agua. Esta deriva en una sensación similar a la de una borrachera que puede suponer un gran peligro bajo el agua.
En tierra, ‘soportamos’ una presión atmosférica de una atmósfera (o un bar), procedente de todo el aire que se encuentra sobre nosotros. Sin embargo, bajo el agua, solo con sumergirnos 10 metros, esta presión se duplica (dos atmósferas). En este contexto y como resultado, el aire se comprime (ocupa menos espacio y aumenta su densidad). De ahí que, cuanto más profundo se bucee, más presión soportará, no solo nuestro cuerpo, también el aire de la botella gracias a la que respiramos. Esto supone introducir más cantidad de moléculas gaseosas (mayoritariamente de nitrógeno y oxígeno) con cada respiración.
En el caso del nitrógeno, aunque este no tiene efecto directo si se respira en la superficie, sí lo tiene al respirarlo bajo presión. “Bajo el agua, a profundidades cercanas a los 30 metros [cuatro atmósferas, cuatro veces la presión que experimentamos sobre la superficie], el nitrógeno tiene un notable efecto tóxico que aumenta conforme aumenta la profundidad”, explica el manual Open Water Diver. Esto puede originar una narcosis por oxígeno.
¿Cómo identificarla? A pesar de que afecta de forma diferente a cada persona, suelen darse síntomas como menor capacidad para realizar tareas, deterioro del razonamiento lógico o leve euforia. “A profundidades mayores, puede aparecer una respuesta retardada en estímulos visuales, fallos a la hora de tomar decisiones o incluso un exceso de confianza”, indica en su página web la escuela de buceo Open Water de La Herradura. En general, la sensación es similar a la causada por una intoxicación leve por alcohol.
En estas condiciones, puede ocurrir que el buceador se sienta ansioso e incómodo “lo que puede conducir al pánico y a otras decisiones erróneas”, según el manual Open Water Diver. También puede crear una falsa sensación de seguridad, haciendo que no se preste atención a las medidas necesarias durante la actividad y dando lugar a “comportamientos alocados”, que, bajo el agua, pueden tener graves consecuencias. Esta disminuye, sin efectos secundarios, al ascender de forma controlada hacia la superficie.
Todavía no se conoce el mecanismo exacto por el que ocurre esta situación. “Algunos autores lo atribuyen a un efecto directo de la presión sobre las neuronas, otros lo relacionan con las modificaciones que se producen en la presión parcial de oxígeno y dióxido de carbono durante el buceo, pero la mayoría de las teorías existentes coinciden en achacar este cuadro al efecto del gas inerte sobre la membrana neuronal”, recuerda desde Dive Planet Juan Carlos Martínez, instructor de buceo de la Professional Association of Diving Instructors (PADI).
Aun así, para reducir el riesgo, la clave principal es limitar la profundidad de buceo a un máximo de 30 metros, especialmente si uno se siente cansado, ansioso o bebió alcohol horas antes. A pesar de que no existe una precaución infalible, desde La Herradura recomiendan, además, realizar descensos lentos, prestar atención al grado de lucidez mental de cada uno y a la coordinación muscular, evitar esfuerzos en inmersiones profundas, no bucear solo, no bucear en caso de que las condiciones físicas no sean las adecuadas, no beber alcohol antes de sumergirse y evitar tomar alguna medicina o estar ansioso.
¿Por qué nos sentimos cansados tras un día de playa o piscina?
La sorpresa es mutua: vale que nos hayamos dado algún chapuzón y hayamos braceado algún que otro largo, quizá también nos hemos animado a dar un paseo por la orilla o incluso nos hemos envalentonado para construir los cimientos de toda una fortaleza de arena. Aun así, ¿cómo es posible que estemos tan cansados tras un día de playa o de piscina? ¡Si no hemos hecho ‘nah’! Pues ni esta sensación es solo cosa tuya ni existe una sola respuesta o motivo para justificarla. La clave parece estar tanto en el esfuerzo continuo del cuerpo por ‘autorefrescarse’ durante esas horas de sol y calor, como en los electrolitos y el líquido perdidos a través del sudor sumados a los cambios en la rutina que suelen suponer las vacaciones, cuando es común frecuentar estos escenarios de agua salada o clorada.
En este cansancio post ‘posado en toalla’, “evidentemente hay una influencia de la exposición al sol y la necesidad de regular la temperatura corporal”, factores que, por un lado, someten al organismo a una mayor actividad metabólica y, por otro, hacen que disminuya la tensión, lo que puede relacionarse con una mayor sensación de somnolencia y debilidad.
“El sudor baja un poco la tensión a causa de la disminución de sal y líquido que conlleva y muchas veces la rehidratación no es perfecta”, explica a Maldita.es Javier Puertas, coordinador del Servicio de Neurofisiología y la Unidad de Trastornos del Sueño en el Hospital Universitario de la Ribera (Valencia) y profesor asociado del Departamento de Fisiología de la Universidad de Valencia. En caso de no beber suficiente líquido durante días calurosos, puede ocurrir incluso que nos deshidratemos, lo que disminuye la capacidad del cuerpo de transpirar y mantener una temperatura normal.
Además, al contrario de lo que sucede cuando tenemos frío, con el calor se produce una vasodilatación, es decir, los vasos sanguíneos se ensanchan para dejar pasar más cantidad de sangre. “Esto también facilita que baje un poco la tensión arterial”, añade Puertas.
Por último, los días de playa y piscina suelen darse durante las vacaciones, rachas en la que es fácil que cambien nuestros hábitos diarios. “Solemos acostarnos más tarde, el calor hace que el sueño sea de menor calidad y, por lo tanto, la somnolencia diurna aumenta. Además, comemos un poco más tarde, tenemos más actividad social, muchas veces bajamos la alerta (al no tener la necesidad de rendimiento laboral), quizá se consume un poco más de alcohol… Todo esto influye”, recuerda Puertas.
Sin embargo, aun ‘de vacaciones’, la sensación de cansancio tras un día al sol no será la misma que si lo pasamos en un interior con aire acondicionado. “En este caso, la regulación de la temperatura periférica es menos exigente, desde el punto de vista de evacuar el calor del cuerpo, por lo que notaremos menos cansancio”, concluye el experto.
¿Es verdad que los mosquitos pican más a quien bebe cerveza?
En Maldita.es ya explicamos que el hecho de que los mosquitos prefieran picar antes a unas personas que a otras no tiene nada que ver con que su sangre sea o no más dulce, sino que depende de una mezcla de factores. Entre otros, el grupo sanguíneo, el olor y el calor corporal, el dióxido de carbono que emitimos al respirar, la sudoración y el movimiento. Algunos de esos factores son genéticos, pero también interfieren, como vemos en el caso de la sudoración, variables circunstanciales. ¿Influye también, entre estas últimas, que nos estemos tomando o nos hayamos bebido alguna cerveza? Contra todo pronóstico, la respuesta es ‘sí’.
“Es completamente cierto”, respondía Marián García (@boticariagarcia), farmacéutica, nutricionista y divulgadora, en Zapeando. El motivo, de nuevo, está en nuestro olor corporal. Concretamente, en el olor corporal de la persona que bebe cerveza. “Hay estudios que muestran cómo el consumo de cerveza puede atraer a los mosquitos”, afirmaba la experta.
Uno de ellos, publicado en 2010 en la revista científica PLOS ONE, indica que el Anopheles gambiae, que es el mosquito vector de la malaria en África, es una de las especies que se ven atraídas por este factor. “El alcohol eleva la temperatura corporal, uno de los factores que atrae la atención de los mosquitos. Al mismo tiempo, tiene unos compuestos químicos que ellos huelen a muchos metros de distancia”, explicaba García.
A pesar de que este pueda parecer simplemente un dato curioso y anecdótico, lo que sugieren los resultados del estudio es que el consumo de cerveza es un factor de riesgo para la malaria, por lo que propone que este se considere en las políticas de salud pública para el diseño de medidas de control.
“Sigue siendo necesario investigar si el consumo de otras bebidas alcohólicas (como vino o bebidas destiladas) tiene el mismo efecto en el atractivo para los mosquitos”, señala una revisión publicada en Current Research in Parasitology & Vector-Borne Diseases.
Por lo tanto y por el momento, para evitar picaduras de mosquito (y no tener que jugar la baza del calor para que dejen de escocer) García recomienda que presentemos atención en las reuniones de amigos: si unos beben cerveza y otros, refrescos, los primeros tienen muchas más probabilidades de sufrir algún que otro picotazo.
Todavía no hemos terminado...
Antes de decir adiós, os recordamos una vez más: no somos médicos, somos periodistas. Puedes contar con nosotros para todo aquello que esté en nuestra mano, ¡por supuesto! Pero si lo que necesitas es un diagnóstico concreto y o tienes dudas médicas específicas, la mejor opción será que recurras a un profesional sanitario que estudie el caso y te recomiende la solución o tratamiento más adecuado. ¡Gracias por leernos y buen fin de semana!