Melocotón, cereza, chocolate, canela… Espera, espera… Si esta semana no toca consultorio de Maldita Alimentación, ¿no? ¿Qué hacemos, entonces, hablando de postres? No nos referimos al dulce final de comidas y cenas, sino a sabores de pastas dentales, por mucho que nos extrañe en un contexto de higiene bucal (donde el azúcar es claramente un enemigo a evitar). Eso sí, reconocemos que los más habituales o a los que estamos más acostumbrados son los dentífricos mentolados o con sabores refrescantes similares, como a hierbabuena. ¿Por qué estos son los más utilizados? Por la sensación refrescante que dejan en nuestra boca y por su capacidad para neutralizar los posibles malos olores procedentes de esta.
“Los dentífricos suelen tener distintos sabores porque, de no añadirlos, tendrían un sabor muy malo y amargo, como consecuencia de los compuestos químicos que contienen”, explica a Maldita.es Simón Pardiñas, odontólogo y divulgador. “Añadirle un sabor mentolado va a neutralizar el gusto de estos químicos y a proporcionar una sensación de frescor en la boca”, añade.
¿Y a qué se debe esta percepción de que algo frío ha entrado en contacto con nuestras papilas gustativas, lejos de guardar la pasta de dientes en la nevera o similares? La respuesta está en uno de sus componentes: el mentol.
El mentol es capaz de unirse con la proteína que detecta los cambios de temperatura, la TRPM8, activándola. Lo mismo sucede con sustancias como el eucaliptol y la icilina. “Las gotas de menta disparan TRPM8 en los nervios sensibles al frío y hacen que tu boca se sienta fresca al instante. Incluso después de haber tragado, el mentol que queda mantiene los nervios activados. Solo un sorbo de agua puede hacer que los nervios se disparen nuevamente”, explica en The Conversation la bióloga Anwesha Ghosh.
Otro de los motivos de añadir sabor mentolado a los dentífricos, en palabras de Pardiñas, es enmascarar posibles malos olores procedentes de la boca o el mal aliento. Eso sí, no debemos dejarnos engañar: “Esta sensación momentánea de frescor y limpieza puede no corresponderse con la realidad, y enmascarar malos olores causados por acumulación de sarro, bacterias o por caries dental”. Es decir, frescor bucal no significa necesariamente limpieza.
“Un correcto cepillado y uso de seda dental será la mejor forma de mantener nuestra boca limpia y libre de malos olores, aún cuando no usemos pasta dental mentolada”, concluye el experto.
Este artículo forma parte del 217º consultorio de Maldita Ciencia.