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MALDITA CIENCIA

¿Cómo ordenar los alimentos en la nevera? No juntes los cocinados con los no cocinados y otras recomendaciones útiles

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En Maldita Ciencia ya os hemos explicado por qué meter comida caliente en el frigorífico no es malo, que los helados caducan o por qué es mejor atemperar la comida antes de conservarla en el congelador. Ahora nos habéis preguntado cuál es la mejor manera de ordenar los alimentos en la nevera. Teniendo en cuenta la temperatura en las diferentes partes del frigorífico, es aconsejable poner los alimentos crudos en la zona de abajo; los lácteos, huevos, el embutidos o el queso en la zona intermedia; y los alimentos cocinados en recipientes perfectamente cerrados en la de arriba.

Ana Amengual, dietista-nutricionista del Centro Júlia Farré, cuenta a Maldita Ciencia que tener un orden en la nevera y conservar debidamente los alimentos ayuda a “mejorar su conservación, evitar que se estropeen e incrementar su vida útil, evitar toxiinfeciones alimentarias y encontrar fácilmente los alimentos”. “Invita a su uso y evita que se produzcan descuidos y desperdicios”, sostiene.

Gemma del Caño, experta en industria alimenticia, explica a Maldita Ciencia que ordenar lo que guardamos en el frigorífico es importante parallevar una correcta gestión de fechas de caducidad y así evitar el desperdicio alimentario”. Para ella, lo ideal es utilizar el sistema FEFO (first expired, first out): “Es decir, colocar los alimentos poniendo los de la fecha de caducidad más cercana, delante”. En Maldita Ciencia ya os hemos contado qué diferencia hay entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente y qué pasa si te comes algo pasado de fecha.

La temperatura interna del frigorífico no es uniforme. La dietista-nutricionista Beatriz Robles cuenta a Maldita Ciencia que “la parte inferior es más fría, la superior es menos fría y la puerta es la zona donde más fluctuaciones hay”. Y recuerda: “La temperatura es el recurso más potente que tenemos para controlar el crecimiento de los microorganismos”.

Por ello, es importante el lugar en el que guardamos cada alimento. Robles recomienda colocar los más perecederos, “en los que los microorganismos crecen fácilmente”, en la parte más fría (las baldas inferiores). Por ejemplo, la carne o los pescados frescos. Los alimentos crudos, según Del Caño, deberían ir separados entre ellos y “en un recipiente con una rejilla con otro recipiente debajo para recoger el líquido que pueda gotear”. En estas baldas, “también se colocarán los alimentos que se están descongelando”.

En los cajones de debajo, “deberíamos colocar la fruta, verdura y hortalizas”. En la zona media, la experta aconseja colocar alimentos envasados como lácteos, huevos dentro de su propio envase, embutidos o queso.

Alma Palau, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN), explica que en el supermercado los huevos no están en el frigorífico porque el lugar en sí “ya está refrigerado y además allí siempre estarán cerca de los congelados o las neveras, para estar en el punto más frío del establecimiento”. En nuestra nevera, hay que tener en cuenta que “la cáscara del huevo es porosa y si están al descubierto, su interior se impregna del olor de otros alimentos y se les altera el sabor”. En Maldita Ciencia ya os hemos contado por qué es mejor guardar los huevos en la nevera aunque en el supermercado no estén refrigerados.

En la zona alta, según Del Caño, deberíamos colocar sobras de alimentos cocinados pero en recipientes perfectamente cerrados. ¿Y en la puerta? La dietista-nutricionista Laura Moya explica a Maldita Ciencia que se trata de una zona en la que se producen cambios de temperatura al abrir y cerrar el frigorífico. Por ello, indica que es adecuada para guardar “aquellos alimentos que no necesiten demasiado ser conservados en frío, como las salsas, o que tengan un consumo ágil como ocurre con los envases de la leche”.

Además, Moya subraya que es importante evitar pegar mucho los alimentos a las paredes del frigorífico “para evitar suciedad, escarcha y mal funcionamiento del mismo”. “Si lo sobrecargamos de alimentos, el aire no puede circular de forma adecuada y en consecuencia no conservará bien los productos”.

Las expertas consultadas coinciden en que no es aconsejable poner en la misma balda alimentos cocinados y sin cocinar por el riesgo de contaminación cruzada. “Los alimentos crudos pueden contener microorganismos patógenos que contaminen los alimentos cocinados”, comenta Robles. Puesto que los cocinados ya no van a pasar por un tratamiento térmico intenso, “existe un riesgo de intoxicación”.

Del Caño destaca que tampoco es aconsejable mezclar frutas climatéricas (aquellas que pueden seguir madurando una vez recolectadas), como manzanas y peras, “porque es posible que se estropeen antes”. “Las frutas climatéricas ‘respiran’ después de haberlas recogido y eso puede hacer que lo que tienen cerca madure antes y se pueda estropear”, señala. “Con las no climatéricas como la naranja, el limón, las mandarinas o las fresas, no hay problema y se tienen que conservar en la nevera”, indica.

“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.


Primera fecha de publicación de este artículo: 19/04/2021

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