El pasado viernes 20 de enero, el influencer de alimentación y creador de la marca Realfooding, Carlos Ríos, subió un vídeo a su cuenta de Instagram examinando una salchicha tipo Frankfurt a través de un microscopio óptico. Previamente, Ríos compartió clips similares —que no son suyos, sino de otros usuarios de TikTok— mostrando a vista de microscopio una galleta Oreo o cacao en polvo Nesquik. Con estos vídeos, Ríos comparte la composición de estos alimentos y busca ‘artefactos’, objetos que no se espera encontrar en la comida y que pueden ser fruto de la contaminación de la muestra.
El problema es que, al igual que explicamos sobre los vídeos de comida al microscopio de una cuenta de TikTok, esa no es una manera adecuada de usar el microscopio óptico si queremos realizar observaciones científicamente relevantes. Las piezas que observa no pasan por un proceso de preparación, obligatorio y muy exigente, que puede incluir teñir la muestra, protegerla, fijarla, cortarla con cierto instrumental o hidratarla (como sí se hace en un laboratorio). Lo que hace en los vídeos que comparte, donde se coloca la comida en un portaobjetos sin asegurarse de que la muestra no ha sido contaminada, no sirve para nada si lo que se busca es observarlo correctamente, conocer la composición de un alimento o llevar a cabo un ‘experimento’ de alguna forma ‘útil’. Te contamos en profundidad.
El problema de observar comida al microscopio sin criterio o procedimiento adecuado: desinformación científica
Ríos comparte vídeos que usan comida poco saludable y/o ultraprocesada como muestras para observar en un microscopio óptico que no está pensado para cumplir estándares de laboratorio. En estos vídeos, bajo títulos como “¿Qué hay dentro de…?” o “¿Qué hay en…?”, el influencer no indica qué es lo que se busca en estas observaciones.
Sin embargo, el propósito con el que se emplea el microscopio óptico es importante, tanto para preparar las muestras como para interpretar los resultados de estas observaciones. Por ejemplo: no es lo mismo examinar una muestra para estudiar la estructura de la pared celular de un tejido que buscar anomalías en su composición. En los vídeos que comparte Ríos no se observa que haya un procedimiento concreto para cada muestra, únicamente corta trozos de los alimentos y los dispone en un portaobjetos.
Tras la publicación del último vídeo en el que Carlos Ríos utiliza el microscopio (‘analizando’, en esta ocasión, una salchicha tipo Frankfurt), Patricia González-Rodríguez, neurocientífica e investigadora del Instituto de Biomedicina de Sevilla y en la Universidad de Sevilla, dedicó un hilo en su cuenta de Twitter para exponer problemas y errores: “Con un microscopio de un solo ocular de juguete y cortes tan gordos, obviamente no puedes ver nada porque la luz no pasa a través del microscopio, es ‘fake’”, explica González-Rodriguez. “No estoy defendiendo si la salchicha es o no sana, simplemente ese vídeo es falso. No se puede difundir contenido falso”.
Ríos se defiende en un vídeo publicado en su Instagram explicando que el microscopio utilizado emplea una lente 4x (aumenta cuatro veces el tamaño del objeto), “para observar el producto de forma superficial” y para que “se vea bien el contenido, donde se puede diferenciar la parte grasa, los cristales de azúcar, etcétera”. “No es un vídeo falso, no puedo falsificar lo que sale por ahí [el microscopio], no puedo coger otras imágenes, ni crearlas ni nada. Es una imagen verídica que muestro en esa resolución del microscopio”, señala Ríos.
El problema es que, aunque las imágenes del microscopio sean veraces, sin una contextualización e interpretación adecuadas, estas observaciones pueden dar lugar a confusiones. Gemma del Caño, especialista en calidad y seguridad de la industria alimentaria, opina en diferentes tuits sobre este asunto que los vídeos cuestionan “la seguridad alimentaria con una muestra mal tomada y una lupa de juguete. No pretende ser ilustrativo, sino dar a entender que algo es malo porque ‘patatas’”. En otro hilo, dedicado a qué información interesa conocer de un alimento, Del Caño agrega que “mirar con lupa un producto no te hace ver su calidad nutricional”.
Cómo preparar la muestra en un portaobjetos para un microscopio óptico
La preparación de la muestra es “una parte crítica de la microscopía [la tarea de observar objetos en un microscopio], ya que determina la calidad de las imágenes producidas”, explica esta web divulgativa de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), dedicada a la divulgación de la ciencia de materiales. “Muchas técnicas, cuando se aplican correctamente a una muestra, pueden mejorar la información presente”.
Uno no debe simplemente colocar el objeto (entero o cortado) debajo de la lente del microscopio sin haberse asegurado de que la muestra será bien visible y no estará contaminada, como ocurre en este vídeo con un bombón o como sucede en el clip de Carlos Ríos con la salchicha.
La muestra que se quiere observar se puede situar sobre un portaobjetos: una lámina de vidrio transparente y muy fina, de 1-1,5 milímetros de grosor, que permite situar muestras para que sean observadas en un microscopio. Sobre el portaobjetos debe colocarse un cubreobjetos: otra lámina fina y transparente de vidrio que protege y aísla la muestra.
Victor Jesús Agulló, técnico de laboratorio clínico y biomédico y maldito que nos prestó sus superpoderes en el artículo sobre el bombón al microscopio óptico, apuntaba que el cubreobjetos “ayuda a aplastar y distribuir toda la muestra en el portaobjetos, para que sea más fácil distinguir figuras o eliminar burbujas de aire”.
A la muestra también se le puede añadir un aceite de inmersión, que sirve para aumentar la resolución de un microscopio y reducir significativamente la dispersión de la luz al atravesar diferentes medios (el aire, el vidrio del cubreobjetos, la muestra a observar, etc.).
Todo esto debe hacerse, insiste el técnico de laboratorio, llevando escrupulosas medidas de higiene: “Llevar el pelo recogido, guantes, no tocar el cubreobjetos, llevar el portaobjetos bien lavado… Todo es esencial para no encontrarse restos de pelo, polvo, rastros de otra muestra que llamamos ‘artefactos’, y tratarlo todo con delicadeza para no generar grietas”.
Más allá de la mala práctica que pueda ocurrir a la hora de observar comida en el microscopio, Agulló agregaba que “un vídeo o foto sin ningún tipo de tinción, contraste o señalización no vale como evidencia científica sin pruebas bioquímicas complementarias”.
Protocolos para preparar muestras: la tinción
La tinción es un proceso previo a la observación de muestras en el microscopio. Es, literalmente, colorear lo que se quiere examinar para que se pueda ver correctamente. Esto es importante, de entrada, porque como explica Agulló “todos los microorganismos son transparentes, salvo que traigan algún pigmento naturalmente presente, como los glóbulos rojos”.
Para poder examinarlos, las muestras pueden teñirse con uno o varios colorantes que se pegan a las partes de una célula, usando reacciones químicas (por ejemplo, una reacción ácido-base) o procesos físicos (quedarse adheridos en el interior de una bacteria).
ConductScience, empresa estadounidense de equipamientos y preparados científicos, detalla en este artículo de divulgación diferentes maneras de teñir una muestra: tinción simple, con un solo colorante y pH básico, como el azul de metileno; tinción negativa, con un pH ácido, como la nigrosina; tinción de Gram, mediante un protocolo de múltiples pasos y exposición a cuatro sustancias que permite clasificar tipos de bacterias; tinción ácido-alcohol resistente, similar a la tinción de Gram pero adaptada a organismos con paredes celulares no polares e impenetrables; o tinción de flagelos, dedicada a observar las estructuras que permiten a algunos microorganismos desplazarse por su medio.
Protocolos para observar muestras: la hidratación
Algunas muestras que se van a examinar en el microscopio óptico requieren que estén en un medio líquido, como son los microorganismos o tejidos biológicos. De ahí el siguiente posible paso, (no siempre es necesario) la hidratación: un protocolo para preparar muestras en fresco, bien porque sean líquidos de por sí (como la sangre) o porque necesitan que estén en un líquido para que no pierdan características que se quieren observar.
Para hidratar muestras, el utensilio más empleado es la pipeta, un tubo de vidrio que permite medir, trasvasar y colocar con precisión una cantidad de líquido.
Protocolos para observar muestras en seco
Hay objetos y muestras que no necesitan ser hidratadas para poder examinarlas correctamente. Es el caso de las muestras que requieren preparación en seco, como insectos, polen, cabellos o metales
Estas muestras, por lo general sólidas, muestran problemas para dejar pasar la luz a través de ellas. Para solventar esto, se realiza un corte de la muestra lo suficientemente fino para que sea traslúcida. Eso sí, este corte debe afectar lo mínimo posible a la estructura del objeto, sin arañazos ni deformaciones mecánicas. Como indica este manual de microscopía óptica de 1995: “Aunque parezca muy simple, en realidad su técnica requiere mucho cuidado, paciencia y práctica continuada”.
Después de cortarlo, las muestras en seco también necesitan colocarse en una superficie óptima para este microscopio, como un portaobjetos, y empleando para ello material no contaminado, como unas pinzas estériles. Si la muestra tiene algo de volumen (sea seca o húmeda), puede que necesite de un portaobjetos cóncavo.