Nos ‘meamos’ de la risa y nos ‘cagamos’ de miedo. Parece ser que nuestro vocabulario relaciona estos procesos fisiológicos básicos con emociones fuertes. No solo ocurre en español, en inglés también existe la expresión ‘scared shitless’ y en alemán, ‘scheißt sich vor Angst in die Hose’ (o ‘cagarse en los pantalones del miedo’).
Si tan universal es esta expresión, ¿existirán evidencias que sostengan que es posible hacerse caca por culpa del miedo? Pues sí, perder el control del esfínter anal temporalmente es una posible respuesta ante el estrés psicológico que puede provocar una situación en la que pasamos miedo o nerviosismo. Esta relación entre defecar y el miedo ha sido ampliamente explorada en animales, especialmente en ratas de laboratorio. Al tiempo, se ha intentado ofrecer explicaciones evolutivas de por qué los humanos y otros mamíferos actúan de forma similar ante una situación estresante.
Al igual que explicamos en la anterior consulta, la diferencia entre susto y miedo, el sistema simpático es el responsable de desencadenar la respuesta fisiológica ante una situación estresante. En ella, también se observa que los esfínteres se relajan y se excretan fluidos. Orina y caca, vaya, para qué esconderlo. En este artículo de El Confidencial de la periodista Rocío Benavente de 2015 se recogen algunas respuestas del organismo en situaciones que nos dan ‘cague’ (nunca mejor dicho) y en esta revisión de la revista científica Digestive Diseases and Sciences sobre la fisiología de la defecación humana también se reconoce que el estrés y la ansiedad a corto plazo afectan las ganas de ir al baño.
La literatura científica que ha explorado la relación entre pasar miedo e ir a visitar al señor Roca debe darle una medalla a las ratas de laboratorio, los animales con los que más se ha experimentado para obtener evidencia sobre este asunto. En el libro The Psychology of Fear and Stress, el psicólogo británico Jeffrey Alan Gray recopiló multitud de experimentos (de mediados del siglo XX) en los que se inducía miedo a las ratas de diferentes formas (sonidos, caídas repentinas, inmovilizaciones) y se comparaba resultados con otras ratas que no estaban expuestas a estas situaciones. Efectivamente, las ratas hacían más caca cuando pasaban por momentos angustiosos.
Un experimento algo más reciente (del 2001) comparó las respuestas de ratas de laboratorio que se habían entrenado para pasar miedo cuando se exponen a ciertos estímulos (mediante una práctica que se llama condicionamiento del miedo) y ratas que no se podían entrenar por daños en su amígdala, que es la parte del cerebro involucrada en las respuestas ante el miedo. En ambos casos se observó que los animales reaccionan de manera similar ante esta emoción: quedándose paralizadas, moviéndose inquietamente y excretando orina y caca. Experimentos aún más recientes (2021) han seguido investigando, de diferente forma, la relación entre miedo y heces en ratas.
Vale, ha quedado claro de que es posible cagarse de miedo. Pero, evolutivamente hablando, ¿qué sentido tiene? La periodista de ciencia Uta Schindler plantea en la publicación de divulgación alemana Spektrum.de dos posibles explicaciones. La primera es que los excrementos (la orina y las heces) de un animal pueden servir como sustancias que repelan o desincentiven a sus depredadores, evitando así ser cazados. La segunda es que se trate de un método rápido para ‘aflojar la carga’ y ser capaces de movernos con más agilidad.