“Septiembre llega con su ‘¡oh, Dios mío!’”, ya no hay vuelta atrás: hemos ‘vuelto al cole’ (aunque realmente nunca nos fuimos). ¡Bienvenidos un viernes más al consultorio científico más aclamado de la red! Para los nuevos: aquí respondemos todo aquello que os perturba y os ronda la cabeza, siempre y cuando tenga algo de ciencia que desenredar. Esta semana, mejor traído imposible, hablamos de si ese ‘posponer alarma’ tiene repercusiones en nuestra salud, de por qué se forman los atascos y de palomas mensajeras.
Seguro que se te ocurren más preguntas que podamos resolver el próximo viernes, y el siguiente, y el siguiente. ¡No te las guardes! Anímate y mándanoslas por Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o por nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). ¡Empezamos!
¿Es perjudicial para la salud posponer repetidamente el despertador?
No es que sea sinónimo exactamente, pero casi: septiembre suele significar vuelta a la rutina, comienzo de ‘curso’ y, con ello, de una nueva temporada de ‘El Madrugón’ que, lejos de ser la próxima serie de moda, pretende que te despiertes y pongas las calles, como poco, cinco días a la semana. Ahora bien, tenemos un as en la manga, ¿no?. ‘¡Posponer alarma, posponer alarma, posponer alarma!’. Esta semana nos habéis preguntado si hacerlo, programar el despertador para que suene cada pocos minutos antes de levantarnos en vez de hacer caso al primer toque, puede repercutir en nuestra salud de alguna forma. No es que esta costumbre concreta sea perjudicial para la salud sino que, por lo que se sabe sobre la fisiología del sueño, no es recomendable interrumpir sus distintos ciclos naturales.
Como recuerda a Maldita.es Rybel Wix, miembro del grupo de trabajo de insomnio de la Sociedad Española del Sueño, al igual que el inicio del sueño, el despertar es también gradual y emerge desde las etapas del sueño hasta alcanzar la vigilia. Puede ser distinto en cada ocasión e individuo.
“Lo ideal sería que siguiéramos nuestro ritmo circadiano natural, durmiéndonos cuando oscurece y despertándonos cuando sale el sol”, recuerda a Maldita.es Olga Mediano, miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Pero esto, en la sociedad y el ritmo de vida actual, no es sencillo.
El despertador, en este caso, es precisamente el encargado de avisarnos: ‘eh, que la vida sigue, es hora de levantarse’. “Un despertador no es bueno para respetar los ciclos naturales de sueño, los rompe. Si, además, lo programamos para que suene más de una vez y entre tanto nos volvemos a quedar dormidos, lo que estamos haciendo es reiniciar un nuevo ciclo de sueño y romperlo nuevamente de forma, además, abrupta. Y esto no es lo más recomendable”, señala la experta.
No debemos olvidar, además, que al despertar tardamos un tiempo en recuperarnos del sueño, una sensación de la que ya hemos hablado en Maldita.es: la inercia del sueño. En este sentido “se recomienda ponerse una sola alarma y salir de la cama, para que sea menos prolongada”, señala Wix. “Si posponemos la hora de levantarnos una vez que suena la alarma, favorecemos la fragmentación del sueño y prolongamos esta inercia del sueño. Por otro lado, esos 10-20 minutos de más que vamos a dormir, en general, serán de sueño superficial”.
En palabras de Mediano, en caso de necesitar varias alarmas para amanecer, probablemente se deba a un problema base de mayor importancia, una restricción de sueño: “Es decir, que no hemos dormido el número de horas que necesitamos dormir”. La recomendación de ambas expertas es prestar atención a las horas invertidas en ello y tratar de garantizar un descanso adecuado. “Quizá deberíamos irnos a la cama antes y no prolongar la hora de levantarnos”, propone Wix.
¿Son eficaces los medicamentos liofilizados orales si los tomamos con agua y ‘de un trago’?
Curiosa otra de las preguntas que nos habéis planteado esta semana y que, muy probablemente, se haya cuestionado más de uno de quienes nos lee. Todos hemos puesto una mueca de asquete al meternos en la boca y dejar actuar determinados medicamentos, en este caso, los liofilizados orales (por ejemplo, el ebastel), cuyo uso está así estipulado: tienes que esperar a que se disuelvan con la saliva. ¿Serían estos eficaces en caso de tragarlos como las pastillas a las que estamos más acostumbrados, con un trago de agua? Puede, pero estaríamos desperdiciando su principal ventaja y arriesgando su efectividad.
Para empezar, la liofilización oral “es una forma farmacéutica sólida que tiene como objetivo facilitar la administración de un medicamento mediante la disolución instantánea del mismo en la cavidad bucal, con la consiguiente deglución del contenido por vía oral”, como indica esta tesis doctoral defendida en la Universidad de Barcelona. Estos comprimidos, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) se deben extraer justo antes de la toma y con las manos secas. Una vez extraído hay que colocarlo sobre la lengua, donde se disolverá rápidamente. Es decir, no es necesario ingerir agua u otro líquido.
Acerca de si este tipo de comprimidos se podría tomar de otra forma, el fabricante probablemente sea claro al respecto: no. “Yo haría caso”, recomienda a Maldita.es Salvador Bergoñón Fuster, profesor en el departamento de Farmacología de la Universidad de Barcelona y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. El Servicio Vasco de Salud indica que estos se podrían “disgregar en pequeñas cantidades de agua pudiendo quedar como partículas en suspensión". Ahora bien, en este caso, según Bergoñón, “la ingesta ha de ser inmediata”: “Si no, corremos el riesgo de que el principio activo se deteriore”.
“Realmente no pasaría nada si se toman con agua”, indica a Maldita.es Xosé María Torres Bouza, farmacéutico especialista en farmacia industrial y maldito que también nos ha prestado sus superpoderes. “Estos se van a disolver en la propia boca, a lo largo del esófago y en el estómago, en cuestión de segundos. De hecho en personas con problemas de boca seca se recomienda que enjuaguen previamente la boca con algo de agua”, añade.
Ahora bien, en opinión de Torres, dado que, en general, son productos algo más caros, si a alguien no le gusta el sabor o la textura, lo lógico sería recurrir a los comprimidos convencionales: “De lo contrario, estaríamos desperdiciando una tecnología punta más cara”.
Esto no solo ocurre con los comprimidos liofilizados, también con los masticables, los sublinguales, los efervescentes, etc... “La idea de que existan tantas alternativas para tomar los comprimidos orales es facilitar que el medicamento llegue al organismo y a los lugares de acción del mismo a los que tiene que llegar”, aclara Bergoñón.
Además, los comprimidos liofilizados “son sólo una parte de los comprimidos bucodispersables [comprimidos no recubiertos destinados a ser colocados en la boca, donde se dispersan rápidamente antes de ser tragados]”, matiza Torres. Estos, añade, están dirigidos fundamentalmente a personas con dificultades de deglución, como son niños, ancianos, enfermos de Parkinson, enfermos de sida, personas con discapacidad mental, etc.
Son distintas las causas por las que hay medicamentos que no se podrían administrar a través de un comprimido ‘normal (los ‘convencionales’, que se toman enteros con medio vaso de agua). “Hay algunos que, por ejemplo, nunca llegarían al lugar de acción, al ser degradados por el ácido del estómago o en otro de los múltiples pasos que implica la deglución y el paso de lo que ingerimos a través del sistema digestivo”, explica Bergoñón. Es por ello por lo que, en ese tipo de casos, interesa ‘proteger el medicamento’, “y la forma adecuada es añadirle una capa de recubrimiento que soporte el paso por el estómago”.
Otro motivo que explica el porqué de que existan tantos tipos de comprimidos lo tenemos en los sublinguales, en los que la idea no es que se deglute el fármaco, sino que se disuelva en el interior de la boca, debajo de la lengua, una zona muy irrigada que lleva el medicamento (evitando el paso por el estómago) al lugar de acción, como explica Bergoñón. En definitiva: “Que haya comprimidos de tantas formas tiene todo el sentido del mundo, ya que así conseguimos la adaptación al principio activo a administrar para que este se ‘presente al organismo’ de la forma más adecuada de cara a llegar al lugar de acción”.
Dicho todo esto, ¿qué ventaja y forma de uso corresponden a los comprimidos liofilizados? La idea, como indica el experto, es que se saquen del ‘blister’ en el momento de tomarlos y se coloquen directamente sobre la lengua. Esto facilita que, gracias al contacto con la saliva, liberen el principio activo y, a través de este líquido, lleguen a lugar de acción a través de la vía digestiva.
¿Cómo funciona la comunicación a través de palomas mensajeras?
Las novelas y películas de fantasía medieval no serían lo mismo sin las palomas mensajeras que mandan una información o comunicado urgente. Esta semana nos habéis preguntado cómo estas aves consiguen hacer llegar el mensaje a su destinatario. En resumen, son capaces de volver al lugar en que se criaron, por lo que sólo son capaces de hacer un viaje hasta un único destino predeterminado.
El uso de palomas mensajeras domesticadas (Columba livia domestica) está documentado desde hace miles de años. Estas aves son capaces de recorrer más de 1.000 kilómetros gracias a su capacidad de recordar la ruta de vuelta a casa, pero no son capaces de interpretar las instrucciones o guías de los humanos hacia destinos diferentes.
“Las palomas mensajeras vuelven al sitio donde nacieron o se criaron. Su mecanismo de orientación es el mismo que el de las aves migratorias que vuelven al lugar de nacimiento. No puedes decirle a dónde ir, vuelven al lugar donde nacieron”, aclara a Maldita.es el biólogo Carlos Padín.
La cría y adiestramiento de palomas mensajeras se conoce como colombofilia. Las aves “nacen en un palomar y desarrollan una querencia por ese punto: siempre van a intentar volver al lugar donde nacieron”, añade Padín.
Por lo tanto, para poder intercambiar mensajes con otra persona, habría que disponer de una paloma criada en el lugar al que se quiere enviar dicha información. Paloma que, además, habría que transportar manualmente y de forma previa al lugar desde donde se quisiese enviar el mensaje (y viceversa para la respuesta). “No se pueden utilizar como medio de comunicación porque tendríamos que tener palomas criadas en varios puntos para poder mandar los mensajes”, añade Padín.
¿Por qué se forman y se deshacen los atascos de tráfico?
¿Cuánto tiempo de tu vida has perdido por culpa de los atascos de tráfico? No es una pregunta retórica, hay estudios que cifran cuánto es. El TomTom Traffic Index de 2021 aporta los datos: 142 horas al año en Estambul, 140 en el óblast de Moscú, 126 horas al año en Bogotá, 121 en Mumbay... El podio en España de este ranking se lo reparten Granada (50 horas perdidas al año) Palma de Mallorca y Barcelona (ambas empatadas a 59).
Todos estos datos son muy curiosos y evidencian el dolor de cabeza que supone el tráfico de vehículos para las ciudades. Pero lo que nos habéis preguntado esta semana es algo más básico que esto: ¿Qué es lo que hace que se formen los atascos de tráfico? ¿Y cómo acaban por resolverse? Hay todo un campo de conocimiento detrás de la movilidad humana motorizada y no existe manera de responder a esta pregunta de manera fácil.
En las ciencias de la movilidad, se entiende por atasco a la situación o momento en que parte de la carretera tiene un exceso de vehículos en un momento determinado, lo que provoca que su velocidad sea considerablemente más lenta de lo normal. Entiéndase por normal la velocidad “free-flow”, a la que irían los vehículos si no hubiera problemas en la carretera y respetando las normas de tráfico.
El informe Traffic Congestion and Reliability (2005), elaborado para la Administración Federal de Carreteras de Estados Unidos, evidencia que hay siete causas fundamentales detrás de los atascos. Estas, además, pueden interaccionar entre sí:
- Cuellos de botella físicos, que cambian la capacidad de una vía, como una bifurcación o una rotonda
- Incidentes de tráfico, como un accidente o el frenar la marcha para observar un fenómeno cercano (el efecto mirón, que denomina la Dirección General de Tráfico)
- Construcciones en la vía, como pintadas o arreglos de quitamiedos tras un accidente
- Condiciones atmosféricas que hacen cambiar el comportamiento de conducción y afecta al flujo de vehículos
- Dispositivos de control de tráfico, como un semáforo o un radar
- Eventos especiales que causan un pico de demanda en un momento determinado, como un concierto
- Fluctuaciones en el tráfico normal, como el atasco de la hora punta o al volver de vacaciones
Asociados a estas causas, existen algunos fenómenos que empeoran el flujo de tráfico y que también se investigan. Uno de los más conocidos recibe el nombre de efecto acordeón, efecto oruga, efecto mariposa u ondas de tráfico (no hemos encontrado por qué tiene tantos nombres): ocurre cuando una disrupción en un punto del flujo de tráfico, como puede ser un frenazo o un cambio de carril brusco, provoca que todos los vehículos de detrás sufran parte de esa disrupción. Esto explica, en parte, por qué algunas retenciones de tráfico se forman sin una reacción aparente. En el siguiente vídeo, la Sociedad Matemática del Flujo de Tráfico en Japón demuestra cómo suceden estos atascos.
Waleed Mouhali, profesor e investigador de Física de la Escuela Central de Electrónica de París, explica e ilustra en The Conversation cómo sucede este efecto: “Si el primer vehículo ha reducido su velocidad en un 10%, el décimo vehículo habrá reducido su velocidad en al menos un 20% por razones de seguridad (manteniendo la distancia de frenado) y por autoconservación. Tanto es así que, tras varios kilómetros, se creará inevitablemente un atasco”.
Dicho todo esto, ¿cómo se deshacen estas retenciones? Una investigación de 2006 publicada en la revista Journal of Maps realizaba una serie de simulaciones de atascos de tráfico para observar qué patrones mostraban en una ciudad con diseño de cuadrícula. Indican que su inicio y desarrollo crecían de forma “predecible”, pero las dispersiones no eran tan directas. Aún así, estas son sus conclusiones para resumir cómo puede acabar un atasco:
- Se despeja por completo en poco tiempo
- Se expande y se contrae en intervalos regulares
- Asume una naturaleza estática y no se expande ni contrae
- Se traslada a una nueva ubicación
- Un atasco se divide en dos o más mini atascos
- Sigue creciendo a pesar de las medidas que se tomen
- Se desarrolla en la red sin que haya exis
Antes de que cierres…
Llegados a este punto y como cada semana, nos gustaría recordaros que estamos aquí para resolver todas las dudas y preguntas que tengáis respecto a información científica, pero que si lo que te inquieta tiene que ver con un diagnóstico, tratamiento o afección personal, lo único que podemos aconsejarte es que acudas a un profesional sanitario que conozca personalmente tu caso y pueda tratarte adecuadamente. ¡Buen finde!
En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Salvador Bergoñón Fuster y Xosé María Torres Bouza.
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