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MALDITA CIENCIA

Altura de las montañas, edad de los perros y remedios caseros para el herpes labial. Llega a Maldita Ciencia el consultorio 174º

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Malditas y malditos, como dice la canción de The Cure: "It's Friday, I'm In Love". Nuestro día favorito de la semana —ya ni lo escondemos—, en el que compartimos nuestro consultorio científico que elaboramos con mucho mimo. Las preguntas que nos habéis enviado para esta semana tienen que ver con la altura de las montañas, cómo se mide la edad de los perros, remedios caseros para el herpes labial y si el refrán "quien juega con fuego se mea en la cama" tiene alguna base científica.

Antes de empezar con la lectura, recuerda que nos puedes mandar cualquier duda que se te venga a la cabeza (siempre y cuando tenga que ver con la ciencia) por TwitterFacebook, correo electrónico ([email protected]) o a través de nuestro chatbot de WhatsApp (¡guarda el número en tus contactos! +34 644 22 93 19). ¡Ahora sí, empezamos!

¿Cuándo y cómo empezó a medirse la altura de las montañas? ¿Ha cambiado el método desde entonces? ¿Cómo se miden ahora?

¿Cuándo empezaron los humanos a darse cuenta de que era importante saber el tamaño de una montaña? Una de las preguntas que nos habéis hecho llegar esta semana se asemeja al eterno debate sobre si las matemáticas se inventaron o descubrieron. No obstante, en Maldita.es no queremos quedarnos con la duda y os contamos lo que sabemos sobre las primeras mediciones humanas de montañas, cómo se hacían y cuál es el método actual.

Según responde a Maldita.es Rafael Cámara, presidente del Grupo de Trabajo de Geografía Física de la Asociación Española de Geografía (AGE), “no es fácil”  saber cuándo empezaron a medirse las montañas, “pero sí sabemos que las culturas antiguas, en China, Oriente próximo, Egipto, Teotihuacán en América, hasta griegos y romanos, tenían medios para medir alturas”, bien para conocer sus obras y construcciones o para conocer la altitud de montañas y relieves.

Estas culturas usaban funciones trigonométricas de los triángulos rectángulos que seguro que te suenan de tus años de estudiante: seno, coseno y tangente. Esta última es la importante, ya que es la razón (o el resultado de dividir) entre el cateto opuesto (la altura de la montaña) y el adyacente (la distancia que hay desde la base de la montaña hasta donde está la persona que mide su altura).

Cómo calcular las funciones trigonométricas para el ángulo θ. | Fuente: Disfrutalasmatematicas.com

Gracias a esta función trigonométrica se puede conocer la altura de la montaña (en la ilustración de abajo sería lo que marca la línea roja h) teniendo tres datos: el ángulo desde el punto A que hay desde el suelo hasta el pico del monte, el ángulo que hay desde el punto B hasta ese mismo pico y la distancia entre A y B.

Fuente: aulafacil.com

A continuación os dejamos un vídeo de Youtube en el que se calcula la altura de una montaña únicamente con estos datos.

Para tomar todos estos datos, las culturas antiguas se ayudaban de instrumentos de referencia en los que podían anotar las unidades. “Los romanos, por ejemplo, utilizaban el perpendiculum, que era una escuadra con una plomada en uno de sus vértices, y la libella, un instrumento en forma de A”. 

A partir del siglo XVII se comenzó a medir la altura de las montañas con datos meteorológicos, especialmente con barómetros, que miden la presión atmosférica en un punto. En 1802, Alexander von Humboldt midió la altura del volcán Chimborazo —el monte más alto de Ecuador y el más alto de la Tierra si tenemos como referencia el centro del planeta en vez del nivel del mar— subiendo con un barómetro y aplicando las leyes de Torricelli según las cuales la presión disminuye respecto a la altitud de manera casi lineal, como explica en este artículo de El País Ana Crespo-Blanc, catedrática de Geodinámica de la Universidad de Granada. Estas mediciones no eran muy precisas por cómo variaba la presión atmosférica en función de las situaciones meteorológicas. Por ejemplo: si llueve en la ladera, durante el ascenso está soleado y en el pico está nevando, estas medidas se comprometen.

En el siglo XX aparecen los primeros teodolitos, instrumentos mecánicos y ópticos muy similares a un telescopio que permiten medir a pie de calle y con gran precisión ángulos verticales y horizontales, a partir de los cuales se puede determinar la altura usando de nuevo funciones trigonométricas. 

En la actualidad, la altura de las montañas se obtiene con triangulaciones de satélites de GPS. Estos sistemas, “que necesitan de tres satélites al menos para superficie y cuatro para medir la altura”, calculan cuánto tiempo tarda en llegar la señal desde un punto hasta el satélite que está realizando la medición, y a partir de este tiempo es posible calcular la distancia. Las técnicas aún más precisas para medir la altura de un objeto terrestre son los LIDAR (del inglés, Light Detection and Ranging), que emite un rayo infrarrojo y calcula cuánto tiempo de retraso hay entre esa emisión y la señal que se refleja al ‘rebotar’ contra el objeto que se quiere medir.

¿Hay algún remedio casero que sirva para curar el herpes labial?

Nos habéis consultado esta semana por un contenido que indica varios supuestos remedios caseros para tratar el herpes labial (también llamadas calenturas) y que sugiere entre otras cosas usar leche, ajo, geles de aloe vera, sal, limón o té negro para aliviar los síntomas de estas llagas. Con ello, hemos acudido a dermatólogos para saber qué hay de cierto en estas soluciones de andar por casa y, ya que estamos, saber cómo deben tratarse realmente. Os adelantamos que ninguno de estos remedios ha demostrado ninguna efectividad e incluso pueden empeorar el herpes.

Para situarnos, tenemos que explicar que el herpes labial es una infección causada por el virus del herpes simple (VHS). Según explica la Organización Mundial de la Salud, existen dos tipos de este virus: el VHS-1, que se transmite principalmente por boca a boca, aunque también pueden darse casos de herpes genital; y VHS-2, que se transmite casi exclusivamente por vía sexual. Ambos son muy contagiosos, muy extendidos en todo el mundo y sus infecciones duran toda la vida. Ahora bien, las infecciones son asintomáticas la mayoría del tiempo y existen tratamientos para reducir la intensidad y frecuencia de los síntomas.

Manuel Fernández Lorente, dermatólogo del Grupo Pedro Jaén, explica a Maldita.es que “ningún remedio tópico evita la aparición del herpes labial”. “Cualquier solución cutánea en forma de cremas, remedios caseros, etcétera, tiene una efectividad casi nula”. Para tratarlo, señala, “disponemos en la actualidad de un fármaco oral súper eficaz para este virus: el valaciclovir”. 

El dermatólogo indica que los productos secantes (el ácido cítrico del limón, la leche o el aloe vera, como indica el contenido por el que nos preguntáis) “pueden acortar algo la duración de las costras”, pero no tienen ningún efecto sobre el brote de la enfermedad vírica activa, que ocurre cuando aparecen las vesículas

Estas vesículas suelen durar de 7 a 10 días y después se secan, formando una costra amarillenta. La aparición de las vesículas, dice Fernández, “es lo que debemos evitar, porque tratar las costras es intentar curar una enfermedad ya evolucionada”. “La enfermedad es posible evitarla con la ingesta del fármaco referido (valaciclovir)”.

Según nos indica Fernández, si este fármaco se toma cuando aparecen las lesiones del herpes “se acorta mucho la duración de la enfermedad”. “Incluso si lo tomamos antes de que aparezcan las lesiones, cuando el paciente empieza a notar sensación de hormigueo, logramos que no broten las lesiones en la piel”, agrega. Por último, comenta que en aquellos pacientes que suelen tener muchos brotes de herpes labial se les pauta dosis bajas durante seis meses “y conseguimos que no aparezcan estas molestas calenturas”.

Patricia Gutiérrez, dermatóloga, experta en enfermedades de la piel y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, confirma que ninguno de los remedios caseros que se muestran en el contenido ni ningún otro funcionan, incluso pueden favorecer las recaídas de la infección “si hay estímulos que las provoquen”. Además, llama la atención el uso del ajo, del que advierte que “podría ocasionar dermatitis por contacto”.

¿Tiene alguna base científica el dicho ‘quien juega con fuego, se mea en la cama’?

Puede que para evitar que un niño se queme y se haga daño cuando juega con las velas que va a soplar al cumplir años. Quizá para que una niña no se acerque demasiado a una hoguera y le ocurra lo mismo. El hecho es que todos hemos oído alguna vez eso de ‘quien juega con fuego, se mea en la cama’. ¿Tiene este dicho alguna base científica? La tenga o no, ¿de dónde procede? 

Lo cierto es que han sido varios autores a lo largo de la historia los que han hecho referencia a la relación entre el fuego y la orina pero hoy en día esa frase se puede considerar una forma de intentar que un niño o una niña se comporte de una manera determinada (se aleje del fuego) a cambio de evitar ‘el mal rato’ que supone mojar la cama. En cualquier caso, no hay evidencias científicas de que jugar con fuego nos vaya hacer amanecer entre ‘pises’

Según explica a Maldita.es José de Sola, psicólogo en De Salud Psicólogos, en relación al uso de esta expresión en la actualidad “solo podemos suponer y plantear teorías”. “Es cierto, eso sí, que el fuego siempre ha tenido connotaciones emocionales fuertes, bien sea de miedo, de celebración, de alegría… Y estas emociones intensas a su vez se relacionan con reacciones fisiológicas, como el orinar”, añade. 

Es por ello por lo que, en opinión del experto, puede que cuando se le dice a un niño que si juega con fuego se va a hacer pis en la cama se entienda que, al hacerlo, se pueda quemar, que eso le provoque una reacción emocional (miedo) y que pueda generar consecuencias fisiológicas. Sin embargo, lo más probable es que se utilice con el objetivo de evitar que los pequeños se acerquen al fuego por miedo a una supuesta consecuencia desagradable y vergonzosa: hacerse pis en la cama

“Para los niños es un castigo sentir que se mean en la cama. Por eso, los padres muchas veces usan esta expresión de forma genérica, para asustarles y que no jugueteen con el fuego y se quemen”, señala De Sola. Es cierto que, al ser una asociación tan simbólica, puede que el niño no la comprenda o no vea la relación. De ahí que el consejo del psicólogo sea explicarle las cosas en vez de lanzar advertencias: ‘el fuego, quema; y las quemaduras, duelen. Mejor no te acerques’.

Como adelantábamos, a lo largo de la historia varios autores han hecho referencia a la relación orina-fuego. “Freud fue el primero en darse cuenta de esto y el primero en explicar el saber popular que asegura a los niños que, si se juega con fuego, te haces pis en la cama”, explicaba el psiquiatra Luis Ferrer en La Voz de Galicia en 2016. El inventor del psicoanálisis (una corriente cuya validez científica está fuertemente cuestionada) se refería a este tema en su obra Sobre la conquista del fuego (1932). 

También otros autores han relacionado el fuego y la orina. Fue el caso del psiquiatra John M. MacDonald, que propuso que la piromanía, la enuresis (hacerse pis en la cama) y el maltrato animal eran rasgos comunes en los asesinos en serie. “También existen culturas en las que está prohibido orinar sobre el fuego, de modo que ambos elementos parecen tener una relación grabada en el inconsciente colectivo”, añade Ferrer. 

Sin embargo, la relación fuego y mojar la cama no parece ir más allá en las advertencias de padres y madres hoy en día y no hay evidencias que sugieran que después de una noche en las hogueras de San Juan, quizá el caso más claro, vayamos a despertarnos con la cama mojada.

¿Puedo saber exactamente qué edad tiene mi perro?

No es que a tu perro en su primer cumpleaños le caigan siete de golpe, como quizá has escuchado hasta ahora. Ni se trata de una ciencia exacta ni de un rompecabezas fácil de resolver: establecer una correlación entre años perrunos y humanos es un objetivo complejo para el que, según los expertos, todavía son necesarios estudios al respecto. Hasta hoy, algunas investigaciones han tratado de dar respuesta a esta cuestión; sin embargo, o bien se han centrado en una raza de perros determinada o en el estudio de una sola parte del genoma canino.

Parte de la dificultad para solucionar este dilema es que, mientras que los humanos tienen unas métricas claras para envejecer de forma saludable, se sabe poco sobre el envejecimiento normal de nuestras mascotas, como explica esta noticia publicada por la Agencia Sinc. De hecho, parece que ni siquiera es similar la velocidad a la que envejecen los perros grandes a la que lo hacen las razas pequeñas.

Como adelantábamos, actualmente se sigue investigando al respecto. Por ejemplo y como ya contamos en Maldita.es, en 2020 un estudio publicado en la revista científica Cell Systems puso en cuestión la famosa regla de tres, por la que cada año en un humano se multiplica por siete en un perro. Para ello, utilizaron la metilación del ADN (puedes leer más sobre esta modificación del ADN en el artículo original) de 104 labradores. 

Los resultados, lejos de una correspondencia de edades perro-persona homogénea, mostraron que  8 semanas de vida de perro equivaldrían a 9 meses de humano y 12 años en un labrador supondrían unos 70 de ‘nuestros’ años, aunque la correspondencia para la fase de adolescencia y adultez sí serían más aproximadas. En conclusión: el estudio proponía una nueva fórmula para traducir la edad de un perro a edad humana: multiplicar 13 por el logaritmo neperiano (ln) de la edad del perro y sumarle 31 (Edad humana = 16 x ln [Edad perro] + 31).

Ahora bien, aun siendo un artículo “curioso”, según opinaba el investigador en epigenética y cáncer del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona) Miguel Ángel Peinado, “no es una gran contribución” ya que “no es representativo de todos los perros”. El porqué, entre otros, es que este se limita a una única raza, cuando estos son muy heterogéneos y tienen un genoma muy plástico. 

Para poder representar de la mejor forma posible a la variedad perruna, desde 2018 investigadores del Dog Aging Project (DAP, por sus siglas en inglés), un proyecto cuyo objetivo es abordar la cuestión de la longevidad canina, reúnen un amplio conjunto de datos de código abierto sobre la salud y la longevidad de los perros. Para ello, están reclutando “decenas de miles de perros de todos los tamaños, razas, orígenes” y edades, especialmente cachorros y perros jóvenes. 

Por ahora, están secuenciando el genoma de nada más y nada menos que 10.000 canes. “Este será uno de los mayores conjuntos de datos genéticos jamás producidos para perros, y será un poderoso recurso no solo para entender el papel de la genética en el envejecimiento, sino también para responder a preguntas más fundamentales sobre la historia evolutiva y la domesticación de los perros”, afirma Joshua Akey, profesor del Instituto Lewis-Sigler de Genómica Integrativa de Princeton y miembro del equipo de investigación. 

Akey menciona otra de las partes del proyecto: la comparación del ADN de los perros ‘supercentenarios’ (los excepcionalmente longevos) con el de los perros de su raza que viven hasta la edad media. 

La previsión del equipo para los próximos meses es abrir su enorme conjunto de datos anónimos para compartirlos con científicos de todo el mundo.

Todavía no hemos terminado...

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En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Patricia Gutiérrez.

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