Calcetines fuera. Si tienes un bebé quizás haya entrado en una batalla sin cuartel que ríete tú de Sísifo: ponerle calcetines en sus piecitos para al poco quitárselos, y vuelta a empezar. El eterno retorno del que hablaba Nietzsche. Nos habéis preguntado a qué se debe esta costumbre de arrancarse esta prenda y si es beneficioso dejarles los pies al aire. En resumen: los bebés tienen pies muy sensibles y los calcetines les desconectan de su entorno y suelen sentirse incómodos con ellos puestos, por lo que es mejor que estén descalzos el máximo tiempo posible. Además, pueden interferir en su correcto desarrollo. Por ello, los expertos consultados explican que los calcetines deberían ser sólo un protector térmico cuando la temperatura es fresca.
“Estar descalzos no sólo les permiten descubrir esta parte de cuerpo, sino que además son un medio de aprendizaje y de desarrollo cognitivo porque les permite explorar un mundo de sensaciones a través de estímulos como la temperatura y la textura. Y también de desarrollo neurológico debido a que facilita la percepción espacial”, explica a Maldita.es Bibiana Pérez Ardanaz, especialista en Enfermería Pediátrica, profesora en el Departamento de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga (UMA) y miembro de la Asociación Española de Enfermería Pediátrica (AEEP).
Para los bebés, la función de los pies y de las manos “es informar del mundo exterior”, aclara la enfermera pediátrica, y hasta los nueves meses de edad, "los niños tienen el doble de sensibilidad en los pies que en las manos. Los calcetines les quitan su forma de conectar con el entorno. Se sienten molestos”, señala la podóloga y también profesora en la UMA Ana Marchena Rodríguez a Maldita.es. Por eso, el calcetín debe ser sólo un protector térmico cuando sea necesario, pero nada más, opina Marchena.
Además, el calcetín y el ‘pelele’ (el pantalón enterizo que cubre los pies del bebé) pueden tener otros efectos negativos más allá de “aislar al bebé de una gran fuente de información que ayudará a su desarrollo en el gateo o a sus primeros pasos”, indica Marchena. Por la presión que se ejerce en sus uñas tan frágiles aún aumentan el riesgo de uñas clavadas en bebés.
“No podemos reprimir la sensibilidad táctil de los pies de los niños. El contacto con diferentes superficies favorece el desarrollo psicomotor”, incide también Bibiana Pérez. El pie del bebé debería estar libre porque en él hay mucho cartílago y grasa y, como dice la podóloga, “todo lo que comprima, aunque sea ligeramente, les resulta desagradable e intentan quitárselos ya que es conexión con el entorno. Si unos calcetines les resultan molestos, imaginad esos zapatitos de preandantes que imitan a los de los adultos. No son necesarios, y lo que es peor, son perjudiciales”.
Se ha observado que en los niños que andan habitualmente descalzos tienen los pies más anchos, menos deformidades en los pies y en los dedos y es especialmente influyente para una adecuada formación del arco plantar o puente. El andar descalzo reduce la prevalencia de las deformidades del pie plano y otras deformidades como los juanetes, añade Bibiana Pérez.
Continúa la enfermera pediátrica: “Estos niños descalzos tienen una mayor amplitud del movimiento y flexibilidad de los pies respecto a los niños calzados, por lo que tienen un mayor equilibrio y estabilidad que contribuirá a minimizar el riesgo de caídas. Y como andar descalzo también tiene beneficios sobre el desarrollo muscular en la zona del pie y del tobillo, estos niños están menos expuestos a sufrir lesiones derivadas de caídas o golpes”.
Es decir, el desarrollo del pie humano es crucial para el aprendizaje motor, ya que garantiza los requisitos básicos para la estabilidad de la marcha. Y este desarrollo óptimo del pie se produce en el entorno de los pies descalzos, resume Bibiana Pérez. Aunque esto no significa que deban estar descalzos en todo momento. En algunos casos y sobre algunas superficies, los zapatos protegen al pie de lesiones e infecciones, pero es importante elegir un calzado adecuado ya que pueden causar deformidad, debilidad y pérdida de movilidad, destaca la enfermera pediátrica.
En resumen, como señala Bibiana Pérez, para un desarrollo óptimo del pie y de sus estructuras óseas y musculares debemos fomentar que los niños caminen descalzos el mayor tiempo posible siempre y cuando las condiciones del suelo lo permitan: “Permitir que los bebés se sienten, gateen, y caminen por sí mismos y a su propio ritmo es la mejor manera de promover la coordinación y la habilidad para caminar”.