¡Buenos viernes tengan ustedes, malditas y malditos! Os diríamos que con la vuelta al cole, vuelve también el consultorio científico más aclamado de la red, ¡pero es que nunca nos hemos ido! Aún así, seguimos con mogollón de dudas que contestar y más ganas aún de hacerlo. Hoy, sin más dilación, respondemos a cuatro de ellas, relacionadas con la risa, el hipo, la concentración y los tratamientos faciales.
Y si la pregunta para ganar el quesito de ciencia del Trivial te ha pillado con una mano delante y otra detrás y necesitas respuestas a la de ya, ¡estás tardando en enviárnosla para que te la expliquemos bien de bien! Tienes muchas maneras de contactarnos: por Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o a través de nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). Por nuestra parte, todo dicho. ¡Al melón!
¿Por qué tenemos hipo? ¿Es más habitual en niños y bebés?
El hipo es una de las reacciones de nuestro cuerpo que más curiosidad genera, tanto por su carácter involuntario como por los supuestos métodos para deshacernos de él. Esta semana nos habéis preguntado la causa por la que comienza y si en niños y bebés suele ser más común que en adultos (y, en caso afirmativo, por qué). Según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), es cierto que “el hipo es habitual en niños sanos, suele durar poco tiempo y no requiere atención médica”, y normalmente se debe a la rapidez con la que comen.
Como ya explicamos en Maldita.es, el hipo es la consecuencia de un movimiento brusco e involuntario del diafragma. Al inspirar, este se contrae para dejar espacio a los pulmones pero, cuando su movimiento se altera (por ejemplo, por comer demasiado deprisa o en situaciones de estrés), desciende de forma violenta. Es entonces cuando el aire entra repentinamente en la garganta y choca contra la laringe y las cuerdas vocales dando como resultado ese (en un primer momento divertido y, a la larga, a veces fastidioso) "hip".
De hecho, como adelantábamos, el hipo es más común en los bebés lactantes, en general porque “comen o beben demasiado rápido y tragan aire”. “Esto da lugar a la dilatación del estómago y la estimulación del nervio frénico que contrae el diafragma”, añade la AEPap.
Ahora bien, según explica en la página web de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) Jesús Fleta Zaragozano, médico pediatra y docente de la Universidad de Zaragoza, a pesar de que el hipo pasajero (o agudo, que dura menos de 48 horas) es muy común en los recién nacidos y niños de menos de un año, en crisis que pueden durar hasta media hora, “no es peligroso ni doloroso”. “No es, por lo tanto, síntoma de enfermedad”, aclara.
La recomendación tanto de la AEP como de la SEPEAP para evitar el hipo es procurar que el pequeño no coma muy rápido, hacer pequeñas pausas, ayudarle a expulsar el aire y buscar un ambiente tranquilo. Sobre los remedios para evitarlo en adultos ya hablamos en Maldita.es. Spoiler: ninguno de los habituales garantiza al cien por cien acabar con el molesto gesto. Pero, por intentarlo, que no sea: la recomendación suele ser estimular la zona vagal (la recorrida por el nervio vago, desde el bulbo raquídeo hasta el tórax), especialmente en la cara, o realizar maniobras respiratorias.
¿Qué pasa si los ‘ataques’ de hipo se prolongan más de lo habitual? En este caso no nos encontramos ante un caso de hipo pasajero o agudo, sino persistente (si dura entre 48 horas y un mes) o incluso intratable o refractario, cuando dura más de dos meses, como señala este estudio publicado en la revista científica Neurogastroenterology and Motilility. Son situaciones poco comunes, principalmente en mayores de 50 años: “Afectan únicamente a un individuo de cada 100.000. Suelen ser una manifestación de otra enfermedad que puede ser grave, por lo cual es recomendable consultar a un médico”, concluye Fleta.
¿Qué es el ácido hialurónico y para qué sirve?
Con la vuelta al cole, no solo los peques retoman los madrugones y las mochilas: también nosotros tratamos de remediar lo que se nos ha pasado de rosca durante los últimos meses. De ahí que nos hayáis preguntado por diferentes tratamientos y rutinas faciales, más descuidadas en periodo vacacional. Entre ellos el ácido hialurónico: qué es y para qué sirve. Esta sustancia se utiliza como material de relleno para restaurar el volumen en las zonas de la cara que lo pierden con el paso del tiempo y tratar las arrugas más o menos marcadas.
Como ya explicamos en Maldita.es, al envejecer, los compartimentos grasos de la cara (las zonas donde tenemos dividida la grasa, como los pómulos o la barbilla) se redistribuyen. “De niños, la grasa que tenemos en la cara está muy bien distribuida, en su sitio. Con el tiempo, se va desplazando hacia abajo, debido a la pérdida de tersidad de los ligamentos que sostienen estos compartimentos grasos”, indicaba la dermatóloga estética y maldita que nos prestó sus superpoderes, Inés Escandell.
Para mantener o intentar restaurar este volumen en las zonas que lo pierden, así como reducir las arrugas, se utilizan materiales de relleno como el ácido hialurónico. “Es el más popular y seguro, ya que se encuentra de forma natural en nuestra piel, pero el paso de los años hace que disminuya su presencia”, explica Sara Gómez, dermatóloga, en el blog especializado en dermatología Dermotheque. Esto hace que los efectos secundarios relacionados con intolerancias o alergias sean muy poco frecuentes.
Ahora bien, los resultados de su uso dependerán de la forma en la que se aplique. Como explica la dermatóloga Andrea Allende, el ácido hialurónico presente en los cosméticos sólo cumple la función de hidratar. Es el inyectado el que puede corregir aspectos como la pérdida de volumen o la flacidez y aportar hidratación a un nivel mucho más profundo. ¿Durante cuánto tiempo? Normalmente entre 12 y 18 meses, aunque, en palabras de Allende, en personas que gesticulan mucho o hacen mucho deporte dura algo menos.
Como recuerdan tanto Allende como desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), el ácido hialurónico debe inyectarlo un profesional especializado, formado y con un criterio estético acorde a tus expectativas, clave para conseguir un resultado natural y seguro.
¿Existen pastillas o vitaminas para concentrarse y estudiar mejor?
Es muy probable que a lo largo de tu vida hayas tenido que presentarte a más de un examen. Memorizar grandes cantidades de información muchas veces resulta un auténtico desafío. En Internet abundan los anuncios de medicamentos y vitaminas que prometen ayudarte a concentrarte y estudiar mejor. Pero, ¿realmente funcionan? Lo primero que hay que aclarar es que al estudiar intervienen distintas funciones cognitivas. Si bien es cierto que hay compuestos que pueden actuar en algunas de ellas, su consumo puede ser adictivo y peligroso para la salud.
Guillermo García-Ribas, neurólogo y portavoz del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología, explica a Maldita.es que los suplementos nutricionales y vitamínicos, cuando son comercializados para su uso en personas sin ninguna enfermedad, “no requieren de ensayos clínicos o investigaciones rigurosas”. “Basta con demostrar que son seguros y que en modelos de laboratorio básicos tienen algún papel fisiológico”, indica.
En teoría, ningún suplemento podría indicar que mejora el rendimiento escolar o que con él se estudia mejor, según el neurólogo: “Para poder decir esto tendría que realizar un ensayo clínico riguroso y científico. Así que, por lo general, utilizan una terminología más difusa como que es un complemento alimenticio que ayuda a mantener el funcionamiento normal del cerebro o que contribuye a las funciones psicológicas normales como la atención, percepción, memoria, pensamiento, lenguaje y aprendizaje”.
Por otro lado, según García-Ribas, no existen tratamientos farmacológicos que mejoren por sí solos el rendimiento cognitivo y la memoria. “De hecho, las medicaciones que se utilizan en la enfermedad de alzheimer han sido estudiadas en personas sin esta enfermedad sin conseguir un resultado significativo de mejora en la capacidad de memorización”, comenta.
Pero algunos fármacos psicoestimulantes sí “incrementan la atención y disminuyen la fatiga permitiendo una mayor capacidad de rendimiento”. Sin embargo, el neurólogo subraya que, aunque este efecto pueda ser positivo sobre el estudio en un momento puntual, tienen un elevado potencial adictivo y su uso continuado puede producir psicosis y daños cerebrales irreversibles.
El centro de tratamiento de adicciones y dependencias CCAdicciones sostiene que estos fármacos “son susceptibles de causar adicción en una medida mucho mayor que cualquier otra droga convencional”. Y alerta: tomar pastillas para estudiar “puede generar efectos negativos sobre la piel y los órganos vitales y, a largo plazo, puede conllevar el desarrollo de varias enfermedades graves”. Su consumo puede causar “un incremento del ritmo cardíaco, una aceleración de la frecuencia respiratoria o un aumento de la tensión arterial”.
Una revisión publicada en la revista Brain and Behavior indica que algunas personas utilizan este tipo de pastillas para mejorar tanto el rendimiento académico como el deportivo. Sus autores insisten en que el uso indebido de estos estimulantes se asocia con peligros que incluyen psicosis, infarto de miocardio, miocardiopatía e incluso muerte súbita.
Jorge Matías-Guiu, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, confirma a Maldita.es que, aunque hay fármacos que pueden servir para mejorar la concentración, “se necesita control e indicación médica porque tienen efectos secundarios y pueden generar efectos contraproducentes”.
Entonces, ¿lo más aconsejable sería no recurrir a este tipo de medicamentos y vitaminas? García-Ribas considera que se debe evitar buscar remedios de última hora que pretendan aumentar el rendimiento de nuestras capacidades. “La concentración y el estudio dependen más de los hábitos y de una adquisición gradual de conocimientos”, afirma. Por lo tanto, su mejora “está más relacionada con evitar distracciones y plantear horarios de estudio y de descanso evitando tanto periodos prolongados de actividades de ocio como ‘atracones’ de estudio”.
¿Qué provoca la risa en nuestro organismo?
¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que pasa en nuestro organismo cuando vemos un meme, nos cuentan un chiste o estamos ante una situación cómica? La risa, la respuesta biológica humana más graciosa, es un asunto bastante serio en la psicología, la neurología, las ciencias del comportamiento e incluso en la filosofía.
Lo primero de todo: ¿Qué es la risa, exactamente? Robert Provine, uno de los psicólogos y neurocientíficos que más tiempo dedicó al estudio de la risa (y de los bostezos y del hipo, como curiosidad), la define en este artículo de 2004 como “una vocalización instintiva, contagiosa, estereotipada, controlada inconscientemente y de juego social, que es inusual en ambientes solitarios (porque suele precisar de estímulos externos)”.
Cuando vemos ese TikTok tan gracioso, nuestro cerebro procesa ese estímulo y lo interpreta como algo cómico. La periodista de ciencia Tanya Lewis explica en este vídeo que en esta tarea está implicado el lóbulo frontal, responsable de las respuestas emocionales; el hemisferio izquierdo, encargado del procesamiento de la información y el mensaje y, por tanto, de desentrañar las palabras y la estructura de algo chistoso; y el hemisferio derecho, que conecta esa información y ‘decide’ si es gracioso o no, como si tuviera la ‘última palabra’ del chiste (tal y como titula este artículo científico).
El sistema límbico, responsable del control de las emociones y respuestas básicas como el miedo y el hambre, también está implicado en este proceso y es, según la literatura científica (como este paper y este artículo de divulgación), quien probablemente envía la señal a la corteza motora para que ejecute toda la reacción física que conlleva la risa.
Una vez que el cerebro tiene claro que estamos ante un meme y nos resulta gracioso, el resto del cuerpo se pone en marcha. Provine explica en esta entrevista que el sistema respiratorio comienza a inhalar y exhalar aire rápidamente, junto con los músculos implicados en la ventilación, la expresión facial y la emisión de sonidos, lo que genera un sonido de risa o carcajada característico.
Antes de que os vayáis...
Como todas las semanas llegados a este punto nos gustaría recordaros que estamos aquí para resolver todas las dudas y preguntas que tengáis respecto a información científica, pero que si lo que te inquieta tiene que ver con un diagnóstico, tratamiento o afección personal, lo único que podemos aconsejarte es que acudas a un profesional sanitario que conozca personalmente tu caso y pueda tratarte adecuadamente.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Inés Escandell.
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