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MALDITA CIENCIA

¿Hay perros que se ‘vuelven locos’ porque les crece demasiado el cerebro? No, pero algunos tienen enfermedades que les hacen agresivos

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Ya os hemos contado si es suficiente dar de comer a los perros sólo una vez al día o por qué estos animales se asustan con los fuegos artificiales. Ahora os aclaramos si es verdad que algunos perros “se vuelven locos” porque les crece demasiado el cerebro. En realidad, lo que puede ocurrir es que algunos canes padezcan enfermedades que les hagan comportarse de forma anormal o agresiva. 

“Hay una leyenda urbana que se escuchaba ya desde los años 70 del siglo pasado y que decía que los perros Dóberman se vuelven locos porque les crece el cerebro”, explica a Maldita.es Mercedes González, veterinaria y maldita que nos ha prestado sus superpoderes. 

Pero, según asegura la experta, no existe ninguna evidencia científica de que sea así. El crecimiento del cuerpo y sus tejidos, incluyendo los huesos y el cerebro, “está determinado por factores hormonales y se detiene cuando se alcanza la madurez”. Este momento puede variar en los perros dependiendo sobre todo de su raza, su sexo y su estado de alimentación, entre otros factores. 

Una vez finalizado el crecimiento, “ya no hay un aumento de tamaño de ningún órgano salvo en condiciones de enfermedad, que es cuando debe intervenir un veterinario para determinar la causa y poner un tratamiento, incluyendo los casos de agresividad”.

El veterinario Javier Hermoso de Mendoza Aranda, que también nos ha prestado sus superpoderes, explica que cualquier perro es susceptible de agredir, “ya sea por miedo o ansiedad (la causa más habitual de agresión) o por un motivo médico (excepciones, normalmente)”. 

“Seguramente estas creencias (de que los perros “se vuelven locos”) tienen su origen en agresiones producidas por perros que tengan una condición médica o dolorosa”, indica. Según cuenta, cualquier enfermedad que curse con dolor o les irrite puede llevar a una agresión cuando se les intenta manejar: “El fallo orgánico o patologías del sistema nervioso central o endocrinas causan estos síntomas de forma primaria, en ocasiones, debido a la alteración hormonal o funcional que comportan”.

La idea de que "les crece demasiado el cerebro", tal y como explica Hermoso, “suena a inflamación”. “Posiblemente viene de asociar estos síntomas a patologías del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) que alteran el comportamiento de forma más visible que otras”, indica. Estas patologías pueden tener origen infeccioso (meningitis de diverso origen, rabia...) o no infeccioso (secuelas de traumatismos, enfermedad hereditaria...).

Hay varios tipos de encefalopatías que pueden hacer que a los perros se les inflame el cerebro y provocar un “dolor tremendo” o incluso demencia, según confirma a Maldita.es el maldito Enrique Sebastián Alcántara, adiestrador profesional de perros y especialista en modificación de conducta. 

La mayoría de las encefalopatías “se pueden tratar y muchas también pueden ser detectadas precozmente”. Según el experto, ninguna raza está libre de padecer estas enfermedades.

Diego Delgado, estudiante de Veterinaria y uno de nuestros malditos, confirma que el cerebro podría estar más grande de lo normal por inflamación (meningitis, por ejemplo), algo que podría aumentar la presión intracraneal y dar lugar a problemas de conducta. 

Además, existe una enfermedad neurológica que afecta al sistema nervioso a causa de un trastorno anatómico llamada “el síndrome de Chiari”, tal y como indica Mar Puig, auxiliar veterinaria y educadora canina que nos ha prestado sus superpoderes.

“Se trata de una malformación. El cráneo es demasiado pequeño para albergar adecuadamente la masa cerebral”, explica. Esto provoca “el desarrollo de unas cavidades anormales a lo largo de la médula espinal que conlleva un aumento de la presión sobre las estructuras nerviosas”.

No es una patología exclusiva de una raza, ni tan siquiera se decanta por una determinada edad o sexo, pero los perros braquicéfalos (aquellos con la cabeza achatada y el hocico corto) son mucho más susceptibles a padecerla”. Entre sus síntomas, destacan la falta de coordinación, la debilidad, el rascado, la mordida excesiva de la piel y mucho dolor.

Este dolor, según Puig, puede provocar un comportamiento agresivo, apatía, inactividad, un estado emocional alterado y alteraciones del sueño. “En los casos más graves los gritos de dolor del animal son estremecedores”, asegura. Para su diagnóstico es necesario realizar una resonancia.

Alcántara aconseja consultar a un veterinario siempre que un perro presente fiebre, apatía, cambios en el comportamiento y la personalidad (agresividad, por ejemplo), descoordinación o convulsiones.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes Mercedes González, Javier Hermoso de Mendoza, Enrique Sebastián Alcántara, Dario Delgado y Mar Puig.

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Primera fecha de publicación de este artículo: 31/08/2021

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