A estas alturas nos hemos acostumbrado a escuchar e incluso hablar del porcentaje de eficacia de las vacunas e incluso de comparar distintas vacunas en base a esa cifra, pero no todos tenemos claro cómo se calculan esos porcentajes a los que damos tanta importancia. Aquí va la explicación.
Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.
Cuando se desarrolla una vacuna, tiene que pasar una serie de fases de investigación antes de ser aprobada en las que se asegure que ésta es segura y también que es eficaz. Para esto último se llevan a cabo varios ensayos clínicos de fase III con miles de voluntarios.
Esos miles de voluntarios son divididos en dos grupos, uno de ellos recibirá la vacuna y otro un suero sin vacuna (o la vacuna previamente existente si lo que se está probando es una versión). Para que los resultados del ensayo sean lo mejores posible, ni el voluntario ni quien le haga el seguimiento deben saber si el primero está en un grupo u otro. Es lo que se llama un sistema de doble ciego y busca evitar posibles sesgos que interfieran con los resultados, como un posible efecto placebo.
En el caso del que llevó a cabo la farmacéutica Pfizer con su vacuna contra la COVID-19, 18.198 personas recibieron la vacuna y 18.325 recibieron un suero sin principio activo.
Ambos grupos reciben sus respectivas inyecciones y luego llevan a cabo su vida normal hasta que un tiempo determinado después, se hace un recuento de cuántas personas han enfermado de cada uno de ellos (o se han contagiado, o han fallecido, según ante qué se quiera medir la protección en cada caso). Siguiendo con el ejemplo de Pfizer, en el grupo de los vacunados enfermaron 9 personas y en de los no vacunados, 169 personas*.
Calculando el riesgo relativo
Con esas cifras en la mano resulta intuitivo pensar que la vacuna protege de alguna forma de la infección, pero ¿cuánto protege? ¿Cómo se calcula esa eficacia? Para medir esto hay que poner en cifras qué ocurre con el riesgo relativo, que es el riesgo de que algo ocurra (aquí, enfermar de COVID-19) al estar expuesto a algo (en este caso, a la vacuna).
Para hacer ese cálculo se divide el número de infectados vacunados entre el número total de personas que recibieron la vacuna y, aparte, se divide el número de infectados en el grupo del placebo entre el número total de personas en ese grupo, y el primer número obtenido se divide entre el segundo. El resultado de esta doble división es lo que se llama riesgo relativo
Si el riesgo relativo es igual a 1 quiere decir que no hay diferencia entre estar vacunado o no en cuanto a las probabilidades de contagiarse. Si el riesgo relativo es menor que 1 quiere decir que estar expuesto a la vacuna protege de la infección. Si el riesgo relativo fuese mayor que 1 querría decir que estar expuesto a la vacuna no solo no protege sino que desprotege, es decir, que favorece la infección.
Siguiendo con el cálculo, en base a los datos portados por Pfizer respecto a su vacuna, el riesgo relativo es de 0,043. Al ser menor que 1, esto significa una protección por parte de la vacuna frente a la enfermedad.
Para calcular la reducción del riesgo de la población vacunada respecto a la población general, restamos este riesgo relativo (0,043) al riesgo relativo que habría si no hubiese diferencias entre ambos grupos (1). El resultado es 0,957, que expresado en porcentaje (es decir, multiplicándolo por 100) da como resultado un 95,7%.
Por eso Pfizer anunció que su vacuna tenía una eficacia del 95,7% frente al desarrollo de la enfermedad causada por la COVID-19.
*La infografía utilizada se hizo con datos que puedes consultar aquí antes de que se publicara el paper sobre la seguridad y eficacia de la vacuna Comirnaty de Pfizer-BioNTech, que puedes consultar aquí.