Después de meses conviviendo con el coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad que origina, la COVID-19, las evidencias científicas apuntan a que su transmisión es, al menos en buena parte, aérea. De ahí la importancia de utilizar mascarilla (siempre que cumpla la normativa y lo hagamos bien), especialmente en espacios interiores, ya que filtra el aire que respiramos de posibles agentes patógenos.
Que en un primer momento se creyese que el virus solo se podía transmitir a través de gotitas salivales creó la percepción de que la mascarilla era una especie de escudo para proteger contra proyectiles. Sin embargo, ahora que sabemos que los aerosoles desempeñan un papel fundamental en el contagio, es útil imaginar que en vez de proyectiles, lo que buscamos es protegernos de un humo y por tanto todo el aire que respiremos debe pasar por la mascarilla filtrante. Esto ayuda a entender la gran importancia de que se ajusten bien a la cara.
“La mascarilla es una tela en la que, al pasar por ella el flujo de aire (humo), se ‘quedan’ los aerosoles que nos contagian, que tienen el virus”, explicaba José Luis Jiménez, catedrático de química y ciencias ambientales y profesor de la Universidad de Colorado en el programa de televisión Liarla Pardo. “Para que funcione, el aire tiene que pasar por esa tela. Si pasa por los huecos [que puedan formarse por encima de la nariz], el aire no se filtra y el virus entra y sale, no nos protege”, añadía.
¿De qué factores dependen los huecos cara-mascarilla?
Es importante que la mascarilla se adapte bien a nuestra cara y genere los mínimos huecos posibles. Los recovecos en los que no esté en contacto con nuestra piel son posibles vías de entrada (o salida) de aire sin filtrar.
"La parte central de la mascarilla, la que tapa la boca y la nariz, está garantizada; pero el aire puede salir por los laterales o por encima de la nariz y la barbilla" explica a Maldita Ciencia Gemma del Caño, farmacéutica especialista en seguridad alimentaria. Esto es muy importante, por ejemplo, cuando viajamos en transporte público, donde no cumplimos la distancia de seguridad. "Podemos estar colocados justo detrás de alguien con huecos en la mascarilla", advierte la experta.
En estos casos nosotros también llevaremos la nuestra puesta, lo que reduce el riesgo, pero es importante intentar poner todas las medidas a nuestro alcance. Para ello, Del Caño hace hincapié en que hay que conocer los factores de los que dependen estos huecos: el propio diseño y tamaño de la mascarilla, el ajuste a la cara, el tipo de cara, el tamaño de la mascarilla y la forma de sujeción.
Cómo asegurar el ajuste correcto de la mascarilla
"He visto algunas mascarillas con las gomas demasiado grandes que son muy cómodas pero se bajan con facilidad, otras que son muy alargadas y más rígidas (algunas FFP) que no dejan huecos en los laterales, pero sí en la nariz y barbilla", indica Del Caño. "La estanqueidad es fundamental".
Lamentablemente no queda otra que comprar una, probar y confirmar que sí se ajusta correctamente". Si las sujeciones te hacen daño en las orejas, puedes utilizar útiles de sujeción de mascarillas. "Todas requieren bastante atención a la hora de colocarlas, pero las quirúrgicas un poco más. Es más probable que queden huecos en los laterales (ojo, que a veces puede parecer que queda hueco y sólo es un doblez)", añade.
El truco de Del Caño para comprobar si una mascarilla realmente se ajusta bien a la cara, aunque no se trate de una recomendación evidenciada, es utilizar un pequeño espejo en los laterales. "Si se cubre de vaho, es probable que requiera o un nuevo ajuste o quizá otra mascarilla", concluye.
Primera fecha de publicación de este artículo: 18/01/2021