Tras el paso de Filomena por España, durante los últimos días nos hemos ido habituando a vernos rodeados de nieve y hielo. En Maldita Ciencia ya os hemos hablado sobre diferentes aspectos que tener en cuenta en este contexto de ola de frío. Entre ellos, qué tener en cuenta si tenemos que salir de casa y desplazarnos, por qué es importante quitar la nieve de nuestras terrazas o cornisa e incluso cómo evitar que se congelen las tuberías por las heladas (y qué hacer si se congelan).
Que las temperaturas hayan descendido como lo han hecho y que el paisaje y alrededores nos sigan sorprendiendo y que debamos tomar precauciones concretas por ello no quiere decir que otros problemas hayan desaparecido: continuamos inmersos en una pandemia. Por eso mismo sigue siendo importante mantener las medidas de seguridad que nos han acompañado durante el último año. Entre ellas, el uso correcto de la mascarilla. ¿Qué pasa con su eficacia (eso siempre, tapando boca y nariz) con la nieve?
Todas las mascarillas tienen que superar tests y ajustarse a normas de seguridad. La investigadora ambiental Maria Cruz Minguillón del Instituto Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) explicaba que “las mascarillas quirúrgicas se someten a pruebas de resistencia a la respirabilidad, una medida que garantiza que se puede respirar adecuadamente con ellas puestas y que por tanto la resistencia al paso de los gases es adecuada”.
Pero, preguntada por Maldita Ciencia sobre las mascarillas mojadas, Minguillón recordaba que “el material de las mascarillas cambia sus propiedades cuando se moja y su capacidad de filtración se puede ver afectada. Por eso no se han de mojar”. Así que cuidado con toquetearla si has estado "jugando" con la nieve.
Por ejemplo, en este artículo publicado en 2015, en el que se estudiaba la mascarilla del tipo N95, (similar a las FFP2 y FFP3) “los investigadores muestran que con el tiempo la penetración aumenta, es decir, la capacidad de filtración disminuye, para humedades relativas altas”, explica la investigadora.
Es por eso que “los fabricantes dicen que tires la mascarilla cuando esté sucia o mojada, lo que implica de forma no explícita que no aseguran que los materiales mantengan la eficacia de filtración se mantenga cuando se mojan”, como explica Víctor Jiménez Cid, catedrático del departamento de Microbiología y Parasitología en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Microbiología. Es lo que hace también, por ejemplo, el gobierno británico, mientras que la OMS en el caso de las mascarillas reutilizables, sugiere que si se mojan, se dejen secar antes de volverlas a utilizar.
Como nos explicaba Pepe Alcamí, virólogo del Instituto de Salud Carlos III, “si una mascarilla se moja por nuestro sudor, respiración o saliva debe desecharse porque hay muchas bacterias que pueden crecer y no es higiénico”. Sin embargo, “si se moja por la lluvia (o por la nieve, en este caso) la podemos secar y re-utilizar”. En general, “si una mascarilla se moja, deja de filtrar adecuadamente, tanto las quirúrgicas como las de tela”.
¿Qué hacer, entonces, ahora que se nos ha echado encima una ola de frío sin precedentes? Lo primero, por si acaso, “llevar paraguas”, recomendaba Minguillon. Alcamí proponía una alternativa: “llevar, además de la mascarilla, un protector tipo pantalla de plástico de los que te pones como un sombrero: sería el ‘paraguas’ de la mascarilla”.
Primera fecha de publicación de este artículo: 13/01/2021