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MALDITA CIENCIA

Sabor amargo en las almendras y en el corazón de las manzanas, cebollas y picor de ojos. Llega el consultorio 121º a Maldita Ciencia

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¡Afirmativo! Ni a echarnos de menos os damos tiempo. Hayas tenido o no puente o haya sido más o menos larga tu semana, ¡es viernes! Y eso significa que llega una nueva entrega de nuestro maldito consultorio científico, el compañero ideal de tus ganas de finde. Cebollas, manzanas y almendras pero también manicuras en embarazadas y vacunas son algunos de los temas por los que nos habéis preguntado últimamente.

Y sobre esa duda a la que aún le das vueltas, ¿a qué esperas para solucionarla? Aprovecha, que te ayudamos encantados. Además, es muy fácil: cuéntanosla por TwitterFacebook, correo electrónico ([email protected]) o a través de nuestro chatbot de WhatsApp (+34 644 22 93 19), que nos pondremos a tope con ello.

¿Por qué no es recomendable llevar en las uñas un esmalte semipermanente cuando estás cerca de dar a luz?

En Maldita Ciencia ya hemos resuelto diferentes dudas de mujeres embarazadas: por qué usar gel hidroalcohólico durante el embarazo no es peligroso para el feto, qué sabemos sobre teñirse el pelo en ese periodo o si pueden comer queso no pasteurizado si se ha frito previamente. Ahora nos habéis preguntado si es recomendable evitar las uñas semipermanentes cuando se está cerca de dar a luz. La respuesta es sí, ya que podrían dificultar la medición de la saturación de oxígeno en sangre y complicar la labor de los sanitarios. 

Pablo Tobías, especialista en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Universitario Infanta Cristina, explica a Maldita Ciencia que las uñas pintadas “pueden ser un problema de cara al parto por no poder leer claramente con un pulsioxímetro la saturación de oxígeno, que se coloca en la punta del dedo”.

Lo confirma a Maldita Ciencia Rita Rodrigues, dermatóloga y especialista de la Unidad de Uñas del Grupo Pedro Jaén: “En caso de tener un parto urgente o complicado en el que sea necesario medir la saturación de oxígeno mediante pulsioxímetro, el esmaltado de las uñas complica la labor de los sanitarios”.

“El pulsioxímetro es una de las herramientas más rápidas y menos invasivas que tenemos para valorar la saturación de oxígeno, ya que permite evaluar la función respiratoria acoplando un pequeño dispositivo en forma de pinza en el dedo del paciente”, señala. 

La dermatóloga Inés Escandell González, maldita que nos ha prestado sus superpoderes, cuenta que el pulsioxímetro no es necesario en todo momento, pero en caso de tener que proceder a realizar una cesárea de urgencias, sería necesario utilizarlo.

Algunos estudios como este publicado en la revista Emergency Medicine Journal indican que la laca de uñas puede interferir en el funcionamiento del sensor que lleva esta pinza, lo que lleva a que arroje mediciones erróneas. No obstante, una revisión de varios ensayos clínicos realizados entre 1999 y 2014 concluye que la alteración producida por la laca de uñas se encuentra en los márgenes de error estándar de los pulsioxímetros. Aun así, los propios autores de uno de los estudios analizados reconocen que quitar el esmalte de uñas sí puede ser útil para disminuir el error de medición en algunos casos.

Pero entonces, cuando se está a punto de dar a luz, ¿es recomendable solo evitar las uñas semipermanentes o no llevar las uñas pintadas en general? “En caso de llevar las uñas pintadas con laca de uñas convencional se podría retirar con un quitaesmalte, un producto que es factible encontrar con relativa facilidad”, contesta Rodrigues. Sin embargo, subraya que la manicura semipermanente no se puede retirar rápidamente sobre la marcha.

Y durante el resto del embarazo, ¿pasa algo por llevar las uñas pintadas? Los expertos consultados explican que no hay recomendaciones específicas con respecto al uso de esmaltes de uñas durante la gestación. 

No obstante, Rodrigues señala que las mujeres que sepan que tienen un embarazo de riesgo o una alta probabilidad de parto prematuro deberían evitar los pintauñas por precaución, sobre todo la semipermanente. Si este no es el caso, Candell indica que cerca de las 37 semanas sería un buen momento para no pintarse más las uñas.

Juan José Vidal, jefe de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, sugiere a Maldita Ciencia que una buena opción sería dejarse únicamente una uña sin pintar para que los sanitarios puedan medir rápidamente la saturación de oxígeno en el caso de que haya una emergencia. *

¿Por qué el corazón de la manzana sabe parecido a las almendras amargas?

Si alguna vez, al comer una manzana, la has apurado al máximo, quizá te hayas dado cuenta de que su corazón sabe especialmente amargo. A algunos de vosotros este sabor os ha recordado al de las almendras amargas, valga la redundancia. ¿Casualidad? No lo creemos. De hecho, confirmamos que ambas tienen algo en común que hace que sus sabores se parezcan: amigdalina, un precursor del cianuro.

No solo está presente en las almendras y las manzanas. En general, según explica Albert Monferrer, tecnólogo de los alimentos y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, es un factor común en los frutos de árboles de la familia de las Rosáceas (como almendras, melocotones, manzanas, peras, albaricoques…). La amigdalina es, de hecho, la responsable de este sabor amargo.

Al fin y al cabo, "las plantas tienen que proteger su 'futuro' de alguna manera", según explica Gemma del Caño, farmacéutica y especialista en seguridad alimentaria a Maldita Ciencia. "Y las pobres no pueden correr", bromea. Es decir, esta sustancia funciona como una especie de defensa química de la propia planta.

"Mientras la amigdalina siga en la semilla, amigdalina se queda. Pero, si la masticamos, durante la digestión se hidroliza y se transforma en cianuro", comenta Monferrer. Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y dietista-nutricionista, detalla el proceso a Maldita Ciencia: "Cuando se muelen estas semillas (por ejemplo, para hacer harina), las enzimas que estaban 'encerradas' se liberan. Algo similar a lo que ocurre al masticarlas, con el añadido de que las propias enzimas de la saliva y del resto del sistema digestivo ayudan a que se produzca la reacción", añade la experta.

Por lo tanto, sí, es cierto que las almendras amargas y la parte central de las manzanas pueden tener un regusto similar. En las cantidades en que solemos encontrar estas sustancias los alimentos, no suponen mayor problema (cuidado, eso sí, con los productos tradicionales a base de estas semillas, como el  Amaretti, un postre italiano con un 20% de huesos de albaricoque).

Por una parte, en palabras de Robles, la dosis letal de cianuro está entre 0,5 y 3,5 miligramos por kilo de peso corporal (entre 35 y 245 miligramos para un adulto de 70 kilos); por otra, el contenido en amigdalina en las pepitas de manzana, por ejemplo, está en torno a 1 - 4 miligramos en cada gramo. Estos se transforman en unos 0,6 miligramos de cianuro por gramo de pepitas. "Así que habría que comer una buena cantidad (depende del peso corporal, pero a partir de 85 más o menos) para sufrir efectos adversos", añade la experta. "Eso sí, ojo con niños y con dárselas a las mascotas", advierte Del Caño.

¿Hay algún remedio para que no te piquen los ojos al manipular cebolla?

Da igual que seas más o menos llorón o llorona: alguna lágrima fijo que se te ha escapado al cortar una cebolla. Nos habéis preguntado por qué sucede esto y si hay algún remedio para evitarlo (te adelantamos que hay trucos, pero ninguno puede garantizártelo). En concreto, ¿sacar la lengua mientras demostramos nuestras dotes culinarias puede ahorrarnos los lagrimones? La respuesta a esto último es sencilla: "Me parece totalmente absurdo", señala en Maldita Ciencia Ricardo Díaz Martín, decano del Colegio de Químicos y la Asociación de Químicos e Ingenieros Químicos de Madrid.

Lo primero, ¿por qué "lloramos" al trocear cebolla? Al cortarla, estamos rompiendo miles de las células vegetales que la forman, haciendo que dos sustancias aparezcan en escena: una enzima conocida como factor lacrimógeno sintasa y una proteína, la alinasa. En conjunto, forman la sustancia responsable tanto del olor como del sabor de la cebolla cuando aún no se ha cocinado, volátil y rica en azufre.

Si el compuesto se pone en contacto con el agua, en este caso, con la que humedece los ojos, se descompone en ácido sulfúrico. Para protegerlos, y diluir este ácido, nuestro cerebro "ordena" a los conductos lacrimales que produzcan más cantidad de lágrimas y... ¡voilà! Llorera.

¿Y qué pasa con la recomendación de sacar la lengua mientras la cortamos? ¿Qué opina la ciencia sobre su utilidad? En teoría, esto haría que la saliva reaccionara con parte del gas, minimizando la cantidad que llega a los ojos y, por lo tanto, la secreción de lágrimas. Aunque este consejo puede leerse en diferentes páginas de internet, no hay evidencias científicas de que sea eficaz para el cometido.

"Parece totalmente absurdo, porque la dispersión del volátil es en todas direcciones, no se produce de forma direccionada sobre la lengua", explica Díaz. "Dicho de otro modo, salvo que tengas una lengua que te tape los ojos, no veo cómo vas a evitar que la sustancia alcance las mucosas oculares y las irrite", añade.

Como decíamos, hay algún que otro truco para minimizar esta reacción, como explica en su página web el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega (IOFV). Por ejemplo, si enfriamos la cebolla antes de cortarla, la reacción química se retrasa, al reducir la temperatura. También podemos optar por sumergirla en agua mientras la cortamos, para que los gases se diluyan. Eso sí, ambas soluciones también pueden interferir en su olor.

Si preferimos alternativas más sencillas, podemos proteger los ojos con gafas y cortarla en un lugar bien ventilado. Un último consejo: evitar los cuchillos con dientes, ya que hacen que "se liberen más enzimas causantes del lagrimeo". Mejor uno bien afilado.

Puedes leer en profundidad sobre el tema en este artículo de The New York Times. Como curiosidad, ¿sabías que investigadores japoneses diseñaron una cebolla a prueba de lágrimas?

¡Ojo! Que no hemos terminado...

Antes de despedirnos, hay algo que queremos (y debemos) recordarte las veces que haga falta: no somos médicos, somos periodistas. Puedes contar con nosotros para todo aquello que esté en nuestra mano, ¡por supuesto! Pero si lo que necesitas es un diagnóstico concreto o tienes dudas médicas específicas, la mejor opción será que recurras a un profesional sanitario que estudie el caso y te recomiende la solución o tratamiento más adecuado. ¡Gracias por leernos y buen fin de semana!

En este artículo han colaborado con sus superpoderes la dermatóloga Inés Escandell González y el tecnólogo de los alimentos Albert Monferrer.

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* Actualizado el 11 de diciembre de 2020 con declaraciones de Juan José Vidal, jefe de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional.

Primera fecha de publicación de este artículo: 11/12/2020.

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