Llega la noche de Halloween y qué mejor momento para hablarte de los mitos y bulos más terroríficos y curiosos que han llegado a nuestra redacción. ¿Existen los "ciervos zombis"? ¿En las noches de luna llena hay más partos? ¿Si te dan un susto puedes morirte? Os los explicamos todos a continuación.
Sí, existen los "ciervos zombis" (pero no hay evidencia de que hayan contagiado a humanos)
Hace unos meses circulaban por las redes los “ciervos zombis” y la duda de si la enfermedad que les había hecho ganarse ese apodo había llegado a contagiar o no a seres humanos. Tranquilos, no son muertos vivientes: el adjetivo zombi viene del comportamiento del animal infectado, que pierde peso rápida y drásticamente, babea, tropieza y carece de coordinación y de miedo hacia las personas (aunque ni son agresivos ni atacan).
Estos son algunos de los síntomas de la Chronic Wasting Disease (CWD), una enfermedad que afectaba también a renos y alces de Estados Unidos, Canadá, Finlandia, Noruega y Corea del Sur.
El origen de este trastorno son los priones, agentes infecciosos formados por un tipo de proteínas que causan algunas patologías neurodegenerativas letales (como la encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas). La CWD destruye progresivamente el sistema nervioso de estos animales: afecta al cerebro, a la espina dorsal y a otros tejidos, acabando con su vida. Se propaga mediante el contacto con los fluidos de un ejemplar infectado (heces, saliva, sangre u orina) o bien a través del entorno, comiendo o bebiendo alimentos contaminados.
En el caso de las vacas locas, los priones que causaban la enfermedad evolucionaron, consiguiendo que fuera posible contagiar a personas. Aquí surge la gran duda: ¿es posible, entonces que los “ciervos zombis” nos contagien? Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) no hay ninguna evidencia de que esto haya ocurrido a día de hoy. Por precaución, la CDC recomienda evitar la exposición a animales contagiados. Aún así, ni siquiera hay pruebas de que los humanos que han comido carne infectada se hayan contagiado. Te lo explicábamos todo en este artículo.
Sí, existen amebas 'comecerebros' y son muy peligrosas
Seguramente recuerdes que una mujer de 69 años en Seattle (Estados Unidos) fallecía por una infección de una "ameba ‘comecerebros' después de lavarse la nariz con agua del grifo". La mujer ingresó por convulsiones y un escáner mostró lo que parecía un tumor cerebral. Tras analizar el tejido cerebral, descubrieron que la ameba Balamuthia mandrillaris había infectado su cerebro y se estaban 'comiendo' las células cerebrales, según contó el neurocirujano que la operó al Seattle Times. Falleció un mes después.
Los médicos creen que la ameba Balamuthia mandrillaris la infectó al hacerse la fallecida un lavado nasal con agua del grifo contaminada con la ameba para combatir una sinusitis en vez de usar agua salina o estéril. Es el primer caso conocido de infección cerebral de esta ameba causada por un posible lavado nasal. De los 109 casos conocidos en Estados Unidos de infección con esta ameba causada por otros medios entre 1974 y 2016, el 90% de los infectados fallecieron. Es decir, que las infecciones de Balamuthia mandrillaris son muy, muy poco comunes, pero cuando ocurren son muy peligrosas.
Las infecciones cerebrales causadas por amebas no se limitan a la Balamuthia mandrillaris. La más conocida es Naegleria fowleri, también llamada 'ameba comecerebros' en los medios de comunicación. Esta famosa ameba también tiene una mortalidad altísima: menos del 3% de los infectados en Estados Unidos han sobrevivido. Entra por la nariz y a través del nervio olfativo infecta el cerebro.
Pese a su peligrosidad, beber agua contaminada con Naegleria fowleri no es un riesgo, la ameba es peligrosa solo si entra por la nariz. Al menos otras dos personas en Estados Unidos han muerto por lavados nasales realizados con agua de grifo infectada con esta ameba pero lo más común es infectarse en verano en lagos o ríos de agua cálida, ya que la ameba prolifera mejor en aguas calientes.
Otras amebas con capacidad para infectar el cerebro son las del género Acanthamoeba. Aunque son casos más raros, hay más amebas que pueden matarnos al infectar nuestro cerebro: la Sappinia pedata y Entamoeba histolytica. Puedes leer más en este artículo.
Si te dan un susto, ¿puedes morirte? Sí, aunque es muy poco frecuente
"¡AAAAAAAAAAAAH! ¡No me des estos sustos, que me va a dar un infarto!". ¿Alguna vez has dicho o has provocado que alguien grite esta expresión? Pues cuidado, que aunque parezca una simple forma de hablar, quizá sea más cierta de lo que pensamos
Según explica en este artículo la Fundación Española del Corazón, aunque es muy poco frecuente, es cierto que un susto te puede matar. "Un gran susto, excitación extrema o un enorme disgusto desencadenan la liberación de muchas sustancias de estrés a la sangre. Esto se ha visto que podría relacionarse con lo que se denomina miocardiopatía de estrés", puede leerse en su página web.
Dicha enfermedad comparte muchas similitudes con un infarto de miocardio, entre ellas dolor torácico y una disminución transitoria de la contractilidad (la "potencia") del corazón, que quedaría como "atontado".
"Se ha visto que se produce más cuando hay catástrofes naturales, guerras e incluso se ha descrito en el contexto de los mundiales de fútbol. En general, esta disminución de fuerza contráctil es pequeña y siempre es reversible. En algunos casos más marcados y muy excepcionales, no obstante, se ha asociado con el fallecimiento del paciente", explican desde la Fundación Española del Corazón.
Hay 30.000 especies 'chupasangre' (y no lo tienen nada fácil)
Si hay un tema verdaderamente recurrente a la par que misterioso en estas fechas ese es el de las criaturas 'chupasangre'. Probablemente te sorprendan pero son más comunes de lo que pensamos; de hecho, según este reportaje del New York Times, hay alrededor de 30.000 especies de animales que se alimentan de sangre. ¿Por qué tantas? La pregunta, como sugiere el artículo, no debería ser esta, sino por qué tan pocas lo hacen, si es una sustancia tan abundante y tan rica en energía.
La respuesta es sencilla: alimentarse de la sangre de otras criaturas vivas no es tan fácil como puede parecer. En el caso de animales 'chupasangre' grandes, lo normal es que la posible víctima les vea y se defienda y, si estos son pequeños (como los famosos mosquitos), aunque sean más sigilosos, es fácil que mueran aplastados. Además, aunque la sangre fluye cerca de la superficie de la piel, tienen que atravesar esta barrera lo suficiente para poder acceder a ella, lo que requiere maniobras que no serán todo lo cautelosas que deberían.
También existen obstáculos nutricionales, si hablamos de llevar una dieta basada exclusivamente en sangre. Por ejemplo, esta no tiene suficiente vitamina B y presenta gran cantidad de hierro, que puede resultar tóxico.
Aunque, si hay una criatura 'chupasangre' a quien estos problemas no deben preocuparle es a la sanguijuela: su saliva presenta compuestos (como anticoagulantes y anestésicos) que les permite seguir esta dieta tan propia de Halloween.
Respecto a las vitaminas, las sanguijuelas cuentan con una ayuda extra: en sus estómagos habitan bacterias que sintetizan vitamina B (como en las garrapatas y los piojos). Además, tienen varias adaptaciones para protegerse del hierro, incluido un tipo de tejido que une el mineral a las proteínas para que sea menos tóxico.
No, no hay más partos las noches de luna llena
Es un antiguo mito que circula como si fuese verdad: las noches de luna llena más mujeres se ponen de parto. ¿Es esto cierto? No, no lo es. Los supuestos efectos de la luna llena sobre distintos factores (la salud mental, el número de nacimientos, los crímenes...) se ha estudiado y hay pocas evidencias de que exista una relación real. En el caso de los partos, se ha estudiado si hay una diferencia estadística significativa entre estas noches y otras noches cualquiera, y no se ha encontrado. Este estudio, este estudio, y este otro llegaron a esa conclusión.
El motivo por el que nació y pervive este mito es que nuestro cerebro se pirra por una buena correlación: cuando dos eventos ocurren juntos (noche de luna llena y noche de muchos partos) tiende a relacionarlos y los recuerda mejor. Esto es un recurso que utiliza el cerebro para ser más eficaz. Pero si otra noche cualquier vuelve a haber muchos partos pero no hay luna llena, probablemente no lo recuerde, destacando un dato y no el otro. Lo explicábamos en este artículo.
No, no hay evidencias de que las fases de la luna afecten a nuestro cuerpo y sus fluidos
Si las fases de la luna afectan a las mareas de los océanos, ¿afectan también a otros fluidos que hay en la Tierra, por ejemplo, a los que se encuentran en el interior de nuestro cuerpo? La respuesta es que no, debido al volumen de líquido del que estamos hablando.
Para que nos hagamos una idea: el volumen de líquido que contienen los lagos, incluso los más grandes, es cientos de veces menor que el que contienen los océanos y por esto, tal y como explica el National Oceans Service estadounidense, las mareas en los lagos son casi inapreciables, con un desplazamiento de las aguas de unos 5 centímetros en cada marea. Teniendo en cuenta que el cuerpo humano tiene un volumen de líquido miles de veces menor que estos lagos, y que además esos líquidos no tienen un espacio al que desplazarse, el impacto de la gravedad lunar no tiene efecto sobre nuestros fluidos.
Vale, no hay mareas en nuestro cuerpo, pero ¿tienen las fases o movimientos de la luna algún otro efecto sobre nuestro cuerpo? Lo cierto es que si bien las fases de la luna afectan al comportamiento de muchos animales, especialmente a aquellos con hábitos nocturos, que ven variar enormemente la cantidad de luz de unas noches a otras, y que han condicionado los modos de vida de muchas culturas pasadas al ser una forma común de medir el paso del tiempo, "no hay evidencias convincentes de que la luna pueda afectar a la biología de nuestra propia especie", concluía esta revisión publicada en la revista Current Biology. Puedes saber más en este artículo de Maldita Ciencia.
Por otra parte, es muy común relacionar la influencia de los ciclos lunares sobre los ciclos menstruales ya que ambos coinciden en que duran 28 días (aunque estos pueden variar de unas mujeres a otras, como explicamos en Maldita Regla), pero como mencionaba este artículo divulgativo publicado en Nature, los ciclos menstruales de otros mamíferos tienen duraciones distintas. Por tanto, suponer una influencia especial sobre los humanos por este motivo no está basado en una lógica muy sólida y parece más bien atribuible a la casualidad.