De nuevo, es una duda surgida a partir de otra resuelta anteriormente. En el consultorio de la semana pasada os contábamos que no hay evidencias de que crujirse los nudillos tenga efectos perjudiciales sobre estas articulaciones a largo plazo (siempre que no se haga con tanta fuerza como para provocarse una lesión). Podéis leer la explicación aquí.
De ahí, muchos nos preguntasteis: ¿y si la articulación que nos hacemos crujir es la que une las distintas vértebras del cuello? ¿Existe entonces algún peligro? Pues la respuesta es similar a la de crujirse los nudillos, pero con una diferencia básica importante: la gravedad del riesgo al que nos exponemos. Vamos por partes.
En principio, hacer un movimiento determinado que haga chasquear nuestro cuello no tiene por qué tener mayores consecuencias, explicaba en este artículo para The New York Times Christopher Visco, director de Medicina Deportiva de la Universidad de Columbia. El sonido puede corresponderse a una burbuja de gas que explota o al chasquido de tendones y músculos que sostienen cuello y cabeza. Mucha gente lo hace por hábito o porque así siente liberarse al menos parte de la tensión que siente en esa zona.
Ahora bien, igual que ocurre con los dedos, hacer este movimiento en una mala dirección o con demasiada fuerza sí que puede hacernos daño casi siempre leve y momentáneo pero, en casos puntuales, con consecuencias más serias, ya que las vértebras contienen nuestra médula espinal.
Esa es la principal diferencia entre crujirse los nudillos o el cuello: la gravedad que pueden tener las consecuencias negativas de hacerlo mal. Si el riesgo es la combinación de la probabilidad de que ocurra algo malo y la gravedad de eso malo que podría ocurrir, el riesgo de crujirse el cuello es mayor que el de crujirse los nudillos por este motivo.
Alguna gente no se hace crujir el cuello a sí misma, sino que acude a un quiropráctico. La quiropraxia es una pseudoterapia basada en la manipulación de la columna vertebral para solucionar problemas de salud general. Su eficacia no ha sido demostrada pero sí se han registrado casos de graves efectos secundarios precisamente como resultado de la manipulación de las vértebras causando daño a la médula espinal.