Como cada año, este 19 de octubre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama para concienciar y promover la información fiable sobre este tema y que así más mujeres accedan a los procedimientos preventivos, de diagnóstico y de tratamiento que necesiten.
Parte de ese esfuerzo es desterrar algunos bulos que circulan por la red sobre el cáncer de mama y que no son ciertos. Por si quieres ampliar, aquí recogimos otros 10 bulos contra el cáncer que no son ciertos.
¿Es cierto que las mamografías están relacionadas con el cáncer de tiroides?
En un bulo que lleva circulando al menos desde 2011 se advierte de que la causa de muchos casos de cáncer de tiroides es que se realizan mamografías y radiografías dentales en las que no se protege esa glándula, que recibe fuertes dosis de radiación.
El bulo ha sido desmentido oficialmente por la Sociedad Española de Protección Radiológica, que explica que las dosis de radiación que puede recibir la tiroides como resultado de estas pruebas es insignificante y que el uso de esos protectores puede ser contraproducente, obligando a repetir la prueba y aumentando así las dosis de radiación.
También hablamos de este bulo dentro de esta edición de nuestro Consultorio Científico.
No hay evidencias de que el uso de sujetador esté relacionado con el cáncer de mama
En otro mensaje que lleva años circulando se hacen varias recomendaciones supuestamente orientadas a reducir el riesgo de cáncer de mama, principalmente relacionadas con el uso de sujetadores y de desodorantes, emitidos por The Cancer Hospital (un centro que no existe como tal con ese nombre y que puede referirse al New York Cancer Hospital, al “The Cancer Hospital & Research Centre” de Pakistán o algunos otros).
El bulo de que los sujetadores aumentan el riesgo de cáncer viene de antes, de cadenas de email con el mismo texto. Proviene de un libro titulado Dressed to Kill, publicado en 1995 en el que se explica que las mujeres que llevan sujetadores con aro durante 12 horas al día o más tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de mama porque el sujetador porque comprime los canales del sistema linfático y eso provoca la acumulación de toxinas en el tejido mamario.
Sin embargo, según la American Cancer Society, no hay evidencias de que la compresión del sistema linfático por parte de los sujetadores tenga ningún efecto sobre el riesgo de cáncer, y de hecho, en ese sistema los fluidos se desplazan hacia arriba, hacia los nodos situados en las axilas, y no al revés, lo cual contradice esta teoría.
Sí que existe una posible explicación para relacionar el uso de sujetadores con aro y el cáncer de mama, aunque es menos directa. Tiene que ver con el peso: el sobrepeso y la obesidad sí que están relacionados con un mayor riesgo de padecer cáncer de mama (y de otros tipos) y es más probable que estas mujeres utilicen sujetadores de este tipo que las mujeres con menos peso. Estudios que la han buscado no han encontrado otra relación entre el número de horas que las mujeres llevan sujetador y su riesgo de desarrollar un cáncer de este tipo.
La supuesta relación entre transpirantes y cáncer de mama
En ese mismo mensaje se incluyen otras recomendaciones para usar un "desodorante en vez de un antitranspirante" y "no usar desodorante antes de dormir porque la piel no respira", y eso podría aumentar el riesgo de cáncer de mama.
La supuesta base de estas recomendaciones está en el aluminio, que se utiliza como componente en los productos antitranspirantes, formando una película sobre la piel que impide la sudoración. Esas moléculas de aluminio podrían ser absorbidas por la piel y tener un efecto similar al de los estrógenos, cuya relación con el cáncer de mama es conocida. Por tanto, utilizar antitranspirantes con aluminio podría tener el mismo efecto. No hay sin embargo estudios que demuestren que esto es así, y en cualquier caso, muchos de estos productos ya han prescindido de este ingrediente.
Otros componentes habitualmente señalados son los parabenos, preservantes que se utilizan en desodorantes y otros productos cosméticos y que han demostrado tener efectos similares a los estrógenos, y por tanto que podrían tener un efecto sobre el cáncer de mama. Las sospechas se apoyan en un estudio elaborado en 2004 que encontró restos de parabenos en tejidos de 18 tumores de mama en un total de 20 muestras.
Pero en ese estudio no se establecía un mecanismo de causa-efecto por el que los parabenos habrían causado esos tumores, ni se analizaban tejidos de mamas sanas o de otras zonas del cuerpo, así que no es posible extraer conclusiones sólidas al respecto. Así que a día de hoy no hay evidencias de que ninguno de estos componentes tengan efecto sobre el riesgo de cáncer de mama.
No hay evidencias de que la soja aumente el riesgo de cáncer de mama en humanos
Es curioso el caso de la soja porque carga con la doble etiqueta: la de prevenir y la de causar diversos tipos de cáncer, especialmente el de mama. ¿Qué hay de cierto en ambos casos?
La particularidad de la soja es que es una planta con un alto contenido en isoflavonas, que podríamos llamar estrógenos vegetales: moléculas capaces de interaccionar con los receptores de estrógenos dentro del cuerpo humano, aunque con efectos mucho más débiles que los estrógenos reales. Esto podría provocar que la soja tenga un efecto estrogénico o antiestrogénico.
El problema es que es difícil de determinar cuál ese efecto porque los resultados varían según cómo se realiza cada estudio. No es lo mismo, por ejemplo, analizar los efectos en animales que en humanos, porque la metabolización de las isoflavonas es diferente; los resultados también parecen variar dependiendo del nivel de estrógenos previo de cada persona, y por eso puede ser distinto en mujeres premenopáusicas que en mujeres postmenopausicas.
A día de hoy, no hay evidencias de que la soja tenga un efecto negativo en el riesgo de cáncer de mama. Muchas de las investigaciones que apuntan en esa dirección se han realizado exclusivamente sobre animales de laboratorio, y por tanto no se pueden considerar sólidas al aplicarlas a humanos. Por otro lado, algunos estudios sugieren que podría tener un efecto protector, pero tampoco existen evidencias suficientes para afirmarlo con seguridad.
El cáncer de mama no solo afecta a las mujeres
No es verdad. El cáncer también se puede formar en las glándulas mamarias de los hombres, aunque estén mucho menos desarrolladas, aunque sí es cierto que es mucho menos frecuente (según el Instituto Nacional del Cáncer estadounidense, menos del 1% de los casos de cáncer de mama afectan a hombres).
La mortalidad del cáncer de mama en los hombres es la misma que en las mujeres si se detecta en el mismo estadio. Sin embargo, en conjunto es más alta que en las mujeres precisamente porque no tienen en mente que también pueda pasarles a ellos y los cambios en la zona o la aparición de bultos pueden pasarles desapercibidos, así que a menudo se detecta en estadios más avanzados, empeorando el pronóstico.
Las patatas fritas no, pero la forma de cocinarlas sí podrían aumentar el riesgo de cáncer de mama
Nos habéis preguntado si el cáncer de mama podría ser consecuencia del consumo de patatas fritas. Aunque de momento no hay evidencias de que exista una conexión directa entre el alimento y este tipo de tumor, algunos estudios sugieren que la acrilamida, una sustancia que contienen las patatas fritas, podría aumentar el riesgo de diferentes tipos de cáncer, en general.
Según el Instituto Nacional del Cáncer (INC), la principal fuente de exposición a esta sustancia es el humo del tabaco. Después estarían algunos alimentos como las galletas y el pan, los cereales para desayuno, las aceitunas negras en lata, el zumo de ciruela, el café y las mencionadas patatas fritas. Sin embargo, "su concentración varía dependiendo del fabricante y del tiempo, método y temperatura de cocción".
Hay estudios realizados con ratones que han encontrado relación entre la exposición a la acrilamida y el riesgo de sufrir varios tipos de cáncer. Pero, por otro lado, estudios de toxicología muestran que los humanos y los roedores la absorben y la metabolizan en índices y formas diferentes, por lo que, según el INC, se necesitan más estudios epidemiológicos. Para saber más sobre cómo prevenir la formación de acrilamida al cocinar puedes echar un vistazo al artículo enlazado.
No hay evidencias de que el repollo sea un remedio contra el cáncer de mama
También nos preguntasteis este texto, que recoge una enorme variedad de supuestos beneficios del repollo, entre ellos que es un remedio para este tipo de cáncer. Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y dietista-nutricionista, explicaba a Maldita Ciencia que, si tiramos del hilo de las referencias que proporciona el texto, es cierto que existe un estudio que relaciona el consumo de crucíferas (vegetales como la col, el repollo, el brócoli o la coliflor) después del diagnóstico de cáncer con una reducción en el riesgo de mortalidad por todas las causas y mortalidad asociada al cáncer de mama. Pero, aun en la misma, los investigadores concluyen que “no hay evidencia probada de asociación entre la ingesta de crucíferas tras el diagnóstico, y el pronóstico de cáncer de mama”.
“Es cierto que se están estudiando los potenciales efectos de estos compuestos sobre diversos tipos de cáncer, pero debe tenerse en cuenta que hablamos de fases muy preliminares y con limitaciones (estudios observacionales o en líneas celulares y ratones)”, explica Robles y añade que debe separarse el efecto de los compuestos activos aislados del que tienen si se consumen como parte de los vegetales completos. Aunque puede ser el punto de partida para abrir líneas de investigación posteriores.
“En definitiva, sabemos que una dieta rica en vegetales tiene un efecto preventivo en el desarrollo de numerosas enfermedades crónicas, entre las que están algunos tipos de cáncer (como recoge el World Cancer Research Fund). Pero no se puede hacer afirmaciones absolutas sobre un vegetal concreto y su efecto ‘beneficioso’ sobre una patología tan compleja como el cáncer”, concluye Robles.
Primera fecha de publicación: 19/10/2018.