Hoy se cumple un año desde que comenzó la campaña de vacunación en España. Un año en el que no hemos parado de luchar contra la desinformación. Durante este tiempo, hemos identificado una serie de argumentos que se repiten y que los desinformadores utilizan para intentan hacernos dudar sobre la vacuna contra la COVID-19.
Los bulos sobre la vacuna siempre giran en torno a ciertos temas, como supuestos efectos secundarios que no se han identificado, falsas muertes y componentes que no están entre los ingredientes de las vacunas. La desinformación también pone en duda el proceso de desarrollo de las vacunas, como los ensayos clínicos que han llevado a su aprobación.
Los antivacunas también utilizan datos descontextualizados de documentos oficiales de agencias reguladoras, autoridades sanitarias y sistemas de famacovigilancia. Además, desde el inicio de la pandemia, se ha desinformado con falsas teorías de la conspiración que también han atacado a las vacunas. Incluso, se usan textos legales falsos o sacados de contexto para engañarnos respecto a la vacunación.
Las mentiras embarran el debate público y pueden ser peligrosas para la salud. La información verificada sobre el COVID-19 marca la diferencia. La verificación está bajo ataque. Si nuestro trabajo te es útil y crees que es más necesario que nunca, pincha aquí para hacerte Embajador/a y ayúdanos a luchar contra los bulos de la pandemia.
Bulos sobre efectos secundarios no identificados
Son aquellos bulos que hablan de falsas muertes y de reacciones adversas que no se han probado. Pero no, las vacunas de ARN mensajero, como las de Pfizer y Moderna, no pueden alterar nuestro ADN. Ni tampoco es cierto que la vacuna de Pfizer cause enfermedades neurodegenerativas, ni que los vacunados estén desarrollando sida.
Falsos componentes de las vacunas
No, las vacunas de la COVID-19 no llevan materiales que puedan hacernos magnéticos ni grafeno. Tampoco es cierto que la vacuna de Moderna lleve luciferina, una sustancia que permite a las luciérnagas y otros organismos producir luz, ni que la vacuna de Pfizer contenga ingredientes cancerígenos y neurotóxicos. La lista de componentes de las vacunas es pública y la podemos encontrar en sus respectivas fichas técnicas (Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen).
Bulos para hacernos dudar del proceso de investigación de la vacuna
Estas desinformaciones intentan hacernos desconfiar del proceso de desarrollo y aprobación de la vacuna. Pero no es cierto que las vacunas contra el coronavirus sean experimentales. De hecho, hay varias razones que explican cómo y por qué se han desarrollado tan rápido.
Desinformación que usa datos sacados de contexto
Los antivacunas malinterpretan información de fuentes oficiales para intentar colárnosla. Como los contenidos que afirmaban falsamente que los informes de EudraVigilance, la base de datos de farmacovigilancia del Espacio Económico Europeo (EEA), mostraban que casi 8.000 personas habían fallecido por vacunarse contra la COVID-19. O los que apuntaban que han aumentado en más de un 300% los abortos en el Reino Unido porque las madres recibieron la vacuna.
Conspiraciones sobre el coronavirus y la vacuna
Son esos bulos que aseguran que el coronavirus y las vacunas forman parte de un plan para controlar la población. Como la supuesta foto de una caja de la vacuna de AstraZeneca fechada en 2018 que es, en realidad, un montaje. O los mensajes virales que afirman que se nos han insertado microchips o que los vacunados somos detectables por Bluetooth.
Bulos que utilizan referencias legales para engañarte sobre la vacunación
Los desinformadores también utilizan la legislación para que desconfiemos de la campaña de vacunación. Como el reglamento del BOE que supuestamente especifica que las vacunas contra la COVID-19 son "organismos de modificación genética", algo que no es cierto. O el bulo que dice que los sanitarios podrían ir a juicio "por responsabilidad en crímenes de guerra" por administrar las vacunas.
De hecho, en ocasiones, se usan instituciones que no tienen competencias para dictar leyes o códigos éticos que no son textos legales. Por ejemplo, no es verdad que el Consejo de Europa haya prohibido que la vacunación contra la COVID-19 sea obligatoria y, en todo caso, no podría prohibirla porque sus resoluciones no son vinculantes. Tampoco la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha pedido que se elimine el Código de Nuremberg, un texto que no es una ley ni un convenio internacional sino un código de bioética.
Fact-checkers de más de 70 países nos hemos unido para luchar contra las mentiras y la infodemia que ha traído consigo la pandemia de coronavirus. Puedes consultar los desmentidos en la base de datos CoronaVirusFacts del International Fact-Checking Network (IFCN) .