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MALDITA EXPLICA

Cinco mitos sobre el aborto que los datos y la ciencia desmienten

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Este 17 de mayo ha llegado al Consejo de Ministros y se ha aprobado la propuesta de reforma de la ley del aborto elaborada por parte del Ministerio de Igualdad. A raíz de esta propuesta y de la filtración del borrador sobre la decisión de los jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos de revocar la sentencia ‘Roe contra Wade’ que permite el aborto legal en el país han comenzado a difundirse diversas desinformaciones. En Maldita.es las verificamos con datos, hechos y expertos.

Los contenidos que afirman que abortar es peligroso en cualquier contexto

La posición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto a la interrupción del embarazo es clara: “El aborto es un procedimiento médico habitual. Es seguro cuando se utiliza un método recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que resulta también adecuado teniendo en cuenta el tiempo de embarazo y lo practica una persona que posee los conocimientos necesarios”.

En relación a esta falsa premisa sobre la supuesta peligrosidad del aborto en términos generales también se asegura que la mortalidad materna aumenta en los países que legalizan las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE), pero no es cierto. En Europa, según datos del Banco Mundial, la tasa de mortalidad materna ha disminuido desde el año 2000 pasando de 10 muertes por cada 100.000 nacidos vivos a 6 en el año 2017. 

Igualmente, en Estados Unidos, según un estudio publicado en 2021 con datos de los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), en 2018 sólo se identificaron dos muertes relacionadas con el aborto legal. Para el periodo entre 2013 y 2018 la tasa nacional de letalidad por aborto inducido legal en Estados Unidos fue de 0,41 muertes por cada 100.000 abortos legales informados. Otro dato posterior, basado en las respuestas de 42.000 mujeres estadounidenses, fija la tasa nacional de letalidad por aborto inducido legal en 0,31 muertes por cada 100.000 abortos entre 2020 y 2022**.

Sobre este punto, José Gutiérrez Alés, presidente de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), indica a Maldita.es que, aunque un aborto no es peligroso siempre que se realice en las condiciones médicas adecuadas, siempre será más sencillo y la persona se expondrá a menos complicaciones durante las primeras semanas de gestación. En primer lugar, señala, porque habrá dos posibilidades de interrupción: la médica y la quirúrgica. Además, como recuerda el presidente de la SEC, una interrupción del embarazo, hasta la semana 14, está considerada como una intervención de bajo riesgo y, a medida que avance la gestación, las condiciones quirúrgicas se complicarán “como en cualquier otra operación”. 

En esta misma línea, la OMS remarca que abortar no es peligroso siempre que se realice en las condiciones óptimas y advierte de que hacerlo en circunstancias inseguras afecta al bienestar físico y psíquico de las mujeres. Datos de este organismo muestran que cada año entre el 4,7% y el 13,2% de las muertes maternas se deben a un aborto peligroso. “Se calcula que, en las regiones desarrolladas, por cada 100.000 abortos peligrosos se producen 30 defunciones, mientras que esta proporción aumenta hasta las 220 defunciones por cada 100.000 abortos peligrosos en las regiones en desarrollo”, aclara el organismo.

El mito de que las leyes que permiten el aborto provocan un aumento de las interrupciones del embarazo

En Maldita.es ya os contamos que actualmente existen 73 países (tras la incorporación de San Marino) que permiten abortar de manera libre, según las cifras del Center for Reproductive Rights

A nivel global, entre 1990 y 1994 hubo 79 embarazos no deseados y 40 abortos por cada 1.000 mujeres, mientras que entre 2015 y 2019, con el aborto despenalizado en 14 países más, los datos de Statista muestran que la proporción disminuyó, y hubo 64 embarazos no deseados y 39 abortos por cada 1.000 mujeres en edad reproductiva. Además, investigadores del Instituto Guttmacher de Nueva York y de la OMS concluyeron en un estudio publicado en The Lancet en 2016 que las tasas de aborto han disminuido “significativamente” desde 1990 en países desarrollados, en donde se han legalizado mayoritariamente las interrupciones voluntarias del embarazo, pero no en países en vías de desarrollo. 

Además del aborto legalizado, la administración de la píldora anticonceptiva de urgencia también influye en la disminución de los embarazos no deseados. Según un estudio elaborado en 2019 por Iñaki Lete Lasa, de la Unidad de Gestión Clínica de Obstetricia y Ginecología en el Hospital Universitario de Araba, con la farmacéutica HRA Pharma, en 2017 la píldora evitó en España 50.635 abortos y 101.271 embarazos no planificados.

Estimaciones del número de abortos por regiones entre 1990 y 2014. Fuente: The Lancet.

Esto muestra que la aprobación de leyes que legalizan el aborto no aumenta el número de mujeres que deciden abortar a nivel global. En España, donde el aborto está regulado desde 2010 mediante una ley de plazos que sustituye a la norma anterior de tres supuestos de 1985, el número de interrupciones voluntarias del embarazo aumentó en 2019 por tercer año consecutivo, como ya os contamos en Maldita.es. De 2018 a 2019, la cifra aumentó en un 3,4% pasando de una tasa de 11,12 abortos por cada 100.000 mujeres en edad reproductiva a 11,53. Sin embargo, de 2019 a 2020, esta tasa disminuyó hasta el 10,33. 

Si nos fijamos en Estados Unidos, las cifras oficiales recogidas por el Instituto Guttmacher (una entidad a favor de la salud reproductiva y sexual) muestran que, aunque desde 1973 —cuando se aprobó la sentencia Roe contra Wade— y durante la década de los 80 aumentaron las interrupciones del embarazo, desde 1990 el número de abortos ha disminuido en el país.

No es cierto que el aborto voluntario cause cáncer de mama

Otro mito con respecto a la interrupción voluntaria del embarazo es la falsa idea de que “puede causar cáncer de mama”, pero la posición científica respecto a este punto es clara: no existe ningún tipo de evidencia científica que apoye este argumento. Esto afirma no sólo un estudio publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos; también el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos ha desmentido esta afirmación a través de una investigación del Comité de Prácticas Ginecológicas del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos.

Investigaciones más recientes, como la llevada a cabo por el Centro de Investigación del Cáncer alemán en 2018 también niegan la relación entre cualquier tipo de interrupción del embarazo (voluntario o involuntario) con el aumento del riesgo de padecer cáncer de mama.

Respecto a este mito, Gutiérrez Alés deja claro que no hay ningún estudio ni referencias de autores que demuestren científicamente la relación de las IVEs con el cáncer de mama. “A día de hoy sobre el cáncer de mama sabemos, afortunadamente, muchos de los factores y las variables que lo provocan, pero no existe literatura sobre que someterse a una IVE afecte al riesgo de sufrir cáncer de mama”, expone. Igualmente, Pablo Tobías, especialista en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Universitario Infanta Cristina y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, indica que la inmensa mayoría de las investigaciones científicas no han encontrado una relación entre el cáncer de mama y una IVE. 

Sobre esta asociación que muchos difunden, Vicent Carmona, ginecólogo y también maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que “puede estar inducida por el hecho de que el retraso de la maternidad o el hecho de no tener hijos o no amamantarlos si se tienen sí que supone un factor de riesgo para desarrollar un cáncer de mama, especialmente en edad premenopáusica —aunque este no sea el más importante—”. 

En todo caso, Carmona vuelve a recordar a Maldita.es que no existe ninguna evidencia de que uno o varios abortos, ya sean naturales o provocados, tengan influencia en un posible aumento del riesgo del cáncer de mama y cita esta investigación científica con población danesa en la que se analizó si las mujeres con uno o más abortos tenían en el futuro más riesgo de sufrir hasta 11 tipos diferentes de cáncer (entre ellos el de mama) y concluyeron que no existía ninguna relación.

Las afirmaciones que aseguran que el feto siente dolor desde las primeras semanas de embarazo

La premisa sobre si el feto siente o no dolor durante las primeras semanas de embarazo se ha utilizado no sólo para posicionarse en contra del aborto, sino también para analizar las técnicas invasivas en el tratamiento fetal.

En primer lugar, explica el ginecólogo Vicent Carmona, el estímulo doloroso se procesa en el tálamo y necesita que se procese en el córtex cerebral para que exista consciencia del dolor. Para esto se requieren conexiones tálamo-corticales funcionales las cuales comienzan a aparecer en el feto, indica Carmona, entre las semanas 23 y 30 de edad gestacional. “Sin embargo, estudios hechos mediante electroencefalografía sugieren que la capacidad de la percepción funcional del dolor en recién nacidos prematuros no existe antes de las 29 o 30 semanas”, indica.

El también ginecólogo Pablo Tobías coincide con Carmona y señala que, aunque “existen fibras sensitivas y conexiones talámicas en fetos de 20 semanas, las conexiones tálamo-corticales maduras no suelen estar presentes hasta la semana 26 o 30 de gestación”. 

Según un estudio realizado en 2016 por investigadores de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela, es “poco probable” que el feto sienta dolor antes de la semana 20 de gestación, es decir, después de los plazos legales establecidos para interrumpir el embarazo en cualquier circunstancia —en España, según la Ley de Salud Sexual y Reproductiva de 2010, es posible interrumpir el embarazo en cualquier circunstancia hasta la semana 14 de gestación.

Estudios relacionados, como el publicado en 2015 por el Journal of Neurophysiology, consideran que es a partir de las 16 semanas cuando las neuronas DH, encargadas de transportar la información que detecta el dolor en el cuerpo, empiezan a ser funcionalmente maduras. No obstante, otras investigaciones anteriores como la publicada en el Journal of the American Medical Association (JAMA) en 2005 señala que “la percepción fetal del dolor es poco probable antes del tercer trimestre” y sitúan la capacidad de percepción consciente del dolor en las 29 a 30 semanas de edad gestacional.

Precisamente este último estudio fue utilizado, según explica a Maldita.es Agata Ignaciuk, profesora en el Departamento de Historia de la Ciencia y miembro del grupo de investigación de Estudios de las Mujeres en la Universidad de Granada, en los debates que tuvieron lugar en el Congreso de Estados Unidos acerca de la propuesta de introducir una ley que protegiera a "los niños no nacidos capaces de sentir dolor".*

El presidente de la SEC aclara a Maldita.es que, a día de hoy, “no se puede acreditar con los medios actuales” que un feto sienta dolor durante la gestación. “Que se empiecen a desarrollar las terminaciones nerviosas que detectan el dolor no quiere decir que el feto lo experimente”, concluye. 

La falsa idea de que las mujeres que abortan voluntariamente tienen problemas para quedarse embarazadas después

Tampoco existe ninguna publicación científica ni hay datos que demuestren la relación entre las IVEs y la infertilidad, tal y como expone a Maldita.es José Gutiérrez Alés. Eso sí, siempre que la intervención se realice, señala, por profesionales cualificados y se den las condiciones sanitarias apropiadas porque de lo contrario sí que se pueden producir dificultades que provoquen complicaciones en embarazos posteriores.

En este sentido, Vicent Carmona, quien también es vocal en la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de la Comunidad Valenciana, señala que si la interrupción se ha producido con complicaciones como infecciones, legrados mal realizados o perforación uterina durante la dilatación o el legrado pueden existir problemas de fertilidad futuros. Sin embargo, aclara, “estas situaciones son muy poco frecuentes cuando los abortos se practican por personal entrenado y con buenas condiciones sanitarias, como ocurre en nuestro país”.

Según afirma en su web el centro estadounidense Clínica Mayo, no existen evidencias que sostengan que una mujer que se ha sometido a una interrupción voluntaria del embarazo tenga luego problemas de fertilidad. Tampoco existe evidencia científica que avale que el aborto voluntario provoque algún tipo de complicación en embarazos futuros. 

Igualmente, otra investigación científica llevada a cabo en Finlandia en 2012 investiga si el aborto inducido afecta en la maternidad posterior de las mujeres. Las conclusiones deducen que las madres que habían tenido un aborto voluntario solo tenían un riesgo “marginalmente mayor” que las que no de sufrir un parto prematuro.

A pesar de que los estudios científicos no avalan esta afirmación, explica Agata Ignaciuk, que en los debates médicos sobre el aborto llevados a cabo en Polonia (en donde este se legalizó en 1956) hubo médicos, a partir de la década de los 70, que presentaron a las IVEs como un problema ligándolas a "un mayor riesgo de infertilidad", pero basándose en estudios pequeños y no concluyentes.* 

En todo caso, desde la Clínica Mayo se recomienda consultar con un especialista médico dependiendo del tipo de aborto que se haya realizado la paciente, pues en los casos de aborto quirúrgico existe un riesgo levemente mayor de parto prematuro y bajo peso al nacer en embarazos posteriores. Como solemos recordar en los consultorios de Maldita Ciencia: no somos médicos ni especialistas pero contamos con la ayuda de personas que son expertas en su campo. Si tienes dudas sobre tu situación lo mejor es que acudas a un profesional sanitario.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Pablo Tobías y Vicent Carmona.

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*Hemos actualizado este artículo el 17/05/2022 a las 16:45 para añadir las declaraciones de Agata Ignaciuk a Maldita.es.

** Hemos actualizado este artículo el 19/05/2023 para añadir un dato más reciente sobre la tasa de mortalidad por aborto inducido legal en Estados Unidos. 

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