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MALDITA CIENCIA

El uso de la mascarilla en interiores y exteriores: qué dice la evidencia científica

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Hace ya casi dos años que convivimos con el SARS-CoV-2 y a pesar de la exitosa campaña de vacunación en España, la pandemia aún no ha terminado. Por suerte el conocimiento sobre este virus y su comportamiento ha aumentado mucho en este tiempo y eso nos ayuda a protegernos mejor.

Ahora sabemos, por ejemplo, que los mecanismos de transmisión del patógeno hacen de los espacios cerrados (especialmente si están mal ventilados) entornos mucho más propicios al contagio que los sitios al aire libre y por eso durante meses las mascarillas solo han sido obligatorias en los primeros, aunque en sitios abiertos sigue existiendo cierto riesgo si no mantenemos la distancia de seguridad con otras personas. El pasado 22 de diciembre se hizo público que el Gobierno planea volver a hacer obligatorio el uso de mascarillas en exteriores, una medida que entró en vigor dos días después, el 24 de diciembre. Algo más de un mes después, este 4 de febrero, la ministra de Sanidad Carolina Darias ha dicho en la Cadena SER que el Ejecutivo piensa eliminar la medida, algo que, según sus declaraciones, entraría tras su publicación en el BOE el miércoles 9 de febrero.

¿Qué opinan los expertos respecto al uso de esta medida de protección en espacios abiertos y cerrados?

Sobre el uso de mascarillas en exteriores

“Generalmente soy muy radical en la defensa de las normas con un beneficio claro, pero ponerse la mascarilla al aire libre tiene costos importantes y realmente no hay evidencias de sus beneficios” advertía en este reportaje de El País Marc Lipsitch, director del Centro de Dinámicas de las Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Harvard (EE UU).

Ya en el mes de abril, los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos actualizaban sus recomendaciones en cuanto a medidas sanitarias para protegerse contra el coronavirus, y por primera vez hacían una distinción entre vacunados y no vacunados. En ellas se recogía que, para actividades al aire libre la recomendación de utilizar mascarillas aparecía solo en aquellos entornos en los que no era posible mantener la distancia de seguridad, y solo en eventos muy llenos de gente en el caso concreto de las personas vacunadas.

Recomendaciones de uso de mascarillas en exteriores para personas no vacunadas y vacunadas (Fuente: CDC)

En la actualización de dichas recomendaciones, fechada el 15 de octubre de 2021, los CDC recogen que "los datos actuales sugieren que el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 en exteriores es bajo. En general, las personas con la pauta completa de vacunación no necesitan llevar mascarilla al aire libre".

En mayo de 2021, la Asociación Madrileña para la Salud Pública se pronunicaba también a favor de terminar con la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios exteriores en España, considerándola "una medida arbitraria, sin base científica". De hecho, según un estudio publicado el 4 de junio en la revista Infectous diseases, "la proporción de infecciones que ocurren en interiores probablemente sea mucho menor al 10% y algunos estudios apuntan mucho más abajo, hasta menos del 1%".

El riesgo es mucho mayor en interiores porque los aerosoles se acumulan

Aunque al principio de la pandemia hablábamos del contagio por gotículas, que son pequeñas gotas de saliva que contienen el patógeno, a día de hoy sabemos que también los aerosoles son una vía de transmisión. Los aerosoles son más pequeños que las gotículas y son capaces de permanecer más tiempo en suspensión en el aire y de desplazarse más lejos, aumentando el riesgo de contagio.

La diferencia entre unas y otros, explica Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, no es fácil de establecer por una línea concreta: "Hay un rango infinito y todo lo que se escupe o exhala lleva virus. Las gotas gordas caen rápido y al ser gordas portan más carga viral. Como elementos de contagio son más peligrosas, pero la "balística" no les favorece a distancias medias. Cada gota de aerosol porta menos virus, claro, porque es enana, pero si lleva hablando, cantando, respirando un tiempo en un ambiente en el que no se disipan puede haber una buena concentración".

En el mismo sentido apunta Sonia Zúñiga, investigadora del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC: "La diferencia es que [los aerosoles] son más pequeños y por tanto, el factor distancia aumenta comparado con las gotículas, que en general son más grandes y por tanto "caen" antes".

Ambos hacen un símil con el tabaco: después de un tiempo fumando en una habitación sin ventilar éste se acumula y puede incluso "verse", así que sumando millones de gotitas de aerosol que se inhalen puede lograrse una dosis infectiva suficiente para la transmisión. "Y es fácil inhalarlos, como cualquier partícula que flota en el ambiente", subraya Jiménez Cid.

Ese es precisamente el factor que hace de los espacios interiores y mal ventilados el sitio más peligroso cuando hablamos del contagio de la COVID-19: que se puedan acumular aerosoles hasta convertirse en una dosis infectiva suficiente. Por eso todas las autoridades sanitarias y los expertos a estas alturas tienen clara una de las principales recomendaciones para reducir la transmisión de la enfermedad: realizar actividades en espacios abiertos.

En espacios abiertos el riesgo no es nulo, pero "se reduce considerablemente cuanto mayor es la distancia. Por supuesto, con mascarilla, en silencio y con distancia, el riesgo en espacios abiertos es muy muy reducido", señala Zúñiga.

La importancia de la mascarilla, especialmente en interiores

Precisamente debido a ese riesgo de acumulación de aerosoles en el aire, las mascarillas son una herramienta eficaz para reducir los contagios, ya que cuando se usan adecuadamente, filtran el aire que respiramos para que esos aerosoles se queden fuera (o dentro, si los infectados somos nosotros y así protegemos a los demás.

Cuando hablamos del uso adecuado de las mascarillas nos referimos principalmente a dos cosas: la primera es utilizar mascarillas homologadas cumpliendo su tiempo recomendado de uso y no reutilizando las que no son reutilizables. De esta forma se mantienen sus propiedades y sus condiciones higiénicas.

La segunda es asegurar el ajuste, esto es, que no queden huecos por los lados, por arriba o por abajo por los que se cuele el aire sin filtrar. Aunque en principio las mascarillas autofiltrantes tipos FFP2 tienen un mejor ajuste, esto depende en gran medida del tamaño y la forma de cada cara. Estas mascarillas tienen además la ventaja de filtrar el aire en dos direcciones, tanto hacia dentro como hacia fuera, y no solo de dentro hacia afuera como hacen principalmente las mascarillas quirúgicas. Sobre el ajuste, aquí hablamos de algunas formas de asegurarte que es correcto y algunas cosas que no debes hacer.

Sin embargo también en exteriores existe cierto riesgo si no mantenemos la distancia social (unos 2 metros) y la mascarilla nos ayuda a reducirlo. "No hay riesgo nulo, hay proporcionalidad con la distancia, es decir, a más cerca del foco, más riesgo. En el exterior los aerosoles no se acumulan, pero a distancias cortas hay un riesgo que la mascarilla minimiza de forma muy eficaz", resume Jiménez Cid.


Primera fecha de publicación de este artículo: 22/12/2021

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